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La vieja Europa

22 de julio del 2002

Desde una perspectiva racista
¿Es excepcional el euro centrismo?

M. Shahid Alam
Counterpunch
Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Le sería difícil a una persona que llegara a la historiografía europea desde una perspectiva diferente –griega, romana o islámica- no observar una obsesión, especialmente pronunciada desde el siglo dieciocho, de superioridad europea.
Se percibe esta obsesión en toda clase de escritores. Es claramente visible durante el siglo XVIII en Montesquieu, Hume y Kant. Durante el siglo XIX fue convertida en sistemas históricos por Hegel y Marx, transformada en jerarquías raciales por Blumenbach y Cuvier, y modelada en una seudo-ciencia de raza por Agassiz y Morton. En tiempos recientes, esta obsesión puede ser observada en pleno florecimiento en varios importantes historiadores, incluyendo a White, Brenner, Jones y Landes. Es refrescante encontrar una excepción, como por ejemplo Needham o Hodgson.
Esta obsesión toma una variedad de formas. Se pretende que los europeos poseen cualidades que nadie más posee, o que las poseen en mayor abundancia. En diversas épocas, esas afirmaciones han sido hechas refiriéndose a la racionalidad, a la libertad, a la individualidad, a la inventiva, a la audacia, la curiosidad y la tolerancia, y no es una lista exhaustiva. Además, esas cualidades siempre han sido convertidas en logros superiores. Los europeos se han destacado siempre por su gobierno, sus guerras, su tecnología, su administración, sus ciencias, sus humanidades, su filosofía, su historiografía, su romanticismo, su pornografía, sus embarcaciones, sus bancos, su capitalismo, y su industrialización. De nuevo, la lista no es exhaustiva.
Las pretensiones de superioridad toman dos formas. Primero, el método de aseveración; controlamos la producción del conocimiento, y podemos decir lo que queramos sobre nosotros y sobre los demás. Un ejemplo reciente es "Riqueza y pobreza de las naciones" de David Landes. Hay otros que utilizan la estrategia de hacer partir el tren de la civilización occidental en Babilonia, y orientarlo generalmente hacia Occidente, a través de Egipto, Fenicia, Israel, Grecia y Roma, hasta que llega a su destino final en Europa Occidental. Un camino hábil para superar una brevísima historia, extendiéndola hacia atrás unos cinco mil años para apropiarse de los principales logros del antiguo Oriente Próximo.
Estas dotes superiores y logros no ocurrieron, por su puesto, por accidente: se produjeron por capas de superioridad adicionales, más profundas. Los europeos se destacaron porque fueron descendientes de Jafet, que habían sido elegidos por ascenso divino. Alternativamente, derivaron su superioridad de su ubicación, de su continente favorecido, con su clima temperado, la variedad de su medio ambiente, sus ríos, y sus abundantes costas, que produjeron más vigor y mayores oportunidades económicas. Hubo muchos más que lo atribuyeron simplemente a la raza: los blancos eran biológicamente superiores.
¿Qué impulsa esta obsesión europea? En su ensayo, "Euro centrismo," Samir Amin argumenta que el euro centrismo es históricamente específico del capitalismo; construye una ideología de superioridad racial para apoyar el proyecto de dominación global de Europa. De la misma manera como la economía ortodoxa oculta las divisiones de clase, el euro centrismo confunde los temas del imperialismo y de las desigualdades globales.
La tesis de Amin contiene perspectivas importantes, pero también origina algunas dudas. ¿Por qué esta ideología ha sido construida sobre todo en términos de diferencias raciales –en lugar de culturales? ¿Han movilizado siempre los grupos más fuertes involucrados en relaciones asimétricas las ideologías de las diferencias para perpetuar su superioridad? ¿Y han empleado siempre el lenguaje de la raza, de la sangre, o del linaje? Para comenzar a responder estas preguntas, vuelvo a la historia para examinar cómo diferentes civilizaciones han articulado el auto centrismo.
