VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
La vieja Europa

25 de noviembre del 2002

Una tierra prometida que no es tal
España: "paraíso" para los inmigrantes

Silvia Facal Santiago
Bitácora

España, tradicional país de emigración, se ha convertido tan sólo en los últimos años en un receptor de inmigrantes. Pero, ¿a qué se debe esta inversión de los papeles? Tras el "descubrimiento" de América los españoles comenzaron a asentarse en las tierras americanas por ellos conquistadas hasta las "revoluciones libertadoras".
Una vez lograda la independencia de estas tierras, disminuye la llegada de españoles hasta, que nuevamente y a fines del siglo XIX opten por volver como inmigrantes, junto con los italianos y en menor medida los franceses y los alemanes, en procura de una oportunidad para mejorar sus vidas, cosa que el Viejo Mundo les negaba ya fuera por las guerras o por la penosa situación económica que allí se vivía.
De esta manera, entre los años 1850 y 1950, cinco millones de españoles emigraron a América. Aún hoy viven en Argentina, Venezuela y Uruguay más españoles, que la suma de todos los latinoamericanos en España. Pero en la década de los sesenta se produce un cambio en el flujo migratorio español: ahora los españoles optan por emigrar a los países ricos de la Europa del norte ya que América había dejado de ser para ellos una tierra de oportunidades. Por esos años se trasladó el 2,5% de la población española (APARICIO: 2002) a países como Alemania, Inglaterra o Francia. En los años setenta la tasa descendió a un 1,3% y en los ochenta hasta el 0,3% (Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Anuario de Migraciones: 1996). Será sólo a partir de la década de los noventa cuando el saldo migratorio de la población española comience a arrojar cifras altas de carácter negativo, es decir, que retornan más españoles que los que emigran. Ello se debe a dos factores: uno es el final del "boom" económico de los países ricos del norte de Europa que les llevó a poner en práctica medidas restrictivas para los trabajadores extranjeros, y el otro fue el desarrollo que empezó a tener la economía española gracias a las ayudas económicas que empezó a recibir de la entonces "Comunidad Económica Europea" tras su entrada a la misma en el año 1986.
A pesar de que España comienza a vivir un repunte económico recién a mediados de los años ochenta, los extranjeros comenzaron a llegar para radicarse a este país mucho antes. En la década de los setenta, coincidiendo justamente con el descenso de la emigración de españoles hacia el exterior, empezó a aumentar considerablemente el número de extranjeros, ya fuera inmigrantes o exiliados, que empezaron a radicarse en España. Pero no es hasta los años noventa en que las cifras de residentes extranjeros en situación legal en España comienzan a ser significativas. Es así como en 1970 había 148.400 extranjeros viviendo en España y en el 2001 esa cifra se elevó a 1.109.060 (IZQUIERDO: 1992 y OIP: 2001). Aunque la cifra parece muy alta, si la comparamos con la población total de España, unos cuarenta millones de personas, los extranjeros que residen legalmente en el país no llegan ni al 5%. Si en cambio tomamos como referencia a los extranjeros que vivían en Uruguay a principios del siglo XX, los mismos representaban el 20% aproximadamente (Censo de 1908), de la población del país. Pero a pesar de ello, los españoles, gracias a los medios de comunicación y a algunas ONG's, se sienten invadidos por los inmigrantes y llegan incluso a estar saturados por ello. Además las autoridades de la "Unión Europea" temen que España pueda ser la puerta de entrada mal vigilada para todos aquellos inmigrantes que quieran llegar a otros destinos del norte y del oeste de Europa. Y por si ello fuera poco, en los últimos años también se ha incrementado el número de inmigrantes extra-europeos que han optado por radicarse en España, amenazando con superar la inmigración procedente de los países industrializados y los del Este de Europa. Hasta hace relativamente poco tiempo, España había estado siendo uno de los principales puntos de destino para ciudadanos, principalmente jubilados procedentes de diversos países del norte y del oeste de Europa, sobre todo de Gran Bretaña, Alemania, Francia, Bélgica y Holanda. Debido a su procedencia de la Europa rica, estos residentes extranjeros no eran considerados como inmigrantes por parte de la población local e incluso eran motivo de orgullo para ellos que eligieran España para radicarse. Algo similar ocurría con la llegada de cierto número de latinoamericanos exiliados políticos o de clases acomodadas que fueron llegando a lo largo de la década de los setenta y de los ochenta. Por eso, y debido a todo ello, es que el impacto la inmigración sólo se produjo cuando el número de inmigrantes provenientes de África, sobre todo de Marruecos, y de Latinoamérica, fundamentalmente de Perú, la República Dominicana, Ecuador y Colombia, y en los últimos años de Asia, comenzó a aumentar de forma continuada.
