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Medio Oriente

11 de julio del 2003

Bush y Mandela se repelen
Esclavitud y diplomacia

Lisandro Otero
ORGANIZACIÓN EDITORIAL MEXICANA
En el cielo sudafricano se cruzaron dos aviones. De una parte el Air Force One aterrizaba en Pretoria con su carga de pandilleros del petróleo: Bush, Condoleezza, Powell. Casi al mismo tiempo despegaba un avión de la South African Airways conduciendo la dignidad y la honradez del continente africano, Nelson Mandela. Ambos hombres se repelen como el aceite y el agua. Es natural que así sea porque son los antípodas en la escala del honor. De una parte la voracidad neocolonialista, la rapiña y el ultraje cultural; de la otra la resistencia íntegra, el patriotismo y la defensa de su raza: Bush y Mandela.

Cuando el mandatario norteamericano aterrizó en Pretoria le saludaron carteles poco amistosos conducidos por masas enardecidas: "Bush, arma de destrucción masiva". Mandela se iba dejando atrás una declaración lapidaria: "Bush es un hombre que no ha aprendido a reflexionar".

Apenas unas horas antes, en Senegal, conducido por el presidente Abdoulaye Wade, el presidente yanqui había visitado la isla de Gorea, enclave de negreros, donde fueron depositados un millón de africanos antes de emprender el viaje hacia América para someterse a la servidumbre del esclavismo. Dicen los franceses que quien se excusa, se acusa. Bush declaró que la esclavitud fue uno de los grandes crímenes de la historia Estaba dirigiendo sus palabras hacia dos objetivos: el público africano que lo espera durante esta gira y el electorado negro norteamericano del sur de los Estados Unidos, donde el republicano alcanzó menos del 10% de los sufragios.

En Estados Unidos el sistema esclavista protagonizó una de las grandes masacres de la historia, la Guerra de Secesión, que costó un millón de muertos. Los cautivos eran sumidos en horrendos barracones y en un abismo moral. Según algunos en un par de siglos alrededor de diez millones de africanos fueron arrastrados a América. Es la migración forzosa más cuantiosa que se recuerda.

En la segunda mitad del siglo XIX la burguesía reclamó un cambio porque la revolución industrial basada en máquinas de vapor, mano de obra libre y trabajo asalariado había demostrado ser más rentable que el sistema esclavista. Los amos de esclavos se percataron que el sistema era un freno a su desarrollo y decidieron eliminarlo.

Durante todo el siglo diecinueve el negro, arrebatado de sus tierras africanas por mercaderes de mano de obra, fue tratado como un rehén de un modo de producción, un prisionero, un guerrero vencido que merecía todas las cargas que su derrota le imponía. Se le sometió, por añadidura, a un proceso de deculturación para disolver su identidad, lo cual los obligó a una clandestinidad de sus valores culturales. El miedo al negro, a su posible preponderancia futura, fue el motor del pensamiento político americano durante una centuria.

Muchos norteamericanos creen que la abolición de la esclavitud fue un logro gringo porque Lincoln decidió heroicamente, con un gesto emancipador y humanista, terminar con la servidumbre humana. Lo cierto es que Lincoln escribió a Horace Greeley que su objetivo esencial era preservar la unión de las ex colonias inglesas y que si hubiera podido lograr la cohesión del Estado conservando el esclavismo, lo hubiera hecho así. En su discurso de toma de posesión declaró. "No tengo ningún propósito de interferir, directa o indirectamente, contra la esclavitud en los estados donde aún existe". En 1855 Lincoln había escrito: "todos los hombres son iguales, excepto los negros."

La proclamación emancipadora de 1862 recibió la unánime repulsa de su gabinete cuando Lincoln la sometió a sus colaboradores. No fue hasta 1863 que logró respaldo para su decisión y fue emitida entonces. El propósito principal era destruir la logística enemiga. Los negros esclavos eran los principales factores de propulsión humana de los servicios tras el frente. Liberándolos podía fracturar la intendencia militar de los sureños.

La gira africana de Bush busca fuentes alternativas de petróleo en los estados del Golfo de Guinea y a su retórica sobre el sida, la democracia y el antiterrorismo trata ahora de añadir los emblemas de libertador de los negros.