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La vieja Europa

Periodismo "militante"

Editorial de LIBERACION

Frecuentemente, el papel de los medios de información, "la libertad de información", tan traída y llevada como la "democracia", constituye centro de interés y de análisis. Dichos análisis, que casi siempre dejan un saldo negativo para los dueños de la información, suelen ser respondidos por los subordinados contratados, con la descalificación a priori, desde una posición de blanco y negro (el que no está conmigo está contra mí), característicos de estos tiempos de dictadura del mercado y pensamiento único. Una versión neoliberal del estalinismo, que ha superado ampliamente a este.
Ahora uno de esos estudios, referido a los medios suecos, ha puesto en guardia contra la tendencia a convertirse, acríticamente en víctimas de la propaganda de guerra. Y trae a colación lo ocurrido durante la guerra en la antigua Yugoslavia, donde un impresentable informador de la OTAN proveía diariamente de "alimento" periodístico "basura" a los embelesados colegas suecos que estos deglutían con gran satisfacción en sus crónicas. Obviamente el portavoz era "americano".
En realidad no se trataba entonces ni se trata ahora de ingenuidad sino, como el informe reciente de los expertos suecos lo señala, de una predisposición mental de los periodistas europeos a utilizar y confiar en las fuentes anglosajonas. Predisposición que en el caso sueco tiene especial fuerza ya que "América" ha sido el sueño dorado de una parte de la intelectualidad de este país. En ese marco de predisposición "genética" como diría el empresario petrolero Carl Bildt, ex-dirigente del Partido Conservador, refiriéndose a los antimperialistas, que él y los neoliberales denominan "antiamericanos", hay una anécdota que caracteriza esta actitud. Cuando la Administración de George Bush en el año 1989 invadió Panamá para capturar a su ex-socio agente de la CIA, Manuel Antonio Noriega, los periodistas de la radio llamaron a la base que Estados Unidos tenía en Panamá para informarse e informar a sus lectores sobre aquellos dramáticos acontecimientos, que costaron un número indeterminado de víctimas que algunas estimaciones cifran en 3000 en el arrasamiento de la localidad de Los Chorrillos.
El informe presentado ahora reconoce lo que muchos dijimos una y otra vez a lo largo de esos años, a saber, que todo se redujo a la demonización de Milosevic y los serbios, como los verdugos exclusivos de los horrores de esa guerra. Los kosovares y la guerrilla de ese origen eran los "buenos" y hasta Solana y compañía se hacían la foto con ellos en un simulacro, de entrega de las armas que, los habitualmente suspicaces reporteros, aceptaron sin la más mínima vacilación. Hubo alguna gente, funcionarios honestos, médicos y diplomáticos que, para disgusto de los entrevistadores, advirtieron lo que ahora se confirma. Pero fueron desbordados por los "perros guardianes". La fiscal del Tribunal de la Haya continuó esa tarea con un ensañamiento indigno de alguien que tiene la alta misión de administrar justicia. (Sin perjuicio de que las imputaciones formuladas a Milosevic estén respaldadas por los hechos y no sean, como hasta ahora, presunciones que, en cualquier caso recaen también sobre muchos otros que no fueron "demonizados" y no están en la lista de perseguidos).
Los grandes consorcios de la comunicación mediática, controlados por familias, grupos empresariales, gobiernos o movimientos políticos, se sirven de los comunicadores (periodistas) para "vender" las bondades y conveniencias de su Ğideologíağ. El espectro de las "armas" desplegadas con esa finalidad es muy amplio. La más común es la ya referida demonización de un régimen o de un gobierno que tenga la valentía de defender a los más débiles, que se oponga a la prepotencia imperial, que resista la ofensiva de los grandes poderes financieros, a los que están subordinados a los ricos de cada país, socios menores, simples sirvientes.
Algunos episodios del acontecer internacional actual, permiten comprobar que la tendencia al vasallaje intelectual y la degradación del oficio de informar se ha consolidado desde que un puñado de compañías transnacionales se está "cargando" a los Estados nacionales y convirtiendo a los líderes de cada país en meros administradores de los negocios de aquellas.
La actitud del presidente George W. Bush en el conflicto con Irak, el atropellamiento de todo derecho internacional, la falta de respeto a los dirigentes de otros países, algunos "amigos" entre ellos, el avasallamiento de la ONU, repugnan a cualquier persona de bien, independientemente de su posición política. Y el jefe de los inspectores, el sueco Hans Blix, que debería ser el orgullo de todos nosotros es denigrado por algunos de sus compatriotas en reaccionarios pasquines del imperio sin que casi nadie en su propio país levante la voz para darle su apoyo.
Los periodistas del "mundo libre" han elegido entrar de lleno a militar en la causa de la globalización neoliberal. Y desde ese momento se han transformado en una fuerza beligerante, tal como lo son los marines. No es extraño que el pueblo venezolano (la turba, dicen algunos) haya descargado su furia en Caracas contra los canales de televisión, reducto mediático de una conspiración que pretende tirar abajo a un presidente que, nos guste o no, fue elegido por la mayoría del pueblo de aquel país, en elecciones que nadie cuestionó. Y que al término de su mandato puede ser sacado del gobierno por el mismo mecanismo.