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Argentina: La lucha continúa

CON DIEGO Y CARLOS EN EZEIZA
A LOS COMPAÑEROS LA LIBERTAD

"Cuando un hombre aprende a ser solidario se dignifica..."

Con Oscar - amigo entrañable, periodista, ejemplo solidario...
sentimiento sin palabras - habíamos acordado, encontrarnos a las dos y cuarto en Constitución.

El día recién comenzaba, todavía tenía por delante toda la jornada laboral. Pero mis pensamientos estaban más lejos del aula, los alumnos y el cierre de notas, que de la cita y la oportunidad de ir con Oscar a visitar a Diego Quintero y a Carlos Bertola, en el Penal Nº 1 de Ezeiza.
A pesar de que apenas eran las siete, el sol había comenzado a inundar las calles, anunciando una más que cálida jornada. No pude evitar pensar en el sol y en ellos. Recordé, volví a sentir el extrañamiento, el ansia de sol de los muchos años en que trabajé en distintos talleres y fábricas: entrar a las seis de la mañana y salir a las seis de la tarde, significaba en invierno no verlo nunca. Yo, sin embargo, tenía los fines de semana o eventualmente podía decidir no ir, faltar. Ellos no, - después nos contaron que sólo 2 veces por semana pueden salir una hora al campo de deportes para hacer actividad física -.

"Cuando un hombre aprende a ser solidario se dignifica..." dice una frase de Miguel Ángel Estrella que leí por ahí. De eso se trataba, de reconocerse en el otro, de tratar de ponerse en su lugar, de ejercer ese mínimo gran gesto que significa la solidaridad.
¿Qué les llevamos, dijimos? Yerba, bizcochos... ¿Puchos?... A mí me daba vueltas el relato de Eduardo Galeano acerca de los presos políticos uruguayos y los dibujos con pájaros. Pensé en los ojos escondidos en los árboles que llevó Milay y en lo bueno que sería poder llevarles todos los sonidos: las palabras de aliento, el repiquetear de los bombos de todas las plazas, los gritos de bronca y rebeldía, las canciones que entona emocionado el pueblo. "A los asesinos la cárcel ya. A los compañeros la libertad"

Alrededor de las cuatro y media ingresamos al penal junto a dos compañeras más.
En el pabellón A del Módulo 2, de está cárcel nueva, construida al estilo yanqui, que recuerda mucho las imágenes cinematográficas de los campos de concentración, encontramos a los muchachos.
Ubicada en un amplio terreno, la cárcel está cercada en su perímetro y subdivida en su interior por altas alambradas coronadas por rollos de alambres de púas. Luego de los controles de rigor, aparatos detectores y sala para controlar el circuito cerrado de televisión (que vimos desde afuera), subimos al colectivo (dentro del penal)que nos acercó al pabellón.

A Diego ya lo había visitado un par de veces, mientras estuvo en el Santojani. Pude disfrutar la alegría contagiosa de un joven que apenas sobrepasa los 20 años y admirar la entereza con que enfrentaba un situación tan dura.
De Carlos sólo tenía referencias. Tiene a Lucía su compañera inquebrantable -hija de desaparecidos como él - y dos hijos. Otra vez pensé en la Milay de Galeano ¿Cómo explicarle a un hijo de sólo 4 años por qué su papá no puede ir con él a casa?.
Mate, bizcochitos, galletas marineras y para coronar la fiesta: un salamín medio deshecho por el calor, dieron marco a una charla más que cálida con estos compañeros, hoy rehenes del sistema.

Diego;fana de Boca, Carlos hincha ;Rojo. Duelo y apuesta. Acá apostamos, por ejemplo, que el perdedor te cebe diez termos de mate comenta divertido Carlos pero con Diego ... si gano ... pierdo, ceba unos mates horribles carcajada general. Jodido es cuando apostás la limpieza de la celda durante una semana agrega diego. La cosa no pasó a mayores el uno a uno dejó todo como estaba.

Las celdas son individuales y las requisas (acompañadas de algún que otro golpe) son habituales. A pesar de con los presos políticos se cuidan, la presencia de libros entre los internos, más si son
subversivos, resulta sospechosa. En el pabellón donde están ellos, el de conducta (buena), tienen un televisor de 20 para los más de 50 presos. Han visto Tumberos tiene poca semejanza con nuestra realidad, se parece más a Caseros dice Carlos
La otra vez acota Diego, vimos un capítulo, creo que el primero, y había una requisa. ¡Al otro día no va y nos cae una requisa a nosotros!, pero acá nada de pitos, ni de gritos de requisa requisa.

El tema del juicio no pudo faltar en la charla: las burdas pruebas presentadas en su contra, la movilización y el apoyo de la gente (que valoran y aprecian muchísimo) y las hermosas intervenciones de ellos. La de Diego agradeciéndole a Carlos el haber salvado su vida, pudiendo huir. La de Carlos, un alegato militante en defensa de la vida y el amor. También pudimos debatir, discutir vehementemente, sobre la situación del campo popular y su dispersión. Naturalmente no nos pusimos de acuerdo, pero valió la pena.

Nos fuimos, seguramente volveremos a verlos antes de que salgan, otros compañeros también vendrán. No están solos, ningún preso político lo está. No estamos solos, una parte de ellos vino con nosotros. Nos une la misma convicción, el mismo deseo de cambios, el mismo sentimiento solidario.
Cuando un aprende a ser solidario... empieza a saber que él existe pero que los demás también, y que la vida juntos es mejor que la vida de dominio de unos por encima de otros
termina la frase de Miguel Ángel Estrella

Diego tiene un rostro casi infantil, le falta un brazo, pero le sobra garra para enfrentar la situación y mirar el futuro con optimismo. Alguna vez precisamente, hablando del futuro, nos dijo
yo me imagino con Cascote yendo por las rutas para alguna provincia a volantear, a hablar con la gente y seguir peleando. Ningún descansar. Yo confío mucho en este pueblo. Sé que no vamos a claudicar ni Carlos ni yo.

Por otro lado como lo explicó en el juicio y lo reflejó Oscar con sencillez y sentimiento en una nota, el que lo llamen
Cascote
, el rescatar ese nombre, para Carlos tiene un valor especial. Así decidieron llamarlo sus papás, porque aspiraban que su hijo fuera humilde y sencillo. No se equivocaron. Orgullosos de él estarían sus padres desaparecidos, lo mismo que nosotros.
Orgullosos estarán sus hijos Felipe (por Felipe Varela) y la pequeña Manuela (por la esposa del libertador Simón Bolívar) cuando puedan reflexionar sobre la historia familiar. Aunque con sus cortos años Felipe ya sabe que su papá
está preso por defender el país
.

Rodolfo Grinberg
Agencia Rodolfo Walsh

Para quienes quieran escribirles:

Complejo carcelario N° 1 Ezeiza
Módulo 2; Pabellón A
Av. Constituyentes s/n
1804; Ezeiza