¿Por qué se elige España?
A pesar de que aún hoy los ciudadanos comunitarios que viven es España es superior que al de cualquier otro continente, el porcentaje de los mismos ha caído del 58,6% en 1980 al 29,3% en el 2001 (APARICIO: 2002). Además, la cifra de los ciudadanos de los países no europeos era insignificante antes de 1986, fecha en la cual, en cambio, empiezan a llegar al país contingente provenientes de América Central y de Sudamérica. Pero este panorama ha ido cambiando y son los africanos los inmigrantes que llegan en mayores cantidades a suelo español, seguidos por los latinoamericanos y luego por los asiáticos. En la actualidad llegan a España inmigrantes, fundamentalmente, de Marruecos, Senegal, Gambia, Colombia, Ecuador, Argentina, Brasil y China. Aunque el número de nuestros compatriotas que optan por trasladarse a España en el último año ha aumentado considerablemente, en el global de la población extranjera que reside en España legalmente, su número es insignificante. Además no debemos olvidar tampoco que muchos uruguayos al igual que los argentinos suelen viajar con un pasaporte europeo gracias a lo cual aparecen en las estadísticas españolas como "españoles" o ciudadanos comunitarios.
¿Por qué se elige España? Hoy decíamos que España, gracias a su entrada en la "Comunidad Económica Europea" comenzó a ver mejorar su situación económica notablemente. Junto con ello, la llegada de las grandes remesas de dinero que enviaban los españoles que habían emigrado a Alemania, Suiza o Gran Bretaña y su posterior inversión en el país ayudan también al crecimiento de la economía española.
Debido a ello, los españoles, por vez primera, se dan cuenta de que ya no deben tomar el camino de la emigración para lograr una vida más digna. Gracias a ello, los españoles, al igual que con anterioridad los europeos de la Europa rica, han empezado a elegir los trabajos que quieren hacer y a rechazar otros.
Y es por ello, que a pesar de las altas cifras de desempleo existentes en España -hay un poco más de dos millones de desempleados- hay muchos trabajos, como los de la construcción, de la hostelería, la agricultura o del servicio doméstico que necesitan mano de obra. Es por ello que los inmigrantes que están llegando a España en los últimos años se dedican a realizar los trabajos desechados por los españoles por estar mal considerados por los mismos. Aunque debemos comentar también que en la actualidad existe un número bastante alto de desempleados entre los extranjeros que residen legalmente en el país y ni que decir de los que se encuentra ilegalmente ya que estos últimos no pueden optar a un trabajo con contrato de trabajo y a las prestaciones sociales ofrecidas por el Estado español debido a su falta de documentación. Esto último los ha llevado, en muchas oportunidades, a realizar "trabajos en negro" que a veces no llegan a cobrar o incluso se han visto obligados por las circunstancias a realizar actividades ilícitas como el hurto -la mitad de la población carcelaria de España es extranjera- o, en el caso de algunas mujeres, por ejercer la prostitución.
