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Medio Oriente

31 de julio del 2003

Documental sobre Palestina (2002)
"La Franja de Gaza" de James Longley

Nigel Parry
The Electronic Intifada
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
"Casi todos en la Franja de Gaza tienen una historia y, si eres paciente, probablemente te la contarán."
James Longley

"Gaza Strip" (La Franja de Gaza) de James Longley es un documental de 74 minutos de duración filmado entre enero y abril de 2001, un período que cubre cuatro meses antes del comienzo de la segunda Intifada palestina -inmediatamente antes de la elección de Ariel Sharon como primer ministro de Israel- hasta el fin del tercer mes de Sharon en el poder.

"Hice esta película", señala Longley en el comentario del director que acompaña a la versión muy recomendada en DVD, "para satisfacer mi propia curiosidad sobre lo que sucedía en la Franja de Gaza desde que descubrí que era muy difícil encontrar información en los medios dominantes y lanzar una mirada detallada a lo que sucede: cómo es la gente, en qué piensa."

Longley estudió cine en la Universidad de Rochester y en la Wesleyan University en Estados Unidos, y en el Instituto Ruso de Cinematografía (VGIK) en Moscú. Recibió el Premio Estudiantil de la Academia de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas por su corto documental de 1994 co-dirigido con Robin Hessman, "Retrato de un niño con perro", sobre un muchacho en un orfanato moscovita. El año pasado, Longley devolvió su premio en protesta por el evidente prejuicio de la Academia contra el film palestino "Intervención divina".

"Gaza Strip" se concentra en otro niño, Mohammed Hejazi, un palestino de 13 años que vive en Sejjaia, un vecindario de la Ciudad de Gaza, y trabaja como vendedor de periódicos. Longley encontró a Hejazi por primera vez en el cruce Karni, una frontera controlada por Israel entre la parte septentrional de Gaza e Israel propiamente tal, escena de frecuentes choques entre niños palestinos lanzadores de piedras y soldados israelíes.

Como de costumbre, entre 50 y 60 niños van una vez por semana a lanzar piedras, sobre todo como un gesto simbólico debido a una geografía asesina que coloca tentadoramente el puesto de control israelí fuera del alcance de las piedras, pero totalmente dentro del alcance de los fusiles de los soldados israelíes que están estacionados en ese sitio. Las resultantes víctimas entre los niños, confirmadas por varias organizaciones de derechos humanos, han sido numerosas, a pesar de que no presentan una amenaza verosímil para los soldados. Longley había leído sobre esos niños en un artículo del New York Times y, después de llegar a Gaza, buscó a los niños como personajes de su documental. "En realidad no hacen nada efectivo contra la ocupación y lo saben", dice Longley, "pero resisten a su manera".

El agradable y atrevido Hejazi no es representativo de otros niños palestinos de su edad en el sentido de que abandonó sus estudios secundarios, mientras las familias palestinas normalmente dan gran importancia a la educación. Por cierto, el hermano mayor de Mohammed logró el segundo galardón académico para su edad en toda Gaza y a todos sus demás hermanos les va muy bien. Pero su visión disociada de la vida y su humor de superviviente que usa para enfrentar su desesperada situación habla por todos los niños de Gaza. Todos los niños sueñan e imaginan. En la guerra, los niños sueñan con liberar su país y se imaginan vidas fuera de los confines opresivos de su vida. Mohammed es uno de esos soñadores, increíblemente expresivo para su edad.

"Gaza Strip" no contiene una narración en la tradición realista del cinema verité y presenta tal cual el comentario de Mohammed y de otros palestinos, con subtítulos fáciles de leer para aquellos que no hablan árabe. El documental da continuamente a los palestinos la oportunidad de expresar sus opiniones terriblemente realistas sobre las horrendas realidades que resultan de una vida vivida bajo la ocupación militar, que son fácilmente identificables con la opinión general palestina para cualquiera que haya pasado algún tiempo con la gente que vive la situación.

Ante un fondo de carretas de burros y coches destartalados que se arrastran por la playa de Gaza para sortear los puestos de control israelíes en la continua lucha por mantener -de cualquier modo- una vida normal, Longley presenta comentarios de entrevistados en la calle de una cola 'democrática', por su ubicación, de palestinos, jóvenes y viejos, los que son obviamente pobres y los más acomodados, que se arrastran penosamente a lo largo de la playa. Escenas como ésta son como un golpe en el estómago, que recuerdan sin dejar duda alguna el hecho central de la vida bajo la ocupación: los mecanismos sobre el terreno de la ocupación apuntan no sólo a los militantes palestinos sino a todos los palestinos.

