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Medio Oriente

8 de septiembre del 2003

El problema de la reforma árabe

Ali Abunimah
The Electronic Intifada
Los estados árabes están en una necesidad desesperada de reforma. Sus cientos de millones de habitantes - la inmensa mayoría de ellos por debajo de los 30 años de edad - carecen de las oportunidades y libertades básicas que tanto desean. En ningún país árabe la población es libre de cambiar su gobierno por medios pacíficos. Ningún país árabe observa el precepto de la ley, y cada sociedad se halla resquebrajada por desigualdades básicas que solo parecen agrandarse. El atraso en la educación y en la investigación científica y social implica que los mejores y más brillantes emigren a la primera oportunidad.

Más exasperaste es tratar de identificar que puede ser el agente para el cambio. ¿ Puede venir la reforma del interior?. Arabia Saudí, sufre una profunda crisis interna y se halla bajo presión de los EE.UU., donde muchos creen, sin fundamento, que el gobierno saudí estuvo implicado en los atentados del 11 de septiembre del 2001; ha mostrado escasa capacidad para responder activamente a favor de los múltiples retos de la reforma.

En Marruecos, hubo más esperanza a continuación de la muerte del Hassan II en 1999 de que su hijo y sucesor, Mohammed VI, traería una rápida democratización y una reforma económica. La prensa marroquí es considerablemente más libre, y abiertamente, elecciones parlametarias basadas en partidos políticos se han celebrado, pero el poder está todavía centralizado en las manos del rey y sus consejeros. Pese a los éxitos, la realidad ha quedado por detrás de las expectaciones.

Desde que el presidente Bashar Assad llegó al poder en Siria, ha habido un "para y arranca" en la apertura del espacio político, y un esfuerzo por revigorizar la economía. Bienvenido sea. Hasta cierto punto, Siria (aunque no se haya reconocido) ha respondido a las sesgadas amenazas de los EE.UU. Esto, irónicamente, ha puesto a los reformistas sirios en una difícil posición, al no querer parecer alineados con los EE.UU. a cuyas políticas regionales se oponen. Aún con la mejor de las intenciones, un genuino líder reformista debe construir un electorado para el cambio de la nada para resistir fuertemente a los protegidos del status quo. Todavía no esta claro que este proceso haya llegado a Siria.

Egipto, entretanto, está llevando a cabo reformas económicas con la esperanza de asegurarse un acuerdo de libre comercio con los EE.UU., no muestra signos de abrirse políticamente. Al contrario, continua con sus medidas de fuerza sobre las organizaciones no gubernamentales y otras instituciones de la sociedad civil que podrían fomentar el cambio social.

Aunque estos animados reformistas son notables, áreas inmensas del mundo árabe permanecen intactas por cualquiera de semejantes tendencias, no importa cuan tentadoras y cuestionables éstas pueden ser. Cuando el reto es acerca de por qué la reforma ocurre a semejante paso glacial, los dirigentes árabes típicamente contestan que ellos están comprometidos en "experimentos" que llevan su tiempo. Pero si estos experimentos duran demasiado -como invariablemente sucede -- pierden credibilidad, y los ciudadanos se vuelven apáticos y cínicos.

Mientras que la retórica nacionalista y estática que los gobiernos árabes y partidos únicos acostumbran a usar para justificarse detenta poco atractivo y credibilidad para la población joven, no hay ninguna alternativa ideológica unificada que se traduzca en un programa pragmático de gobierno y cambio. El Islamismo tiene un masivo atractivo como un impulso de oposición, pero no ha demostrado más pericia en confrontar problemas de la vida real, particularmente la falta de trabajo y oportunidades. Así es que si las perspectivas para la reforma internamente conducida son oscuras, ¿puede ayudar la intervención de fuera?.