Refiriéndonos al caso de los inmigrantes que reside legalmente en España diremos que los mismos trabajan fundamentalmente en los sectores con mayor demanda de mano de obra extranjera, precisamente, los más desvalorados por los españoles es decir, el de los servicios (hostelería y trabajo doméstico), el de la agricultura y el de la construcción. Por continentes, los europeos del Este, los iberoamericanos y los asiáticos suelen trabajar en el sector servicios, mientras que los africanos en la agricultura y en la construcción. Los marroquíes, por ejemplo, aparecen como el colectivo con una mayor diversificación. Un importante número de ellos se dedica al sector agrario (temporeros, fundamentalmente, en Andalucía y en el Levante) y también los encontramos en el sector servicios (copado, mayoritariamente, por las mujeres empleadas en el servicio doméstico), teniendo también relevancia en el sector de la construcción. Los procedentes de Perú, la República Dominicana y China se encuentran, casi todos, en el sector servicios (los dos primeros colectivos, sobre todo, en el servicio doméstico, y el último de ellos en la hostelería). Con respecto al colectivo senegalés, este trabaja, mayoritariamente, en el sector servicios (venta ambulante) y en el sector agrario como temporeros debido a su físico fuerte (no debemos olvidar que tanto de Senegal como de Gambia emigran los individuos más aptos y fuertes capaces de aguantar las penurias de un viaje largo y riesgoso). El colectivo polaco también se diversifica bastante, pues un importante porcentaje de polacos trabaja tanto en el sector servicios como en el de la construcción y en el de la industria (los polacos llegados a España en la pasada década venían con una buena preparación técnica que les facilitaba su inserción en estos dos últimos sectores).
Los diversos niveles laborales
Con respecto a la formación laboral de todos estos trabajadores debemos manifestar que los que llegan con una mejor preparación, para determinados trabajos que así lo requieran, son los colectivos procedentes de la Europa del Este. Durante el régimen comunista recibieron una alta educación en sus países de origen. Debido a ello, muchos de ellos han logrado emplearse en la industria en puestos que requieren conocimientos específicos que, en cambio, no los tienen los otros colectivos de inmigrantes. Aunque debemos destacar también que los trabajos que suelen realizar en España están peor considerados que los que realizaban en sus países de origen. Pero a pesar de ello, se ven constantemente seducidos a emigrar debido a las diferencias salariales, pues en España ganan más dinero trabajando en los tres sectores de la actividad ya citados que en los trabajos que, aunque mejor considerados, realizaban en sus países de origen. Con el colectivo iberoamericano ocurre algo parecido. Aunque no están tan bien preparados como los europeos del Este, la inmensa mayoría tiene estudios y en muchos casos han finalizado la enseñanza secundaria y la universitaria, pues proceden mayoritariamente del medio urbano (aunque el colectivo ecuatoriano y el dominicano son una excepción, pues la mayoría de sus integrantes proceden del medio rural y presentan escasa preparación). Al igual que los europeos del Este, suelen realizan trabajos peor considerados que los que solían realizar en sus países de origen. Con respecto a los chinos (los procedentes de Taiwan constituirían una excepción por estar mejor cualificados que los del continente y se destacan en actividades empresariales y profesionales, pues no suelen provenir, mayoritariamente, del medio rural como en el caso del resto), los marroquíes, los senegaleses y los gambianos, al proceder la gran mayoría de ellos del medio rural, presentan una instrucción escasa o inexistente, sobre todo, entre los africanos. Debido a ello, a excepción de los chinos, suelen realizar los trabajos que exigen menos conocimientos adquiridos, pero más fuerza y también los de la economía sumergida como la venta ambulante. Con respecto a los chinos, estos se dedican, casi en exclusivo, a la hostelería, en el servicio gastronómico, y en menor medida a la venta de diversos productos en tiendas "todo a un euro", por ejemplo, o a la venta ambulante.