Una variedad de auto centrismos
Al considerar los auto centrismos a través del espacio y del tiempo, no pretendo que estas evaluaciones sean definitivas o que se basen siempre en una evidencia exhaustiva.
Puede ser problemático tratar de establecer el grado de auto centrismo en cualquier grupo. El auto centrismo de un grupo puede cambiar con el tiempo, y puede variar en diferentes clases incluso en un momento dado. Más aún, demasiado a menudo nos basamos en fuentes literarias como nuestras fuentes primarias para evaluar el auto centrismo. Esto encierra dificultades. Las fuentes literarias pueden reflejar puntos de vista faccionarios o elitistas. Dado el caso, tenemos que estar atentos ante posibles prácticas discriminatorias, sancionadas o no por leyes o por la costumbre, que pudieran estar arraigadas en ideologías auto céntricas. Considero que son indicadores más confiables de auto centrismo.
La antigua Grecia
Parece que los griegos adquirieron por primera vez conciencia de su especificidad –separada de los bárbaros- en el siglo VIII a.C. Sin embargo, no fue acompañada por un sentido de la superioridad, éste emergió mucho más adelante, durante los siglos V y IV a.C., durante su rivalidad con los persas.
La Política de Aristóteles representa el auto centrismo griego más riguroso. Argumenta que los bárbaros son deficientes en su razonamiento y que carecen de la habilidad de gobernar –y que, por lo tanto, son "por naturaleza" aptos para ser esclavos, mientras que los griegos nacieron para ser libres y para gobernar a otros. Aristóteles argumentó que los griegos combinan las virtudes de los asiáticos y de los europeos y evitan sus defectos. Si sólo "estuvieran unidos los dominarían a todos."
Parece, sin embargo, que Aristóteles representaba la posición de una minoría. Además, incluso los argumentos de Aristóteles no deberían ser puestos al mismo nivel que el racismo moderno; los bárbaros que él excluía no constituyen una categoría racial. Notablemente, cuando Alejandro salió y conquistó el mundo, no tuvo en cuenta los consejos de Aristóteles, su maestro. Se negó a tratar a los persas vencidos como "esclavos naturales". En cambio, sus políticas sugieren que quería crear un imperio mundial macedonio-persa conjunto.
El Islam medieval
Hay dos principios organizativos empleados por el Islam medieval para clasificar las sociedades: uno basado en la fe, el otro en las zonas climáticas.
La sociedad islámica era una comunidad de fe, la participación en la cual dependía exclusivamente de la aceptación del Islam –no del color, la clase, el linaje, o el origen étnico. En teoría, por lo menos durante el primer período del Islam, esta comunidad de fe, Dar al-Islam (la Casa de la Paz), fue separada de Dar al-Harb (la Casa de la Guerra). Se exigía a los gobernantes islámicos que mantuvieran una guerra constante contra Dar al-Harb, aunque se permitían períodos de tregua. Las guerras podrían cesar sólo cuando Dar al-Harb fuera incorporada en Dar al-Islam.
Una vez que los no-musulmanes ingresaran a Dar al-Islam se les otorgaban derechos en calidad de dhimmis, o sea súbditos protegidos. Los dhimmis no servían en el ejército, y gozaban de diferentes grados de autonomía en sus asuntos civiles. Por otro lado, pagaban la jizya, un impuesto comunitario de capitación, pero éste no era el caso cuando se trataba de esclavos, hombres ancianos o enfermos, mujeres, niños, y monjes. Inicialmente, el estatus de dhimmi fue otorgado sólo a cristianos y judíos, pero en su momento fue ampliado a casi todos los grupos no-musulmanes.
