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Internacional

30 de septiembre del 2002

Guantánamo y la destrucción del derecho.

Christine Delphy. Directora de investigación del CNRS, presidenta de la Fundación Copernic. Ultimo libro publicado: L´ennemi principal, tome 2: Penser le genre. Paris. Syllepse, 2001.
Viento Sur
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Revista Contretenos n.5

Desde el comienzo de la acción armada americana en Afganistán, de hecho desde los ataques contra las torres gemelas, se asiste a una degradación rápida del derecho; no tanto de la aplicación del derecho que tan a menudo deja que desear, sino del reconocimiento de los principios, y más del reconocimiento de que son necesarios principios, fundamento mismo del derecho.
Por una parte, nuevas medidas de seguridad, que supuestamente ayudan a la lucha contra el terrorismo, ponen en peligro en todos los países las libertades públicas garantizadas por los derechos nacionales. Por otra, el derecho internacional es pisoteado, por Israel desde hace decenios, y por los Estados Unidos desde la guerra del Golfo y sobre todo desde septiembre de 2001.
Los Estados Unidos no son los primeros en violar el derecho internacional; lo que es nuevo, es que no intentan ya encontrar excusas; al contrario, ponen en cuestión sus principos, y dicen abiertamente que no ven su necesidad. Lo que es aún más nuevo y más grave, es que no ponen en cuestión esos principios para reemplazarlos por otros, como ocurre con las libertades públicas. No, en el terreno del derecho internacional y más particularmente del derecho de la guerra, y en el momento mismo en que apoyan al Tribunal Penal Internacional para Yugoslavia que juzga a Milosevic, declaran abiertamente que encuentran molesto tener cualquier tipo de reglas.
Si la situación en Guantánamo es ejemplar, no es porque la suerte de los prisioneros es allí la más horrible: otros han sido enviados a los países que practican la tortura; otros aún están detenidos en secreto, sin abogados, y sin que se conozcan sus nombres, desde septiembre, en prisiones americanas. Su número tampoco está claro: se habla de 2000, de 600, de 300. Su única equivocación es ser de origen árabe o de religión musulmana. Ponemos el acento en Guantánamo porque ahí la administración americana no ha sido avara de fotos y de declaraciones ,y que sobre la base de esas fotos y declaraciones, ONGs de derechos humanos han podido denunciar las condiciones de detención y la negación del derecho internacional por el gobierno estadounidense.
El tratamiento de los prisioneros de Guantánamo es una ilustración, aunque no sea la única, del peligro que se corre si se acepta sin otra forma de proceso la noción bushiana de terrorismo y de guerra contra el terrorismo. Sin embargo, todos los gobiernos la han aceptado. Algunos con entusiasmo. Se constata ahora que ello permite definir todas las situaciones como sin precedente, y por tanto todas las leyes existentes como carentes de pertinencia. Por supuesto , el peligro no está el la palabra misma, sino en su utilización: antes, había acciones terroristas que remitían al derecho penal ordinario. Ahora hay personas terroristas, y esta calificación basta, según la administración americana, para privarles de todo derecho, incluso de los derechos mínimos reconocidos a los peores criminales; además esta calificación resulta de un efecto retórico que recuerda el juego de palabras cristiano: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra fundaré mi Iglesia". En efecto, para ser considerado terrorista, no hay necesidad de haber cometido un acto terrorista, ni siquiera algún tipo de delito: basta con haber sido detenido en el marco de la "lucha contra el "terrorismo".
