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La vieja Europa

13 de junio del 2002
II Cumbre sobre la Alimentación de Roma

Diouf: «Para aspirar a la paz hay que afrontar las causas de la pobreza»

Gara

Los países empobrecidos instaron ayer a los estados ricos a que combatan la lacra del hambre en el mundo con los mismos medios y la misma voluntad política que emplean en la «lucha internacional contra el terrorismo». Este llamamiento a tratar el hambre como un peligroso enemigo que amenaza a toda la Humanidad se repitió en la maratoniana sesión de intervenciones que se sucedió en el pleno de la II Cumbre sobre la Alimentación. El mensaje lo recogió el director general de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el senegalés Jacques Diouf, y lo convirtió en una gran pregunta, durante una reunión paralela con parlamentarios de todo el mundo.
«¿Cómo podemos hablar de paz cuando la justicia está siendo ridiculizada, el medio ambiente destruido y cuando un porcentaje tan alto de la población mundial está humillada por el hambre?», inquirió. Su respuesta fue directa: «Para construir un mundo más unido, eliminar el terrorismo, combatir la violencia y aspirar a la paz hay que afrontar las situaciones que generan desesperación, en particular el hambre y la pobreza». Después recordó a los parlamentarios la magnitud de la tragedia: más de 800 millones de hambrientos en los cinco continentes, sobre todo en Asia y en el Africa subsahariana, 300 de ellos niños, «por los que las campanas sólo tocan a muerte». Pese a este desolador panorama, afirmó con énfasis, «ningún canal televisivo interrumpe sus programas para recordárnoslo, no se activa ninguna unidad de crisis, no se propone ningún minuto de silencio para expresar la solidaridad a las víctimas inocentes».
El director general de la FAO invitó a los legisladores de todo el mundo a adoptar medidas concretas y a movilizar los recursos necesarios para conseguir los 24.000 millones de dólares adicionales al año que se creen necesarios para reducir a la mitad el hambre en 2015. Las críticas a los países más poderosos, centradas el lunes en la ausencia de sus líderes, se trasladaron ayer a la escasa relevancia que la lucha contra la desnutrición tiene entre sus prioridades políticas. Muchos oradores (Filipinas, Mauritania, Níger, Egipto...) achacaron a los países desarrollados que no se apliquen con el mismo fervor y diligencia a frenar el azote del hambre, que cada día causa 24.000 muertos, como lo han hecho «frente al terrorismo» tras los atentados del 11-S. Otros delegados (Venezuela y Perú) hicieron hincapié en que la relación entre «hambre y pobreza con la violencia y el terrorismo» es proporcional y directa.
El alegato más duro en el pleno lo hizo Cuba, a través de su ministro de Exteriores, Felipe Pérez Roque, quien recordó el discurso pronunciado hace seis años en Roma por el presidente cubano, Fidel Castro. «No podrá eliminarse el hambre e, incluso, crecerá el número de hambrientos, mientras los ricos no cambien sus patrones de consumo, derrochadores de recursos y destructores del medio ambiente», dijo Roque, uno de los oradores más aplaudidos. La actual situación está caracterizada por cifras como los trece millones de africanos que están a punto de morir de hambre, según denunció el Programa Mundial de Alimentos (PMA), entidad que ayer recordó que a pesar de que crece el número de emergencias alimentarias en el planeta, la ayuda de los países más industrializados se está reduciendo cada día que pasa.