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La vieja Europa

22 de septiembre del 2002

Elecciones en Suecia
Rechazo a la derecha

Liberación

Tres hechos fundamentales caracterizan las elecciones generales del pasado domingo en Suecia.
1) La derrota catastrófica del Partido Conservador, tradicionalmente partidario de la prioridad del mercado sobre el individuo, con lo que ello supone de privatizaciones, eliminación de la legislación que protege el derecho de los trabajadores, subordinación de las necesidades medioambientales al interés de las empresas y muchos otros etc. En el plano internacional, la subordinación incondicional a los intereses de la potencia imperial ante cuya hegemonía la derecha sueca, que no es solamente el Partido Conservador, se inclina reverente. (Baste recordar el famoso episodio de Carl Bildt entonces líder de ese partido, en la oposición, saliendo de una conferencia de prensa con el informe, amañado según se probó después, bajo el brazo, en el que se acusaba sin pruebas a la ex-Unión Soviética de las incursiones de submarinos espías en las costas suecas, que habrían tenido lugar en los años 80, para tomar un avión hacia Estados Unidos, el Pentágono y la CIA.). Bochornosa actitud para un país que oficialmente mantenía una política de neutralidad y que mereció una dura amonestación de Olof Palme, entonces primer ministro, al líder conservador.
2) La baja participación ciudadana en las elecciones. En el análisis de este fenómeno, que no es exclusivo de Suecia sino que se manifiesta en casi todo el llamado "mundo occidental y democrático" pueden detectarse varias causas, entre las que aparece como la más relevante, la culpabilidad de las dirigencias políticas. Este fenómeno se ha agudizado desde hace aproximadamente dos décadas, cuando la globalización neoliberal, comenzó a vaciar de contenido a la democracia marginando al pueblo de las elites políticas y económicas. Este alabado sistema en el que la gestión de los ciudadanos se reduce a depositar su voto, costosa propaganda mediante, cada cuatro o cinco años y después "si te he visto no me acuerdo", no puede resultar atractivo para los jóvenes que se inician en la vida para abrirse un camino individual pero también para ser parte en la construcción de la sociedad en que viven. Y cuando protestan, como ha ocurrido con las multitudinarias demostraciones en el mundo entero frente a las reuniones de líderes y responsables mundiales de la situación actual, son apaleados y baleados por las policías de gobiernos supuestamente democráticos y calumniados miserablemente por los medios de comunicación del sistema. Otros, ni siquiera protestan, se refugian en la droga, o en la violencia irracional "made in USA" que la televisión les ofrece como estilo de vida. Al mismo tiempo la decadencia moral que ha traído consigo un modelo en el que las ganancias de las empresas y la especulación financiera, en el que el comercio sexual de jovenes mujeres y niños se ha vuelto un negocio fabuloso, desplazan cualquiera otra consideración, se refleja inevitablemente en el comportamiento de toda la sociedad. "Si los que gobiernan, roban y aceptan coimas y prebendas, porqué no hacerlo yo que apenas vivo con mi sueldo" es un razonamiento que se oye cada vez más en el ciudadano común.
Todo sistema que marginaliza al pueblo, cualquiera sea su ideología, se corrompe y está condenado a desintegrarse. Si los gobernantes lo olvidan correrán esa suerte. Y esa es la tendencia actual.
3) El tercer hecho destacable de las elecciones es el crecimiento a nivel comunal, si bien es cierto y no es casual, limitado a la región del sur del país, de los pequeños partidos que han hecho del rechazo a los extranjeros, el eje de su plataforma política. En muchos casos esos partidos se nutren de jóvenes marginados y/o de adultos que razonan con prejuicios, que tienen larga tradición en este país, que no razonan sobre las causas sociales que en su gran mayoría explican ciertos comportamientos. A veces son también la cobertura de los movimientos neonazis, que son uno de los peligros menospreciados por los servicios de seguridad.
Problemas no le faltarán al nuevo gobierno y en muchos casos le exigirán una revisión de políticas aplicadas anteriormente. No se trata de repartir lo que no se tiene. Si de administrar con justicia y racionalmente los recursos disponibles. Ni dejar a la fauna depredadora del capitalismo puro y duro, representada por la mayoría del espectro político denominado burgués, libre el camino para destrozar seres humanos y medio ambiente, bajo la cobertura de la libertad del individuo. Preservar la salud y la educación, de la especulación y la ganancia de las empresas. Y rescatar el sentido moral del trabajo, que fue uno de los pilares sobre los que se construyó la sociedad sueca. El domingo pasado, la mayoría de los votantes tuvieron conciencia suficiente para rechazar un giro mayor hacia la derecha, frenando en Suecia la nefasta tendencia que sopla actualmente en Europa.
Todavía no está claro cuál sera el diseño del nuevo gobierno. Es de esperar que las negociaciones en curso estén subordinadas a los principios por los cuales el electorado votó, y no a un puestito de ministro.