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La vieja Europa

1 de junio del 2002

¿...y después qué?

(La inmigración)
Josep
Los ciudadanos de las sociedades europeas tienen miedo. Pero aún no saben con certeza de qué. Es simplemente miedo: "Perturbación angustiosa del ánimo"/ "aprensión de que nos suceda algo desagradable"...
El miedo se extiende de norte a sur, desde Noruega hasta las orillas del Mediterráneo.
El miedo se llama inseguridad, paro, supresión de los derechos sociales, empeoramiento de las condiciones de vida, etc. El miedo, nos dicen, se llama inmigración.
En Europa, los provocadores del miedo se esfuerzan en explicarnos que nuestros temores tiene una causa: los extranjeros. Las policías, los servicios secretos y los gobiernos nos alertan sobre la gran avalancha de extranjeros ilegales dispuestos a sobrepasar las fronteras de la UE. De Irán, Kosovo, Polonia, Lituania, Moldavia, Congo, China, Rumania, Afganistán, Irak, Colombia, Nigeria, Angola, Senegal, Yugoslavia, Ucrania, Albania, Rusia, Macedonia, Bulgaria, Marruecos, Argelia, Nigeria Ecuador, etc... ¡Más de media Humanidad ya la hemos convertido en sujetos ilegales¡ En Argentina supongo que darán a los temores de sus ciudadanos otras razones diferentes y en Marruecos o en Argelia otras. A cada situación de crisis se crea su miedo correspondiente.
Como la primera causa de nuestros miedos son los extranjeros , el abanico de pérfidas y miserables propuestas y discusiones sobre el problema están servidas. Nos olvidamos que no hace mucho tiempo el problema en Europa no fueron los venidos de fuera sino los sobrantes de dentro. Entonces mas de 25 millones de los europeos sobrantes tuvieron que emigrar a los EEUU.
En términos sencillos podemos decir que su plan para distraer al personal está en marcha. Y, por ahora, con bastantes posibilidades de éxito. Discutiremos si los muros deberán ser de 4 o de 8 metros, si con alambradas o electrificados, si las expulsiones deberían ser inmediatas o con sentencia judicial, si hace falta una nueva ley de extranjería, si son necesarios más controles, o más policías, ... y hasta podemos llegar a discutir si hundimos a las pateras a cañonazos o con misiles.
Detrás de todo un conjunto de medidas que los gobiernos europeos están dispuestos a poner en marcha para detener la oleada migratoria está la simple afirmación de que no hay trabajo para todos, no hay comida para todos, no hay bienestar para todos, no hay medicinas para todos, no hay posibilidades de vida para todos... Y entonces yo pregunto ¿qué hacemos de los sobrantes?
A los sobrantes primero los apartamos y luego, si molestan, los eliminamos.
Llegados a tal punto de indignidad humana, las sociedades que resuelvan sus miedos por este camino van a necesitar grandes dosis de diacepan para seguir adelante. E inútilmente, pues tras los sobrantes extranjeros vendrán los sobrantes autóctonos... y habrá que construir nuevos muros, nuevos guetos, nuevas cárceles, más policía y más sometimiento individual y social. La sociedad del Capital no tiene otra alternativa.
Porque ¿acaso depende de que sean extranjeros o autóctonos los trabajadores de un territorio para que las grandes empresas desmantelen sus fábricas para trasladarlas a cualquier rincón del mundo? ¿acaso los nuevos 12.000 empleos en peligro en la Fiat tiene algo que ver con la identidad cultural o la procedencia de sus trabajadores? ¿acaso los 8000 puestos de trabajo que suprimirá IBM tiene algo que ver con el color de la piel de sus empleados? ¿acaso el 8,6% del alza de la productividad en los EEUU, en el primer trimestre del 2002, alguien piensa que es debido a la contratación de más trabajadores, a un aumento de fuerzas de trabajo humano en sus industrias?
El problema real con el que nos enfrentamos los ciudadanos del llamado mundo desarrollado no tiene nada que ver con la inmigración. El proceso de desvalorización de la fuerza de trabajo (en la medida que su principal cualidad ?la fuerza muscular- se ha ido depreciando a lo largo de la historia) es irreversible. El conocimiento humano ha conseguido crear herramientas que nos han permitido producir grandes cantidades de mercancías sin esfuerzos físicos, sin largas jornadas de trabajo, con gran rapidez, precisión y cualidad. El concepto del trabajo ha dado un salto cualitativo en la medida que hemos sustituido la fuerza y la destreza humana (el trabajo vivo) por máquinas herramientas de gran eficacia, por procesos de automatización y robótica complejos y por producciones por control remoto a través de redes electrónicas y digitales. La revolución tecnológica emprendida ha sido colosal y ninguna rama de la producción está ya fuera de este impresionante desarrollo del conocimiento humano. La fuerza de trabajo vivo que fue la base del desarrollo de las fuerzas productivas (tanto en su forma esclavista, sierva o asalariada), su mantenimiento (alimentos, salario, derechos sociales, etc.) y su reproducción (la prole) YA NO SON NECESARIOS y por lo tanto su proceso de desvalorización es irreversible.
