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La vieja Europa

Bush, Sharon, Aznar
Modelos para armar y rearmar

Esta es una canción para dormir
en el fuego.
Esta es mi feroz canción...
Luis Alberto Spinetta

Antonio Maira
Cádiz Rebelde

Little Aznar
José María Aznar ha comprendido que la emulación de la conducta del presidente Bush, tal como van las cosas en el mundo, podría proporcionarle no sólo un método "legitimado" de gobierno arbitrario sino también un excelente futuro político.
En cuanto a lo primero, la "Patriot Act", cuyo espíritu puede ser identificado, "grosso modo", con el "Patriotismo Constitucional" de nuestro ámbito estatal, y la nueva jurisdicción militar antiterrorista, incluyen sugerencias múltiples para librar de rémoras garantistas los instrumentos informativos para el espionaje ciudadano y las actuaciones policiales -registros, interrogatorios y detenciones-, y para asegurar el control gubernativo de los procesos de acusación y la jurisdicción antiterrorista.
En lo que se refiere al porvenir político de Aznar, es claro que el "nihil obstat" de Washington o, mejor aún, una actitud favorable, es requisito fundamental para alcanzar objetivos mayores. Y es notorio que la presidencia de la UE por un período prolongado de tiempo ronda entre las ambiciones del presidente del gobierno español.
Las primeras obligaciones de Aznar son la obediencia y la sumisión. Las ha desarrollado, con desvelo bien visible, antes y después del 11 de septiembre, en todos los frentes, militares, policiales, legislativos y de ruptura del ordenamiento jurídico internacional, que han ido determinando los EEUU. Aznar ha respondido a los requerimientos imperiales con el apoyo expreso a la "guerra antiterrorista universal", convirtiendo el territorio español en escenario de esa contienda al autorizar en él la actividad de los servicios secretos de los EEUU.
Pero es que además de aprender, de imitar y de apoyar, Aznar considera que una parte de su experiencia es trasladable al ámbito imperial, por lo que se siente bien dotado para proporcionar algún consejo al mismísimo presidente de los EEUU. La afinidad absoluta se ha convertido en una necesidad comunicativa.
¿No es acaso el concepto de "entorno terrorista" mucho menos dramático, mucho más sutíl, y sobre todo mucho más flexible, que el truculento "quien no está con nosotros está contra nosotros" aplicado a la campaña "libertad duradera"? ¿Acaso no es la proximidad física, ideológica, o de fines, permanente o circunstancial, absoluta o parcial, a los terroristas, que sugiere la fórmula Aznar, mejor razón que la mera neutralidad para estimular y justificar al brazo muy armado de la "justicia infinita"?
¿Y qué decir del desarrollo del bárbaro principio de analogía, según el cual dos actos son penalmente asimilables cuando tienen algún elemento común, para determinar la existencia y multiplicar el número de actos delictivos con la enorme arbitrariedad que se requiere para el funcionamiento de un efectivo sistema represivo? ¿No ha repetido Aznar, una y otra vez, el contagio terrorista que sufre el nacionalismo vasco por compartir reivindicaciones políticas con ETA? ¿Acaso no es ese principio de la analogía la base de la flamante Ley de Partidos Políticos?
Digámoslo sin modestia, en el mercado internacional de instrumentos para el gobierno y manejo del "ciudadano universal" el modelo para armar de Aznar ofrece, sin duda, facetas muy interesantes.

Feroz Sharon
Con toda su experiencia de familia y de gobierno, Aznar –uno más entre tantos gobernantes obedientes de Europa- es un alma cándida comparado con Sharon. El general, jefe de gobierno en Israel, cumple otras funciones más sólidas en el escenario global. Aporta dos elementos fundamentales a la estabilidad imperial: convicciones sin fisuras sobre la razón primaria e irrevocable de los fuertes, y métodos represivos mucho más decisivos. Además, Sharon sabe asumir a la perfección el status ambiguo de aliado difícil, entre autorizado e incontrolable, que hace el trabajo sucio. En el papel de déspota extremo e indisciplinado, Ariel Sharon deja amplio margen para el juego de la "imparcialidad" del Imperio, y garantiza además el orden cotidiano, implacable, en la región de Oriente Medio.
Pero sobre todo, la utilidad de Sharon estriba en que asume lo atroz sin ninguna muestra de disgusto ni de inseguridad moral. Sharon anticipa y vulgariza métodos criminales con una reiteración que facilita su asimilación final por la opinión pública. El estado de Israel ocupa territorio palestino, reduce a toda su población a vivir en estado de sitio en ciudades-cárceles a cielo abierto, expropia tierra para asentar nuevos colonos, convierte el latrocinio en instrumento para el control del territorio y para la expulsión de sus habitantes, impide la actividad económica, bloquea, registra, arrasa viviendas y cultivos, ejerce como señor del agua y dios de la luz y las tinieblas, dinamita casas ocupadas, cañonea barrios y campos de refugiados, encarcela preventivamente a miles de personas. Por si fuera poco tanta barbarie, Israel mata, también preventivamente, a palestinos que se resisten a la ocupación. Asesina -sobre la marcha y como represalia, en espirales continuas de violencia cuyo origen central es la ocupación- indiscriminadamente a grupos de personas en las que está asegurada la presencia de ancianos y de niños.
El modelo de Israel-Sharon tiene todas las características del poder que se impone y sustituye al derecho, de la arbitrariedad, de la injusticia y de la más extremada crueldad.
Sharon es el terror institucionalizado.

Big Bush
Los EEUU, con la obediencia de Europa que representa, como tantos otros, Aznar, y la normalidad asesina que asegura Sharon, han desarrollado un "modelo para armar y rearmar" cuya estructura resultaría totalmente inconcebible hace apenas unos años.
La estructura básica del modelo estadounidense viene dada por la elección de los instrumentos y por la relación del propio modelo de relaciones internacionales con los objetivos del Imperio. Washington ha decidido colocar en primer plano el uso de la fuerza y considerar que todos los objetivos económicos y políticos son irrenunciables. Fuerza y determinación: los Estados Unidos no negocian ni se resignan. Se han convertido en el soldado universal.
Las últimas piezas de este modelo en el que la destrucción sistemática de los acuerdos, tratados e instituciones internacionales; la fijación de un estatus de impunidad para los EEUU; la construcción de un gigantesco e inenfrentable aparato militar; la preparación técnica para la realización de "guerras" que son en realidad matanzas y destrucciones de intensidad programada y variable; y el alistamiento del sistema de medios de comunicación para su justificación plena, han sido sus cimientos, son la legalización del asesinato masivo –premeditado y alevoso- y del crimen cualificado: la guerra preventiva y el asesinato de dirigentes políticos.
Hace unos días que la prensa norteamericana ha "descubierto" la autorización del presidente de los EEUU a la CIA para que derroque a Sadam Hussein y para que lo mate siempre que lo haga en defensa propia.
"Entrar en su casa y matarle en defensa propia" viene a ordenar el honorable presidente de los Estados Unidos.
Y todo ello mientras, bajo la batuta de Bush, los otros dirigentes occidentales: Blair, Schroeder, Chirac, Berlusconi, Aznar y los demás coristas autorizados a subir al escenario oficial de este perro mundo, siguen entonando el aleluya a la democracia universal, a la libertad y a los derechos humanos.