El evidente sentido común de las quejas de todos nos da una idea de la sólida base que el conflicto crea en la gente que debe vivir en él y presenta un antídoto necesitado desesperadamente contra la impresión dejada por las imágenes de violencia y las manifestaciones palestinas que llenan desproporcionadamente nuestras pantallas de televisión.

Ofrece el mismo espacio a los presentes en las repercusiones de la muerte de un niño que recogió un artefacto explosivo disimulado, dejado por un tanque israelí. De la misma manera, nos obliga a confrontar la indiscutible normalidad de padres, madres y sus niños en el inquietante resultado médico de un despliegue israelí de gas nervioso contra civiles palestinos. Este último punto subraya el motivo por el que este documental responde a una necesidad tan urgente.

"Me resultó extraño", dice Longley, "que ese incidente en especial nunca haya alcanzado los medios dominantes, especialmente en EE.UU." El 12 de febrero de 2001, después de un ataque israelí con un gas con características evidentemente diferentes de y mucho más severas que el gas lacrimógeno utilizado por doquier, 50 personas fueron llevadas con severas reacciones a los hospitales Amal y Nasser en Khan Younis. Durante la semana siguiente esa cifra aumentó a un total de 200 personas, que seguían sufriendo los efectos dañinos del gas, con violentas y dolorosas convulsiones.

"Gaza Strip" mantiene un buen equilibrio entre las escenas de tragedia individual y las secuencias de sufrimiento masivo. Es un retrato convincente de la vida humana en tiempos de guerra, un poderoso instrumento para explicar en términos simples lo erróneo de la ocupación militar israelí a largo plazo o cualquier otra ocupación extranjera, y es un llamado para que nos preocupemos por las situaciones que nuestros gobiernos endosan y que generan una merecida hostilidad de nuestros vecinos en este planeta.

El documental tiene el efecto de disipar una serie de mitos dominantes sobre el conflicto que presentan en los medios mundiales a los palestinos en sólo dos dimensiones: que los padres palestinos permiten que sus niños participen en el lanzamiento de piedras o que incluso saben de su participación; que los palestinos en su conjunto apoyan la dirección de Yasir Arafat; que el uso de fuerza militar por Israel es proporcional o que apunta de alguna manera a los reales combatientes palestinos; y que el pueblo palestino no desea la paz con los israelíes. Todas esas nociones son expuestas como evidentes disparates mientras acompañamos a Longley en su viaje por Gaza y nos encontramos con palestinos de la calle.

Después de ver "Gaza Strip", un documental hecho por un ciudadano del país que tiene la principal responsabilidad por la continuación del conflicto, lo que más nos condena es que no nos odian. La evidente falta de rencor de los palestinos, vista a través del lente de Longley es una poderosa palabra de paz expresada por un pueblo cuyos opresores han invertido mucho para presentarlos falsamente como violentos e intransigentes.

Lo que "odian" los palestinos -una expresión claramente inadecuada considerando la amplia gama de edades y de niveles sociales de los entrevistados en "Gaza Strip" y el hecho de que la mayoría presentan un reportaje calmo, conciso y objetivo de los horribles eventos que tienen que sufrir- es lo que todos deberíamos odiar: la violencia contra los pobres e indefensos en una tragedia provocada por el hombre que la comunidad internacional y Estados Unidos en particular podrían hacer mucho por resolver.

"Resumiendo", dice Longley en el sitio oficial en la red de la película en:
http://littleredbutton.com/gaza , "filmé más de 75 horas de material. Por cada minuto en el film terminado hay una hora entera de material que tuve que abandonar". Lo mismo podría decirse de la película. Sin embargo, "Gaza Strip" es sólo un breve vistazo a una pesadilla que dura décadas de aplanadoras y fronteras con guardias, de munición e inseguridad: destila coherente y objetivamente la esencia de la experiencia palestina.

Hay mucho más que se podría decir sobre este documental simple pero poderoso, en breve, este testimonio es profundamente necesario y merece obtener un público lo más amplio posible.

29 de julio de 2003
Gaza Strip puede ser adquirida en DVD (muy recomendado) o VHS por 29,99 dólares en http://www.arabfilm.com/item/202/. http://arabfilm.com, tiene un excelente catálogo de películas palestinas.
Nigel Parry es uno de los fundadores de The Electronic Intifada