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La vieja Europa

11 de junio del 2002

Francia: Lengua de hormigón en TF1

Daniel Schneidermann

En otro tiempo, de las antiguas democracias populares del Este, se hablaba del gran lecho de los apparatchiks, blindado e invulnerable, que impedía el acceso al paraíso y que hacía oscurecer toda posibilidad de futuro. Después del terremoto de la primera vuelta de las presidenciales, la nomenclatura de la televisión se ha revestido de hormigón, como en los días más radiantes de la guerra del Golfo. Un sistema cerrado, sometido ciegamente a sus propias leyes, sordo a las críticas, continúa y mecánicamente girando sobre si mismo. El ejemplo más claro lo constituye la orden de exclusión dictada por TF1 contra el diputado socialista Julien Dray, quien se había atrevido a criticar a la cadena, llamándola "TF Odio".

En el mismo momento en que el viejo Castro da la palabra en directo a Jimmy Carter en la televisión cubana, el interés informativo y la simple moral hubiesen reclamado también de TF1 ofrecer para conocimiento de sus telespectadores las acusaciones de Julien Dray. En lugar de eso, la cadena alza su puente levadizo en las narices del insolente, como privándole del postre, recordando así a los despistados el grado de privatización del debate público que se da hoy día en el paisaje de nuestra bella Francia. Plenos de inconsciente comicidad, los pirómanos del grupo Bouygues se atreven a reclamar disculpas del representante electo de la nación. Pero, żes que ofrecen ellos excusas por haber alimentado habitualmente la gran caldera de la inseguridad con combustibles que nada tenían que ver con ella? Dos ejemplos, entre otros muchos. El 17 de enero, TF1 difunde la imagen de autobuses calcinados en el departamento de Jura, para ilustrar las agresiones de controladores... en Grenoble y en Marsella. Sin embargo, la investigación había concluido que la compañía de autobuses jurasiana fue objeto de una venganza personal. żEs que TF1 se ha excusado por haber, durante un instante, sobrecogido al país "montando en la Uno" las inoportunas imágenes?. El 25 de marzo, TF1 relaciona una manifestación contra la inseguridad en Béziers con la muerte, unos días antes, de una joven madre de familia. Pero se descubre poco después que la víctima se había llevado varios cientos de miles de euros del banco en el que trabajaba, y que la muerte pudo haber sido, por tanto, un ajuste de cuentas. żAcaso se ha excusado TF1 de no haber hecho la pertinente rectificación para conocimiento de sus telespectadores?.

No se trata de negar el crecimiento, real, de la pequeña delincuencia. Para ser justo, France 2 no se ha quedado atrás, hipnotizada como es habitual por su competidora. Pero al menos, si hay que creer al último número de L'Hebdo du Médiateur, en esta otra cadena se ha abierto un debate en la redacción. Un día puede ser, quien sabe, que los telespectadores tengan incluso derecho a asistir a esos debates. En la crónica del Gran Miedo que ha marcado la presidencial de 2002, los periodistas de TF1 no han estado, quizá, particularmente más sugestionados que sus colegas o que sus conciudadanos. Y habrá que creer que PPDA, cronista cotidiano de las angustias del país, estaba más preocupado por su misión de "portador de noticias" (Le Monde del 16 mayo) que por el cuidado de la audiencia de su programa.

Pero es evidente, el escrúpulo, las precauciones, que hubieran debido animar a los responsables de la cadena más influyente de Francia, han estado como desconectados. Después del 21 de abril, sin embargo, la cadena privada dobla la cerviz y, con ausencia de autocrítica, dio un gran golpe de timón. żLa inseguridad?. Ha pasado a un segundo plano. ˇOh, milagro! Véase el programa de "TF Odio" nueva versión: ya no se dan sino esfuerzos de prevención en los "barrios", "grandes hermanos" devotos que enseñan la lectura a sus traviesos "pequeños hermanos", florecen las iniciativas ciudadanas. En fin, ˇel espíritu renace!.

Pero este reconocimiento implícito de los errores pasados no bastará.

Los periodistas, que exigen de la clase política – con todo el derecho - la más completa transparencia, hablar la verdad en todo momento, entonar los mea culpa y los arrepentimientos a cada instante, deberán un buen día esforzarse por producir, en lo que a ellos les concierne, algo distinto a esa espesa lengua de hormigón, que en nada tiene que envidiar al lenguaje estereotipado de los antiguos apparatchiks del Este.



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Le Monde 18.05.02. Traducción de Julio Cabrera