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La vieja Europa

13 de noviembre del 2002

Enseñanza impositiva o desarrollo personal y colectivo

Malime

Los seres humanos somos parte del mundo material, de la naturaleza, del medio en que nos desenvolvemos. Dependiendo de que aceptemos en toda su profundidad este planteamiento podremos ser consecuentes en nuestras relaciones con el medio y los demás seres humanos.
El pensamiento dominante al imponernos que nos veamos desde nuestra individualidad, en competencia con los demás seres humanos, nos hace insolidarios e impositivos. Hasta ahora la enseñanza tampoco ha podido librarse de esa nefasta influencia. La enseñanza es dirigista e impositiva, el profesor impone su conocimiento, que aun siendo positiva la trasmisión de su experiencia, condiciona y somete al alumno, hace que se acepte el concepto pero no se estimula el espíritu crítico e investigador del alumno. Le hace súbdito del profesor y fomenta el sentido del superior e inferior, cuando vivimos en un mundo en el que todos nos necesitamos. Los que más saben y los que menos saben nos influimos recíprocamente con nuestra mayor o menor experiencia individual, e incluso cuando mostramos nuestra inexperiencia también nos estamos influyendo y estimulando la necesidad del conocimiento. Todos contribuimos al desarrollo y transformación de la materia, a nuestra supervivencia, como parte que somos del complejo mundo material.
La enseñanza en un mundo dividido en clases sociales es dirigista. A la clase dominante no la interesa conseguir el desarrollo personal del ser humano, su capacidad intelectual para interpretar el mundo y desarrollar su capacidad creativa que contribuya a satisfacer sus necesidades materiales y espirituales, a su supervivencia personal en el amplio concepto humano y del entorno en que se desenvuelve. Se enseña para producir, se necesita especialistas de las diferentes ramas de producción, no individuos intelectualmente desarrollados.
La nueva ley de calidad de la enseñanza trata de sacar la mayor rentabilidad productiva de los alumnos. Se ve al alumno en su individualidad, aprovechar la herencia cultural familiar y de su entorno para asignarle la educación productiva especializada correspondiente. Partiendo de ese concepto individualista, se considera al ser humano producto del medio, pero negándolo al mismo tiempo, se establecen conceptos definitorios sobre los listos y torpes por "naturaleza". Se realizan test de capacidad para seleccionar los inicialmente mejor predispuestos para cada rama de producción. No se pretende el derecho de todos los seres humanos a la educación integral, tárdese lo que se tarde según la necesidad y situación de cada alumno. Los que superen los test podrán acceder a niveles superiores de educación, los que no los superen están condenados a la marginación de por vida. Se subvenciona la enseñanza privada mientras a la enseñanza pública se la asigna el papel de ser el vertedero de los marginados.
Hoy el maestro se torna transmisor de los valores del Estado y sobre todo tratar de homogeneizar las diferencias de clase. El maestro ya no valora los contenidos que transmite, porque los sistemas educativos han sido vaciados de contenidos científicos, humanos, geográficos e históricos. Se convierte a los profesores en colaboradores obligados de ese inhumano sistema educativo para listos y torpes por "naturaleza". Ellos son colaboradores necesarios de ese sistema discriminatorio de la enseñanza. Se les obliga a poner notas ya desde la más tierna infancia. La inmensa mayoría no puede evadirse de ese sentido discriminatorio. Inconscientemente el profesor se sube al estrado, se sitúa cual ser superior, tiene que imponer al alumno el método, independientemente de la situación particular y del grado de comprensión de cada alumno.
El profesor que se sube al pedestal de su cátedra y se sitúa por encima del alumno, al no descender de él, se incapacita para captar cualquier manifestación positiva que el alumno le trasmite. Incluso desde su expresión incorrecta del mensaje el alumno necesita mantener una comunicación con el profesor en igualdad de confianza, que les haga colaborar en la comprensión mutua del problema educativo. El profesor conocerá e interpretará el problema pero si es incapaz de crear las condiciones de comunicación y estímulo para que el alumno investigue por si mismo y pueda llegar a la conclusión correcta, no será un buen profesor. Estará transmitiendo por el fondo y forma de enseñanza la influencia del pensamiento dominante impuesto por la clase social en el poder.
Una enseñanza no impositiva sería aquella que permitiese el estímulo creativo e investigador que todo ser humano desde su más tierna infancia posee. Poder poner en manos de los educandos aquellos medios de ciencia, libros y demás documentación básica experimentada con la realidad objetiva, adecuados al nivel de desarrollo intelectual de cada uno que permita una formación integral y selectiva decidida por el propio alumno. Posibilitar que desde la individualidad, desde los conocimientos adquiridos en cada experiencia de vida, estimulen la investigación del dato científico que aportan esos medios. Incluso a la rebeldía de criticarlos para poder superarlos y mejorarlos.
Ese tipo de enseñanza solidaria y creativa es imposible en un contesto social adverso como el que vivimos, donde el medio familiar está condicionado y puede repercutir negativamente desde su origen en la formación de los hijos. Aprendemos en todo momento, en cualquier lugar, no solo en la escuela. Si el medio donde convivimos no se corresponde educativamente con el que se imparte en la escuela, por muy correcto que pudiera ser, nunca se conseguirá una enseñanza verdaderamente integral y humanística. Resulta absurdo culpabilizar de la mala calidad de la enseñanza a los profesores de la escuela pública y a los de la enseñanza privada atribuirles ser mejores profesores.
No son los pretendidos e incompetentes malos profesores, los que dan lugar a la obligada presencia de la policía en algunas escuelas públicas. Es el medio de la marginación en que viven esos alumnos concentrados allí lo que lo provoca.
En política, ese tipo de interpretación dirigista e impositiva en la acción política también existe.
Mediante la delegación obligatoria de la responsabilidad política personal en la clase política, que se realiza a través del sufragio universal cada equis años, se consigue que la clase social en el poder imponga mediante la estructura organizativa del estado y su democracia, su forma de dominio. La democracia delegada en la clase política, y el culto al líder político que haga sumiso al conjunto de la sociedad y sobre todo a la mayoría social explotada. Ello impide que el pueblo sea protagonista político y desarrolle su propia forma de actuación política mediante la democracia directa. Se hace imposible la crítica y la autocrítica permanente por parte del conjunto de los ciudadanos al no existir los cauces que lo permitan y se impide que se aborden las causas objetivas que provocan los múltiples problemas que padece el conjunto de la humanidad.
La confianza, la esperanza en el partido o el líder de turno que nos libere de todos los males, es el mensaje que permanentemente nos trasmiten y que inconscientemente tenemos asumido. No nos sentimos protagonistas políticos. Nos han hecho sumimos del sistema imperante. Creernos incapaces de investigar por nosotros mismos y atrevernos a buscar la solución de los males que padecemos individual y colectivamente. Nos quieren hacer confiar en el líder carismático que nos sacará de nuestras miserias. En definitiva a que depositemos nuestra responsabilidad política personal intransferible en la clase política, en el partido político que votamos cada equis años.
Cuando la realidad es que si podemos conseguirlo, si llegamos a tomar conciencia de nuestra fuerza colectiva para crear la forma organizativa alternativa que nos conduzca a la liberalización.