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La vieja Europa

23 de octubre del 2002

La doble moral de la política migratoria

Yvonne Zimmermann
Rebelión

Mientras la pobreza y los conflictos armados en los países pobres obligan cada vez a más gente a la migración, en los países ricos crece el racismo. A la vez se mantienen bajos los costos de producción, gracias a la mano de obra barata de los migrantes legales e ilegales y los EEUU así como Europa pueden competir en el mercado mundial. Al mismo tiempo, las remesas de los migrantes avanzan a ser los ingresos más importantes en los países del sur.
En todos los países de Europa occidental tanto como en los Estados Unidos de América, la política migratoria se hace cada vez más restrictiva. Cuando se critica al plan de los EEUU de introducir el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en el año 2005, se comenta mucho que la Unión Europea, proyecto opuesto al de la anexión de Latinoamérica a los EEUU, trabaja hacia una verdadera integración en la cual se abren las fronteras también para la gente. En estas discusiones no se menciona, sin embargo, que las fronteras en Europa no han desaparecido, sino apenas han cambiado de lugar. Si antes los policías fronterizos estaban estacionados entre dos países para controlar la migración de extranjeros a un país, los controles ahora están en muchos más lugares: Por un lado, las fronteras de la Unión Europea se han convertido prácticamente en una fortaleza para los migrantes de los países pobres. Para conseguir una visa de turista, ni hablar de una visa de trabajo, los migrantes tienen que cumplir condiciones estrictas. Por otro lado, la policía ahora tiene derecho de controlar arbitrariamente a hombres y mujeres en estaciones de tren y otros lugares por los cuales pasa mucha gente. En general, prefieren controlar a gente de piel oscura, es decir a los que ven como potenciales indocumentados, así como a gente de aparencia pobre —porque incluso mendigar se ha declarado un delito en muchos países.
Al mismo tiempo encuentran cada vez más aceptación los lemas racistas, como el que los migrantes son vagos o violentos y quitan los trabajos a los residentes de un país y por lo tanto causan más desempleo. Partidos de la extrema derecha aumentan sus votos en todos los países de Europa occidental, como el Frente Nacional de Le Pen en Francia o el Partido Popular Austriaco en el Gobierno de Austria. Esos partidos logran, con su retórica xenofóbica, desviar la atención de las causas de la recesión económica, el desempleo crecido y el corte del seguro social. Se aprovechan de las inseguridades y miedos de la población: La culpa del desempleo, comentan con una explicación simple, la tienen los migrantes que vienen a quitar el trabajo a los residentes. También tienen la culpa de la criminalidad aumentada, porque, dicen los derechistas según su esquema xenofoba, tienden a ser violentos.
Como mano de obra baratísima se aceptan a los migrantes
En pocos casos, en la discusión europea sobre la migración, se miran las condiciones de los migrantes. Una excepción fue cuando, hace unos tres años, una verdadera caza contra los trabajadores marroquíes en el pueblo El Ejido en Andalucía despertó el interés de los medios de comunicación. Muchos españoles entonces escucharon por primera vez que los marroquíes que habían atravesado la frontera española ilegalmente, trabajaban en invernaderos por sueldos de hambre y vivían en cabañas de cartón o lámina. Se enteraron de que los marroquíes cada día esperaban en la carretera que alguno de los camiones los llevara a los invernaderos y por lo tanto les dieran trabajo por el día. También mencionaron los medios por la primera vez que los tomates y frutillas del sur de España podían competir en el mercado europeo gracias a los sueldos bajísimos de los indocumentados, y que por lo tanto los empresarios tenían un cierto interés por la presencia de ellos. Siempre y cuando no fueran muchos, por supuesto. Apenas los necesarios como para mantener los sueldos bajos.
El tema de las condiciones de los trabajadores ilegales desapareció después de unas semanas de discusión, y, el año siguiente, el gobierno conservador de España introdujo un reglamento migratorio más estricto. La migración, sin embargo, no disminuyó, sino subió el número de los indocumentados, de los llamados ilegales y de los que fallecieron al intentar de cruzar la frontera nadando o en lanchas.