En su etnología climática, las sociedades islámicas siguieron los precedentes griegos. Dividieron el hemisferio norte en siete zonas latitudinales. Son las zonas centrales –la tercera y la cuarta, ninguna demasiado calurosa o demasiado fría- las que poseían el mayor potencial para sostener a las sociedades civilizadas. Esas zonas incluían las tierras árabes centrales, África del Norte, Irán, el Mediterráneo septentrional, y partes de China. La primera y la segunda zona –por el extremo calor- y la sexta y la sétima zona - por su extremo frío- no sostenían a civilizaciones avanzadas. Este principio climático no era aplicado de manera demasiado rígida. Aunque gran parte de India y de Arabia caía dentro de la primera y la segunda zona, ambas eran penínsulas, lo que ayudaba a refrescarlas y las acercaba al clima templado de las zonas centrales.
Hay que señalar que el empuje esencial de esta etnología climática –que los logros característicos de la civilización correspondían a zonas climáticas- tenía alguna base en la realidad de la época. Casi todas las civilizaciones avanzadas y los grandes imperios, tanto antiguos como contemporáneos, estaban ubicados en las zonas centrales. Por otro lado, los logros de los pueblos que habitaban las zonas frías y calurosas –los eslavos, turcos, búlgaros, francos, sudaneses y etíopes –no eran comparables con los de las zonas centrales.
Hay otras razones para pensar que la ideología puede no haber sido la motivación principal tras esta construcción climática. Primero, las zonas frías y calurosas estaban lejos de los centros islámicos, permitiendo mayor libertad de la imaginación en la descripción de esas remotas regiones. Segundo, la denigración de los pueblos del norte y del sur nunca fue completa. Por lo tanto, aunque los francos son considerados burdos, sucios, sexualmente permisivos, y deficientes en las ciencias, también son descritos como valerosos, emprendedores, disciplinados y bien gobernados. Tercero, esas regiones no constituían amenazas serias para el imperio islámico, por lo menos durante la fase inicial de las conquistas islámicas, cuando se desarrollaron esas construcciones. Finalmente, las zonas centrales no eran totalmente árabes o islámicas; incluían, tanto en el pasado como en la actualidad, una variedad de sociedades no-islámicas. Las fuentes musulmanas casi siempre fueron muy generosas en el reconocimiento de los logros de civilizaciones antiguas y contemporáneas.
Occidente, medieval y moderno temprano
Al definir su auto imagen, Occidente no se ha basado sólo en las diferencias en la religión, la cultura y el clima, sino que desde el principio ha encuadrado sus pretensiones de superioridad en metáforas biológicas, que lograron más prominencia con el tiempo. También vemos una tendencia, de nuevo bastante temprana, de convertir las ideologías de las diferencias en sistemas de discriminación legal y aún peores.
Aunque el cristianismo fue inicialmente una religión mediterránea –abarcando tres continentes- pronto adquiriría una identidad europea, a partir del siglo VII. Esto fue el resultado de dos procesos paralelos. Al destruir el imperio romano, los invasores germánicos abrazaron pronto el cristianismo latino y lo llevaron a las regiones septentrionales de Europa. Como resultado, la unidad política del difunto Imperio Romano fue reemplazada por una unidad cultural más profunda basada en el cristianismo, un lenguaje común (latín), y una jerarquía de sacerdotes centrada en Roma. Al mismo tiempo, al conquistar el imperio islámico los dominios cristianos fuera de Europa, una Europa políticamente fragmentada acentuó su identidad cristiana. Esta identidad encontró una temprana expresión en las guerras contra los herejes, la persecución de los judíos, y la demonización del Islam.
Los tres componentes restantes del auto centrismo occidental –la superioridad de geografía, raza y de promoción divina- fueron derivados de la antigua Grecia y de Israel. Aunque los griegos tenían dos sistemas para ordenar el mundo, la división en tres continentes y la división en siete climas latitudinales, probablemente no sea demasiado difícil comprender por qué la Europa medieval optó por el anterior. El esquema climático colocó a Europa del norte en las zonas quinta y sexta, menos deseables, cuyo frígido clima no sostenía el vigor intelectual o una civilización elevada. Por otro lado, el sistema continental permitía que los europeos se apropiaran de uno de tres continentes iguales, y lo dotaran un clima templado.