El tratamiento de los prisioneros de Guantánamo proporciona un ejemplo chocante, aunque no sea el único, de la aplicación del derecho de los vencedores. El derecho de la guerra ha sido una conquista sobre el "Vae victis" de Roma, que significaba que los vencidos no podía esperar ninguna justicia de sus vencedores, que no tenían ya ningún derecho, en definitiva, que eran despojados por la derrota del estatuto de ser humano, un estatuto por otra parte ignorado por Roma que no reconocía como sujetos de derecho más que a sus propios ciudadanos. El derecho de la guerra había logrado restituir esta humanidad a los vencidos, al menos en principio. En el espacio de algunas semanas, y desde antes de Guantánamo, los USA han ido marcha atrás en dos tiempos. El primero ha sido la creación de tribunales militares por un acta presidencial del 23 de noviembre, acto verdaderamente romano, puesto que estos tribunales son reservados a los extranjeros, a los no ciudadanos americanos. El segundo acto es el tratamiento de los prisioneros de Guantánamo y los argumentos utilizados para justificarlo por las autoridades americanas.
La deshumanización del enemigo, previo para la instauración de la arbitrariedad.
El trato de los prisioneros de Guantánamo, calificados, antes de toda presentación de un elemento de prueba, de "terroristas", efectúa una regresión mayor: el abandono del gran principio del derecho occidental, el habeas corpus, dicho de otra forma , de la presunción de inocencia. Este abandono, en ruptura con los principios de nuestros derechos, está en cambio en continuidad con las prácticas racistas salidas del colonialismo. Esta continuidad es patente en el uso del doble estandarte que es fundamentalmente de la misma naturaleza que el dos pesos- dos medidas expresado en otras circunstancias, según el cual las vidas blancas tienen más valor que las vidas morenas. Las víctimas de los atentados de New York han tenido derecho a flores y coronas, a discursos y ceremonias, pero también y sobre todo a un nombre, una foto, una historia individual en los periódicos. Las víctimas afganas de los bombardeos americanos han quedado invisibles y anónimas, no han sido nunca contadas, ni siquiera aproximadamente. Los civiles israelíes son siempre mencionados en primer plano en nuestros medios, y siempre se dice que han sido asesinados por "terroristas", mientras que los civiles palestinos "han encontrado la muerte en incursiones israelíes". Ningún agente humano ha causado su muerte, no hay asesinos, justo una coincidencia: mueren en el momento mismo en que se producen incursiones.
¿Qué de nuevo se podría decir? Lo que es nuevo, es que el racismo es, esta vez, dicho y reivindicado, formalizado e institucionalizado allí donde no lo había sido hecho aún, en el código penal.
Aunque se suponga a la ley ser la misma para todos, no lo es en el derecho civil que conoce categorías de ciudadanos. Pero la ley penal, en cambio, en la mayor parte de los países, es en principio verdaderamente la misma para todos en materia de crímenes de derecho común; su aplicación puede ser diferenciada por eximentes -eximentes de minoría, excusas de demencia- pero un crimen es un crimen, quien quiera que lo cometa. Así, la ley penal es la misma para los dos sexos desde hace mucho, cuando las otras partes del derecho eran diferentes según que se fuera mujer u hombre. Los extranjeros que hubieran cometido un crimen en un país son juzgado como los ciudadanos del país y este principio no ha sido nunca puesto en cuestión. Con la creación de tribunales reservados para los extranjeros, los Estados Unidos acaban de dinamitar este principio universalmente admitido, que un crimen es juzgado según la ley del país y no según la nacionalidad de su autor. Los Estados Unidos erigen así en principio lo que antes ocurría solo en el orden de la práctica discriminatoria, que se podía denunciar y condenar precisamente como derogatorio del derecho.
