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Venezuela: El Golpe

Venezuela y los desaciertos de Petras

José Cademartori
Abril, 2002.


En un texto publicado en El Siglo del 27 de Febrero de 2002, James Petras emite juicios sobre la situación actual de América Latina, algunos de los cuales caen en el esquematismo y la simplificación. Al tratar el caso de Venezuela, estos defectos se hacen más notorios, pues se refiere a materias concretas, donde se revela su desconocimiento de la historia, la realidad actual y las transformaciones que está impulsando el inédito gobierno bolivariano.
Petras considera la Venezuela actual un caso de reformismo destinado a fracasar antes de fin de año. No distingue entre reformas y reformismo y traza una muralla infranqueable entre reformas y revolución, materias que ya Lenin y Rosa Luxemburgo habían aclarado. Petras etiqueta a Chávez de nacionalista liberal de rasgos populistas. Desde luego, populista es un término usado por los politólogos del sistema para descalificar las reformas que se oponen a la ortodoxia neoliberal, por lo que resulta extraño en el lenguaje de Petras. Invoca un argumento de autoridad, (porque tuve la oportunidad de conocerlo personalmente en Paris y hablar extensamente con él) para definirlo, lo que es muy insuficiente, sin referirse al contexto histórico y las fuerzas sociales que lo apoyan y las que lo combaten. La calificación de Petras de nacionalista liberal es lógicamente contradictoria. En nuestra época, el nacionalismo progresivo es incompatible con el neoliberalismo, puesto que éste favorece la globalización transnacional que pretende arrasar con los estados nacionales del Tercer Mundo.
No es efectivo, como afirma Petras, que Chávez impulse una apertura económica de Venezuela de corte liberal. Por el contrario, Venezuela ha rechazado explícitamente las exigencias del Fondo Monetario Internacional; está favoreciendo la industria la agricultura y el mercado interno, con medidas proteccionistas. Chávez puso fin a la desnacionalización y privatización del petróleo, seguida por los gobiernos anteriores de Pérez y Caldera. Mientras estos mandatarios apartaron a Venezuela de la OPEP y la boicotearon, Chávez la ha reforzado y ha logrado precios justos para su principal fuente exportadora, dando un ejemplo al mundo subdesarrollado de cómo se puede defender sus materias primas. Además de los cuatro aspectos de la política internacional de Chávez que Petras reconoce se enfrentan al imperialismo norteamericano, hay muchos otros. Entre ellos, sus críticas al ALCA, su prédica bolivariana y sus gestiones a favor de la integración latinoamericana, sus esfuerzos por restablecer un frente común con el Grupo de los 77, y su amistad, cooperación multilateral y fraternal con Fidel y la Revolución Cubana.
Sostener, como lo hace Petras, que en tres años, Chávez no ha realizado ninguna reforma profunda, es desconocer la nueva y avanzada Constitución venezolana, establecida por medio de impecables procedimientos democráticos. Ella ha consagrado, por primera vez, los más caros derechos reclamados por los pueblos indígenas; ha afianzado la propiedad estatal sobre el petróleo y las riquezas naturales de la nación; ha limitado el derecho de propiedad privada, conforme a las necesidades sociales; ha suprimido el Senado e instituido el sistema unicameral. La nueva Carta Constitucional afianza los derechos humanos, sociales y políticos, establece un espacio para la democracia participativa; ordena la revocabilidad de los mandatos de todos los poderes electivos; y consagra la iniciativa popular en plebiscitos y proyectos de ley. Petras pasa por alto las 49 leyes habilitantes, dictadas conforme a la Carta fundamental, que despertaron la violenta reacción de la Derecha al comprobar que se ha comenzado a afectar sus intereses de clase. Petras llega a afirmar que la nueva Ley de Tierras es más conservadora que la reforma agraria del 61, ignorando que la tal reforma jamás se hizo efectiva, ni modificó la estructura latifundiaria, mientras que la actual ha despertado la furia de los terratenientes y el masivo apoyo de los campesinos.
Petras asegura que el gobierno bolivariano no ha invertido ni siquiera en programas sociales de envergadura, no ha hecho obras para atender a las necesidades de las masas gastando grandes sumas de dinero en ello, como sí lo hicieron, los reformistas populistas de hace décadas". Petras olvida que los grandes presupuestos públicos de los años setenta correspondieron a los ingresos excepcionales del primer shock del petróleo y a la nacionalización de los yacimientos, los que se desvanecieron o se malgastaron en los quince años siguientes, por los gobiernos adecos y copeyanos, entregados a los dictados del FMI que dejaron en la pobreza al 70% de la población. En tales difíciles condiciones, con una inflación galopante, un desempleo gigantesco, una economía en recesión, el gobierno de Chávez en tres años ha realizado efectivos avances para superar la deuda social. Duplicó la inversión educacional llegando al 6% del PGB, con lo cual eliminó el pago de matrículas en las escuelas públicas, estableció tres meriendas gratuitas al día para los alumnos, aumentó en un millón el número de matriculados y está masificando la computación en las escuelas. En materia de salud, dispuso la gratuidad en los servicios de urgencia, la atención médica se extiende a zonas rurales abandonadas, mejoran los hospitales públicos. Así comienza a reducirse la mortalidad infantil y aumenta la expectativa de vida. Se creó la jubilación para la dueña de casa, se desahució la privatización de la previsión, fueron aumentadas las pensiones, ha habido reajustes generales y especiales de sueldos y salarios. La inflación ha sido frenada y se redujo el desempleo, aunque aún de modo insuficiente. Por todo esto aumentó el poder de compra de las masas y el consumo de alimentos. La economía salió de la depresión. Las nuevas leyes defienden la pesca artesanal, fomentan las cooperativas, extienden el crédito a los micro y pequeños empresarios. El PNUD ha confirmado el mejoramiento del Indice de Desarrollo Humano de Venezuela y la disminución de la pobreza. Ciertamente, el proceso está en sus comienzos, hay errores y mucho por rectificar y construir.
Es explicable que Petras y como él otros, influenciados por la campaña mediática internacional, por el desnivel informativo y la ofensiva golpista de los últimos meses, hayan pensado que los días de Chávez estaban contados. Aunque la oligarquía y sus socios externos no cejarán en sus intentos, el régimen se ha fortalecido con movilizaciones masivas contundentes que opacan las de la oposición derechista. Los 27.000 círculos bolivarianos, la creación del unitario Comando Político de la Revolución y reajustes en el Gobierno han contribuido a la elevación de la conciencia política y una mayor organización popular. Petras le recomienda a Chávez radicalizar en forma inmediata su política social interna. Consignas y acciones similares en el Chile de Allende las cuales no tomaban en cuenta la verdadera correlación de las fuerzas en pugna, no sirvieron más que para alejar apoyos que eran necesarios para la defensa del régimen democrático de la Unidad Popular.
Dejemos que Chávez y sus compañeros de lucha determinen la táctica y los ritmos de las transformaciones, hagamos votos para que corrijan las deficiencias que ellos mismos reconocen. En Venezuela hay signos inequívocos de una revolución en marcha, antiimperialista, democrática, nacional y popular. Pero ella no está pautada en ningún manual, ni menos en la mente de ningún teórico. Los latinoamericanos, limitémonos a aprender y estudiar esta nueva experiencia, defendamos su derecho a existir, libre de golpes e intervenciones foráneas, y a solidarizar con ella, porque su éxito abrirá fecundas perspectivas para todos nuestros pueblos.