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La vieja Europa

3 de julio del 2002

El lepenismo de F. Jiménez Losantos

Malime
Rebelión
Cada día van desapareciendo las diferencias de tono y de acción política entre las diversas derechas, entre la llamada derecha democrática y la ultraderecha. La hoja de parra "democrática" resulta ya insuficiente para tapar los contundentes hechos políticos, económicos y sociales que se producen a nivel nacional e internacional desde gobiernos compuestos por derechas "democráticas". Por las medidas políticas que adopta la derecha "democrática" se iguala a la ultraderecha y ambas aparecen en toda su brutalidad clasista. El nuevo cuño "lepenismo" les parece un insulto, del que tratan de evadirse con sofisticados argumentos como los que utiliza Jiménez Losantos.
Quieren poner barreras a los hambrientos, a esos hombres, mujeres y niños que deambulan por los polvorientos caminos del llamado tercer mundo tratando de llegar al "paraíso del primer mundo". Quieren distraernos de hechos tan contundentes como son el decretazo de Aznar, el hundimiento del sistema en Argentina, o los casos sucedidos en el imperio del sistema capitalista como son los casos ENROM y WORLDCOM y el último de XEROX que han provocado la desconfianza en el sistema y el derrumbe de las bolsas internacionales. El capitalismo popular de los pequeños inversionistas es devorado por los grandes monopolios de las finanzas que tienen esa capacidad de influencia global.
El desasosiego que provoca la raquítica hoja de parra "democrática", lleva a Aznar a manifestar su miedo a Zapatero, acusándole de querer conseguir desde la calle lo que no puede desde las urnas. Una especie de grito desgarrado llamándole al orden "democrático". Inconscientemente pone en evidencia su subconsciente miedo, el que le provoca ser conocedor de los dos poderes reales y antagónicos, el de las urnas que consolida el dominio capitalista, y el de la calle, que poco a poco congrega multitudes Esa forma de democracia directa que el pueblo contrapone espontáneamente cuando verdaderamente se implica en la acción política.
El plumífero ex-marxista ejerce su profesión a favor de su amo, aprovecha sus conocimientos del marxismo para intentar generar confusión entre la izquierda socialdemócrata-comunista y confianza entre la derechona clásica. El malo de Federico dice: "La derecha democrática corre peligro de acompañar en su suicidio a la izquierda cerril si se arruga ante esas acusaciones de lepenismo". Lo dice a tenor de un articulo de Vázquez Montalbán al que acusa de realizar el dogmatismo patológico. Se extiende en mezclarlo todo, el lepenismo, el estalinismo y el leninismo. Desde un pretendido razonamiento democrático opone la democracia de la derecha y la socialdemocracia, -la formal en que se basan ambas fuerzas políticas- a la de las vanguardias revolucionarias que dice pretenden acabar con la dictadura de clase burguesa y acabar con la democracia formal. Esa democracia en abstracto, que ignora los condicionantes socio económicos y culturales políticos que impone el actual sistema de dominio, generadora de la desigualdad y la falta de libertad para poder actuar con conocimiento objetivo de lo que vota.
Pasa del problema de la inmigración que tanto determinó el auge del lepenismo. No puede evitar reconocer de forma indirecta que la "derecha democrática" y la ultraderecha practican la misma política. Reconoce el problema de la emigración, diciendo que está a la vista y que "los electorados la ven y votan". En un principio Le Pen ganó electorado, pero asustó porque era la ultraderecha y finalmente la derecha clásica con el apoyo de la izquierda "responsable" hizo que ganara el corrupto Chirac. Este y sus aliados europeos adoptan las medidas lepenianas en su intento de cerrar las puertas de los hambrientos.
La derecha "democrática", consciente de que no se puede evitar que bajo el actual sistema las contradicciones socio económicas a nivel nacional e internacional sigan profundizándose, trata por todos los medios de no quedarse aislada en la defensa de medidas represivas contra la emigración y el surgimiento de los movimientos populares que toman las calles. Para ello intimida y presiona a los naturales aliados de otras fuerzas políticas que preservan el sistema capitalista: liberales y socialdemócratas.
Contra esas movilizaciones alternativas, con el espantajo del 11-S de por medio, se incrimina como terrorismo cualquier actuación que sin serlo pueda suponer un peligro para el actual marco de juego político. La ley de partidos políticos es la aplicación en España de las medidas represivas bajo el espantajo terrorista. Desde una pretendida legalidad democrática se limitan los propios marcos de libertad de esa formalidad democrática. Dirigida en un principio contra una organización que combina la lucha institucional con la lucha en la calle, será aplicada contra cualquier movimiento alternativo que ellos consideren peligroso. Cuentan con la coordinación internacional para la represión. Las medidas adoptadas para el control a través de la Europolicía, la Euroorden, de Internet mediante el ECHELON, la obligación de los servidores de Internet a guardar durante un año y poner a su disposición la correspondencia requerida de todos los ciudadanos, la proliferación de cámaras de vigilancia secretas en las calles, etc, nos hace sospechosos a todos. El relato fantástico de la novela de George Orwell "1984", donde ofrece una descripción aterradora de la vida bajo la vigilancia constante del ?Gran Hermano? fue una previsión que se queda corta en la aplicación que realiza el actual capitalismo diabólico.
Los plumíferos como Federico Jiménez, la manipulación televisiva, los tertulianos de Luis del Colmo y de otra emisoras, y demás servidores bien pagados contribuyen a generar la sociedad del miedo, que unidos a los eficaces hombres de azul, y a los que de paisano detienen y torturan, contribuyen a presentar al actual mundo como el único mundo posible. La manipulación la vienen realizando desde siglos, aunque les ha permitido mantenerse en el poder no pueden evitar que los problemas sigan agudizándose.
Confiemos en que se produzca la necesaria toma de conciencia por la gran mayoría sufridora, y la acción alternativa triunfe antes que esta barbarie dominante nos conduzca a la extinción como especie.