La vieja Europa

Gara

Las Fuerzas Armadas Españolas, tras la épica recuperación de la isla Perejil y la sopesada y reflexionada intervención en la limpieza de las costas gallegas, han vuelto a sumar una «brillante» ­el calificativo es del ministro de Defensa, Federico Trillo­ operación: poniéndose a las órdenes de EEUU, atacaron con fuego real un buque que transportaba armas de un estado independiente y soberano a otro, causaron daños en el mismo, lo abordaron, decomisaron material que transportaba y se lo entregaron a las autoridades que ordenaron la agresión, que finalmente tuvieron que acabar devolviendo el material al país de destino.
Al margen de lo chusco de la nueva intervención militar española, lo ocurrido en el Golfo de Edén, en aguas del Océano Indico, evidencia la situación de absoluta impunidad con la que actúan las tropas capitaneadas por EEUU dentro del contexto de la operación "Libertad Duradera". En nombre de la «guerra antiterrorista», la Casa Blanca y sus aliados se creen con derecho a intervenir por tierra, mar y aire en cualquier parte del mundo. Es preciso recordar que las operaciones en el Indico que están desarrollando las fuerzas armadas de distintos estados carecen de la cobertura legal de la ONU, por lo que los barcos de la coalición comandada por EEUU deben atenerse al derecho marítimo internacional, que prohíbe la realización de registros sin consentimiento de los capitanes de los buques afectados.
Las irregularidades que pudiera presentar el barco norcoreano no autorizaban la intervención armada de un buque militar español, puesto que aunque las autoridades españolas alegan que la nave no llevaba bandera y, por lo tanto, podía ser abordada por la fuerza, no es menos cierto que desde días antes la tenían perfectamente identificada. En cualquier caso, la primera pregunta a realizar en esta operación es la de ¿en nombre de qué legalidad internacional se encontraba la Armada española realizando registros a miles de millas de sus costas? Pero la prepotencia y cinismo de EEUU y sus aliados no se acaba en la realización de controles en aguas internacionales, sino que, mientras que por un lado ordenan restricciones de armamento a determinados países, como los denominados integrantes del «eje del mal», por otro advierten de que ellos mismos están dispuesto a utilizar todo tipo de armamento, sin excluir el atómico, en caso de que se consideren atacados.