Recientemente, la Consejera de Seguridad Nacional del Presidente George W. Bush, Condoleezza Rice, dispuso un manifiesto para "transformar" el mundo árabe en un oasis de democracia y prosperidad. Estudios a largo plazo, como el Proyecto del Banco de Centros de Investigación de Actitudes Globales, de forma consistente, muestran que la población del mundo árabe acepta la mayoría de los valores de libertad personal, económica y política predicados por los EE.UU., pero no confía en que los EE.UU. vayan a traerlos. Las razones son muy conocidas: la política americana con respecto a Israel y los palestinos se ha criticado mucho tiempo, mientras que la conducta americana en Irak se ve como motivada por planes imperiales y un deseo de petróleo. Para empeorar el asunto, un número creciente de personas ve estas políticas como parte de una Cruzada anti-musulmana.

Dejando Irak y Palestina de lado, hay otros problemas con la visión de América. Dado que los EE.UU. no tienen ninguna historia de apoyo a la democracia en Oriente Medio, tenemos que buscar ejemplos en el presente. El alumno estrella regional actual de Washington, y beneficiario de nueva ayuda económica masiva, es Jordania. Aunque Jordania permanece relativamente abierto comparado con algunos de sus vecinos, ha hecho escasos progreso hacia una democracia genuina desde que las elecciones parlamentarias en 1989, y, de hecho, ha dado pasos hacia atrás. Al mismo tiempo, Jordania ha sufrido una transformación superficial a una economía de consumo al estilo occidental, donde poseer un teléfono móvil, no una voz significante, es la marca de ciudadanía. Este modelo puede funcionar para los pocos a quien beneficia, pero deja fuera de la foto a una mayoría resentida en aumento.

Todavía algunos, incluso en el mundo árabe, creen que el masivo choque externo de la ocupación americana de Irak puede ser un catalizador necesario para revolver el cambio. Este argumento ve los motivos americanos como esencialmente irrelevantes: las fuerzas liberadas por la aventura americana en Irak llevarán al cambio positivo, aun cuando Washington intenta imponer su propia hegemonía y sostener a regímenes "moderados" obedientes. Pese al nacimiento de la frustración en las décadas de estancamiento, esta opinión está cargada de problemas. No menos de los que el choque externo está produciendo: una resistencia enorme que puede provocar tanto un impulso reaccionario como uno progresista.

Puede haber un modelo más positivo de intervención externa. Durante muchos años, la Unión Europea ha ofrecido la perspectiva de miembros asociados a países que llevaran a cabo reformas democráticas y garantizaran derechos políticos y humanos a sus ciudadanos. También ha ofrecido acuerdos de cooperación más limitados a los estados árabes mediterráneos. En ambos empeños, la UE ha usado el comercio y la ayuda para avanzar en la reforma. Este tipo de compromiso ayudó a transformar empobrecidas dictaduras militares en la Europa del sur, en sociedades democráticas prósperas. En los recientes años, el deseo de integración en la UE ha dado un codazo a Turquía alejándola de las tendencias nacionalistas y autoritarias fomentadas por el ataturkismo, llevándola hacia más democracia. Tiene un largo camino por andar, pero es notable que aquéllos en Turquía que empujan por la integración como miembros de la UE son aquellos menos ligados al militarismo turco y la represión.

El problema obvio con este modelo es que la UE que está a punto de sufrir una gran ampliación hacia el este y ya tiene el plato lleno. Y el proceso es lento. Los europeos también se sienten culturalmente distantes del mundo árabe y del Islam, aunque los lazos son más cercanos que entre los árabes y los americanos. Pero Europa tiene intereses económicos y políticos para ofrecer un acercamiento alternativo al mundo árabe al presentado por la maza americana. De hecho, este reconocimiento es lo que guió los acuerdos de cooperación Euro-Med que son valiosos, pero también limitados en su alcance. Lo que es vital es que la UE y los estados árabe acepten una agenda positiva, basada en la cooperación e igualdad.

Si Europa iniciara un compromiso intensivo y serio con uno o dos países árabes-y los acuerdos de cooperación Euro-Med quizás ofrecen un marco para ello--con alentadores éxitos como los que ayudaron a transformar anteriores sistemas autocráticos como España y Grecia, el clamor entre las poblaciones árabes para transformaciones similares podría ser irresistible.
Ali Abunimah
es uno de los co-fundadores de La Intifada Electrónica e Irak Electrónico.
Este artículo se publicó primero en The Daily Star el 27 de agosto de 2003