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La vieja Europa

2 de diciembre del 2002

Kurdistán, un lugar en ninguna parte que nada puede esperar de Ankara

Gara
La dramática situación del pueblo kurdo, perseguido con saña en Turquía, presumiblemente no cambiará por la llegada al poder del Partido de Justicia y Desarrollo (AKP), al menos a corto plazo. La frustración en Kurdistán es grande, aumentada si cabe tras quedarse fuera del Parlamento turco el Dehap.
Al contrario que sus hermanos de Irak, que se encuentran en la cresta de una peligrosa ola ante la más que probable guerra de EEUU contra el país árabe, los kurdos instalados en el Estado turco hace tiempo que dejaron de existir. Un olvido histórico que amenaza con perpetuarse y aumentar, si cabe, el drama de un pueblo condenado a la nada. Poco o nada puede esperarse de Ankara, e incluso de esa Europa que esgrime los derechos humanos como bandera, pero que en la práctica está más interesada en los negocios que en resolver de una vez una causa justa como la kurda.
Nada ha cambiado en Kurdistán, pese a que el PKK abandonara la lucha armada tras la detención de Ocalan en 1999 y que, oficialmente, el 20 de junio de 2002 se levantara el estado de excepción. La región sigue fuertemente ocupada por el Ejército turco, la represión de la cultura kurda no ha cesado y la miseria alcanza proporciones dramáticas. Incluso, la independencia ahora no es el problema más acuciante, ha pasado a un segundo plano, empujado por una cruel realidad: saber si al día siguiente se va a poder comer.
Al mismo tiempo, el malestar aumenta, después de que la coalición pro-kurda Dehap se quedara fuera del Parlamento de Ankara al no alcanzar el obligado 10% de los votos ­se quedó en el 6,2%­ en las recientes elecciones turcas.
¿Qué consecuencia puede tener el triunfo del partido islámico llamado de Justicia y Desarrollo en Kurdistán?
«Ninguna», afirma con rotundidad Juan Sorín, miembro de la asociación Newroz de Euskal Herria, y otro tanto piensa Azad («libertad» en kurdo), seudónimo de un ciudadano kurdo que prefiere mantenerse en el anonimato.
El líder de Justicia y Desarrollo, Recep Tayyip Erdogan, multiplica sus declaraciones retóricas en favor de los «derechos humanos, la democracia y la libertad», la lucha contra la corrupción para homologar la «democracia turca» ante la Unión Europea, pero ni una sola mención a Kurdistán. Tanto Azad como Sorín opinan que Erdogan, como todos sus predecesores, está en manos del omnipresente y todopoderoso Ejército turco.
Azad indica que en Kurdistán la «frustración es grande. Superar la barrera del 10% para un partido que se nutre de votantes kurdos es totalmente antidemocrático. En ningún país encontrarás una ley electoral tan restrictiva, que pretende cerrar el Parlamento a los partidos kurdos. Este Estado opresor no quiere, de ninguna manera, que ningún partido kurdo pueda superar el listón».
En opinión de Sorín, esta ley no será derogada. «Ninguno de los dos partidos, ni el de Justicia y Desarrollo ni el Partido Republicano del Pueblo, que fue el que fundó Atatürk, está por derogar la ley. Se han manifestado en contra. Por lo tanto, podemos dudar de su inclinación democrática. Erdogan, en un mitin en el corazón de Kurdistán, cerca de la frontera con el Kurdistán iraquí, habló de las malas condiciones de la enseñanza, de la sanidad, del paro, pero en ningún momento habló del mayor problema que tiene el Estado turco, la resolución del problema kurdo. Ni lo mencionó. Kurdistán sigue siendo tabú», afirma.
Según el miembro de Newroz, «podemos esperar que el AKP vaya a intentar moralizar el sistema político turco, sobre todo en lo tocante a la corrupción, que es lo que más moviliza al electorado. Teniendo en cuenta que su margen de maniobra es tan estrecho, dudo de que tenga voluntad política de reformar algo. No puede. ¿Es un partido islamista el AKP? ­se pregunta Sorín­. No. Después del golpe de estado de Evren en 1980 en Turquía se construyeron infinidad de mezqui- tas, nunca antes se habían construido tantas. Siendo un régimen laico, ¿cómo es posible que se hagan más mezquitas que escuelas? Obviamente, han aupado a estos pretendidos islamistas para frenar dos movi- mientos: el posible aumento del movimiento revolucionario turco y el movimiento nacional kurdo. El Ejército ­al que Azad llama «el Gobierno ilegal que nadie ha elegido»­ los ha utilizado de pantalla. Los militares siempre tienen la última palabra, y Erdogan lo sabe. En Turquía todo el mundo lo sabe. Si ellos no dan el visto bueno no hay partido de Justicia y Desarrollo que valga. No olvidemos que las primeras declaraciones de Erdogan tras ganar las elecciones fueron para el Ejército, para decir que 'son nuestro ojito derecho'».
Azad y Sorín no son nada optimistas sobre el papel que la Unión Europea puede desempeñar en la resolución del problema kurdo. Al respecto, Sorín indica que «los hipócritas de la UE les piden reformas, pero jamás han cuestionado el dominio del Ejército. La razón es sencilla, se trata de un mercado de 70 millones de personas y es el quinto país importador de armas del mundo. Todos los países de la UE venden armas en Turquía, incluido el Estado español y, por supuesto, EEUU. La UE no le ha exigido ni siquiera una transición 'made in Spain', que habilite sólo una fachada que sea aceptable».
Azad afirma que a la UE «no le importa nada Kurdistán y además ha rebajado sus exigencias, ni siquiera habla de la resolución del problema kurdo, habla de respeto a las minorías». Palabras que remacha Sorín señalando que se trata de un «sarcasmo hablar de minorías cuando los kurdos representan la cuarta parte de la población del Estado turco».
Ante el próximo Consejo de Copenhague, días 12 y 13 de diciembre, en el que Ankara espera que la UE fije la fecha del inicio de negociaciones para el ingreso de Turquía, Sorín opina que la UE «tirará por la calle del medio. Ni portazo ni luz verde. Buscarán una especie de estatuto de país asociado especial. Un socio privilegiado, pero sin estar dentro. Pueden decir sí a la libre circulación de mercancías, pero tardarán mucho en decir sí a la libre circulación de personas. Creo que si ahora mismo dan luz verde a Turquía para entrar en la UE, el 80% de la fuerza laboral turca abandonaría el país. Pasaría como en los años de la dictadura en Uruguay, que había un cartel en el aeropuerto de Montevideo que decía que el último apague la luz. Sería algo parecido».
En medio de una soledad apabullante, los tambores de guerra que hace sonar EEUU en el vecino Irak crean también sentimientos encontrados.
Azad opina que «el pueblo kurdo en general está a favor de un Estado federal en Irak, a favor de un mayor autogobierno de los kurdos iraquíes, que esperan la intervención».
Sorín, por el contrario, se muestra muy escéptico y duda de las verdaderas intenciones de EEUU. «Es probable, pero los turcos ya han dicho que si esto es así ellos van a entrar antes que los estadounidenses. El ­se refiere a Azad­ necesita creer una cosa, lo entiendo, pero los kurdos van a ser otra vez los grandes perdedores. Kurdistán paga un precio muy elevado por su posición geoestratégica y por sus recursos naturales. ¿Acaso podemos pensar que EEUU va a sacrificar a su aliado más fiel, Turquía, para ayudar a una gente a la que va a utilizar? Es sensato pensar que les van a dejar en la estacada. Los líderes kurdos iraquíes piensan que van a sacar algo, pero no van a obtener ni siquiera migajas», añade.
Sorín abunda en su argumentación señalando que «ninguno de los estados de la región que cuentan con población kurda quiere que se desmembre Irak, ni turcos ni sirios ni iraníes. Ellos tienen ese problema en casa y no quieren saber nada de la cuestión». Además de en Turquía e Irak, en Siria, Irán y, en menor medida, Armenia, está asentado el pueblo kurdo.