El sistema continental tenía otra ventaja en la construcción de un auto centrismo europeo: asignaba un continente a cada uno de los hijos de Noé. Denys Hay ha mostrado en "Europa: la emergencia de una idea" que una construcción racial y continental de la leyenda de Noé comenzó con Josephus, un erudito judío del primer siglo a.C., y fue firmemente establecida en el siglo V d.C. La Europa cristiana fue identificada con Jafet, que había prometido el dominio sobre los hijos de Shem y Ham, identificados ahora con Asia y África. Al mismo tiempo, los africanos, identificados con los hamitas, que servirían tanto a Europa como a Asia.
Hay algún desacuerdo sobre si el origen étnico en la Europa medieval temprana fue una construcción social o racial. Está claro que el discurso sobre el origen étnico, incluso en ese temprano período, estaba encuadrado en términos de conceptos raciales –incluyendo la sangre, la raza, el clan, la nación- pero Robert Bartlett en "La creación de Europa," considera que "su realidad medieval fue casi enteramente cultural". Richard Hoffman, en "Estudios de historia medieval y del Renacimiento," no está de acuerdo. Sostiene que el uso de tales expresiones por escritores medievales muestra "una explicación fundamentalmente biológica de cómo llegaron a existir los grupos". En todo caso, incluso Bartlett habla de una "intensificación del sentimiento racial a fines de la Edad Media" que fue acompañada por un "nuevo racismo biológico".
El fin de la Edad Media fue también marcado por la discriminación legal contra las poblaciones nativas en la periferia de Europa –Irlanda, Gales y Europa Oriental –controladas por los alemanes, los francos y los ingleses. Comenzando en el siglo XIV, las ciudades y los gremios en esas áreas comenzaron a limitar la calidad de miembro según la raza, las áreas residenciales fueron segregadas según la raza, fueron proscritos los idiomas y las prácticas culturales de las poblaciones nativas, y fueron prohibidos los matrimonios entre las poblaciones conquistadoras y las nativas. El racismo y la discriminación se intensificaron hacia el final de la Edad Media.
El conflicto de clase, entre los señores y los siervos, durante la Edad Media está encuadrado también en el lenguaje del racismo, linaje en este caso. Según "Imágenes del campesino medieval" de Paul Freedman, los escritores medievales describen comúnmente a los siervos como estúpidos, deformes, grotescos, viviendo entre la inmundicia y los excrementos, y más próximos a las bestias que a los seres humanos. Además, la degradación de los siervos es atribuida a su linaje, su conexión con la línea maldita de Caín, de Ham, o de ambos. En breve, los siervos eran salvajes adecuados por naturaleza, o por sus pecados ancestrales, a las condiciones duras y humillantes en las que habían nacido.
La expresión de raza entra en el discurso auto céntrico europeo en una variedad de contextos durante el período moderno temprano. Aunque la persecución, la expulsión y la conversión forzada de judíos y musulmanes en España puede haber sido motivada fundamentalmente por el fanatismo cristiano, la conversión no logró la aceptación de conversos y moriscos –los judíos y musulmanes conversos- a la sociedad española. Las carreras en la iglesia y el estado eran restringidas a los que podían demostrar un linaje cristiano anterior a la Inquisición. Los moriscos fueron finalmente expulsados a principios del siglo XVII.
En América, los españoles erigieron rápidamente un sistema de discriminación racial para justificar su explotación de los indios aborígenes. Según Peggy Liss en "México bajo España," se apresuraron a imponer una "política rudimentaria de apartheid" bajo la que una elite blanca española explotaba el trabajo y los bienes de los oscuros indios. En 1550, Juan Sepúlveda, el capellán real y filósofo, produjo una elaborada defensa de esas políticas.
Aunque algunos escritores medievales identificaron a los africanos como descendientes de Ham, su denigración sistemática como una raza inferior, salvaje, comenzó sólo después de mediados del siglo XV cuando su negritud se convirtió en un "símbolo modelo" de todas las características raciales negativas. En la América española, la prohibición de la esclavitud de los indios, introducida en 1542, no se extendió a los africanos. Alden Vaughan y Virginia Vaughan, en The William And Mary Quarterly, dan fe de la "verdadera acumulación de referencias derogatorias [a los negros] en narraciones, dramas, poemas, y otros materiales impresos o visuales en la segunda mitad del siglo XVI," en la Inglaterra isabelina, y esas imágenes denigrantes "trascendían la clase, el género, la edad y los niveles de alfabetización".
