VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
La lucha continúa

13 de enero del 2002

Alertan analistas estadounidenses de un creciente
peligro de contagio político en la región


Jim Cason y David Brooks/La Jornada

W
ashington y Nueva York, 10 de enero. El secretario del Tesoro de Estados Unidos rompió esta semana su misterioso silencio sobre la crisis de Argentina sólo para amenazar que, a menos que ese país adopte reformas fiscales y monetarias firmes, no contará con ninguna asistencia exterior.

Al mismo tiempo algunos analistas estadounidenses expresan la preocupación de que la postura de Washington no es suficiente frente al creciente peligro de un "contagio político" provocado por esta crisis, que podría revertir la fe en el libre comercio y la "globalización".
Todos señalan el contraste notable entre el manejo de la crisis del peso en México, hace justamente siete años, y la respuesta de la Casa Blanca ante la decisión argentina de no cumplir con sus obligaciones del pago de una deuda externa mucho mayor (entre 132 y 141 miles de millones de dólares), lo cual potencialmente podría convertirse en el caso más grande de incumplimiento de pagos en la historia moderna.
El gobierno del presidente Bill Clinton armó un paquete de rescate con una línea de crédito de casi 50 mil millones para el caso de México a principios de 1995, y continuó con este tipo de política en los casos de las crisis de Tailandia y Rusia, con el argumento de que era la única forma de controlar y enfrentar el posible "contagio económico" de estas situaciones para un mundo cada día más "globalizado".
Pero ahora el gobierno del presidente George W. Bush ha expresado que no repetirá este esfuerzo para el caso de Argentina.
Algunos interpretan esto como un cambio explicito en la política económica del gobierno estadounidense, otros dicen que el interés nacional de Washington es diferente en ambos casos, y los demás consideran que tal vez simplemente nadie se dio cuenta de las dimensiones de la crisis de Argentina hasta que fue demasiado tarde.

Disciplinando a Buenos Aires


Después de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) rehusó otorgar un préstamo de mil 230 millones el mes pasado -lo cual fue el último golpe contra el gobierno argentino-, la administración estadounidense nada dijo, salvo que estaba esperando ver qué proponía Argentina para resolver su crisis.

