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Venezuela: El Golpe

ENTREVISTA - Rafael Vargas Medina, ministro de la Secretaría de la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela

"La revolución está más fuerte y consolidada"
Una semana atrás su cabello era blanco; ahora es negro. Y no gracias a un novedoso proceso de rejuvenecimiento, sino a la persecución de que fue objeto durante el reciente golpe de Estado, debido a que es el brazo derecho del presidente Hugo Chávez. Cercano a los setenta años, a este veterano guerrillero venezolano, con entrenamiento en Vietnam, le tocó volver a vivir una corta clandestinidad. Mientras Pedro Carmona y los militares golpistas estaban en el poder, fue perseguido, su casa allanada y hasta le robaron la mayoría de sus trajes. Ahora, de vuelta en su despacho, habla del futuro de la Revolución Bolivariana, como él insiste en denominarla.

La Republica/Uruguay

 
Ahora la revolución está más fuerte y consolidada. Y el ejército con nosotros, la gente con nosotros, dijo el ministro de Chávez.

--El golpe de Estado ya pasó. ¿Cuáles son las lecciones aprendidas?
--Siempre sabíamos que había una conspiración en nuestra contra, aunque no podemos negar que cuando llegó nos sorprendió. Confiamos en elementos fundamentales que han sido, son y seguirán siendo los pilares fundamentales de este proceso revolucionario: el liderazgo del presidente Hugo Chávez, el apoyo popular de los venezolanos y el respaldo de las fuerzas armadas. Si se tiene esto, un estado revolucionario puede estar asegurado y camino al éxito. Pero cuando uno de esos elementos deja de responder al proyecto revolucionario, ese nuevo Estado fracasa, que fue lo que estuvo a punto de suceder en Venezuela.
--¿Cómo explicar lo que pasó con el Ejército?
--Siempre hemos estado seguros que la revolución es indestructible, porque el liderazgo del Presidente se concentra de los tenientes coroneles para abajo; la tropa. Para arriba es otra la historia. Sin embargo, nosotros siempre hemos dicho que general no tumba gobiernos, si no tiene el mando de las tropas.
--¿Y por qué mantuvieron a muchos generales que no son afines al proceso de cambio?
--Nosotros sabíamos que ellos no eran fieles. Pero como este es un movimiento revolucionario pacífico, democrático y justo, en el que se respetan los derechos ciudadanos, no podíamos destituirlos hasta tener pruebas consistentes de su infidelidad. Además, el presidente siempre respetó la jerarquía de las fuerzas armadas, independientemente de si estaban de acuerdo con el proceso. Quizá todo esto fue un error, pero esa era la esencia de este proceso.
--Tras lo sucedido serán más cautelosos y esto cambiará. ¿Cierto?
--Cambiará. La experiencia nos obliga.
--De acuerdo con el análisis oficial, ¿cuáles son las principales causas que provocaron el golpe de Estado contra Chávez?
--Esta es una revolución, no sólo un movimiento de reformas. Este proceso es revolucionario porque cambia las raíces del sistema, sin cambiar el sistema. Dentro de un sistema democrático y capitalista, hacemos cambios radicales. Hay que tomar en cuenta que Venezuela es un país con un 80 por ciento de miserables y un 20 por ciento de clase media y media alta, que vive en mejores condiciones. Esta brecha viene desde hace muchísimos años y se ha fortalecido con la democracia representativa de medio siglo. El principal problema para Venezuela ha sido el productivo, ya que importamos el 80 por ciento de lo que comemos y empezamos a hacer algo para cambiar esa dependencia. Eso los molestó.
--¿Las famosas leyes habilitantes?
--Son 48, pero nos concentramos en tres: la de Tierras, de Pesca y de Hidrocarburos.
Acá vivimos fundamentalmente del petróleo. Y la agricultura siempre olvidada, desde la época medieval, pese a que la base fundamental del desarrollo de las poblaciones ha sido la agricultura. En Venezuela tenemos grandísimos latifundios de tierras sin cultivar, pese a tener un gran potencial, porque somos el séptimo país con más volumen de aguas dulces del mundo. Entonces, mediante la Ley de Tierras, que entró en vigencia el 10 de abril pasado, nos propusimos eliminar los latifundios ociosos.
