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Internacional

10 de diciembre del 2002

Philip Berrigan: Un pacifista de armas tomar

Felipe Cuna
El Mundo
El movimiento pacifista estadounidense ha perdido a uno de sus líderes más conocidos. Philip Berrigan, un antiguo sacerdote católico que lideró las protestas contra la guerra de Vietnam y las armas nucleares, murió el pasado 30 de noviembre en una residencia para pacifistas en Baltimore, cerca de Washington.En numerosas ocasiones había explicado que se limitaba a seguir la cita bíblica que urge a «convertir las espadas en arados».Y la defensa de esos principios le hizo encabezar numerosas manifestaciones, pero también realizar sabotajes y destruir armamento en las bases militares de su país y a penar más de 11 años en prisión.
Su familia informó ayer de que a Berrigan, de 79 años, le había sido diagnosticado un cáncer en septiembre y que decidió dejar de tomar medicinas el pasado mes. En el momento de su muerte y oficiando los ritos de la extremaunción estaba presente su hermano Daniel Berrigan, jesuita, y que participó con él en toda su carrera.
Berrigan fue detenido unas 100 veces en su vida. En 1968 fue uno de los organizadores de una manifestación de protesta contra el sorteo militar para reclutar soldados que debían pelear en Vietnam. En compañía de su hermano y de otras siete personas, quemó con napalm en el parking de la localidad de Catonsville las listas de los reclutas que iban a ser enviados a las selvas vietnamitas. Desde entonces, J. Edgar Hoover, el todopoderoso director del FBI, le convirtió en enemigo personal y le persiguió con denuedo.
Berrigan fue encontrado culpable de conspiración y de destruir una propiedad del Gobierno y sentenciado a 16 meses de cárcel por la quema de los documentos del sorteo militar.
En 1970, Hoover declaró en el Senado que los Berrigan y sus seguidores eran líderes de un grupo subversivo que quería cometer atentados en Washington y secuestrar a un funcionario de la Casa Blanca.Por aquel entonces, Berrigan se había casado con Elizabeth McAlister, una antigua monja, y dejó la carrera sacerdotal, convertido definitivamente al activismo. En 1971, junto a su esposa y otras cuatro personas fue acusado de participar en un complot para hacer explotar dinamita en los sistemas de calefacción de varios edificios federales de la capital norteamericana y de querer secuestrar a Henry Kissinger, el secretario de Estado de Richard Nixon. Sin embargo, el FBI no pudo probar esta trama y los detenidos fueron condenados sólo por sacar cartas clandestinamente desde una prisión federal en la que estaban cumpliendo su sentencia por quemar las listas de los reclutas.
McAlister hizo públicas ayer las últimas palabras que su marido le entregó en un escrito poco antes de fallecer. «Muero con la convicción, que he mantenido desde 1968 y la protesta de Catonsville, de que las armas nucleares son una calamidad para la Tierra; fabricarlas, desplegarlas y utilizarlas es un insulto contra Dios, la familia humana y la Tierra misma». Su última acción antes de fallecer fue espectacular. En 1999, junto a su hermano y otras tres personas, irrumpió en una base aérea y destrozó a martillazos dos aviones de combate A-10. Luego los cubrieron de rojo simulando sangre. Fue condenado por conspiración y destrucción de bienes públicos a 30 meses de cárcel. Salió en diciembre de 2001.
Berrigan había nacido en 1923 y durante la II Guerra Mundial fue oficial de artillería. En 1955 se ordenó sacerdote. En esa década y la siguiente, destacó como una de las voces opuestas a la discriminación racial en EEUU antes de que la guerra de Vietnam le hiciera movilizar todas sus energías a favor del pacifismo antibélico.
Philip Berrigan, ex sacerdote y activista antibélico, nació el 5 de octubre de 1932 en Alabama y falleció el 30 de noviembre de 2002 en Baltimore (EEUU).