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Argentina: La lucha continúa

Gambeta obrera frente a la crisis del capital: las fábricas reactivadas
El movimiento se demuestra andando

Redacción Surmedia en Argentina*
No es la panacea sino una demostración de que se puede, en principio, defender y crear puestos de trabajo. Y todavía más: se puede sin los capitalistas. Cuando la izquierda pone el ojo donde miran los trabajadores. En Argentina ya hay 10 mil obreros que autogestionan sus fábricas.
Beto, lector de Surmedia, –sumando su voto a favor de la primavera en el combate contra el otoño–, y manifestó que "tal vez necesitaríamos que no todas (las noticias) fueran pálidas" invitando a "rascar hasta encontrar una buena para contar por día". La conquista lograda en la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la semana pasada, cuando se aprobó la expropiación de los medios de producción de dos empresas caídas que ahora serán gestionadas por sus propios trabajadores es, sin duda, "una buena" noticia para contar.
"Quedó acreditado a través de cien empresas y diez mil puestos de trabajo, que (los trabajadores) somos los únicos capaces de sostener el empleo", dijo José Abelli al periodista Martín Granovsky desde el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas. El lema del movimiento es "ocupar, resistir y producir", y Abelli –que está convencido que los 120 mil millones de dólares de argentinos en el exterior "no van a volver al país para inversión productiva ni vamos a ser beneficiados por un Plan Marshall"– dice que es imprescindible "formar un fondo de capital de trabajo. Los trabajadores tenemos el capital humano. Sabemos producir y administrar pero no tenemos dinero ni somos sujetos de crédito. Sin embargo, quedó acreditado a través de cien empresas y diez mil puestos de trabajo que somos los únicos capaces de sostener el empleo. Por eso, así como el Estado invierte en salud pública y educación, debe invertir en trabajo. Por eso pedimos políticas que contemplen la expropiación de los activos productivos de las empresas quebradas y los transfieran a los trabajadores".
Abelli, 46 años, sigue diciendo a Granovsky de Página/12: "Hace pocos días salió publicado el remate de la ex Noel en la Boca (Ciudad de Buenos Aires) por 400 mil pesos de base (poco más de 100 mil dólares). En Rosario se acaba de rematar la empresa de acoplados Montenegro (incluyendo la marca y el predio) en 360 mil pesos (exactamente 100 mil de los billetes verdes). En todos los casos hay quiebras millonarias, de 10 o 15 millones para arriba. En todos los casos, el 70 por ciento de las deudas de la quiebra es con el Estado y se les debe dinero a los trabajadores, en salarios caídos e indemnizaciones. Si un establecimiento sale a remate a precio vil, no habrá recuperación de activos productivos". Hay que "considerar a las empresas quebradas como activos sociales. Los acreedores tienen que entender que no es lo mismo el valor de una empresa cerrada que una empresa abierta, funcionando y produciendo es otra cosa. Si por la quiebra hubiéramos dejado que cerrara la fábrica de tractores Zanello, hoy no tendríamos tractores en un país que produce alimentos para 300 millones de personas".
Es buena noticia la expropiación la semana pasada por ley de la Ciudad de Buenos Aires de dos empresas porteñas cuyos dueños arrojaron la toalla, la ahora ya ex Ghelco Sociedad Anónima fabricante de insumos para heladería y repostería –entre ellos reconocidas coberturas de chocolate para tortas–, y la ex Imprenta Gaglianone que en sus buenas épocas hacía reproducciones de pintura argentina y la folletería del Teatro Colón. Claro que no se resolvieron las medidas por una espontánea dedicación innovadora del pleno de los diputados porteños, sino por la pertinaz lucha de sus trabajadores más conscientes y aguerridos y la solidaridad de las Asambleas Populares motorizadas por vecinos. Esa solidaridad quedó grabada porque tanto en el caso de la industria alimenticia ubicada en el barrio de Barracas como en el taller gráfico de Pompeya, sus cooperativas obreras asumieron los nombres de las calles donde están sus plantas: Vieytes para una y Chilavert para la otra.
En la gestión parlamentaria los proyectos fueron tramitados por la diputada de la Izquierda Unida Vilma Ripoll (MST), en el caso de la Cooperativa Vieytes, y por las diputadas del ARI Beatriz Baltroc y Delia Bisutti para el de los gráficos de la Cooperativa Chilavert. A propósito dijo Ripoll: "Para mí es un orgullo haber contribuido a esta expropiación, la primera que se hace en la Ciudad. Este es un gran triunfo de los compañeros de Ghelco y sus familias, de su abogado Luis Caro y las asambleas, trabajadores, estudiantes y demás sectores que apoyaron esta lucha. Mientras los empresarios las vacían con el aval del gobierno, los que están reabriendo las fábricas de este país son los propios trabajadores. Esta ley significa un gran aliento para otros trabajadores que están peleando por mantener su fuente de trabajo."
Los trabajadores de la fábrica Ghelco debieron enfrentar primero la acumulación de salarios impagos por la sociedad anónima quebrada, el cierre en febrero de este año y las maniobras de vaciamiento haciendo guardias en la planta y en la calle para evitar que siguieran retirando maquinarias, una maniobra que es frecuente. Del cuarto de millar de obreros y administrativos que supo tener esa industria veinte años atrás ahora quedaron medio centenar conformando la cooperativa, los que se proponen incrementar el número de puestos de trabajo y de asociados. La presidencia del Consejo de Administración de la Cooperativa Vieytes la ejerce quien fuera uno de los serenos de la ex Ghelco.
