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Medio Oriente

14 de septiembre del 2003

Corea del Norte y la bomba atómica

Rafael Poch
La Vanguardia
Aunque habitualmente la ambición nuclear de Corea del Norte se atribuya a su intrínseca "maldad", de acuerdo con la teología del "eje del mal", hay explicaciones más racionales. La principal es que esos programas fueron una respuesta al despliegue de armas nucleares tácticas estadounidenses en Corea del Sur. En 1991 Washington anunció que había "retirado" esas armas de Corea y de los portaviones de su flota del Pacífico, pero que no excluía su reintroducción en caso de crisis.

La prensa surcoreana ha informado este año que esas armas siguen en el país "almacenadas" e incluso ha revelado algunas de sus localizaciones, pero oficialmente Estados Unidos dice que ya no tiene armas nucleares basadas en Corea del Sur. Pese a ello, el norte sostuvo su ambición nuclear por varias razones.

Primero, porque Washington mantiene, en cualquier caso, sus misiles nucleares en los submarinos estratégicos que patrullan la región y nunca ha excluido un "primer uso" de esas armas en respuesta a lo que considere una agresión de las fuerzas militares convencionales de Corea del Norte.

De todos los países presentes en la región, Estados Unidos es el único que mantiene esa doctrina de "primer uso", que significa disposición a atacar con armas nucleares sin que haya mediado una previa agresión a sus fuerzas u objetivos con esas mismas armas. China ya no tiene una doctrina de "primer uso". Como hacía la antigua URSS, Pekín dice que nunca disparará armas nucleares si no es atacada antes con ellas. La Rusia postcomunista sí contempla el "primer uso" en su doctrina, pero nunca ha amenazado con invocarlo en Corea como hace la "Nuclear Posture Review" de Washington.

Segundo, porque Estados Unidos mantiene en Corea del Sur una importante fuerza militar convencional de 37.000 hombres, que son 100.000 si se contabiliza toda la región. Corea del Norte, donde no hay tropas chinas ni rusas desde 1958, considera esa presencia como una amenaza potencial a su supervivencia.

Tercero, porque la disuasión nuclear le sale a la paupérrima Corea del Norte más barata que mantener un enorme ejército convencional, del que ya dispone, aunque tecnológicamente esté obsoleto con verdaderas piezas de museo soviéticas de los cincuenta y sesenta en su arsenal.En cuarto lugar aparece el motivo más decisivo: todo eso ha empeorado manifiestamente con la llegada al poder de la administración Bush.

Hasta el año 2000 Pyongyang observó con desconfianza el incumplimiento de su adversario del acuerdo alcanzado en 1994 según el cual, Estados Unidos ofrecía normalización de relaciones, promesas de no agresión, construcción de reactores nucleares sin posibilidad de uso militar (pagados por Japón y Corea del Sur) y suministros energéticos, a cambio de desnuclearización militar en Corea del Norte. De parte estadounidense, explica el entonces Secretario de Defensa, William Perry, el acuerdo se firmó en la general confianza de que el régimen norcoreano, "se iba a desmoronar en los próximos años". Pero el régimen sobrevivió, y en Washington llegó al poder un equipo ultra con fuertes conexiones con el complejo militar industrial, cuyo programa para Corea era el derribo del régimen del norte.

Al malogrado acuerdo de 1994 -que Corea del Norte tampoco observó al reemprender secretamente su programa nuclear- le sucedió el discurso del "eje del mal", con Iraq como demostración práctica, y una mención directa de Corea del Norte como país susceptible de "ataque nuclear preventivo" en la doctrina nuclear de Washington. En los últimos meses el ejército americano destacado en Corea del Sur se ha visto fortalecido por el despliegue, sin precedentes en la región, de todas las armas necesarias para llevar a cabo una "destrucción quirúrgica" de las instalaciones nucleares norcoreanas de Yongbyon; bombarderos invisibles, mísiles exactos, etc.

Desde todo esto se puede hablar de "responsabilidades compartidas" en la crisis actual y poner los acentos a gusto de cada uno. Lo que no se puede hacer es repetir, una y otra vez, como se lee en la mayoría de los informes de prensa, que; "la crisis comenzó el pasado octubre cuando Corea del Norte admitió mantener un programa nuclear en violación del acuerdo de 1994".

La teología es útil como propaganda, pero no para entender las razones del nefasto programa nuclear y de mísiles de ese pequeño y férreo país asiático.