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Argentina: La Lucha continúa

Vigilar a los intelectuales

En el lujoso Centro de Convenciones de Miami, alrededor de tres mil empresarios latinoamericanos y estadounidenses de organismos privados de "seguridad e inteligencia" escucharon la dramática advertencia de la empresa Security and Intelligence Advising (SIA) de que los intelectuales se encuentran entre los principales elementos de riesgo para la seguridad de los Estados y que, por lo tanto, se les estaban "poniendo banderías". "Poner banderías" significa en la jerga de esas empresas, poner alguien bajo observación.
La advertencia fue hecha por el alto ejecutivo (Security Senior Expert) de la SIA, Amar Salmar, en su conferencia sobre "El rol de la inteligencia en la lucha contra el Terrorismo Global en el Siglo XXI", como invitado especial de la Latin American Security Association (ALAS) que organizo el evento. El financiamiento de la reunión que tuvo lugar del 9 al 11 de julio del presente, estuvo a cargo de unas 300 empresas que hacen sus ganancias en el mercado de "seguridad e inteligencia" que florece bajo el sol de la "guerra internacional contra el terrorismo", para la cual Washington ha autorizado unos treinta mil millones de dólares desde el 11 de septiembre.
Es ese mercado a quien la opinión publica mundial tiene que "poner banderías", porque sus tendencias de evolución son cada vez mas preocupantes para las fuerzas democráticas de la aldea global. Uno de esos desarrollos alarmantes es el intento de ciertos gobiernos y clases políticas de privatizar determinadas funciones de soberanía del Estado y convertir a los cientos de miles de empleados armados de esas compañías en una reserva paramilitar para funciones represivas del Estado, tal como se observa, por ejemplo, en Argentina.
Mas preocupante aun es la zona gris de operadores de las guerras sucias, en la cual los servicios de inteligencia y fuerzas militares estatales, los productores, comerciantes y lobbyistas de la industria armamentista y los escuadrones de la muerte, interactúan, tal como sucedió recientemente en la venta de armamento israelí a los escuadrones de la muerte de Colombia: los paramilitares.
Oris Zoller, Administrador General de Representationes Internacionales, GIRSA, que es una filial del complejo militar-industrial israelí, fue el operador de esa transacción. Ciudadano israelí, al igual que Amar Salmar, Zoller radica en la Ciudad de Guatemala, desde donde triangulo un negocio poco transparente entre las policías de Nicaragua, Panamá y GIRSA, a través del cual tres mil fusiles de asalto AK-47 y cinco millones de municiones procedentes de Nicaragua iban a terminar en manos de la policía de Panamá. Sin embargo, el armamento que la policía nicaragüense entrego en trueque contra unas cuantas subametralladoras Mini-Uzi y pistolas Jericho, nunca llego a los destinatarios declarados, sino que enriqueció el arsenal de los escuadrones de la muerte colombianos. Supuestamente, la culpa de tal desenlace la tiene un panameño de origen israelí, Shimon Yelinek quien fue el lobbyista entre GIRSA y la policía panameña y a quien ahora nadie puede encontrar, porque ha desaparecido de la escena.
Zoller sostiene que la Central de Inteligencia (CIA) estadounidense y el servicio de inteligencia israelí, MOSSAD, no tienen nada que ver con la operación, pero tal desmentido es poco creíble. Porque es obvio que una operación de esta naturaleza que requiere el consentimiento de tres gobiernos y de múltiples instituciones policíacas, militares y aduaneras de los países involucrados, no puede realizarse sin ser descubierto por la red internacional de espionaje de la CIA y del MOSSAD.
Y una segunda razón debilita aun mas la pose de inocencia oficial de Zoller. En la zona gris de los operadores de las guerras sucias en toda América Latina, pero particularmente en el área de Centroamérica y el Caribe, ex agentes y militares israelíes juegan un papel fundamental. Por ejemplo, el entrenamiento profesional de los primeros escuadrones de la muerte de los narcotraficantes colombianos, del Cartel de Medellín, en 1990, estuvo a cargo de ex militares israelíes. El jefe de este grupo, el teniente coronel Yair Klein, de la unidad de elite Harub, formo en 1989 su empresa "Punta de Lanza", especializada en la venta de armamento y tecnologías bélicas, que después de entrenar a los sicarios, regreso a Israel con los bolsillos llenos de narcodólares.
De hecho, la intervención de los servicios secretos israelíes en esa región se remonta una década mas atrás, cuando a inicios de los ochenta el know how de "contrainsurgencia" de esos servicios fue puesto al servicio de los terrorismos de Estado en Honduras y Guatemala, para convertirse pronto en engranaje integral de la agresión de los mercenarios del gobierno de Ronald Reagan (los "contras") contra el gobierno Sandinista de Nicaragua. De Honduras y Guatemala la red se extendió rápidamente a la Republica Dominicana, donde se encargo de la seguridad del entorno del presidente sempiterno Balaguer, y a Chile, cuya dictadura pinochetista se mostró muy receptiva a sus homólogos de Medio Oriente. A la cabeza de esa cruzada anti-terrorista estaba uno de los heraldos de la lucha contra el "terrorismo internacional": el ministro de defensa israelí, Ariel Sharon, quien dirigió la invasión militar a Libanon y fue responsable de las matanzas en los campos de refugiados palestinos.
En el golpe de Estado del 11 de abril del presente, contra el presidente venezolano Hugo Chávez, apareció de nuevo un empresario de origen israelí, Isaac Pérez Recao, vinculado a la industria armamentista y dueño de empresas de seguridad privada en Venezuela. Según las investigaciones de las autoridades venezolanas, Pérez Recao fue una de las principales cabezas de la conspiración contra Chávez. Cuando fallo el golpe militar, huyo en avión a Miami, donde sufre la dura vida del exilio latinoamericano, intercambiando con sus colegas de la "seguridad privada" ideas profesionales sobre las amenazas del terrorismo internacional del siglo XXI.
Lo que seguramente no esta en la agenda de discusión de esos "expertos", es la siguiente pregunta: ¿ Que puede hacer la sociedad global, cuando la seguridad privada se convierte en peligro publico?