Las expropiaciones, parciales en el caso de los inmuebles donde funcionan las empresas ahora autogestionarias y por los que el Gobierno de la Ciudad pagará alquileres por el término de dos años, suspendieron los trámites judiciales de liquidación. En una situación similar se encuentran ya otras fábricas en el país, como la lavandería de lana "Lavalan" del partido de Avellaneda, en la que recientemente trabajadores y vecinos impidieron que sus fallidos propietarios con varios camiones de gran porte retiraran ilegalmente 300 toneladas de materia prima. Los casos de las cooperativas Vieytes y Chilavert son los primeros en la capital argentina, y el próximo 3 de octubre la Legislatura tratará los casos de la sastrería Brukman y la panificadora industrial Grisinópoli.
No en todos los casos los trabajadores constituyen cooperativas, y en la determinación priman tanto concepciones ideológicas como la envergadura de la industria, como en Zanello. Por caso los trabajadores de Brukman y los de la cerámica Zanon –que mantienen ocupada y en producción una importante planta en Provincia del Neuquén– sostienen la estatización y gestión obrera de la empresas. Desde la perspectiva ideológica argumentan en ambos casos que las cooperativas implican la autoexplotación. Los trabajadores de la sastrería Brukman, que participan activamente en el movimiento asambleístico barrial porteño, procuran que el Gobierno de la Ciudad asuma la propiedad del taller pasando a convertirse ellos en funcionarios de la ciudad, y propondrían en los próximos días resolver los requerimientos de indumentaria para escuelas y hospitales públicos. "Esa propuesta podría ser aceptada" expresó la diputada Ripoll.
El Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas realizó el pasado 7 de septiembre su primer encuentro en la fábrica metalúrgica La Baskonia, en La Matanza, gestionada por su personal. Participaron trabajadores de otras fábricas recuperadas o que están en ese proceso, entre ellas las metalúrgicas Fortuny y Acrow, la Gráfica El Sol y la lanera Lavalan de Avellaneda. Uno de los temas en los que se coincidió fue el de la necesidad de que sea reformada la Ley Nacional de Quiebras para privilegiar la conversión en cooperativas de las empresas en crisis. En la oportunidad Eduardo Murúa, gerente de producción de Cooperativa IMPA –la metalúrgica que denunció por extorsión y pidió la detención de Paul O’Neill cuando éste estuvo recientemente en Uruguay y Argentina, como oportunamente informó Surmedia–, destacó la importancia de la estrecha vinculación de las empresas autogestionadas con los intereses populares; al respecto destacó que con "la Imprenta Chilavert queremos hacer un convenio con la Secretaría de Educación porteña para abrir una escuela de artes gráficas, aprovechando el equipamiento y la experiencia de sus operarios".
José Abelli, del MNER, sigue diciendo a Martín Granovsky en Página/12 del pasado viernes: "Unión y Fuerza en Avellaneda, fundición de caños, incrementó la cantidad de personal en 20 trabajadores, pasando de 30 a 50. Ahí ya cobran un salario de 1500 pesos. La Unión Papelera Platense, que recupera papel, creó 40 puestos de trabajo más. IMPA, de aluminio, pasó de 60 trabajadores a 130. Mil Hojas, de Rosario, que hace tapas para empanadas, está primera en ventas en Santa Fe en ese segmento. Zanello pasó de 60 trabajadores en marzo a 240 trabajadores ahora y tiene el 80 por ciento del mercado nacional de tractores. Zanello es una sociedad anónima donde los trabajadores tenemos el 33 por ciento. El 33 lo tienen los concesionarios, que pusieron el capital de trabajo, y el otro 33 lo tiene el personal jerárquico y superior, que a su salario agrega un complemento tomado de su parte en la propiedad. El 1 por ciento, en un ejemplo de políticas públicas, lo tiene el Estado Municipal de Las Varillas (Córdoba). La envergadura de Zanello obligó a una negociación más compleja, pero no por eso dejamos la autogestión. Desde el gerente general al último operario gana el salario de convenio más el laudo 29 de la UOM, un refuerzo salarial. En total, 540 pesos. Ahí decidieron ganar todos lo mismo porque ése es un nuevo consenso ante la crisis y porque hace falta generar capital. En una cooperativa nadie puede ganar más de cuatro veces que el que menos gana. Es un reglamento interno autoimpuesto que tiene que ver con la distribución de la riqueza. Las experiencias son interesantísimas. En Impa antes los ingenieros decían que no se podía recuperar aluminio y que había que comprarlo a Aluar, un monopolio. Hoy, el 100 por ciento de las toneladas que fabrica Impa es material reciclado. Esa reingeniería la hicieron los trabajadores."
Al desaparecer "los costos superfluos y los dividendos tenemos mejores condiciones de competencia. Nadie cobra diez veces los salarios de un operario. En Ghelco el que era sereno es presidente y el actual tesorero era operario de mantenimiento. En medio de semejante crisis, ninguna empresa se fundió y todas están funcionando. Incluso muchas crecieron. Lo que para un empresario puede ser desechable, para nosotros es rentable. Si el Estado puede transferir 19 mil millones de dólares al sistema financiero vía redescuentos, como lo ha hecho en estos meses, o pagar 600 millones de pesos a los concesionarios ferroviarios, también debe destinar presupuesto para que estas empresas agreguen valor, exporten, innoven tecnológicamente. Por eso felicitamos a Aníbal Ibarra y Eduardo Hecker, del gobierno porteño, a las legisladoras Vilma Ripoll, Delia Bisutti y Beatriz Baltroc, a las asambleas vecinales y a las organizaciones que siempre nos apoyaron, como la Corriente Clasista y Combativa y la Federación de Tierra y Vivienda."
*Con información propia, de Argenpress.Info y del diario Página/12. La dirección electrónica de Cooperativa IMPA es impacoop@speedy.com.ar