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Argentina: La lucha continúa

5 diciembre del 2002

No tengo otra bandera

Claudia Korol

Te despertás y tratás de entender la lógica de la muerte de los niños en Tucumán. Niños que mueren -porque lo dicen los medios de comunicación- mientras otros niños mueren sin que nadie los nombre.
Las muertes mostradas nos llenan de vergüenza y las muertes que nadie muestra nos llenan de hipocresía. La vergüenza y la hipocresía que nos despiertan esta mañana, son insoportables, como insoportables son las interminables negociaciones con el FMI que parte y reparte la deuda eterna.
Tal vez desayunes sabiendo que miles de pibes hoy no desayunan, no; y que sus madres no lo hacen desde antes. Tal vez pensás para qué hablar de esto que todos sabemos, para qué mencionar el hambre... sobre todo en el desayuno. Hay cierto pudor que nos impide hablar de estas cotidianas sensaciones, que no son política, que no son economía. Sensaciones que aprietan las tripas de ausencia, que prepara nuevas miserias. Porque vos sabés que los maestros y maestras cuentan, que de este hambre mañanero crece la cantidad de pibes que no entienden lo que ellos y ellas hablan, porque son palabras que no se comen, no sirven para calmar el hambre feroz y concreta que los deprime y desnutre. Porque vos sabés que hay muchos de estos pibes y pibas que empiezan a poblar las escuelas "diferenciales", en las que la llamada educación refuerza la discriminación. Y también sabés que otros muchos niños y niñas ya no van a la escuela, ya no llegan, porque acompañan a cartonear a los padres y a las madres, o los ayudan en el trabajo, o simplemente no van porque no tienen zapatillas y mucho menos lápices y cuadernos.
El día se vuelve mañana, y en el amanecer los chicos que sí van a la escuela, se cortan el cuerpo como contraseña de su identidad, de su existencia. Se cortan para demostrar su hombría, su valor, o quién sabe qué... Tal vez sea que se cortan para olvidar lo que les falta, la ausencia de futuro y de presente.
(Esta vez no puedo, no me sale escribir de política, tal como vos la entendés. Una política que se hace y rehace al ritmo que la diseña la dominación. Política que construye instituciones que se vuelven prisiones, para los que quieren cambiar la historia y para los que la sufren. Política que no permite más elecciones que las que admiten los que hicieron las instituciones.)
Vos creés que elegís esta mañana, cuando vas a trabajar; aunque sabés que de todas formas no podés dejar de hacerlo cuando hay miles esperando que vos te caigas para hacerse de ese puesto. Trabajás con la conciencia dolida de los pibes que mueren, de los jóvenes que se cortan la piel, de los niños y niñas que se desmayan en las escuelas, y de los padres y madres que no encuentran trabajo.
Es lunes 25 de noviembre y tenés que trabajar. Ayer, domingo 24, otros trabajadores y trabajadoras en Brukman, fueron presos por defender su lugar de trabajo. La Policía Federal, mandadera de los patrones de Brukman, entraron a la empresa, llevaron presos a quienes la custodiaban, rompieron algunas máquinas y robaron los papeles y documentos que testimoniaban la corrupción de los patrones que vaciaron la empresa pero no dejan de tener como socios al Estado y a sus fuerzas represivas. Por suerte ayer, al enterarte, saliste a la calle y te llegaste hasta allá, hasta la calle Jujuy, donde otros asambleístas, militantes sociales y políticos, se fueron a hacer realidad eso de que "si tocan a una nos tocan a todos". Lo hicieron realidad, lo hicimos realidad, con la presencia de cuerpos y voces gritantes y ocupantes de un espacio que reinventa la política en clave de poder popular, de solidaridad, de indignación, de resistencia. Fue hermoso ingresar nuevamente a la empresa, recuperarla, para todos y todas, no para unos.
