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Nuestro Planeta

7 de noviembre del 2003

La historia se repite en Huelva
Seso, mentiras y ciclo combinado

Rafael León Rodríguez
En la ciudad de Huelva y su entorno, ámbito tremendamente castigado por la contaminación y la destrucción de sus recursos naturales durante décadas, se está a punto de perpetrar un nuevo atentado contra el medio ambiente y la salud de los ciudadanos. Un atentado que ya ha comenzado a ejecutarse y que, de llevarse a término, dará al traste con la tan cacareada (y cierta y evidente, pero a todas luces insuficiente, exagerada e interesada) mejora de los parámetros ambientales producida en los últimos años por la acción de las empresas y de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.

El ciclo combinado es la nueva apuesta ganadora de las compañías eléctricas para satisfacer su codicia cueste lo que cuesta a la sociedad (ya se sabe: privatización de ganancias y socialización de perjuicios es un mecanismo esencial en el neoliberalismo). El nulo papel planificador de los poderes públicos en materia de ahorro y eficiencia energética y de impulso decidido a las energías renovables hace el resto. Y a Huelva le ha vuelto a tocar la "china", con la pretensión de construir 3 centrales de ciclo combinado (una en Huelva y dos en el vecino municipio de Palos de la Frontera) con una potencia total de 2.400 MW. En el Plan Energético de Andalucía, incluso, aparece referida una central más de 800 MW, que se instalaría en el término municipal de Huelva.

La polémica está servida y con parte de la sociedad onubense dividida (otra gran parte indiferente, la indiferencia es la enfermedad del siglo XXI) entre detractores y defensores del ciclo combinado. Entre estos últimos la Asociación de Industrias Químicas y Básicas de Huelva (AIQB), el Partido Socialista, los sindicatos mayoritarios y las propias compañías eléctricas. En este momento se sitúa en el centro de la polémica la central de ENDESA en la denominada Punta del Sebo, en parte de los terrenos ocupados por el Polo Químico proyectado y construido por la dictadura franquista. Es precisamente la menor de las centrales, con sólo 400 MW, pero la que despierta con mayor fuerza la sensibilidad ciudadana por diversos motivos. Por su cercanía a la ciudad, por el recurrente afán por recuperar esos terrenos para el disfrute de los ciudadanos de Huelva, y por la añoranza que nos produce a los que ya tenemos cierta edad el área donde se localiza, que antaño era lugar de ocio y esparc imiento familiar, la playa de Huelva. No obstante, el impacto sanitario y ambiental lo producirán todas las centrales y, especialmente, el conjunto.

Si algo se está poniendo de manifiesto en este debate abierto sobre las supuestas bondades de la eclosión del ciclo combinado en Huelva es la falta de seriedad y la desvergüenza de muchos de los sectores interesados en su instalación. Unos sectores que, al valerse permanentemente de la falacia como argumento, parecen pensar que los onubenses carecemos de inteligencia, de seso, demostrándonos una total falta de respeto.

Este grupo de presión en defensa de los intereses de las eléctricas pretende hacernos comulgar con la rueda de molino de que con la construcción de centrales de ciclo combinado, tanto el Polo como el conjunto de la industria onubense van a dar el salto definitivo para convertirse en un avanzado centro tecnológico e, incluso, de investigación, donde se darán cita los más novedosos proyectos de tecnología punta. Patrañas. Ese salto cualitativo en ningún caso dependerá de la instalación o no de estas centrales.

En su día, IU LV-CA, presentó un documento de trabajo denominado Plan de Desarrollo Sostenible de la Ría de Huelva y su entorno. En cambio, ese salto cualitativo, necesario y urgente, era precisamente el objetivo de las actuaciones y medidas propuestas en esa Plan con respecto a la industria onubense y a los terrenos del Polo. Recuerdo que lo presentamos en su momento a asociaciones de vecinos, sindicatos e, incluso, a la propia AIQB, foros que lo acogieron entre la indiferencia y casi la burla fácil, ante la utopía de aquellos "rojos" empeñados en acabar con cualquier atisbo de progreso. Los ciudadanos, ante la falta de difusión de los medios de (in)comunicación ni se enteraron.

