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La vieja Europa

El canto de los partisanos

Carlo Frabetti
frabetti@ctv.es

En la millonaria manifestación florentina del 10 de noviembre se impuso espontáneamente, con rango de himno o de marcha triunfal, el viejo canto de los partisanos.
Mi primera reacción, al oír una y otra vez el Bella Ciao a lo largo de los seis kilómetros y las seis horas de recorrido, fue de sorpresa. ¿Por qué renace en boca de los jóvenes de hoy, en circunstancias tan aparentemente distintas de las de entonces, el sexagenario grito de rebeldía de sus abuelos? Pero la sorpresa no duró mucho, pues la respuesta es evidente: porque estamos asistiendo a un apogeo del fascismo similar al de los años treinta, y para detener su resistible ascensión hemos de convertirnos todos en partisanos. Tal vez no sea necesario (de momento) refugiarse en los montes, pero ya es imprescindible unirse y organizarse en los márgenes y en los resquicios del sistema. Es necesario resistir en todos los frentes y contraatacar con todas las armas a nuestro alcance, desde dentro y desde fuera. Desde las incolonizables selvas virtuales de la Red y desde las fisuras de las instituciones y de los medios de comunicación.
"Una mañana me he despertado y me he encontrado con el invasor..."
El imperialismo estadounidense --fase superior del capitalismo, fase actual del fascismo-- lo ha invadido casi todo y quiere invadir todo lo demás. Pero no lo conseguirá. Los nuevos partisanos se han puesto en marcha y su canto de libertad resuena en todas partes, incluso en Estados Unidos. El IV Reich tiene los días contados. En Vietnam dobló la rodilla. Palestina, Afganistán e Iraq no son sus victorias, sino sus estertores.