El tratamiento de los prisioneros en Guantánamo no ha producido el escándalo que habría debido porque las opiniones públicas occidentales impregnadas en una gran medida de un racismo difuso o confeso, han aceptado sin dificultades su demonización. Se dirá que en toda guerra el enemigo es tratado así. Durante la primera guerra mundial, la propaganda francesa repartía dibujos que mostraban a soldados alemanes cortando las manos de los niños franceses. Pero esta representación de "monstruos" estaba en ruptura con la representación ordinaria, incluso cuando era burlona o peyorativa, de un pueblo fundamentalmente concebido como vecino e igual. La demonización de los prisioneros de Guantánamo está en cambio en perfecta continuidad con la representación de los árabes y en general de los pueblos del Tercer Mundo como inferiores y salvajes, en definitiva, "untermensch", sub humanos. En cuanto que no son plenamente humanos, no están lejos de ser animales. Recíprocamente, la mejor forma de probar lo que ya se sabe , que no son gente como nosotros, es presentarles como animales. Es lo que se ha hecho en Guantánamo. Para ponerles fuera del derecho, había primero que ponerles completamente fuera de la humanidad. Se les ha dejado sin mirada poniéndoles gafas de ski. Se les ha dejado sin palabra amordazándoles. Se ha justificado esta mordaza por el miedo a que mordieran. ¿Cómo decir mejor que no son hombres sino perros, y perros rabiosos?. En fin, se les pone con los pies y las manos encadenadas en jaulas de barrotes abiertas a las miradas de los guardianes las 24 horas del día. Son fieras, y la prueba de que son fieras , es que están en la jaula. Esta total deshumanización no puede hacerse más que sobre una base de racismo. Permite recíprocamente instaurar de forma formal, legal, un tratamiento totalmente diferente para categorías anteras de personas que son categorías raciales y culturales: los árabes y los musulmanes. Estas categorías, ya víctimas del racismo por múltiples razones históricas -la colonización francesa del Maghreb, franco-inglesa del Machrek (los "mandatos") donde los israelíes han tomado el relevo de los ingleses en Palestina- son oficialmente designadas como criminales. Todos los árabes y todos los musulmanes se convierten en sospechosos de terrorismo, y, en los términos de los nuevas reglas americanas, un sospechoso de terrorismo es ya un criminal. En efecto, las nuevas prácticas, en parte ilegales como los internamientos de extranjeros, en parte legales como los tribunales para extranjeros, han borrado en los USA la distinción entre sospechoso y culpable. Este tratamiento discriminatorio legalizado no puede más que reforzar el racismo espontáneo y crear un foso de desconfianza y de odio entre Occidente y el resto del mundo.
EL iNTERNAMIENTO EN GUANTÁNAMO ES CONTRARIO AL DERECHO INTERNACIONAL Y AL DERECHO PENAL.
Los prisioneros de Guantánamo han sido transportados desde Afganistán el 11 de enero de 2002. Están desde entonces detenidos en las condiciones que sabemos en lo que no se puede llamar más que una detención arbitral, como ha denunciado la Federación Internacional de los Derechos Humanos. No están por el momento inculpados de nada: no están en detención preventiva, tras inculpación y antes de juicio, sino presos. Esta prisión se prolonga más allá de todos los plazos conocidos, y sin ninguna de las garantías clásicas: teléfono, abogado, etc. Los americanos dicen que esta prisión (tan ilimitada como la guerra al terrorismo) puede prolongarse indefinidamente. La única razón que podría justificar su detención sin inculpación sería considerarlos como prisioneros de guerra. Y aún esto no sería válido, según las convenciones de Ginebra, más que hasta el fin de las hostilidades. Sin embargo, el sindicato de la magistratura las estima terminadas, declarando el 20 de marzo: "El único hecho de haber tomado parte en los combates no puede justificar su internamiento, salvo si está probado que se han hecho culpables de crimen de guerra, genocidio o de crimen contra la humanidad, incriminados en el estatuto de la Corte penal internacional. Según el artículo 118 de la Convención de Ginebra, deben ser liberados y repatriados inmediatamente tras el fin de las hostilidades activas".
