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La vieja Europa

España e Italia, principales promotores de las severas reformas a discutir

La UE, dispuesta a sellar sus fronteras a la inmigración, durante la cumbre en Sevilla
Los mandatarios de esas naciones justifican su actitud ante el avance de la extrema derecha
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL

Madrid, 5 de junio. La región más próspera del Viejo Continente, el bloque formado por los 15 que integran la Unión Europea (UE), sellará sus fronteras ante la creciente migración procedente de las naciones más pobres del planeta: desde América Latina hasta Africa subsahariana.
La batería de reformas jurídicas y policiales que se abordarán en la próxima cumbre de jefes de Estado y de gobierno de la UE, que comenzará el próximo día 20 en Sevilla, tiene su origen en tres fenómenos sin relación entre sí, pero que los mandatarios utilizan para justificar el endurecimiento de su política de acogida de extranjeros: el auge de la extrema derecha, la "amenaza terrorista" y la "incontrolada" afluencia de cientos de miles de personas que huyen de la miseria, los enfrentamientos bélicos y la falta de oportunidades en sus países.
Tras los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, el concepto de seguridad cambió radicalmente en el mundo, pero en Europa se ha producido casi de forma simultánea una transformación similar: a raíz de la renovada popularidad de la derecha y la extrema derecha en varios países de la UE, los partidos tradicionales (conservadores y socialistas) variaron su discurso migratorio y lo acercaron más al de formaciones que académicos ya catalogan como del neofascismo europeo.
El gobernante español y presidente en turno de la UE, el derechista José María Aznar, inició esta semana una gira preparatoria por otros países europeos de cara a la cumbre de Sevilla, con la que concluirá su gestión de seis meses al frente de la unión. Aznar centrará sus discusiones en la aprobación de una reforma global que endurecerá la política migratoria de la región. Propondrá también condicionar los fondos de ayuda al desarrollo al eficiente control de las fronteras de los países pobres -calificados como "focos de emisión de migración ilegal"-, y la creación de un cuerpo policial unitario para luchar contra este fenómeno.
Los principales promotores de estas medidas son, además de Aznar, el magnate Silvio Berlusconi, quien gracias a su coalición con los neofascistas se convirtió en primer ministro italiano, y el conservador austriaco, Thomas Klestil, quien formó gobierno con el Partido Liberal, del ultraderechista Joerg Haider. Las iniciativas propuestas por el trío podrían contar con el apoyo de los gobiernos de Francia, Alemania, Inglaterra y Bélgica, para llevar a cabo las reformas "estructurales" que consistirán, según expertos, en condenar a la marginación y exclusión a los trabajadores extranjeros.
No hay un solo gobierno de la UE que se haya opuesto abiertamente a estas medidas, si bien Holanda, Finlandia y Dinamarca han expresado su objeción a que Europa se convierta "en una fortaleza" y que "desaparezca el derecho de asilo".
"Aquí no cabemos todos"
Hoy mismo, el presidente del gobierno español, desde Luxemburgo y antes de entrevistarse con Berlusconi en Roma, aprovechó la ocasión para insistir en que "ya no se pueden mantener discursos de que todo da igual, un legal que un ilegal, pues aquí no cabemos todos. España es un país que recibe cada vez a más inmigrantes (la mayoría procedentes de América Latina y el Magreb) y, al igual que en el resto de la UE, hay que fijar normas que regulen esa situación, porque Europa no debe ser un agujero o un coladero permanente".
Para modificar esta "realidad" Aznar ha propuesto, entre otras cosas, la redacción de una legislación común contra las mafias del tráfico de personas, se agilicen los procesos de expulsión y se unan esfuerzos humanos y económicos para crear una policía destinada en exclusivo a la lucha contra la migración indocumentada, que se ha convertido desde la recesión económica y los atentados terroristas en Estados Unidos, en el "principal problema de la UE".
En Austria, hoy se aprobó una reforma de "extranjería" en la que se prevé que un migrante podría ser expulsado del país si no aprende alemán en cuatro años o menos.
En España está claro también que se endurecerá la ley de extranjería, que fue redactada y refrendada por el gobernante Partido Popular (PP, derecha) hace año y medio, y que es ya de por sí muy restrictiva. Entre las modificaciones que pretende adoptar el gobierno español destaca la anulación del llamado "derecho de arraigo", que permite a los migrantes regularizar su situación si comprueban que han vivido al menos cinco años en el país, y se pretende también agilizar los procesos de expulsión por delitos comunes o violaciones leves a la normativa fronteriza.
Aznar también propone a sus colegas europeos que en Sevilla se adopten "de aquí a mañana" una serie de medidas que atajen la "inmigración procedente de Marruecos, para no transigir con los fenómenos mafiosos, pues -a su juicio- el panorama ha cambiado y ya no se puede mantener el discurso de aquí cabemos todos".