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Venezuela: El Golpe

Venezuela

La peligrosa ceguera y la ira de los desplazados
NIDIA DIAZ
Enviada especial de Granma


CARACAS, 18 de abril.— Víspera del aniversario 192 de la firma del Acta de Independencia, Venezuela vive momentos de definiciones que lamentablemente no logran trascender en toda su dimensión y grandeza a causa del empecinamiento de algunos medios de comunicación que siguen transmitiendo al pueblo y a la opinión pública internacional una visión distorsionada de la voluntad expresa del gobierno bolivariano a gobernar con todos y para el bien de todos.
Hoy, por ejemplo, esta capital es escenario de una reunión preparatoria para la instalación definitiva del Consejo Federal de Gobierno a la que asisten gobernadores, alcaldes, representantes municipales de todas las tendencias; los leales al proceso y adversarios, así como la Asamblea Nacional que sesiona desde ayer para analizar los acontecimientos del 11 de abril.
El objetivo, como ha sido dicho, es el de construir el consenso que la sociedad necesita para enfrascarse plenamente en la solución de los más urgentes problemas del país en los que tienen prioridad, lógicamente, los de las mayorías preteridas por años de corrupción y desgobiernos.
Nada de eso, sin embargo, es importante para los desplazados del poder por la voluntad del pueblo, para los representantes de los desprestigiados partidos tradicionales, quienes continúan montados sobre un discurso que ignora el filo de la navaja por el que desde diciembre pasado han hecho caminar a todos.
Son las añejas piezas oratorias cargadas de retórica y vacías de contenido, aquellas que los cubanos conocimos bien porque las escuchamos a lo largo de nuestra seudorrepública, y para las que quedó una sola tribuna, la que fue representada en el desaparecido espacio de la TV con sus estampas de aquella época: San Nicolás del Peladero.
Sin embargo, son los discursos más publicitados, los que encuentran espacio sin límites en la prensa plana porque esconden el país real, la voluntad real.
Para estos personeros, momificados por la historia, la única salida a la situación creada, es la salida de Hugo Chávez del ejecutivo y el derrocamiento del proceso bolivariano.
Tal es la ceguera que se niegan a reconocer que tanto Chávez como el proceso bolivariano salieron más fortalecidos tras el zarpazo, que el referéndum que piden hasta el delirio en todas las tribunas, se produjo espontánea y conscientemente el sábado último cuando el núcleo central de las fuerzas armadas y la movilización popular restituyó la constitucionalidad y la institucionalidad democráticas.
Como lo hizo Goebbels en la Alemania nazi, estos émulos sudamericanos comienzan a repetir que "solo los errores de los enemigos pudieron hacer regresar al presidente Chávez al Palacio de Miraflores".

Y así ha comenzado una nueva campaña, la del supuesto segundo aire al mandatario, pero que para exhalarlo, tiene que hacer dejación de todo: el poder, el amor del pueblo, los principios, la ética, la consecuencia al lado de la causa que desde siempre enarboló al jurar como soldado en la patria de Bolívar, defender con las armas la Constitución y el pueblo.
Escucharlos aquí, tan de cerca, es una experiencia inigualable, es como si aquello que sabemos, ahora y aquí lo comprobamos: la reacción, los representantes de la oligarquía, los serviles y dóciles vasallos del imperio, jamás aceptarán compartir con el pueblo una sociedad donde impere la justicia, el futuro, ni siquiera un sueño.

Hoy caminé muchos barrios de Caracas, en ellos se restañan las heridas, en algunos como en Catia se hace un censo para socorrer a los afectados por los saqueos y la violencia, en todos la vida continúa. Los más saben que esta ha sido una victoria y la defenderán como ya hicieron entre el jueves y el sábado pasados, con uñas y dientes.

La otra Venezuela, esa que está dando el pataleo final, dispuesta a todo, hasta las peores atrocidades como lo demostraron en las horas que duró la asonada golpista, sigue ahí, agazapada, no puede olvidarse.