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Medio Oriente

26 de junio del 2003

La hoja de ruta del Marqués de Sade

Israel Shamir
(Conferencia dada en París el 18 de junio de 2003)
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
La Hoja de Ruta no es un compromiso entre palestinos y judíos, sino entre judíos y judíos, ninguno que viva en el Medio Oriente, sino entre judíos liberales de Nueva York y judíos neoconservadores de Washington. Ambos grupos se dedican a la preservación y a la prosperidad del Estado Judío, pero sufren un considerable desacuerdo: mientras neoconservadores como Perle exterminarían y evaporarían a sus enemigos a la Josué hijo de Nun, los liberales como Tom Friedman piensan que los goyim (no-judíos) debieran ser encarcelados en la seguridad de la Franja de Gaza, protegida por soldados de la OTAN. Ahora bien, esos dos grupos llegan a un compromiso por los siguientes motivos. La etapa activa de la conquista estadounidense de Irak ha terminado, pero el ejército de EE.UU. se desangra en Irak y Afganistán. Para reemplazar a los soldados de EE.UU. con conscriptos franceses, indios y otros y antes de lanzarse a la etapa siguiente, la conquista de Irán, existe una creciente necesidad de mostrar al mundo que la guerra no fue una horrible empresa imperial realizada en función de los intereses de los sionistas, sino algo diferente. Por lo tanto se apresuran a presentar la Hoja de Ruta.

Las dos tendencias judías de EE.UU. producen drama a las mil maravillas. Aunque la diferencia real entre las dos es mínima, se las arreglan para oscurecer todo con sus diatribas. Igual como un comerciante experimentado se lamenta de su desgracia para animar a un inocente comprador a cerrar el negocio, los sionistas incondicionales se lamentan por "las fronteras de Auschwitz" de la Hoja de Ruta. Algunos amigos de Palestina, especialmente los que creen en la solución de dos estados, ven a los judíos angustiados y caen en la trampa. Llegan a la apresurada conclusión que la Hoja de Ruta es buena y justa para los palestinos.

"Los sionistas están histéricos", -exclaman, "porque temen a este inflexible vaquero de Texas. ¡Les mostrará la independencia de la mente estadounidense!

"¡La paz está cercana!", proclamó Ali Abunimah, pasándose de precipitado como siempre. (en un trabajo llamado ¿Quién teme a la Hoja de Ruta? [1] "Los partidarios de Israel están presos de pánico incluso ante la aparición de un mínimo de equidad y reciprocidad en el plan."

Lástima, nadie tuvo miedo de la Hoja de Ruta. Abunimah et al repitieron el error de la joven esposa del príncipe de Bauffremont, un conocido sodomita en una deliciosa pero atrevida historia del Marqués de Sade:

"Le habían dado en matrimonio una damisela totalmente inexperta a la que, siguiendo la costumbre, habían instruido tan sólo la víspera.

"-Sin mayores explicaciones -le dice su madre- como la decencia me impide entrar en ciertos detalles, sólo tengo una cosa que recomendaros, hija mía: desconfiar de las primeras proposiciones que os haga vuestro marido y contestadle con firmeza: "No, señor, no es por ahí por donde se toma a una mujer decente; por cualquier otro sitio que os guste, pero por ahí de ninguna manera...".

"Se acuestan y por un prurito de pudor y de honestidad que no se hubiera sospechado ni por asomo, el príncipe, queriendo hacer las cosas como Dios manda al menos por una vez, no propone a su mujer más que los castos placeres del himeneo; pero la joven, bien educada, se acuerda de la lección:

"- ¿Por quién me tomáis, señor? -le dice-, ¿Os habéis creído que yo iba a consentir algo semejante? Por cualquier otro sitio que os guste, pero por ahí de ninguna manera.

"- Pero señora...

"- No, señor, por más que insistáis nunca accederé a eso.

"Bien señora, habrá que complaceros -contesta el príncipe apoderándose de su altar predilecto-. Mucho me molestaría que dijeran que quise disgustaros alguna vez."

Esto nos lo cuenta el Marqués en su cuento acertadamente intitulado "EL ESPOSO COMPLACIENTE".

Es posible que también el presidente Bush se haya sorprendido ante el inesperado apoyo a la Hoja de Ruta de partidarios de la causa palestina. Se suponía que la rechazarían directamente porque era ciertamente un plan adecuado para el Marqués de Sade. Pero estaban programados para aprobar todo lo que rechazaran los sionistas y cayeron en la trampa. Los partidarios de dos estados entre ellos parecen tan engañados por su idea de lo que es pragmatismo que están totalmente dispuestos a caer en cualquier trampa. Por cierto, la Hoja de Ruta sería horrenda si funcionara y las condiciones impuestas por el gobierno de Sharon la convirtieron en algo grotesco. Fue descrita con acierto por nuestros colegas Jeff Blankfort[2], Ran HaCohen[3] y Kathleen Christison en Counterpunch, por Edward Said, Uri Avnery, Jennifer Loewenstein y otros. Las 14 condiciones del gobierno israelí rechazaron otro elemento positivo que podía haberse encontrado en la Hoja de Ruta. En el mejor de los casos, el proceso produciría unas pocas reservas amuralladas para nativos bautizadas de "Estado Palestino".