Este silencio por fin se rompió este miércoles cuando el secretario del Tesoro, Paul O'Neill, comentó que las medidas adoptadas hasta ahora por el nuevo gobierno argentino, incluyendo la devaluación de su moneda, aún no son suficientemente duras para ameritar el apoyo internacional.
De hecho, fue una declaración de una estrategia diseñada para "disciplinar" a Argentina y obligarla a adoptar más sacrificios económicos.
"El gobierno de Bush es filosóficamente menos afecto a los rescates y más inclinado a permitir que funcionen las fuerzas del mercado" en estas situaciones, explicó Bernard Aronson, presidente de Acon Investments y alto funcionario del gobierno de George Bush padre.
Aronson, entrevistado por La Jornada, argumentó que no sería lo más sabio rescatar a Argentina antes de la implementación de una reforma económica viable y significativa por Buenos Aires.
Señaló que antes del rescate financiero de México el gobierno de Ernesto Zedillo ya había acordado implementar reformas económicas difíciles, mientras que el argentino en este momento aún se muestra renuente a hacer algo parecido.
Funcionarios de la administración Bush argumentan que la "línea dura" sobre Argentina adoptada por Washington fue diseñada para establecer la nueva postura de que esta administración es más renuente en funcionar como "apagafuegos financieros" y que los gobiernos y los mercados no deberían apostar sobre rescates financieros, reporta el diario The New York Times.
"Sí es un manejo diferente, pero necesitábamos un manejo diferente. Deseamos promover una política que no rescata a los acreedores y que mejora en general al mercado", declaró John B. Taylor, subsecretario del Tesoro para asuntos internacionales, al periódico neoyorquino en referencia a la política hacia Argentina.
Pero también hay otra diferencia clave entre los casos de México en 1995 y Argentina en el 2002, comentó Aronson: "Para ser directo, Argentina no tiene una frontera de 2 mil millas con Estados Unidos y lo que ocurre allá no afecta a este país de manera tangible como la inmigración. Tampoco son nuestro segundo socio comercial".
No obstante, los bancos estadounidenses tienen aproximadamente 10 mil millones en activos en Argentina y varias grandes empresas estadounidenses, como Phillip Morris, Verizon y Ford, tienen inversiones directas sustantivas en ese país.
Pero para la gran mayoría de estas corporaciones trasnacionales estas inversiones representan un porcentaje pequeñísimo de sus activos totales.
Por ejemplo el Wall Street Journal reporta que los ingresos totales de Citibank en América Latina, excluyendo a México, alcanzaron mil 200 millones el año pasado, mientras que sus ingresos totales a nivel mundial fueron de 61 mil 700 millones.
Ventas en Argentina representaron sólo 2 por ciento de los ingresos totales de Coca-Cola en 2001 y 3 por ciento de los ingresos de FleetBoston Financial Corporation.
Otro ex alto funcionario del gobierno de Clinton, quien pidió no ser identificado, cuestionó si la forma de manejar la relación con Argentina en verdad es parte de una nueva estrategia de política exterior por el gobierno de Bush o si los encargados de la política simplemente estaban distraídos por otros eventos mundiales e ignoraron lo que podría convertirse en el incumplimiento de obligaciones financieras más grande de la historia por un país soberano. La frase de "amor duro" ha sido empleada por algunos funcionarios.
Pero aun si no deseaban rescatar la economía, "sí podrían haber hecho algo para ayudar a rescatar al gobierno de Fernando de la Rúa", comentó. Señaló que este fracaso podría nutrir fuertemente un movimiento latinoamericano contra el libre comercio y la globalización del libre mercado.
"El peligro real no es de contagio económico, sino de contagio político", afirmó Aronson, quien también es crítico de la falta de acción del gobierno de Bush ante la crisis de la tercera economía más grande de América Latina y de un país "aliado".
"Esa es una razón por la cual la desatención benigna no es la postura correcta. Esta cosa puede deteriorarse y ciertamente puede ser utilizada por quienes están intentando crear un nuevo movimiento político, por aquellos que son hostiles a los mercados y el libre comercio".
Por lo tanto, Aronson, otros analistas y algunos funcionarios del gobierno están presionando por una participación más activa de Washington en las negociaciones para un nuevo acuerdo económico, que podría obtener el apoyo internacional.
La pregunta es: ¿a qué tendrá que comprometerse Argentina a cambio de un nuevo paquete de apoyo financiero de entre 15 mil millones y 20 mil millones de dólares?
Pero otros analistas argumentan que no hay nada que la comunidad internacional pueda hacer hasta que el gobierno argentino enfrente las decisiones económicas.
"No tienen la voluntad de enfrentar la situación tal como es; aún están intentando vivir en una fantasía", opinó Michael Mussa, el ex jefe de economistas del FMI, quien ahora trabaja en el Institute for International Economics en Washington.
El pasado miércoles el FMI envió una carta confidencial a Argentina, reportó hoy el periódico The Washington Post, en la que demanda que el gobierno elabore un plan que incluya una reforma tributaria, controles sobre el gasto gubernamental y permitir que el valor del peso flote libremente.
Pero el vocero del nuevo gobierno en Buenos Aires, Eduardo Amadeo, comentó al Post que demandar aún más sacrificios al pueblo argentino sólo arriesgaría más inestabilidad y violencia. "Hay algunas decisiones que serían socialmente intolerables", dijo en la entrevista publicada hoy.
Al parecer mayores sacrificios es la única receta aceptable por las cúpulas internacionales, por lo tanto el New York Times advirtió -en un editorial la semana pasada- que "sería un error trágico nutrir el sentir de los argentinos, que es una nación rica forzada a la pobreza por fuerzas externas. Culpar al libre mercado o a la globalización por los males del país, y adoptar un curso demasiado proteccionista para la segunda economía sudamericana, sólo empeorará el asunto".

Ir arriba -Imprimir esta página