Esta y no otra es la CRISIS de la sociedad del Capital. Por eso no puede haber "trabajo para todos "entendido éste como hasta ahora lo hemos conocido.
Que el desarrollo de las fuerzas productivas ya no dependa de la fuerza del trabajo vivo (el físico o muscular) nos debería alegrar enormemente. Significa que la Humanidad ha alcanzado un nivel de desarrollo tal que podemos dejar en el baúl de los recuerdos el trabajo ingrato, fatigoso, inacabable y embrutecedor al que se vieron obligados a someterse nuestros antepasados para sobrevivir.
Probablemente ésta alegría la tuvieron también aquellos humanos que consiguieron atar una afilada piedra de sílex en la punta de aquella lanza de madera. Se terminaron aquellas largas, fatigosas y peligrosas carreras tras los animales. Cazaron más fácil y más rápidamente. Redujeron sus largos periodos de búsqueda de alimentos y sus trofeos fueron mucho más abundantes. A su fuerza de trabajo vivo sumaron una fuerza inmensamente superior y más eficaz: una fuerza cerebral (el conocimiento) producto de la investigación, la información, la comunicación, el estudio, la experimentación... que hizo posible reducir considerablemente su "tiempo de trabajo" y aumentar su eficacia.
A los buscadores de respuestas que no quieran entender que el conocimiento es la primera fuerza productiva de la Humanidad y que éste solo puede existir socialmente, es decir, su naturaleza tiene un carácter COLECTIVO (frente al carácter individual de la fuerza del trabajo físico) nunca entenderán la verdadera crisis de la sociedad del capital. Ni podrán entender tampoco los profundos cambios sociales que se avecinan.
En cierto modo podemos decir que el tiempo necesario (y la fuerza de trabajo necesario) para fabricar un objeto se va reduciendo cada vez más ostensiblemente. Tiende a cero. El trabajo humano es cada vez menos físico y más creador, cerebral.
Del mismo modo el tiempo de trabajo excedente apropiado por el Capital, es llevado constantemente a su limite para impedir la caída de las plusvalías. Deterioro del salario, aumento de los ritmos de trabajo, trabajo infantil y jornadas de trabajo de mas duración son los mecanismos a través de los cuales el capital se apropia del tiempo disponible que la técnica pone a disposición del trabajador en forma de tiempo libre.
Paradójicamente mientras la sociedad del capital se reproducía aumentando la cantidad de trabajadores asalariados (más fábricas, más trabajadores, mas consumidores,...) en esta última fase tiende a reducir el trabajo asalariado a su mínima expresión. El sueño de cualquier empresario es la adquisición de aquella nueva maquinaria que suprima trabajadores asalariados o que la producción aumente de tal manera que el trabajo necesario (para el salario) sea mínimo y el trabajo excedente (rapiña) sea máximo.
Si el Capital no es nada sin el trabajo asalariado y éste tiende a reducirse a su mínima expresión, (esta tendencia es imparable a menos de que volvamos a la prehistoria) la reproducción del Capital, cuando este proceso se acelera por las continuas innovaciones tecnológicas, no puede realizarse. Solo puede seguir realizándose con el saqueo del mundo.
Los piratas solamente pueden acumular riquezas saqueando a los pueblos.
Halan Frenan, economista inglés experto en finanzas internacionales y profesor de la Universidad de Gerencia lo explica de otra manera. "La función real del liberalismo es chupar los ahorros de los pueblos del mundo para financiar la economía estadounidense".
Por esta razón podemos decir que el Imperio ha sustituido completamente todas las leyes económicas del capitalismo inicial por la ley de la fuerza concretada en el poderío militar de sus legiones. Esta fuerza le permite dominar todos los territorios contiguos a la metrópoli y especialmente aquellos que poseen los recursos esenciales que le son imprescindibles para su beneficio privado.
(un inciso:
¿Su beneficio privado?

Ya va siendo hora que cuando hablamos de beneficio privado dejemos de pensar en términos económicos, en plusvalía, en acumulación de capital, en conquista de mercados, etc. El único beneficio privado de las elites que dominan el mundo es simplemente el PODER y el mantenimiento del poder. Como en Roma, hoy el objetivo de las elites es la Autoridad sobre el mundo (la sumisión del mundo), el atesoramiento de riquezas, el despilfarro, el derroche de la corte y el pan y circo para los pobladores en el corazón del Imperio. Este ha sido el contenido del PODER en los 4.000 años de la historia de las sociedades humanas indistintamente de los modos sociales de producción existentes).
Simplemente con ello quiero decir que los modelos sociales occidentales ya no pueden mantenerse por las propias leyes económicas y jurídicas que rigieron el capitalismo emprendedor de sus inicios (que muy pronto entró en crisis) sino por simples leyes de la fuerza y del pillaje. El empobrecimiento del mundo es el resultado inevitable en la ultima fase de apogeo del capitalismo.