China. Los chinos siempre han cultivado un sentido de superioridad, pero se basaba en diferenciaciones culturales más bien que biológicas. Los textos chinos hacen raramente referencia a la apariencia física de los bárbaros. Es llamativo que un racismo biológico no entró en el discurso chino incluso durante los tres siglos de "endémico conflicto étnico" que comenzó a fines del siglo III d.C.
La posición central de la cultura –en lugar de la raza- en la visión china del mundo, tuvo un importante corolario. Casi siempre, llevó a que la misión civilizadora fuera una política de estado, no simplemente un instrumento de propaganda. En el canon confuciano, el principal medio de esta misión civilizadora fue siempre la educación. Esta política produjo no sólo una expansión de las fronteras del estado chino, sino la eventual absorción de los pueblos conquistados a la esfera cultural china.
La única aberrante excepción a esta regla ocurre hacia fines del siglo XIX cuando, frente a una China derrotada por Occidente, los reformadores chinos adoptaron la ideología racista de Occidente. Sun Yat-Sen habló de que lo chino "se lleva en la sangre". Y esas ideas se convirtieron en una parte central de la ideología del Kuomintang en Taiwán.
Observaciones finales
El estudio de los auto centrismos a través de cuatro civilizaciones ha producido resultados que a menudo difieren de las expectativas a priori.
Aunque la teoría podría sugerir que los grupos más fuertes, en relaciones asimétricas, buscarán la perpetuación de su dominación con construcciones auto céntricas, no fue siempre el caso. Los antiguos griegos adoptaron sólo brevemente una actitud de superioridad hacia los asiáticos, durante el siglo IV a.C., cuando fueron amenazados por los persas. En realidad, la civilización helénica se orientó hacia el Este después de la conquista de Alejandro, y fue allí, en sociedad con los asiáticos, donde continuó floreciendo durante varios siglos. Igualmente, el poder de las sociedades islámicas raramente se basaba, en la teoría como en la práctica, en una estratificación racial. Las elites islámicas reivindicaban la superioridad cultural no para razas en particular, sino para pueblos que vivían en zonas climáticas centrales, lo que incluía a otros pueblos además del propio. Cuando los imperios chinos buscaban la centralidad, esto también se basaba en distinciones culturales, no en la raza. Su política oficial fue siempre asimilar a los bárbaros, no excluirlos.
Parecería que los europeos constituyen la excepción. La evidencia sugiere que los grupos más fuertes en Europa, ya en el siglo XII, se orientaron bastante rápido hacia construcciones auto céntricas con un contenido racial. Esto puede ser observado en sus relaciones con poblaciones subyugadas que eran étnica o racialmente diferentes, tanto dentro como fuera de Europa. Además, los mitos auto céntricos también llevaron a políticas discriminatorias –a veces genocidas- contra los grupos más débiles.
Esto significa que la construcción del euro centrismo de Samir Amin como ideología capitalista, aunque sea fundamentalmente correcta, necesita ser modificada en un importante aspecto. Parece que las concepciones racistas que respaldan esta representación de la ideología no son exclusivas de la época capitalista. Los francos, alemanes, ingleses y españoles utilizaron la raza para justificar su dominación mucho antes de que el capitalismo global, y las desigualdades globales, se hubieran establecido firmemente. Las raíces del racismo europeo son más antiguas que el capitalismo.
18 de julio de 2002
M. Shahid Alam es profesor de economía en la Universidad del Noreste en Boston. Su segundo libro "La pobreza de la riqueza de las naciones" fue publicado por Palgrave (2000). Su correo es: m.alam@neu.edu.
Copyright: M. Shahid Alam.