Sin embargo, los Estados Unidos niegan el estatuto de prisioneros de guerra, a pesar de las amonestaciones que les han sido prodigadas por colectivos de abogados, ONGs como la FIDH, Human Rigths Watch o Amnistía Internacional, y últimamente por la comisión de derechos humanos de la Organización de los Estados americanos. Las convenciones de Ginebra prevén que todas las personas presas en el campo de batalla deben ser tratadas como prisioneros de guerra. Los prisioneros de guerra tienen derecho a un trato idéntico al de las fuerzas armadas del país que les ha hecho presos. Si hay duda sobre el estatuto de la persona, debe decidir un tribunal. Si éste rechaza la calidad de prisionero de guerra, los detenidos disfrutan de las protecciones de la 4ª Convención de Ginebra que se ocupa de los civiles detenidos en el marco de un conflicto. Si los civiles no tienen derecho al trato de los prisioneros de guerra, está en cambio formalmente prohibido por esta misma 4ª Convención desplazarles del lugar de su arresto, por ejemplo para deportarles de Afganistán a Guantánamo. Hay que señalar que ninguna ONG se ha apoyado en la 4ª Convención de Ginebra para denunciar la deportación a Guantánamo de las personas detenidas den Afganistán, y denunciar lo que se parece a un secuestro. En cambio, las ONGs han llevado sobre la cuestión del tratamiento de los detenidos como prisioneros de guerra y sobre la de los nuevos tribunales militares un valeroso combate. No han obtenido gran cosa. La administración americana ha aceptado aplicar las convenciones de Ginebra a los prisioneros talibanes, pero no a los miembros de Al Quaida, a la vez que reconocía que sería necesario mucho tiempo para hacer la distinción entre los dos. Sobre todo, persiste en negar, incluso a los soldados talibanes, el estatuto de prisioneros de guerra. Los detenidos siguen siendo reos de los nuevos tribunales militares, cuyos procedimientos expeditivos han sido ligeramente modificados bajo el efecto de las protestas, permitiendo en adelante que los procesos sean públicos y que sea posible un recurso, pero siguen siendo una máquina de matar legalmente, perteneciendo la decisión en última instancia de forma soberana al presidente americano.
Hará falta mucho tiempo para organizar estos procesos, pues es "difícil construir las actas de acusación", declaraba el ministro de la defensa americano Donald Rumsfeld el 21 de marzo de 2002. Mientras tanto, los detenidos, que no son siquiera sospechosos en el sentido usual del término puesto que no ha sido presentada ninguna inculpación, no tienen derecho a ninguna visita de su familia, y no tienen derecho a abogado. Recientemente, un nuevo anuncio ha venido a conmover de arriba abajo lo que quedaba de reglas que se podían creer aún intangibles. Rumsfeld ha declarado, en efecto, que en la eventualidad de que esos procesos lejanos declararían libres a los prisioneros, éstos no serían sin embargo liberados. "Son gentes peligrosas, no se les puede poner en la calle, es de sentido común" ha dicho.
LA DEMOLICIÓN DE TODOS LOS FUNDAMENTOS DEL DERECHO ANTE EL SILENCIO DEL RESTO DEL MUNDO.
Ciertos detenidos son naturales de países europeos. Si Suecia ha exigido la repatriación de uno de los detenidos, ciudadano sueco, los demás, principalmente Gran Bretaña y Francia, no ejercen su deber de protección respecto a sus ciudadanos. Sin embargo, Francia ha enviado ya cuatro misiones a Guantánamo; pero era claro que se trataba de informar a la policía francesa - miembros de los servicios de información franceses formaban parte de ellas-, de ayudar a sus homólogos americanos y no de defender los derechos de los detenidos. Al término de la tercera misión, el portavoz del Quai d´Orsay hizo el 2 de abril una declaración pasmosa. A la pregunta:
"¿Sabe de qué se les acusa?", respondió: "No era el objetivo de la misión". A la pregunta: "¿Propuso Vd. una ayuda jurídica?", respondió: "Ese punto no ha sido abordado, no era el objeto de la visita". A la pregunta: "¿Desean ser juzgados en Francia?", el portavoz hizo la misma respuesta: "No era el objeto de la visita". A otra pregunta: "¿Sabe VD. de qué están acusados?", la respuesta fue: "No".
Así, los países europeos claudican totalmente ante la instauración de la arbitrariedad de los EE.UU.; violan ellos mismos su derecho negando a sus ciudadanos la protección diplomática normal y dejándoles en manos de organizaciones ilegales como el campo de Guantánamo. Pero violan también el derecho internacional; cada estado signatario de los Acuerdos de Ginebra está obligado a hacerlos respetar por otros estados: sin embargo, lejos de llevar a los EE.UU. por el buen camino, los países europeos firmantes de los Acuerdos de Ginebra hacen como que no se dan cuenta de la ilegalidad flagrante de los EE.UU.