Hoy es lunes 25 de noviembre, y algunas mujeres, no muchas tal vez, se encontrarán a recordar "el día de la no violencia contra la mujer", tema que no figura en las agendas políticas. Aunque en este día se recuerde a Patria, Minerva y María Teresa Mirabal Reyes, las tres hermanas dominicanas militantes del movimiento 14 de junio, que intentaron poner fin a la tiranía de Trujillo y fueron asesinadas, sus cuerpos mutilados y arrojados al abismo. Las tres mariposas, como se conocía a las hermanas, cayeron al abismo. Fue el feminismo quien decidió en su primer encuentro latinoamericano y caribeño, que no fuera el abismo del olvido el que repitiera su ausencia. Sin embargo, pensás, el tema tal vez no dé para cambiar las citas de los candidatos y candidatas a representarnos...
Las mujeres que sufren la violencia de género, las mujeres violadas, las mujeres maltratadas, las mujeres asesinadas por las dictaduras, las mujeres acosadas sexualmente, las mujeres que mueren por abortos clandestinos, las mujeres oprimidas por el patriarcado, no son tema de la política, de la estrategia. Es mejor no multiplicar sus voces, es mejor silenciarlas, es mejor que no se oigan sus demandas, que sus voces no contagien a las mujeres de quienes controlan y dominan, a diestra y a siniestra.
De muchos silencios se escribe el poder, de muchas discriminaciones, de opresiones múltiples, que jamás se ponen en el orden del día, que nunca son prioridad, que apenas asoman a los discursos políticos como mención, pero que no producen políticas concretas, aún entre quienes queremos cambiar los sentidos de la política.
¡La fiesta que haremos el día que Lohana sea maestra y ejerza en la escuela pública, que durante años negó la identidad de travestis, gays y lesbianas!
Es que la vida, la vida, ya no entra en las prisiones que nos prepararon. Y todas ellas están hacinadas de gente que allí vive y muere. Muchas veces sin sentencia. Muchas veces sin saber por qué.
Prisiones y manicomios, para encerrar a los que no se adaptan a este tiempo de cólera. Prisiones que se vuelven manicomios, y manicomios que son prisiones, como elecciones posibles, cuando no encontramos otras subversiones posibles del sentido común.
Mañana, 26 de noviembre, saldremos con Maxi y Darío a recuperar el Puente Pueyrredón. Mañana, dicen sus compañeros, no aceptaremos que nos toquen, que nos requisen, aquellos que mataron con sus balas de plomo a los pibes de la Verón.
Mañana, todos seremos Aníbal Verón, y Maxi, y Darío, y Teresa, y Vanesa, y los chicos del gatillo fácil, y los pibes que murieron en Tucumán, y los que no muestra la TV, y los que duermen en manicomios y prisiones, y los que no pueden elegir con el pensamiento nublado por el hambre, y las travestis asesinadas, y las mujeres violadas.
Todo esto no es política, te dicen. Lo llaman lucha social.
No será política tampoco esta náusea de ver el mundo y el país llorando sangre. La gente rota deshojando sueños.
No será política la memoria del que se vayan todos el próximo 20 de diciembre.
Aunque sí es política, este esfuerzo por domesticar la memoria. Aunque sí son políticas, estas intenciones de malversar la memoria.
La náusea atraviesa el espanto del hambre y de la ausencia de vergüenza, la desmemoria, los ocultamientos. La náusea es una manera de habitar este país cada día, con conciencia y espanto, dolor y esperanza cotidianos. La náusea es el asco que nos obliga a no pensar las consecuencias cuando el próximo 20 salgamos a las calles a inaugurar otro tiempo de furia y deseo, de rabia y amor. Será el desencuentro de las pasiones y las instituciones, un nuevo tiempo de rupturas, o no será. Será el momento de elegir, entre continuar como si nada, con las heridas marcadas en la piel, heridas como tajos, como las de los chicos de la secundaria, y hambre en las tripas, y sin trabajo, o será hora de encender rebeliones, de vomitar sobre los poderes que ocultan y oprimen, de recordar aquel viejo juramento de que la sangre derramada no será negociada.
Decía Pablo Neruda: "Que la hora llegue a su horario en el instante puro/ y el pueblo llene las calles vacías/ con sus frescas y firmes dimensiones./ Aquí está mi ternura para entonces./ La conocéis, no tengo otra bandera."
Será la hora de elegir, no a otros, sino por y para nosotros mismos. Será la hora de endurecerse, para enarbolar la ternura, derrotar a la derrota, y construir colectivamente una victoria cotidiana.