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Argentina: La lucha continúa

Bang–bang–raje

Por Gervasio Espinosa / SURMEDIA

La semana pasada y la que comienza están signadas por el bang–bang–raje. Tirotearon la casa de Estela Carlotto y apareció el cuerpo muerto, ahogado irremediablemente, de Ezequiel Demonty, el muchachito de 19 años que "a punta de pistolas policiales" fue obligado a zambullirse en el Riachuelo que Menem y María Julia Alsogaray se olvidaron de limpiar como habían prometido.
El bang–raje es una madura derivación del ring–raje. Toco timbre y rajo, robo y rajo, mato y rajo.
Hace ya demasiado que se viene diciendo que la crisis económica es terminal, que se está al borde de la disolución de la Nación, que la democracia está en proceso de muerte; se toca y se raja. Ring.
Se convoca y raja hasta la próxima convocatoria, una tras otra sin acumulación, y vienen los bang–bang. Es meritorio convocar a protestar, pero no alcanza y encima, después, si se raja, resta.
Aproximaciones
¿Fue un intento de magnicidio el tiroteo al frente de la casa de Carlotto, o un apriete? Dijeron intento de magnicidio en las altas esferas gubernamentales de La Plata. Un intento fracasado es un éxito de la prevención, ése es un discurso posible. Si hicieron bang–bang–raje contra los vidrios quizá no fue un fallido intento de magnicidio (no son tan torpes con itakas, trotyles y naftas) sino un apriete. Amenaza de presencia, meter miedo, no a Carlotto sino a todos.
El crápula de Somohano, el oficial de la Federal hijo de un ex jefe de la Bonaerense con formación "equivalente" al grado educativo terciario, que a punta de pistola tiró a Ezequiel al mugriento y tóxico Riachuelo, premeditó una acción homicida: llevar en auto hasta la ribera, golpear y hacer caer allí. Sus acompañantes son cómplices. Su jefe el comisario Roberto Giacomino (ex guardaespaldas de Carlos Ruckauf) es responsable. La institución policial indujo al crimen. Se equivocaría, en la congoja, la madre de Ezequiel. Si hay policías buenos, como ella dice, debe verse a más tardar en esta semana: no más bang–raje y raje a los bang–bang. Ya, desde abajo no desde arriba.
La madre de Ezequiel, pobre víctima de pobrecidio –le han ahogado en mierda su vientre–, confía en el designio de Dios. Debe entender ¡Por Dios! que le han matado a su parido hijo los guardaespaldas del poder, literal, los guardaespaldas del poder. ¡Literal! ¿Por qué un pobrecidio? Por misericordia será, amor a la miseria.
(Allá en Roma el magno Papa debe decir ¡Por Dios! que los inventores del Día del Nonato los dejan nacer para después matarlos. Mientras escribe quien escribe pasa una procesión que carga una imagen y grita ¡Viva el Papa!. Grita entonces el que escribe, harto, ¡Que viva también Bush, de paso! La procesión debería convocar a gritar ¡Viva la vida y abajo la muerte!).
Hartazgo
Leer, dar noticias, es indigerible, harta. Decir que dicen y rajan, que convocan y rajan. No alcanza. Duele. Infecta, infesta, indigesta. Decir que Néstor Kirchner, apoyado por Eduardo Sigal, ahora se liga con Gustavo Béliz, otrora joven escriba de Carlos Menem (¡Por Dios!). Decir que el panperonismo es como esencia de argentinidad, todo o nada: Rodríguez Saá, Reutemann, Romero, Menem, Duhalde, De La Sota... Decir que un académico ungido viceministro de Juan Pablo Cafiero ministro de Seguridad bonaerense, Marcelo Saín (37 años), dice que tiene insistencia en vincular al narcotráfico con los bang–raje "porque si no nada se entiende". Saín es viceministro del gabinete de Felipe Solá, ministro de agricultura de Menem, otrora sostén político del menemista Luis Ortega –hermano de "Palito"– un intendente del Gran Buenos Aires muerto violentamente en 1996, sospechado por lo menos de consuetudinario consumidor. Ring–raje. Lo llevó Solá en un Falcon, sonriente, más joven, un día de lluvia, en campaña, a la radio suburbana, a Ortega.
Decir que se convoca para "que se vayan todos" y hubo 100 mil cuando se autoconvocaban, luego 40 mil, más tarde 20 mil y el viernes pasado 10 mil; que de paso Carrió la ex abstencionista se presenta en las elecciones para salvar (¿qué?) y que De Gennaro está demasiado atento a las elecciones en Brasil. Hartazgo.
Nostalgias de nada
Entrevistado por Hilda Cabrera, cronista de teatro, Juan Carlos Gené pinta una época "fundacional" cuando se refiere a la pieza teatral de Armando Discépolo –"Stefano"– que dirige en el Teatro Nacional Cervantes de Buenos Aires: "...la estrenó en 1928, el año de mi nacimiento. Había finalizado la presidencia de Alvear y comenzaba el segundo período de Yrigoyen, derrocado dos años más tarde por el golpe militar de Uriburu. El proyecto constitucional hacía agua. Stefano corresponde a un período en el que se llora por algo que nunca llegó a concretarse y que se presiente que nunca se logrará. Es una experiencia muy argentina ésa de sentir nostalgia de algo que se cree haber perdido cuando en realidad no se tuvo nunca."
Colofón
Hasta luego...