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La vieja Europa

Un día en la vida de un ultrarevolucionario

Por Buenaventura / Indymedia Barcelona

(basado en hechos reales)
Hoy me he levantado más tarde de lo habitual, desde que dejé mi época de jipi y los porros (me di cuenta de su efecto alienante) duermo peor. Además no podía dormir dándole vueltas a mi artículo para La Haine que pone de relieve el reformismo burgués del Grapo.
Me levanto con trempera y decido solucionar el tema para no estar pensando en sexo toda la mañana (otro motivo de alienación), dudo si masturbarme pensando en Federica Montseny, Rosa Luxemburgo o Alexandra Kollontai y finalmente me decanto por esta última, es más real pues le gustaban los jovencitos como yo.
Otra vez llegaré tarde a la facultad. Mi primer contratiempo es cuando veo que mi madre todavía no me ha lavado la camiseta con el logo antifa, así que tengo que escoger la anticapitalista que ya me la puse ayer. En el fondo del armario veo mis nike de mi época pija y reniego de ellas.
Atravieso el jardín de casa, saludo a mi vecina de la torre apareada de al lado y cojo el coche de mamá. Llego a la facultad de políticas y me voy directo al bar a preparar la asamblea de la tarde. En el bar me reuno con el Colectivo Anticapitalista Revolucionario (autético) y ponemos a parir a todos los reformistas que se mueven por la uni, que son mogollón. Nosotros sólo somos dos (aunque mi compañero cada vez está más derechista, quizás acabaré expulsándolo) pero estamos en posesión de la verdad, esos es evidente. El otro día se nos acercó uno nuevo pero como no lo conociamos dedujimos que era un secreta, así que le dimos puerta.
El resto del día pasa rápido, cinco horas de asamblea para decidir el orden del día. Dejamos la discusión para otro día.
Por la noche vamos a la entrada de un polígono a repartir octavillas. Estoy emocionado, es la primera vez que veo de cerca a los obreros de los que tanto hablo, hay algunos que hasta llevan el mítico mono azul. La mayoría vienen hablando de futbol y de mujeres. Sólo se ha parado a hablar con nosotros uno, que resulta ser delegado de CCOO, así que después de acusarlo de burócrata sindical y reformista nos alejamos de esta zona.
Llego a casa. Me apetece escuchar música, antes escuchaba a Manu Chao o Ska-P, pero desde que han triunfado y los oye más gente que los cuatro enteradillos de antes los he condenado por reformistas y vendidos a las multinacionales. Así que decido enchufar mi ordenador y ver que escritos hay en Indymedia. Cada vez está peor, habría que depurarla, lo último que he encontrado es un escrito titulado "Un día en la vida de un ultrarevolucionario" que bromea sobre nosotros los ultrarevolucionarios. ĦQué vaya con cuidado el autor!