Aquellas propuestas se centraban en el mantenimiento de la industria pero haciéndola compatible con otros usos, articulados en torno a los servicios y el ocio, para disfrute tanto de los onubenses como de posibles visitantes.

Pero ese mantenimiento del sector industrial, para ser sostenible y compatible con otros usos, y crear empleo de calidad, requería afianzar un nuevo modo de ver la actividad industrial, debiendo ésta transformarse hacia una nueva concepción integradora de producción e I+D+I (Investigación más Desarrollo mas Innovación). Por ello se consideraba esencial en aquel Plan la puesta en marcha en el Polo de un Centro de I+D+I para la investigación y desarrollo de tecnologías productivas más limpias y de técnicas de descontaminación y de recuperación de espacios degradados. Se propuso incluso, además de en el Ayuntamiento de Huelva, en el Parlamento Andaluz y el Congreso de los Diputados. Y llegó incluso a aprobarse con determinados matices, a pesar de que a los grupos parlamentarios mayoritarios casi les da la risa. Son así de responsables.

En el marco de este nuevo modelo el capítulo energético pasaba por el fomento de las energías limpias. Por ello el compromiso de IU siempre fue apoyar el olvidado proyecto Colón Solar, basado en una central en la que junto y a cambio de la producción de energía a partir de la combustión del gas natural, se desarrollase un proyecto piloto de obtención de energía limpia mediante la instalación de paneles fotovoltaicos. Pero claro, en aquel momento nadie pensaba todavía en que se pudiesen construir varías centrales de ciclo combinado en el entorno de Huelva. Hoy ya resulta impensable pensar en la posibilidad de defender el proyecto Colón Solar, pues podría convertirse en el Caballo de Troya del ciclo combinado.

En cualquier caso, de aquel modo sí se podría haber avanzado hacia el desarrollo sostenible, hacia una industria tecnológicamente avanzada y hacia la creación de empleo de calidad; mucho más empleo del proporcionado por el modelo actual. Así se podría haber comenzado a recuperar la Avenida Francisco Montenegro, sin necesidad de perder un sector industrial que, en cualquier caso tiene sus días contados por su obsolescencia. Así se podría haber acercado Huelva a su Ría. Un acercamiento que difícilmente puede decirse que se ha producido con la operación urbanística desarrollada en el área de pescadería. Huelva sigue igual de lejos de la Ría. Antes estaba separada de ésta por un espacio degradado y las vías del tren, ahora por un muro de cemento.

Los "mercaderes" del ciclo combinado (tanto mayoristas, como minoristas) también pretenden que creamos que el destino de la energía de estas centrales térmicas no es otro que posibilitar el abastecimiento energético suficiente para garantizar el funcionamiento de la industria. Pero la industria hasta ahora ha funcionado e incluso necesitaría menos energía si generalizara aun más actuaciones, como el fomento de la cogeneración, tendentes a un mayor ahorro y eficiencia energética, campo en el que ciertamente han avanzado notablemente la industria química y básica de Huelva. Algo lógico teniendo en cuenta la reducción de costes que supone.

Puestos a pensar mal podríamos llegar a la conclusión de que de lo que en realidad se trata es de posibilitar un crecimiento urbanístico desmesurado en el litoral onubense. Un crecimiento que por hacerse sobre la base de un modelo insostenible apoyado en el despilfarro de todo tipo de recursos (suelo, agua, espacios forestales, etc.) también requiere un elevado consumo y derroche energético.

Por otra parte, que nadie piense que estas centrales vienen a Huelva por el interés empresarial en beneficiar a los onubenses. No, las empresas en este salvaje contexto neoliberal buscan el mayor beneficio posible y cuanto antes mejor. Algo legítimo aunque no justo. Y si el ciclo combinado apetece Huelva es porque su instalación ahorra costes respecto a otros emplazamientos al contar con agua abundante y con una de las puertas de entrada del gas natural a España.