Mientras los políticos de la derecha en los países del norte intentan convencer a la población de sus países que la migración se puede frenar con reglas estrictas, en los países del sur saben hasta los niños que no es así. La migración se debe mucho menos a la atracción de los países ricos por las fronteras abiertas que al deseo de mucha gente de escapar a la pobreza y encontrar un ingreso que les permita vivir bien. En un sondeo hecho en Italia, tres de cada cuatro migrantes ecuatorianos dijeron que habían ido a Italia por trabajo.
En su país de orígen, el pequeño estado andino de Ecuador, que tiene una población de 12 millones, ha crecido la pobreza más rápido que en ningún otro país latinoamericano: Entre 1995 y 2000 aumentó el número de los pobres de 3.1 a 9.1 millones de personas, es decir de 34 a 71 por ciento, y la pobreza extrema subió de 12 a 31 por ciento. Así viven casi tres cuartas partes de la población en pobreza, y una de cada tres personas en pobreza extrema. Con el proceso de la miseria creciente se vió un proceso de migración nunca visto: Sólo durante el cambio de siglo se fueron, según el economista Alberto Acosta, entre 700 y 800 mil ecuatorianos del país, y se estima que hoy día viven unos 2.5 millones fuera del país, la mayoría de ellos en los EEUU, y sólo en España más de 300 mil.
Con este proceso se hacen cada vez más importante las remesas que los migrantes mandan a su familia. En el Ecuador adelantó este ingreso hasta las exportaciones de bananos, camarones, café y cacao juntos en el año 2001, y se hizo el segundo ingreso nacional después del petróleo. En el año 2000 incluso llegaron a ser la mayor parte del PIB. Muchas familias hoy día dependen de los ingresos que les llega desde el extranjero. En unas provincias del Ecuador, como en Azuay, Cañar y Loja, cada seis de diez personas tienen por lo menos un familiar en el extranjero. A estas regiones se mandaron 650 millones de dólares en el año.
Los tratados de libre comercio aumentan la migración
La obligación a migrar no se reduciría con la implementación del Área de Libre Comercio de las Américas, al contrario aumentaría; como ya se ha visto después de que se realizó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC-AN) en el año 1994. Desde entonces, es decir dentro de un tiempo de ocho años, se desplazaron unos ocho millones de mexicanos debajo de la línea de pobreza. El TLC-AN jugó un papel decisivo en ese proceso: Cuando se eliminaron las barreras al comercio y podían ingresar los productos agrarios de los EEUU, producidos con mucha tecnología y además altamente subsidiados, muchos campesinos mexicanos perdieron sus ingresos. Aunque se construyó empleo en el mismo período, se trataba principalmente de puestos en maquiladoras, es decir en fábricas donde no existe la seguridad laboral y los sueldos son bajos.
Así subió la presión hacia la migración, tanto hacia la migración interna en México como a los EEUU. La respuesta de los EEUU fue el fortalecimiento de su frontera sur con altas vallas y patrullas a cada hora, así como la deportación de los indocumentados. Sólo en cinco años, de 1996 a 2001, murieron más de 2000 personas al intentar cruzar la frontera de los EEUU. Cada vez hay más intentos en regiones desiertas y montañosas donde el patrullaje es menor, pero donde la sequía y el frío de la noche suponen un alto riesgo. México, entre tanto, ha copiado la política de los EEUU y ha fortalecido su frontera sur hacia Guatemala. Sólo en el año 2000 deportaron a más de 150 mil personas de México a su país, y en el año siguiente querían aumentar el número a los 250 mil.
Mientras los EEUU y los países de Europa occidental promueven la migración a través de su política económica y bélica, por ejemplo con tradados bilaterales de libre comercio, el ALCA o el Plan Colombia, se niegan a aceptar a los migrantes en su territorio. En vez de buscar una solución al problema de migración emplean medidas para combatir los síntomas, como los mencionados fortalecimientos de sus fronteras. La migración, sin embargo, es parte integral de una política que busca aumentar las ganancias de pocos y significa más pobreza para millones de personas. La migración también es la consequencia de una política que ve guerras como una medida necesaria para controlar territorio estratégicamente importante, por ejemplo con el pretexto del combate contra el narcotráfico o el terrorismo. Si se quiere reducir la migración no se puede permitir esta política.