Con la "lucha contra el terrorismo", los Acuerdos de Ginebra y otros instrumentos del derecho internacional, ya violados de forma rutinaria por numerosos países -por ejemplo Israel deporta desde hace años a gentes que habitan los territorios que ocupa, hace la guerra a civiles, sin que nadie le recuerde que eso está prohibido por el 4º Acuerdo-, son declaradas caducas por los EE.UU.(que pretenden por otra parte condicionar sus relaciones con otros países al respeto por éstos de los derechos humanos....). El derecho sin más está siendo pisoteado. Las distinciones entre sospechoso, persona interrogada pero no inculpada, acusado, persona inculpada de un delito y "acusada" por ello, y culpable, persona juzgada con las reglas y encontrada culpable, todas esas distinciones sin las que no puede existir justicia, se hunden. Esto se deduce de las preguntas sin embargo bien intencionadas de los periodistas en el Quai d´Orsay: "Preferirían los detenidos ser "juzgados" en Francia?". Esos periodistas parecen olvidar que no se puede ser juzgado antes de ser inculpado. Que lo olviden tan fácilmente es revelador de la deriva que se está produciendo, pero también de la lamentable forma en que hacen su trabajo. Pues preguntando "¿De qué están acusados?", prejuzgan la pregunta: "¿Están siquiera acusados?". Sin embargo, de las respuestas de Rumsfeld ("es difícil montar las actas de la acusación"), igual que informaciones informales dadas a algunos abogados de detenidos franceses, resulta que los detenidos no están inculpados. Están pues detenidos arbitrariamente, tras haber sido transportados ilegalmente fuera de Afganistán.
Sin embargo ningún gobierno -incluidos los de los países, y son numerosos que tienen naturales propios en Guantánamo- ha protestado contra esta detención arbitraria.
LA LIBERTAD EN CUESTIÓN.
Y ningún gobierno -ni ningún medio en Francia- ha comentado la declaración escandalosa de Rumsfeld, que viene a poner la guinda en el pastel de la destrucción sistemática del derecho: en efecto, si no se es liberado cuando se es absuelto, no hay ya diferencia entre inocente y culpable. Tanto como decir que la finalidad misma del derecho penal se desvanece. Es difícil ver porqué se mantendría el procedimiento anterior, la instrucción, el fiscal, la defensa, el proceso, el jurado y todo lo demás. El precedimiento Guantánamo, lejos de hacerse raro, se extiende. José Padilla, sospechoso de preparar una bomba "sucia" (sic), y detenido el 8 de mayo en Chicago cuando venía de Suiza, debía comparecer ante un jurado. Por un juego de birlibirloque, ha sido rebautizado como "combatiente enemigo" y se ha quedado sin abogado, sin proceso, y en camino hacia una detención en secreto e ilimitada. Sin embargo, no ha habido bomba: solo es sospechoso de haber querido prepararla.
Poca gente y grupos políticos, fuera de los círculos propiamente jurídicos, parece tomar conciencia de la gravedad de estas nuevas prácticas y de estas nuevas doctrinas americanas. ¿ El derecho es, quizás, visto aún en ciertos medios como una "superestructura", cuando no una institución burguesa mixtificante?. Cuando es la libertad de todas y todos lo que está en juego, pues ¿quién puede jurar no conocer la suerte de José Padilla, la última víctima hasta ahora de este régimen de excepción convertido en norma?. Y sobre todo, que la lógica de esta arbitrariedad contra los individuos es la misma que la de la arbitrariedad contra los pueblos que permite a los Estados Unidos decidir destruir bajo las bombas -fomentando golpes de estado, imponiendo embargos, etc- tal o cual país que tiene la desgracia de no gustarle: la lógica de un estado ebrio de su poder militar, que se declara por encima de las leyes, pero se pone en realidad fuera de la ley.