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La vieja Europa

5 de diciembre del 2002

IV Estampas

Vicente Romano
Rebelión I. Radio Nacional
Radio Nacional de España, la radio pública, o mejor dicho, la radio gubernamental financiada con dineros públicos, ocupa todo el informativo de las 20:00 del 8 de agosto de 2000, con estas cuatro noticias.
Cuatro terroristas de ETA vuelan hechos pedazos al estallarles el coche bomba en el que se desplazaban por una calle de Bilbao. Sus cuerpos quedan esparcidos en un radio de 50 metros.
ETA asesina mediante otro coche bomba a un empresario vasco.
ETA hace explosionar otro coche bomba en Madrid.
El locutor se recrea morbosamente describiendo la crueldad de estos hechos.
Tras dar amplia información de estos actos luctuosos, el locutor cierra el informativo con esta gran noticia de interés nacional:
Una universidad alemana ha efectuado un estudio de los condones utilizados en distintos países europeos. Resulta que las medidas mayores, superiores incluso a las de los alemanes, las dan los españoles. De donde cualquier radioyente puede deducir que somos los más machos.
¡Bravo! ¡Que se enteren bien esos europeos con quien se están gastando los cuartos! Así se banaliza la información anterior. Es evidente que para los directivos de RNE, su Consejo de Administración y hasta su Comité de Empresa no hay nada de mayor interés para elevar el nivel de conocimientos de los ciudadanos españoles que el tamaño de su apéndice masculino.
II. ¡Rojo!

Una noche de julio de 2001 me desvelo y me pongo a escuchar la radio. El conductor del programa aborda a altas horas de la madrugada el tema del trabajo doméstico. Ha invitado al estudio a dos hombres con ideas totalmente contrapuestas.
Uno de ellos no sólo defiende a las mujeres, protestando de su doble explotación, dentro y fuera de casa. También ha aceptado con todas sus consecuencias hacer de amo de casa, esto es, realizar todos los trabajos domésticos, incluida la crianza de los niños. Afirma que el trabajo doméstico es tan digno como otro cualquiera y que a él le produce una gran satisfacción. Ha convenido con su mujer en que sea ella la que se realice profesionalmente fuera y él lo haga dentro de casa.
El otro, un empresario padre de cuatro hijos (dos niños y dos niñas), defiende todo lo contrario.
La mujer debe ser educada para realizar las tareas idóneas con su propia naturaleza: criar niños y efectuar las tareas del hogar. Esa es la mejor manera de realizarse como persona y ser feliz. Hasta su constitución biológica, sus secreciones hormonales, la predestinan a quedarse en el hogar y desempeñar el papel de ama de casa, disponiéndolo todo para hacer feliz al marido cuando éste vuelva cansado del trabajo. El descanso del guerrero.
Se arma, claro está, una acalorada discusión. Los oyentes que llaman a la emisora, menos uno, se ponen de parte del primero. Son, en su inmensa mayoría, mujeres que protestan de ser postergadas a las tareas de la casa. Se quejan de que no se reconozca y valore debidamente su trabajo en la sociedad. Un joven empresario soltero afirma incluso que es más difícil y trabajoso llevar una casa que una empresa.
Ante el acoso a que se ve sometido, el tertuliano que defiende el papel tradicional de la mujer empieza a lanzar improperios contra su contrincante llamándolo mariquita y cosas por el estilo.
Falto de razones, recurre, por fin, al argumento terminal, al adjetivo que todo lo justifica y descalifica. Y se lo lanza como un ladrillazo contundente.
- ¡Rojo! ¡Usted es un rojo! - le grita.
- ¡Pero, oiga, moderador! - replica el otro. ¿Aquí hemos venido a hablar de compartir las tareas domésticas o de colores? -¡Rojo! ¡Subversivo! - sigue vociferando el otro.
Y el moderador tiene que cortar el micrófono.
Y uno no tiene más remedio que recapacitar sobre estas manifestaciones. Sesenta y cinco años después de la guerra civil española, el calificativo de "rojo" sigue vigente y se aplica, como entonces, para descalificar al adversario y excluirlo de la sociedad de personas de bien.
III. Viaje del Papa

El tambaleante y balbuciente Papa de Roma llega a Astaná, capital de la antigua república soviética de Kazajistán. El periodista de la TVE que retransmite el acontecimiento la describe como "país asiático de vocación europea". ¿Qué significa esto?…
IV. Rojo no, colorado sí

La aversión que la palabra rojo produce en ciertas personas puede alcanzar extremos ridículos. En un pueblo de la sierra de Huelva vive un pequeño propietario que ha gastado su vida en denodada lucha por llegar a ser grande. Desertor del arado y las estrecheces de su pueblo de origen, situado en el extremo sur de la provincia de Ciudad Real, se afincó en la sierra de Aracena poco después de la Guerra Civil. Gracias a la protección de un hermano, bien situado por méritos de guerra, y al afortunado casamiento con una ricuela del pueblo, emprendió rápidamente el ascenso de la escala social. Donde más se realiza es en el mercadeo del cerdo ibérico. Mas, para diversificar sus actividades económicas, lleva también la papelería del pueblo.
Entusiasta admirador de D. Blas Piñar, soñó una vez con obtener un puesto político como diputado de Fuerza Nueva. Pero su tremendo fracaso no le hizo desistir de su fascismo.

La chiquillería del pueblo serrano, conocedora de su aversión a los "rojos", le gastan bromas cuando está en la tienda. En los momentos en que quieren divertirse un poco, los muchachos se acercan y lo zahieren pidiéndole, como si tal cosa:
Un lápiz rojo, por favor. ¡Niño! – replica enojado el tendero -. ¡Aquí no se vende ningún lápiz rojo, sino "colorao"!