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La vieja Europa

15 de julio del 2002

żAl ritmo de quién debemos bailar?

Aziz Choudry
ZNet en español

"Uno no puede dejar de preguntarse hasta qué punto el orden del día de las criticas al nuevo orden económico es establecido precisamente por aquellos que fijan los términos de ese nuevo orden económico", escribió la activista india por los derechos de los trabajadores Radha D'Souza en 1995 (Parallel People's APEC: Two Meetings, Two Views).
Con todas las reflexiones que han ido surgiendo en muchas de las distintas fuerzas que forman el "movimiento anti-globalización" desde el 11 de Septiembre y la reciente reunión ministerial de la OMC en Qatar, espero que algunos asuntos puedan ser afrontados en un modo que refuerce y amplíe las movilizaciones contra la agenda neoliberal. Y contra los puñetazos del imperialismo estadounidense que están convirtiendo gran parte del mundo en un saco de boxeo para los intereses políticos y económicos de EEUU.
Es muy fácil caer en una fórmula, en un patrón ritual de acciones y respuestas. Pienso que deberíamos ser muy cautelosos en el momento de utilizar los plazos y horarios de las actividades oficiales como principales pautas y guías de orientación para nuestras propias actividades, y dirigir nuestros esfuerzos principalmente hacia ellas. Enormes cantidades de recursos son empleados por muchas ONGs y algunas asociaciones en organizar cumbres paralelas a casi cualquier evento oficial imaginable. 2002 parece tan plagado de esos encuentros como cualquier otro año que yo recuerde. Pero como es lo que está ocurriendo sobre el terreno, en nuestras comunidades y en las calles, cada día de cada año, acabará provocando un cambio real.
Quizás el carácter de la OMC y del proceso de globalización económica nos tienta a intentar partir el problema en trocitos pequeños con los que enfrentarnos. Se presta a la compartimentación, y de manera alarmante, incluso a enmarcar nuestras reacciones dentro del ámbito de acuerdos particulares. Lo que sucesivamente puede dar lugar a la fragmentación y compartimentación de la gente y los movimientos y a una pérdida de atención en cuestiones económicas y políticas más amplias. Nos encontramos con la necesidad de cuadrar asuntos de vida o muerte dentro de un mundo definido por los parámetros del AGCS, del Acuerdo sobre los ADPIC y del Acuerdo sobre Agricultura.
Sin embargo, esta moda no es nada nuevo. Las ONGs y sus campañas tienen tendencia a cambiar sus focos de atención, saltando de proyecto en proyecto. Gente, causas, países y asuntos son defendidos y olvidados, simplemente para volver a destacar cuando conviene o cuando cambian las prioridades de los que aportan los fondos. Mientras tanto, las luchas actuales de la gente por la justicia y la dignidad continúan. La ayuda, el desarrollo y muchas ONGs de apoyo que ahora están implicadas en actividades relacionadas con la globalización económica a menudo identifican el mundo de tal modo que consideran países, regiones, temas y asuntos como cuestiones que se ponen o se pasan de moda. A veces, cuando hablan de vincular asuntos e intereses, me pregunto cómo es que alguna vez se desconectaron. Con demasiada frecuencia estas organizaciones parecen más interesadas en las reacciones (si es que hay alguna) de las instituciones de Bretton Woods o de la ONU a sus intentos de presión que a las demandas de los movimientos de masas.
La formación de cualquier tipo de alianza general anti-imperialista, ya sea localmente o internacionalmente -y esto creo que es una prioridad urgente- para hacer frente con eficacia al capital global y a los procesos e instituciones que le permiten avanzar hacia sus metas no puede hacerse en los términos del enemigo ni según el paso y ritmo que éste dicte. Necesitamos identificar y pulir herramientas conceptuales con las cuales entender nuestras vidas y nuestro mundo, para resistir y construir alternativas a aquello que las instituciones, políticas y procesos injustos provocan.