De todo lo dicho hasta aquí se puede apreciar que el colectivo que llega a España mejor preparado es el de la Europa del Este seguido por el de Iberoamérica, y en cambio el marroquí, el senegalés, el gambiano y, en menor medida, el chino, son los que tienen una educación escasa. Debido a estas diferencias en la preparación que han recibido en sus países de origen es que se explican las diferencias que encontramos entre los trabajos realizados por el colectivo africano y el resto. Los chinos continentales, que, como ya hemos comentado, proceden mayoritariamente del medio rural y tienen una preparación menor que la de los europeos del Este y los iberoamericanos, copan el sector de la hostelería, pues, al llegar a España se dieron cuenta de que, al igual que ocurre en otros países a los que emigraron con anterioridad, en este sector lograrían sobresalir debido a la falta de restaurantes chinos y al éxito que logró, entre los occidentales, la comida china. Aunque debemos manifestar que, en la actualidad, este sector está saturado y por ello han empezado a establecer otra clase de negocios. Y también queríamos manifestar que los trabajos realizados por las mujeres de estos colectivos de inmigrantes suelen diferir, en muchos casos, de los de los hombres. Así, nos encontramos con muchas mujeres polacas empleadas en el servicio doméstico a diferencia de los hombres que se dedican más a trabajar en el sector de la industria y de la construcción. El caso del colectivo marroquí es similar, pues las mujeres se dedican más a trabajar en el sector servicios (fundamentalmente en el servicio doméstico) y los hombres en el agrícola. Otro tanto ocurre con el colectivo dominicano, altamente feminizado, ya que las mujeres, mayoritariamente, se dedican a trabajar en el servicio doméstico al igual que las ecuatorianas.
Las "fabulas" de vida
Muchos de estos inmigrantes han arriesgado sus vidas para alcanzar las costas europeas, sobre todo los procedentes de Marruecos y del África Subsahariana que cruzan el estrecho en pateras -pequeñas embarcaciones que sirven para la pesca- algunas de las cuales no logran su objetivo dejando atrás muchas ilusiones y la propia vida de los que en ellas viajaban. Otros también han empeñado los ahorros de toda su vida en procura de la tierra prometida y muchos otros caen en manos de mafias que al llegar a España, los explotan hasta que logren pagar sus deudas trabajando en condiciones miserables. Y, una vez en España, se dan cuenta que el paraíso que les prometieron no es tal, que hay racismo, que el trabajo prometido no existe o no es lo que ellos esperaban y el retornar a su hogar se hace imposible, pues ya no cuentan con recursos e incluso no quieren dar la sensación, ante sus familiares y amigos, de que han fracasado. Además, se dan cuenta de que todo lo que sus conciudadanos, que viven es España, les contaron sobre sus éxitos y bienestar era tan sólo una quimera, un sueño que nunca alcanzaron y que nunca supieron reconocer ante los suyos continuando alimentando, en cambio, unas falsas expectativas de trabajos bien remunerados que los llevaría a regresar a su tierra de origen con la palabra triunfo reflejada en sus miradas. ¿Quien no conoce a alguien que esté en España que diga que gana más de mil dólares al mes trabajando de camarero o cuidando niños? Muchos verdad, pero esos mil dólares sólo existen en su imaginación, pues la realidad es otra.
En España el salario mínimo por una jornada completa de trabajo (8 horas diarias) no llega a los quinientos dólares. Un tercio de ese sueldo se va en el alquiler, otro en la comida y otro en gastos de salud, transporte y demás. ¿Qué queda entonces? Y este es el salario que precisamente ganan muchos inmigrantes que se dedican al sector servicios, salvo el de los que trabajan por temporadas en las zonas turísticas con un contrato de trabajo y que tengan conocimientos de idiomas.
Debido a ello, muchos inmigrantes viven hacinados en apartamentos en malas condiciones, muchas veces sin luz o agua, para poder ahorrar un poco de dinero para enviarlo a sus familias en sus países de origen. Esta es la realidad que les toca vivir a muchos que llegaron a este pseudo paraíso. Por eso, ese imaginario colectivo existente en muchos países africanos y latinoamericanos de que en España se hacen realidad todas esas expectativas de lograr una vida más digna, no se corresponde ciertamente con la realidad. En este país la vida del inmigrante es dura como lo fue en su día la de aquellos españoles o italianos que decidieron abandonar su patria buscando la tierra prometida. La diferencia es que la tierra prometida española de hoy no es similar a la que los inmigrantes europeos de ayer se encontraron.
Silvia Facal Santiago. Doctora en Historia Contemporánea y de América por la Universidad de Santiago de Compostela y Master en Inmigración por la Universidad Pontificia Comillas de Madrid (España).