VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Medio Oriente

27 de agosto del 2003

Irak y Palestina, los desnudos y los muertos

Manuel Vázquez Montalbán
Interviu
Ha sido voluntad expresa del Imperio ligar la guerra de Bagdad con la posibilidad de solucionar el conflicto entre israelíes y palestinos. Como si la solución en Palestina dependiera de la supervivencia de Sadam Husein al frente del Estado iraquí, la guerra de anexión encontraba una justificación moral. Eliminado el peligro iraquí, podemos solucionar el problema entre israelíes y palestinos . Horas después de la voladura del edificio de la ONU en Bagdad, un kamikaze palestino dinamita un autobús lleno de israelíes y se materializa con sangre la incredulidad con que ha sido acogido el plan de paz norteamericano. Al mismo tiempo, el espectacular acto terrorista de Bagdad demuestra la impotencia de los ganadores de la guerra para instalar la paz. Se busca paranoicamente a Sadam Husein como si de él dependieran los actos de resistencia cotidianos contra los ocupantes extranjeros, pero con Sadam Husein o sin él , es evidente que la resistencia proseguirá y plantea serios problemas políticos y morales a las potencias ocupantes.

¿Qué hay que hacer frente a una invasión y ocupación extranjera?

Por más que esa guerra haya sido presentada como un instrumento imprescindible para liberar a los iraquíes de la dictadura de Sadam Husein, no se han podido ocultar las motivaciones económicas y estratégicas de fondo y estamos ante movimientos de resistencia que evidencian la falsedad argumental de los invasores. Desde la perspectiva de la comunidad invadida ¿ son legítimas todas las luchas habidas y por haber contra los invasores? ¿Fue legítima la guerra de la independencia contra el ejército napoleónico que había invadido España o fue una perversa tontería movida por terroristas a las órdenes del Sadam Husein a la española, el lamentable Fernando VII? ¿Fue legítimo que en toda Europa se tramaran movimientos de resistencia contra la invasión nazi o se trató simplemente de una reacción terrorista poco considerada con las ventajas derivables del Orden Nuevo prometido por los nazi-fascistas?

A todas luces es lógico que los iraquíes se subleven contra la ocupación militar de potencias extranjeras y mayoritariamente no asuman gobiernos colaboracionistas, como no los hubiéramos asumido en España en circunstancias semejantes. Ya no se trata de una lucha planteada entre seguidores del presidente derrocado por los invasores y los invasores, sino entre iraquíes y los invasores. En la medida en que la razón emancipatoria sea la determinante, la resistencia será cada vez más seria y dará pie para movimientos coincidentes en otros territorios ocupados por las potencias en otro tiempo llamadas occidentales. Por ejemplo, en Afganistán. No parece casualidad que el atentado de Bagdad coincida con el de Palestina y con las pruebas de una insurgencia talibana en Afganistán.

¿Por qué la ONU?

Altos funcionarios se han quejado de que precisamente la ONU, que se opuso a la guerra de anexión y que ahora trata sólo de colaborar en la campaña de reconstrucción, haya sido señalada por el dedo dinamitador. La ONU mantuvo un bloqueo despiadado contra la población iraquí y tramó un conjunto de disposiciones ambiguas que en todo momento estuvieron a punto de legitimar la intervención militar. Es más. Las cabezas más visibles de esa intervención, Bush, Blair y Aznar, siempre se acogieron a resoluciones de la ONU como justificativas de la guerra. Es evidente que el interés actual de Estados Unidos para que la ONU ejerza un papel protagonista en la reconstrucción de Irak trata de obtener la legitimidad indirecta de la ocupación militar. La brutalidad del atentado ha dejado un rastro de muertos, pero también de desnudos. Entre los muertos, un español, un capitán de navío que no había ido en son de guerra, sino dentro del grupo de cooperantes de la ONU.

Va a ser imposible mantener la doble verdad y el doble lenguaje en Irak , Palestina y Afganistán, y todo conduce a temer el incremento de la lógica intervencionista y el aumento de los ejércitos de ocupación. No es cuestión baladí para los españoles. De espaldas al estado de opinión antibelicista aplastantemente mayoritario en la sociedad española, hay soldados nuestros en Irak que tienen permiso para morir y para matar, soldados profesionales pero también ciudadanos que deberían asumir que la mayor parte de la sociedad española que les ha contratado no cree en esa guerra. Sería necesario un movimiento civil de protesta que reclamara la inmediata repatriación de nuestros soldados y una clarificación total sobre los límites humanitarios de la filosofía intervencionista que emana del jefe del Gobierno y del ministro de la guerra. Ya tenemos un muerto en este desvergonzado asunto. Desnudos tenemos muchos más, si se puede considerar un desnudo el ir por la historia con el culo al aire.