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La vieja Europa

23 de octubre del 2002

Acerca de los okupas detenidos en Valencia

Detenidos
Alfons Cervera

Levante
Valencia es una ciudad más violenta que Chicago cuando mandaban allí Al Capone y los hermanos Anastasia. La delincuencia de mucha y poca monta campa a sus anchas, somos los primeros en robos y atracos en todas sus modalidades, llevamos mil coches quemados en la calle como si viviéramos en una perpetua celebración fallera. El otro día hubo una manifestación fascista tranquilamente consentida por las autoridades y después hubo también otra manifestación para protestar contra la de los fachas. Ahí empezó todo el lío y hoy hay en la cárcel cuatro detenidos acusados de terrorismo. Son jóvenes anarquistas y el juez dice que rompieron unas tiendas, que lesionaron a alguien, que pertenecen a una asociación ilícita y simpatizan con ETA, que tenían libros prohibidos en sus casas, que son okupas y estaban en la casa de la calle de la Reina cuando la policía la desalojó de malas maneras hace unos días. Eso asegura el juez: ellos, hasta el momento, no han podido decir nada. Sus abogados y sus familias aseguran que están en la indefensión más absoluta, al menos hasta el instante mismo en que escribo estas líneas.
Quien ordena el sumario secretísimo es el magistrado del Juzgado de Instrucción número 2 de Valencia, el mismo que, ¿casualmente?, se ha encargado de dirimir con una extraña crueldad anteriores asuntos con el movimiento okupa. Pero a mí me gustaría decir algo sobre este lío. Y lo digo. En esta ciudad la violencia está por todas partes, la gente va cagada de miedo por la calle, las elecciones se acercan y el gobierno acaba de nombrar a un nuevo delegado que es el exdirector general de la policía Juan Cotino. Así las cosas, al PP y a Rita Barberá les hacía falta un éxito importante para ocultar sus fracasos en materia de seguridad ciudadana y, de paso, rubricar con un triunfo la primera actuación policial del nuevo gobernador civil. Y lo tenían a huevos, que diría Trillo. Agarran rápido a cuatro jóvenes que se mueven en los ambientes tildados por el lenguaje oficial de radicales, les registran la casa, sacan en las fotos cuatro fancines y un par de objetos raros, les ponen las esposas, los presentan como el enemigo público número uno, los meten en el tinglado de ETA y la kale borroka y éxito asegurado. El señor Juan Cotino es el nuevo Gary Cooper de Solo ante el peligro y la ciudad puede dormir tranquila con estos cuatro terroristas encerrados en Picassent. Porque ésta es otra: ya están en la cárcel y ya hay petición de penas por parte del juez: nada menos que entre 12 y 14 años de prisión. O sea que los detenidos van a ser también los pioneros en eso de los juicios rápidos.
Otro pájaro, pues, que mata el gobierno con el mismo tiro: ¿les va sonando ya esa cadena de casualidades que han confluido en la detención y encarcelamiento por trámite de urgencia de los cuatro jóvenes? Algunas de las acusaciones me han hecho gracia, una gracia rabiosa, claro. De nuevo criminalizan al movimiento okupa, olvidando que ese movimiento pone de relieve la extorsión inmobiliaria a que esta ciudad se ha visto sometida en los últimos tiempos. Las casas se abandonan para que vengan los especuladores y levanten allí sus trapicheos con el suelo.
Mientras tanto, la policía y algunos jueces persiguen con saña enfermiza a quienes se meten en esas casas para vivir allí y denunciar de paso esa barrabasada consentida y, si mucho me apuran promovida, por nuestros gobernantes. Otra acusación curiosa es la de que poseían libros prohibidos. Ahora me entero de que hay un índice de libros prohibidos. Y eso me preocupa en la parte que me toca: en casa habrá más o menos diez mil libros y a lo mejor, sin yo saberlo, un montón de ellos están en ese índice. Y claro, un día puede presentarse el amigo Cotino y se me lleva preso por tener, entre Los adioses y La reina del Sur, el vídeo medio rayado de La fuga de Segovia y en el estudio un ajado cartel de Operación Ogro.
Pero basta ya de bromas macabras. No sé al final en qué quedará este asunto, si serán declarados culpables o inocentes los cuatro detenidos. Lo que sé es que hay una desproporción intolerable entre la realidad de los hechos que se les imputan y las prisas que se han dado la policía y la justicia en convertirlos en terroristas. Lamento, cómo no y hayan sido quienes hayan sido sus causantes, si ha habido algún herido en los hechos que se mencionan. Pero estoy seguro de que en la actuación de las fuerzas del orden y de la justicia se han mezclado aposta, para criminalizarlos, al mundo okupa, a los colectivos que curran en los márgenes de la España va bien, a la gente que no comulga con este mundo despiadado que nos quieren meter en vena los del pensamiento único y el traje azul con la camisa nueva. Eso pienso. Y a estas alturas de la corrida, igual me registran la casa para buscarme las cosquillas porque hay una nueva ley que prohíbe pensar y yo ni me había enterado.