Empobrecen el mundo para seguir sosteniendo un sistema político y económico miserable (sustentado en bases mafiosas y criminales) y luego se asustan porque los seres humanos que han empobrecido estén dispuestos a morir atravesando mares y océanos para intentar sobrevivir. Empobrecen el mundo, lo hacen retroceder a la prehistoria y luego se asustan de las culturas ancestrales, de sus identidades, su grado de desarrollo humano, su indumentaria, sus brujos y sus profetas. Yo llamaría de esto necedad indigna de cualquier ser humano.
De indignidad llamaría yo también a los que se atreven a criticar a sus imanes religiosos de antidemocráticos y contrarios a los derechos humanos (proponiendo su expulsión) cuando silencian y en la práctica otorgan a sus obispos... ¡ la mayor organización mafiosa, antidemocrática y contraria a los derechos humanos¡ (Rectificaré cuando usted proponga también su expulsión, señor Carod Rovira).
Este pillaje, que es muy patente en esta fase imperial, es el final de un proceso en esta dirección que se ha desarrollado desde prácticamente los principios del capitalismo. No es ninguna novedad.
Convendría a ustedes señores antiglobalizadores que releyeran la obra de Lenin, (ahora que ya no es obligatoria para ser considerado de izquierdas o progresista) "El imperialismo, última fase del capitalismo" para comprender que esta fase imperial no es ninguna novedad.
El reparto de África ya fue aprobado en la Conferencia de Berlín de 1885. Antes de la Primera Gran Guerra docenas de conflictos y pequeñas guerras estallaron entre las potencias por la posesión del mundo: la guerra hispanoamericana (1898), los conflictos anglo-franceses por Egipto y Sudán, el enfrentamiento entre Francia e Italia por Túnez, la guerra italiano- etíope (1896), la guerra anglo-boer, la guerra anglo- rusa por Persia y Afganistán, la guerra ruso- japonesa (1904), la guerra italiano-turca por la posesión de Libia, los conflictos franco-alemanes por el control de Marruecos, la guerra de Agadir, etc. En este proceso hasta nuestros días lo único que se ha dirimido ha sido qué fracción de la burguesía mundial sería la vencedora en el saqueo del mundo.
En muy pocos momentos se vislumbró la posibilidad de un desarrollo paralelo al margen de esta lucha por el poder mundial. La Conferencia de Bandung (1955), en pleno equilibrio internacional entre las dos grandes superpotencias, fue el último intento fallido.
Para comprender este proceso de dominio del mundo, esta gran concentración del poder, deberíamos recordar como miles de hechos criminales y de piratería han sido los precursores de la actual situación, por ejemplo, en el continente africano o en el Cono Sur Americano: la conquista del Congo por el rey Leopoldo de Bélgica, el bombardeo de la ciudad de Guatemala (1954), la "United Fruit Company", las continuadas intervenciones norteamericanas en Nicaragua, en Haití, en la República Dominicana, en Colombia, la escisión de Panamá, la "Patiño Mines and Enterprises Consolidated Inc.", el golpe militar de 1948 en Venezuela, la "Compañía Imperial del África Oriental", el derrocamiento de Mohamed Mosadeq, la secesión de Katanga, etc. etc.
La larga historia de saqueos y de terrorismo de estado que han hecho posible mantener la sociedad del bienestar occidental.
Es una larga historia que los santones y los políticos fieles servidores del poder nos quieren esconder y que solamente librepensadores valientes como Eduardo Haro nos lo recuerdan una y otra vez desde su pequeña y escondida tira diaria (Visto/Oído del PAIS): (...) "Lo que pasa en el Tercer Mundo es una cuestión de vida o muerte. Los estamos matando de hambre, les estamos cerrando todas las salidas hacia los lugares donde puede haber trabajo y algo de comida que les venimos robando desde hace siglos..."
Ni uno solo de estos servidores del poder ha sido capaz de preguntar: ¿qué está pasando en el mundo y por qué de esta inmensa avalancha de desesperados y empobrecidos?
Todos ellos siguen haciendo un populismo inmundo e indigno a la captura de votos de una sociedad asustada y amedrentada.
Ustedes no conseguirán detener el éxodo de millones de seres humanos que quieren sobrevivir. Sobre sus cadáveres y sus pateras destruidas otros lo seguirán intentando. Los muros electrificados no los detendrán.
Ustedes no conseguirán que los ciudadanos aceptemos sin rechistar los planes de aniquilación de los sobrantes. Nuestros miedos deben resolverse por otros caminos. Podemos resolverlos por otros caminos. Tenemos los medios y los conocimientos para vivir todos (y probablemente muchos más) en mejores condiciones de vida. Tenemos los medios para ofrecer a las futuras generaciones un mundo de esperanza.
En la sociedad del Capital no existe ninguna posibilidad de solucionar positivamente el problema de la inmigración. Si el Capital consigue enfrentar a los ciudadanos europeos con los inmigrantes habremos perdido una nueva batalla. Una batalla fratricida e inútil.
El camino de la confrontación que ustedes políticos de derechas y de izquierdas han emprendido contra los extranjeros no resolverá ningún problema. Cuando a ustedes les chorreen las manos de sangre de tanta cacería de sobrantes yo les seguiré preguntando... ¿y después qué?
Josep- Mayo 2002
(otros escritos en http://www.enxarxa.com/G3)