Gorostiaga: «los cantos de guerra aumentan el miedo en kurdistan»
El europarlamentario abertzale Koldo Gorostiaga fue testigo de excepción de la jornada electoral vivida en Kurdistán el pasado 3 de noviembre, en compañía de tres diputados más de la cámara de Estrasburgo. En su opinión, la situación del pueblo kurdo es «muy dura y los cantos de una guerra en Irak aumentan aún más el miedo que existe».
Gorostiaga manifestó que para los kurdos las elecciones se han celebrado en unas «condiciones complicadas. La propaganda electoral sólo podía ser en turco, pese a que Ankara ha reconocido el derecho de las lenguas que llama 'minoritarias'. Otro aspecto negativo ha sido el miedo que se han encargado de extender de pueblo en pueblo los representantes del Gobierno. Por eso era importante la presencia de extranjeros».
En opinión del eurodiputado, el Dehap «pecó de cierto optimismo. Pensaban que era posible alcanzar la cota del 10%. Pero la coalición de tres partidos se hizo con prisas y no estaba bien estructurada, aunque ha ofrecido una imagen nacional de Kurdistán. Tal y como nos dijo el presidente de Dehap, lo importante era la respuesta kurda, decirle a Ankara que 'somos kurdos', y lo han conseguido».
Sin embargo, Gorostiaga opina, a tenor de las explicaciones que recibieron de la formación pro- kurda, que «es una coalición estratégica, no un movimiento táctico. Tras las elecciones se han disuelto varios partidos, y ellos piensan que tienen futuro, que en los próximos años aglutinarán aún a más gente, aunque a medio plazo no consigan diputados». El 3 de noviembre el Dehap lograba 1.955.298 votos, el 6,23% del total.
Gorostiaga resaltó dos aspectos más. Uno es el peso del islamismo en Kurdistán (sunitas), cuya influencia para el movimiento de liberación no es positiva, al situar la cuestión nacional en un segundo plano; el otro es cierto resurgimiento del «orgullo de ser kurdo» que se aprecia en las masas de ciudadanos obligadas a emigrar a las ciudades turcas, que años antes habían entrado en un proceso de pérdida de su cultura e, incluso, trataban de ocultarla. Desmovilización ideológica
El cambio de estrategia del PKK y el abandono de la lucha armada han provocado, en opinión de Juan Sorín, «una desmovilización ideológica y política debido a que el pueblo kurdo está cansado de este conflicto tan cruento, si bien ha levantado y seguirá levantando ampollas. Tampoco los kurdos han visto que el cambio de estrategia haya favorecido un arreglo. Siguen, por más que diga la UE, sin poder hacer uso de su propia cultura. Hay dos horas de informativos, traducidos del turco. Los estudiantes que se movilizaron para pedir la enseñanza en kurdo a primeros de año fueron procesado, ellos y sus familias. Y Erdogan no dice nada, se calla».
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