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Internacional

1 de diciembre del 2002

Bush y la industria de armamentos

Charles André Udry
Inprecor

"Al menos 32 importantes responsables de la administración (Bush) son o bien antiguos miembros de consejos de administración, o bien consultantes, una especie de accionistas importantes de sociedades que proporcionan armamento, y 17 de esos responsables (nombrados por el círculo presidencial) tienen lazos con suministradores decisivos del sistema de defensa por misiles: Lockheed Martin, Raytheon, Boeing y Northrop Grumman". Esto es lo que se podía leer en el Washington Post /1 del 18 de agosto de 2002.
Esta situación hacía decir a W.H. Hartung, especialista en cuestiones de armamento: "En definitiva, la industria del armamento nuclear no tiene necesidad de grupos de presión en la administración Bush -en un alto grado, ellos son la administración Bush" /2.
Esta constatación debe ser apreciada a la luz de la doctrina militar de la administración republicana sobre el armamento nuclear y sobre su posible uso. En marzo 2002, fue expuesta, en sus grandes rasgos, por William M. Arkin, quien explicaba que, por un lado, esta política implicaba "planes integrados y sensiblemente amplificados para la conducción de guerras nucleares" y que "iba en el sentido contrario a una doctrina (...) que hubiera relegado las armas nucleares a la categoría de armamento de último recurso" /3.
Desde entonces, un gran numero de estudios y de artículos premiten desprender los tres elementos que llevan a los editorialistas americanos a subrayar que , hoy, "las armas nucleares no son solo un elemento más del arsenal" /4.
En primer lugar, el Pentángono tiene la misión de poner a punto planes que implican el uso de armamento nuclear contra enemigos potenciales que dispongan o no de tales armas. En segundo lugar, el umbral que autorice el uso de armas nucleares debe ser rebajado: la supervivencia de los Estados Unidos ya no es el criterio. Las "represalias" contra la utilización de armas químicas o biológicas en una parte del mundo, un conflicto sobre el estatus de Taiwan o simplemente "desarrollos militares inesperados" justificarían el uso de armas nucleares. En tercer lugar, hay que desarrollar armas nucleares miniaturizadas a fin de atacar bunkers que resistirían a las llamadas armas convencionales.
Estos destinos "civilizados" del armamento nuclear se inscriben en una nueva estrategia de despliegue del armamento nuclear. La llamada "nueva tríada" incluye: 1º un istema de ataque (con armas nucleares y no nucleares); 2º un sitema de defensa antimisil (escudo); 3º una renovación de las infraestructuras con ese fin. Vista esta evolución, son legítimas dos preguntas: ¿a qué empresas beneficiarán los nuevos pedidos de armamento? ¿Quiénes son los representantes del lobby militar que planifican compras y gastos gigantescos?. En 21 meses, la administración Bush ha reclamado ya más de 150 millardos de dólares de nuevos gastos en armamento, mientras que los gastos en seguridad interna se han duplicado: pasando de 18 a 38 millardos de dólares.
A la primera pregunta -¿los beneficiarios?- la respuesta es relativamente sencilla. La concentración en la industria armamentística se ha operado a un ritmo sostenido. Se encuentra pues entre los principales beneficiarios de las rentas presupuestarias un número restringido de sociedades: Lockheed Martin (constructora del F-16, del F-22 Raptor, del AC-130 y del futuro Joint Strike Fighter/F-35), General Dynamics (tecnologías de dirección para diversos tipos de armas), Boeing y su división McDonnell Douglas (transportadores y bombas "inteligentes": los Joint Direct Attack Munition), Taytheon (los misiles Tomahawk, Tow, Maverick, Javelin y las bombas anti-bunker GBU-28...), Northrop Grumman (el bombardeo B-2, el F-14, el Global Hawk, avión sin piloto...), TRW (Thompson-Ramo-Wooldrige, especializada en los sistemas de comunicación), Bechtel (constructor de bases de todo tipo tanto en Nevada como en Arabia saudí o en Qatar).
A esto hay que añadir un gran número de laboratorios (Los Alamos, Livermore...) y de universidades. Aquí vemos con qué subvencionar, sin "distorsionar la libre competencia", sectores enteros de la industria americana, con gran perjuicio para los competidores europeos. La supremacía tecnológica es un factor importante de la estrategia imperialista y el poderío militar permite imponer contratos de venta de sistemas de armamento americanos, desde Corea del Sur hasta Australia /5.
Las firmas estrella del lobby militar en la administración Bush rivalizan con las del sector petrolero. Dick Cheney, el vicepresidente, era miembro de la dirección de un organismo muy influyente en en el terreno del armamento: el Center for Security Policy. Su mujer, Lynne Cheney, formaba parte del consejo de administración de Lockheed Martin y recibía 120.000 dólares por cuatro reuniones anuales. Donald Rumsfeld, secretario de Defensa, ha estado asociado durante muchos años al Center for Security Police y miembro de dos comisiones encargadas del estudio del escudo antimisiles y la militarización del espacio. Stephen Hadley, miembro actual del Consejo nacional de seguridad, trabajaba para la firma de abogados que representan a Lockheed Martin. Pete Aldrige, subsecretario de Defensa, encargado de las compras, viene de la McDonnel Douglas Electronics Systems (Director General de 1988 a 1992), luego de Aerospace Corporation, que está en la posición 33 entre los suministradores del Pentágono. Robert Joseph, asistente especial del presidente Bush, estaba ya presente en la administración de Bush padre y de Reagan y disponía de una gran influencia en la National Defense University que mantiene lazos estrechos con la industria de armamento. Paul Wolfowitz, subsecretario de estado para Defensa, ha sido embajador americano en Indonesia de 1986 a 1989 (bajo la dictadura de Suharto), luego subsecretario de defensa al lado de Dick Cheney con Bush padre. También ha servido de consultor para Northrop Grumman. Stephen Cambone, uno de los hombres de Rumsfeld para traducir las opciones militares en capítulos presupuestarios (es director de la oficina de programación), fue uno de los directores de investigación en la National Defensa University. Richard Perle, presidente del Defense Policy Board, organismo de enlace entre la administración presidencial y el Pentágono, es conocido por su ardor a favor de una intervención militar en Irak. Sirvió a Reagan y sigue enseñando en el Instituto de empresas americanas: American Enterprise Institute. Peter B. Teets, subsecretario responsable de las fuerzas aéreas, era presidente de Lockheed Martin de 1997 a 1999. Comenzó su carrera en Martin Marietta (firma de Denver que se fusionó con Lockheed en 1995). Gordon England, secretario de las fuerzas navales, fue vicepresidente de General Dynamics de 1997 a 2001.
Noviembre de 2002
*Charles André Udry es miembro de la dirección del mensual A l´Encontre, publicado en Suiza por el Movimiento para el Socialismo. Este artículo apareció en el n.9, de 2002 (http://www.alencontre.org).
NOTAS
1/. Washington Post del 18 de agosto de 2002.
2/. The Nation, 13 junio 2002.
3/ Los Angeles Times, 10 marzo de 2002.
4/. New York Times, 10 marzo 2002.
5/. Ver "Gripes over U.S.Grip on Arms Trade", Far Eastern Economic Review, 26 septiembre 2002.