Pero tal vez la mentira, la burla, la gota que colma el vaso sea tener que escuchar que las centrales de ciclo combinado suponen una tecnología "cien por cien limpia". Falacia pura ¿Así defienden los que de este modo se manifiestan los intereses de los onubenses? ¿Mintiéndoles? ¿ Tratando de engañarlos? Las centrales de ciclo combinado emiten, sobre todo, dióxido de carbono. Este gas es el primer responsable del cambio climático. España se comprometió, en virtud de los protocolos de Kioto, a no incrementar su emisión de gases con efecto invernadero en más del 15% en el año 2010 con respecto a 1990. A finales del año pasado este incremento ya se cifraba en un 38%. En Andalucía este incremento alcanzaba el 46%. ¿Cómo se espera cumplir estos compromisos? ¿Con la instalación de una veintena de centrales de ciclo combinado en Andalucía (tres o cuatro de ellas en Huelva) que emitirían millones de toneladas de dióxido de carbono al año? ¿Cómo atribuir el carácter limpio a una tecnolo gía que incide directamente en le agravamiento del que, tal vez, sea el mayor problema al que en la actualidad se enfrenta el conjunto del Planeta y la propia supervivencia del ser humano? Pero, además, este calentamiento global, sobre el que existe un gran consenso en afirmar que Andalucía será una de las regiones más afectadas, supondrá el agravamiento de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, especialmente entre grupos de riesgo como niños y ancianos, y la aparición en nuestra Comunidad Autónoma de enfermedades, como el paludismo o el dengue, hasta ahora desconocidas para nosotros.

Estas centrales también dan lugar a la formación de óxidos de nitrógeno y este gas, a su vez, es precursor de la formación de ozono troposférico. Ambos gases son perjudiciales para el sistema respiratorio, así como para el cardiovascular. Los óxidos de nitrógeno forman también, en combinación con la humedad, ácido nítrico, responsable junto al dióxido de azufre de las lluvias ácidas. Por su parte el ozono, que ya ha dado más de un "susto" en Huelva aunque últimamente parece que su situación está algo más controlada, ha sido considerado en el informe SESPAS de 1999 como uno de los gases que en el futuro tendrá más incidencia de entre los que ocasionan efectos nocivos para la salud. Y también emiten en menor medida monóxido de carbono, gas que puede llegar a ser letal en concentraciones elevadas, y compuestos orgánicos volátiles, que pueden llegar a ser cancerígenos y sobre los que no se ha podido aun demostrar la existencia de unos niveles mínimos por debajo de los cuales sean inocuos.

Por lo tanto, hablar del ciclo combinado como una tecnología limpia o sostenible resulta, como mínimo, patético. Y tratar de concentrar varias centrales de este tipo en el entorno de una ciudad como Huelva, tan castigada durante años por la contaminación, no es de recibo, por mucho que haya mejorado la situación. Huelva necesita y debe exigir otro modelo de desarrollo industrial. Un modelo limpio, apoyado en la investigación y el desarrollo de tecnologías punta y creador de empleo de calidad. Podría parecer que estas demandas parten de la demagogia y del abuso del agravio comparativo pero, en realidad, son una cuestión de justicia. Huelva, tras tantos años de ser maltratada con la contaminación y con la destrucción de parajes paradisiacos convertidos en vertedero de residuos, no puede continuar basando su "desarrollo" en ser el lugar donde se acogen los proyectos que no quieren en ningún otro sitio. A Huelva sobre todo deberían venir esos otros proyectos apetecidos en cualquier parte.

Comprometámonos en Huelva con la eficiencia y el ahorro energético y con un modelo de desarrollo ambientalmente compatible, económicamente viable y socialmente justo y, si tras todo esto, aun es preciso instalar alguna central de ciclo combinado (algo improbable), hágase. Pero sin mentiras y con mas "seso". Y buscando la ubicación que menos perjudique los intereses sociales, a la salud y al medio. Los empresarios deben representar su papel: seguir buscando obtener los máximos beneficios económicos posibles. Pero los políticos, los agentes sociales y los ciudadanos no deben caer en el error de sumarse a esas pretensiones empresariales. Su papel es otro: buscar el interés y los beneficios sociales aunque ello suponga tener que recortar los beneficios de las empresas.