Incluso cuando organizamos nuestras propias reuniones estratégicas, a menudo acabamos redactando planes de campañas que están tan centrados en fechas de reuniones de comités de la OMC en Ginebra, o en calendarios de la ONU, del Banco Mundial o del FMI, o dirigidas a conseguir publicidad en los medios, que queda poco espacio para ocuparse de nada más realmente en detalle. No es que estos eventos no sean importantes como para no ocuparse de ellos, o incluso para movilizarse si son oportunos, estratégicos o relevantes en nuestros contextos locales. Pero una fijación en estas actividades oficiales puede -y de hecho así es- ir en detrimento de retos urgentes de apoyo a las luchas que mantiene la gente y de la construcción de comunidades de resistencia.
Hay muchas reuniones oficiales, pero demasiado poco tiempo. Y no podemos emplear todas nuestras energías esperando cumbres o debatiendo los términos de acuerdos particulares, las posiciones de los distintos gobiernos y planeando nuestras acciones alrededor de sus agendas si es a costa de las luchas básicas que están desarrollándose ya.
Muchos de los grupos de presión de las ONGs cuyas voces se oyen frecuentemente en los círculos "anti-globalización" son también a menudo los que disponen de más recursos, los que buscan la "reforma" de las instituciones para cuya deslegitimación y desmantelamiento trabajamos muchos de nosotros, y están lejos de las luchas del pueblo. Muchos de ellos se oponen a tales términos. El pasado octubre en Hong Kong fui tratado con escarnio por un miembro de una agencia de desarrollo, por decir que estaba a favor de las luchas de la gente y sugerir que intentar reformar la OMC a través de ONGs internacionales y liberales sería tan inútil como intentar convertir un tigre en vegetariano.
Como dice Michel Chossudovsky, los lobbies tienen un papel importante, pero "éste debe desarrollarse enérgicamente en estrecha vinculación con los movimientos sociales que los componen. Los resultados fundamentales y la información deben, sin embargo, ser encauzados hacia una visión que refuerce y no debilite las acciones de las bases. En otras palabras, no deberíamos permitir que los lobbies sean gestionados de un modo oscuro y secretista por organizaciones que son elegidas a dedo por los gobiernos y por la OMC."
Hay un abismo enorme entre los detalles de acuerdos específicos de comercio que se discuten en muchas reuniones de ONGs y las realidades y necesidades cotidianas de las luchas populares. Por no mencionar la distancia y la tensión existentes entre lo que un activista definió como "la teoría y la práctica" del movimiento, con los "expertos" alineándose en comisiones para dirigir congresos de ONGs o buscando audiencias con las élites políticas y del mundo de los negocios por un lado, mientras los activistas comprometidos con la acción directa sufren los gases lacrimógenos y reciben palos en las calles. Debemos identificar y clasificar las fuerzas que dicen oponerse al orden neoliberal.
En cualquier caso, muchas de las actividades de las ONGs son asequibles exclusivamente para aquellos que tienen tiempo y dinero para coger un avión y llegar al lugar del próximo encuentro. Los recursos que hay detrás de los principales congresos alternativos paralelos a los encuentros oficiales podrían probablemente ser mejor empleados en educación popular y movilización de un modo menos "glamouroso", y sin estar limitados por la preocupación por acaparar la mayor atención mediática posible. Pero de nuevo es fácil ver por qué no es así, cuando los gobiernos y organizaciones como la Fundación Ford y otros patrocinadores, con intereses dudosos, financian estas reuniones.
A veces temo que acabemos en peligro de caer en eso que el sindicalista canadiense Dave Bleakney llama "la misma mierda de las sociedades que adoran la píldora del consumismo y en las que vivimos". Él dice que "estamos siempre buscando el lugar y el momento oportuno para imitar a las empresas de relaciones públicas. (Si fuésemos realmente coherentes con el razonamiento deberíamos sencillamente contratar una de ellas, ya que parece que se les da mejor que a nosotros eso de promocionar productos)". Algo anda muy mal cuando los anuncios de Pepsi parecen más "revolucionarios" que la "sociedad civil".
Los encuentros oficiales pasan, la atención de los medios se termina, los imperios emergen y caen de nuevo, pero las personas siempre han luchado -y siempre seguirán luchando- por un mundo mejor. Asegurémonos de que ellos sean los que marquen el ritmo que nos hace bailar.
Título original: Whose beat should we dance to?
Origen: ZNet
Traducido por El Tripulante y revisado por Daniel Silberman