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Argentina: La lucha continúa

Cooperativas, trueque y cárceles para bebés

Roxana Kreimer

Asociación Argentina de Filosofía Práctica
Hace diez días una planta que había quebrado en enero pasado y que producía insumos para el 75% de las heladerías y confiterías de la Argentina reabrió sus puertas dirigida por sus trabajadores. Los operarios realizan el trabajo que hicieron durante años, pero ahora se dirigen a sí mismos y conforman una cooperativa.
Cuando la fábrica cerró, los trabajadores acamparon más de dos meses en la puerta para evitar su vaciamiento. Mientras tanto, formaron la Cooperativa Vieytes Ltda. y empezaron a trabajar en un plan propio para reabrirla y retomar la producción ellos mismos.
En junio el juez que entiende en la quiebra los autorizó a que la reabran durante seis meses a cambio de un alquiler mensual. La decisión les da derecho a utilizar las instalaciones, las maquinarias y la marca Ghelco. Por tratarse de una cooperativa, el emprendimiento no admite tiempos de trabajo no remunerados (tal la definición del concepto de plus-valía). Todos cobran lo mismo y si deciden trabajar más es en beneficio de todos.
La crisis que vive la Argentina produce algunos fenómenos singulares. Ya son varias las fábricas que reabren sus puertas convertidas en cooperativas, y con frecuencia gozan sin cargo del asesoramiento de profesionales de diversas disciplinas. Encontramos que la Consultoría Filosófica tiene un lugar mucho más adecuado en experiencias de este tipo que en una de sus vertientes, la llamada "ética de la empresa", un emprendimiento que se propone resignificar a la empresa como una institución "cultural" en la que el empresario y el asalariado compartirían valores y trabajarían de manera armoniosa y creativa en un proyecto común, perspectiva a partir de la cual caerían de desuso conceptos tales como el de dominación, explotación y lucha política.
Otro fenómeno singular producido por la crisis Argentina es el Club del Trueque, una valiosa práctica que sorprendentemente muchos interpretan como un "retroceso" en los mecanismos de "evolución" del intercambio económico. Gracias al Club del Trueque un creciente número de personas se alimentan, se visten y gozan de diversos servicios. Lejos de representar un "retroceso", El Club del Trueque recupera formas de intercambio más equitativas que fueron propias del mundo premoderno. Uno de los ejes fundamentales que diferencia a la modernidad de períodos históricos anteriores es que todo lo que se consume debe ser comprado y vendido en el mercado a través de un valor universal de cambio llamado dinero. En períodos premodernos, es decir, precapitalistas, la generación de valores de uso (las verduras cultivadas en la propia huerta, la ropa o los muebles hechos en casa) convivía con la necesidad de obtener dinero (valor de cambio) para comprar aquellas cosas que no eran producidas en la esfera doméstica. La generación de valores de uso permitía además trocar los productos manufacturados en el mercado, y comprar tan sólo parte de los bienes necesarios para la subsistencia. Los procesos de acumulación desmedida de capital sólo son posibles con la universalización del dinero como valor universal de cambio y mediante un proceso que expropia al trabajador moderno de sus medios de producción. La posibilidad de alternar el trueque con la necesidad de comprar productos en el mercado mediante dinero (valor de cambio) no representa una involución sino la posibilidad de una distribución más equitativa de los bienes en un proceso que impide la acumulación desmedida de capital. La ciudadanía argentina en crisis produce estas dos experiencias dignas de ser imitadas -la conformación de cooperativas y la recuperación del intercambio mediante el trueque- mientras el gobierno estudia la posibilidad de contruir nuevas cárceles, lugares que, tal como indican las estadísticas, están habitados por un ochenta por ciento de personas que han atentado contra la propiedad privada (es decir, por un ochenta por ciento de pobres), y mientras pretenden persuadirnos en nombre de la genética que la llamada "delincuencia" sería innata, una nueva vuelta de tuerca a las ideas de Lombroso, que pretendió demostrar que por la forma de la nariz o del mentón era posible saber quién se transformaría tarde o temprano en un delincuente. A este paso tal vez ya no se conciban corralitos sino modernas cárceles para bebés llamados a ser "delincuentes". Dado que el 80% de los "delincuentes" que conforman la población carcelaria atentó contra la propiedad privada, las cárceles contribuirían cada vez más a la seguridad de unos pocos en perjuicio de la seguridad de la mayoría. La multiplicación de cooperativas y el desarrollo de recursos más equitativos de intercambio económico serían dos de los numerosos antídotos necesarios para protegernos de tamaño improperio.
Del Boletín de septiembre de 2002 de la Asociación Argentina de Filosofía Práctica
filpractica@yahoo.com.ar
"Nuestra asociación busca recuperar el antiguo ideal socrático de aplicar la filosofía a la vida, promoviendo la investigación y estableciendo canales entre el conocimiento filosófico y el espacio público, de modo de contribuir de diversas maneras al bienestar social y personal."