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Internacional

28 de febrero del 2002

El sórdido juego de la minera Manhattan

Martha Meier Miró Quesada

Reza el refrán popular que "el pez por la boca muere". Parece que la boca del pez Manhattan es la página web donde difunden información de interés para sus inversionistas.
Una y otra vez las mentiras de Obradovich (a la sazón hijo político del dictador militar peruano de derecha Francisco Morales Bermudez), y las de otros representantes de la minera canadiense, han quedado patéticamente descubiertas por la información que emana de la propia Manhattan Minerals Corporation.
Hay que agradecer también a la torpeza de su estrategia de comunicación institucional el hecho de que a estas alturas ya no quede duda que Manhattan está dispuesta a todo para entrar y explotar, a tajo abierto, la veta polimetálica que se encuentra bajo la ciudad de Tambogrande, Piura, al norte de Perú, y que se extiende por el valle frutícola de la Irrigación San Lorenzo, uno de los rincones de la costa más importantes para la agricultura de exportanción y donde se da no sólo una variedad única de limón, sino mangos que gozan de gran demanda en el mercado internacional. La calidad de las aguas de la zona, además, han llevado a que la transnacional Pepsi Cola establezca allí su próspera planta embotelladora.
Una ciudad, un importante valle frutícola, fuentes de agua dulce de gran calidad y una formación vegetal única como son los bosques secos del norte, están amenazadas por una inconsciente empresa minera para quien la mentira y --hasta donde se ha conocido--- la "persuación" económica a un puñado de inescrupulosos líderes agrícolas son la única herramienta con que cuentan, a falta de argumentos coherentes a favor de un proyecto minero a todas luces perjudicial para el ambiente y la población de la zona.
Se ha sabido que en días recientes la Manhattan-Sechura habría contratado los servicios del estratega en imagen, Hugo Otero. Como se sabe Otero está vinculado a las campañas del doctor Alan García, ex presidente peruano de 1985 a 1990 (a la sazón líder del Apra, y por tanto correligionario de Remigio Morales, su cuestionado ex-ministro de agricultura y cuñado de Obradovich, máximo funcionario de la filial peruana de la minera canadiense). Pero esto son pinceladas que tan sólo nos distraen del tema que nos ocupa: el sórdido juego de esta minera para confundir a la opinión pública y descalificar a quiénes apuestan por la defensa de los derechos que asisten a la población tambograndina a decidir su destino, y su inalienable derecho a la propiedad privada y, de ser el caso, a venderla a precios que reflejen su real valor al contener oro, plato, zinc y otros minerales, y la enorme inversión económica de las últimas décadas de convertir esta porción de desierto irrigado, en un productivo y rentable rincón agrícola.
En días recientes los más importantes diarios de circulación nacional publicaron un comunicado de la Manhattan cuya única y principal finalidad era cuestionar las campañas de defensa del lugar que sacan adelante, tanto el Colectivo Tambogrande, como el Frente de Defensa, entre otros.
Se pretendía descalificar estas iniciativas proagrícolas y ecológicas sembrado la duda sobre unos supuestos fondos que financian la "millonaria" (¿?) campaña contra la minera.
Se acusaba, además, a quienes apuestan por el desarrollo sostenible, la conservación ambiental y el progreso agrícola de nuestro país, de "ahuyentar la inversión extranjera".
En definitiva la Manhattan, a través de su "comunicado", sólo trató de satanizar a los activistas proagrícolas con argumentos deleznables y manoseados:
1.- Que controversia agrícola-minera que se ha desatado es es interesada porque supuestamente y según se les ha ocurrido a ellos, alguien la estaría financiando.
2.- Que quienes batallan por defender los derechos de las comunidades (incluido sus derechos de propiedad) son prácticamente enemigos del Perú que buscan el atraso de la población.
En el burdo "comunicado", Manhattan se presenta como una empresa responsable que no hará nada hasta que los Estudios de Impacto Ambiental (EIA) estén listos, y se realice una consulta entre la población.
Hasta allí todo muy lindo, pero a estas alturas esa historia se la pueden creer sólo los débiles mentales. El descaro de la minera candiense es grande.
La Manhattan, por ejemplo, obvia mencionar que en el Perú los EIA son una de las muchas aberraciones "ecológicas" legisladas durante el Fujimorato. Basta saber que es la empresa interesada (para el caso la minera) la que financia tales estudios. Más claro ni el agua: si uno va a un sastre y le encarga un traje...¿a la medida de quién lo hará, de quién lo pagó o de un parroquiano cualquiera?
Soslaya también la Manhattan que es bastante cuestionable el mecanismo que se sigue en las consultas populares porque facilita, entre otras cosas, que la población no se entere de la convocatoria a consulta y que su opinión, a final de cuentas, no sea tomada en cuenta debido al engorroso camino legal que ha de seguirse.
Si las cosas fueran de otra manera en el Perú se conocería algún EIA que haya recomendado, a la empresa que lo contrató, no realizar las actividades pretendidas.
Habrían, también, muchas otras empresas que tras la consulta popular hubiesen sido desterradas de los lugares dónde pretendían operar. Pero la realidad es otra y demuestra que el EIA no garantiza nada y que las decisiones de las comunidades no logran tener el peso suficiente para frenar las pretensiones de las grandes empresas, porque todo el aparato estatal y la legislación favorece a los inversionistas sobre la población, aunque para ello haya que pisotear y torcer el espíritu de la Constitución.
Y bien, al comenzar estas líneas decíamos que "el pez por la boca muere" y en el caso de la Manhattan sus malas intenciones con respecto al Estudio de Impacto Ambiental están descaradamente expuesta en su página web.
Informan con desparpajo:
"Según lo dispuesto por la ley peruana, el EIA será sometido a un proceso de revisión que incluye una consulta pública. La entidad responsable por la aprobación del concepto minero propuesto antes de que se llegue a desarrollar actividad minera es el Ministerio de Energía y Minas".
Hasta allí todo aparentemente correcto, pero prestemos especial atención a las siguientes frases de la minera candiense:
"Es importante indicar también con casi toda seguridad que cualquier explotación minera requerirá del financiamiento de instituciones de crédito internacionales. Por lo tanto, Manhattan está preparando el EIA para cumplir con las normas establecidas no sólo por el Perú, sino también por Canadá y el Banco Mundial".
Perdón...¿cómo dijo? ¿Manhattan está preparando el EIA para cumplir con las normas establecidas no sólo por el Perú, sino también por Canadá y el Banco Mundial? ¿O sea debemos entender que el EIA se está elaborando no para analizar si el proyecto es ambiental y socialmente viable, sino para cumplir con las normas establecidas por Canadá y el Banco Mundial para la elaboración de tal tipo de estudios?
A buen entendedor, pocas palabras. La consultora ambiental que realiza el EIA está, pues, haciendo un traje a la medida de...¡Manhattan, la empresa que está pagando por ese encarguito!