En esta ley se establece que cualquier persona puede tener 5 mil, 10 mil o 200 mil hectáreas, pero no tienen que estar ociosas, porque, en principio, la naturaleza y la esencia de la tierra es para producir alimento para el ser humano. De acuerdo con nuestra ley una sola persona puede ser dueña de toda Venezuela, siempre y cuando esté produciendo alimento para los venezolanos.
Si la gente tiene tierras, pero no las tiene produciendo, les damos facilidades antes de llegar a la expropiación. Si dice: no tengo dinero, el Estado le presta; si no sabe técnicas, los asesoramos; si no tiene maquinaria, se la conseguimos; si no tiene vías de comunicación, se las facilitamos; si no quiere cultivar solo, el Estado lo acompaña. Pero si definitivamente no quiere hacerlo, el Estado hace un avalúo de su tierra y se la compra a un precio justo de mercado.
Esto, por supuesto, no agradó a los grandes latifundistas del país, que tienen la tierra madurando, haciendo que crezca su valor.
La otra es la Ley de Pesca. En ella se prohíbe la pesca de arrastre, que consiste en mallas industriales que acaban con los peces pequeños y con otras especies que no le interesan a las grandes empresas, lo que también daña al ecosistema. Prohibimos este tipo de prácticas hasta seis millas después de las costas.
Y, finalmente, la Ley de Hidrocarburos que dice que fundamentalmente hay que comprar productos venezolanos, lo cual no conviene a los importadores y afecta muchos intereses de la gente que siempre ha tenido el poder en un sistema desigual de distribución de la riqueza. Incluso, también atenta contra intereses extranjeros porque usted sabe que el importador es el venezolano que trae y el extranjero que vende y cuando se ven atacados sus intereses se ponen de acuerdo y defienden su fuente de ingresos. Si a estas leyes que afectan los intereses poderosos le sumamos el control que ejercen sobre los medios de comunicación, que son cómplices de la oposición contrarrevolucionaria, es un caldo de cultivo para que exista descontento de ciertos sectores.
--¿Ahora, con la resaca del golpe de Estado, darán marcha atrás en estas leyes?
--Se pueden corregir algunas cosas. Hemos pedido que los actores de la sociedad: los industriales, militares, iglesia y sociedad civil, elijan legítimos representantes y se abra una gran mesa de diálogo para revisar todas estas leyes. Todas se pueden revisar, incluso hasta la Constitución Bolivariana, pero mediante los mecanismos establecidos en la ley.
Eso sí, queremos que el diálogo sea eso y no una imposición. Pero no permitiremos que una minoría decida sobre una mayoría, porque eso es cuestión de principios y los principios no se venden.
--Mucho se ha criticado que se confronte a la sociedad venezolana en una lucha de clases, ¿es esto una lucha entre oligarcas y pobres?
--Para nosotros la oligarquía no entra en el concepto de clase social. Eso es distinto. Según nuestro pensamiento, la oligarquía es una posición ante la vida. Usted puede ser millonario y capitalista, pero no oligarca. El oligarca es mezquino, egoísta, no le interesa la sociedad ni los derechos humanos, sino sólo la acumulación de riqueza. Así son algunos venezolanos que están opuestos a nosotros. Pero también los hay pobres que tienen una mentalidad oligarca.
Que quede claro que este es simplemente un proceso de cambio, sin antecedentes.
De nosotros se ha dicho que somos fidelistas, comunistas, socialistas, que íbamos a expropiar las tierras, que si la gente tenía dos apartamentos íbamos a quitarles uno, que íbamos a promulgar por la colectividad de la propiedad, pero nada de eso es cierto
--Después de lo que pasó, ¿queda fortalecida esa revolución de la que me habla?
--Este es un proceso de largo plazo. Cada día una gota, hasta tener episodios cualitativos. Tras lo que sucedió habrá un cambio de calidad.
El país cambiará en calidad, y ahora la revolución está más fuerte y consolidada. Y el ejército con nosotros, la gente con nosotros. *