¿Significa que nosotros, los defensores de la humanidad, tenemos que combatir la Hoja de Ruta, como lo propusieron algunos amigos? No, a menos que uno quiera seguir el ejemplo de Don Quijote y batirse contra molinos de viento. Un chiste aún más atrevido habla de un hombre con una enfermedad venérea en estado avanzado al que el médico le dijo que había que proceder a una amputación. Desesperado, corrió rápidamente de un médico a otro experto, hasta que el mejor especialista lo tranquilizó diciéndole que la operación no era necesaria: el miembro enfermo ya se había desprendido.

En otras palabras, no hay motivo para combatir contra ese plan ficticio de paz, porque desaparecerá muy pronto por sí solo como el Plan Jaring, el Plan Saudí y otros planes. Los ataques con misiles de Sharon contra Gaza indefensa, la comedia del "desmantelamiento de asentamientos" y la decisión final de reforzar los asentamientos, prueban que los dirigentes israelíes no tienen ni la menor intención de ajustarse siquiera a su modesto marco. Ahmed Bouzid, el buen analista de Filadelfia, lo resumió correctamente: "Cualquiera que haya seguido este conflicto y que tenga un mínimo sentido de la historia sólo puede ver la última declaración del gobierno israelí como nada más que una maniobra dilatoria. [4]"

Precisamente, ¿por qué iban a aceptar el plan, o cualquier plan de paz? Los sionistas se sienten como el Rey en la Montaña, el único poder regional de importancia. Irak fue doblegado por la heroica Jessica Lynch y sus compañeros de armas, mientras Teherán espera su turno. Se rumorea que el general Garner renunció a su posición en Bagdad porque le prometieron el virreinato en Francia cuando sea ocupada. El presidente Bush quedó expuesto una y otra vez como un dócil instrumento en manos de los sionistas.

No hay ni la menor posibilidad de alguna solución en Palestina, si no es la solución de la igualdad, de la ciudadanía unificada y de la plena integración de todos los habitantes de Palestina. Los partidarios de los dos estados no engañan a nadie fuera de ellos mismos. Pero lo que es peor, no hay posibilidad alguna de esta solución hasta que algún grado de igualdad penetre el discurso de EE.UU. ¿Por qué, por cierto, discuten los medios esta Hoja de Ruta inexistente? Es una prueba más de una enfermedad llamada el desequilibrio del discurso. Los recientes actos de terrorismo en Gaza y Jerusalén sirvieron de recuerdo a los que dudaban. Mientras la muerte de civiles inocentes en Gaza es mencionada apenas en lo que los periódicos estadounidenses han descrito como "violencia", ésta subrayada al día siguiente cuando la "violencia" visitó Jerusalén Oeste. Esta anomalía se combinó con numerosas otras, del increíble 80 por ciento de toda la ayuda externa de EE.UU. que va a Israel, al espacio que los medios otorgan a los temas judíos, desde el holocausto a la Cábala. En conjunto representa un fenómeno extraordinario.

Nos lamentamos por la tragedia palestina, pero también debiéramos lamentar la tragedia estadounidense, porque esa gente robusta, que solía ser conocida por su habla franca y su inquebrantable independencia, probablemente saldría perdiendo si compitiera en cuanto a pensamiento independiente con los gansos, o ganarían por poco. Sólo hace poco los estadounidenses estaban extremadamente enojados con el presidente Clinton. No porque tuvo un affaire extramarital, decían los estadounidenses, sino porque mintió. Podemos perdonar cualquier cosa, pero no una mentira. No sólo los periódicos lo atacaron por su mentira bastante inocente, sino el Congreso trató de impugnarlo por este motivo.

Hace veinte años, el presidente Nixon fue prácticamente desollado y linchado por la misma ofensa: mintió, clamaban los medios, mintió, repitieron los estadounidenses y tuvo que renunciar. Pero ahora, el presidente Bush mintió -y su mentira no fue un asunto pequeño y sórdido, sino la inmensa mentira de las armas de destrucción masiva de Irak. Bueno, a quién le importa, dice, desenfadado, Wolfowitz, y Tom Friedman repite, sí, a quién le importa un pepino, ciertamente, no es "la verdadera historia que nos debería preocupar. [5]"

Amén, dijeron los estadounidenses, ya se nos olvidó que mencionó las armas de destrucción masiva. Parece que los judíos estadounidenses deciden no sólo quién es un antisemita (alguien que pide la igualdad entre un judío y un no-judío) sino quién es un mentiroso.

No me preocupan los principios morales estadounidenses, sino su total sumisión ante la manipulación, su disposición a repetir sinceramente cualquier cosa que les dicen, lo que equivale a una señal de posesión. Como en la tradición haitiana, fueron convertidos en un zombi por un siniestro Warlock, los Maestros del Discurso. Los pocos maravillosos amigos que tenemos en EE.UU. se acercan más y más a la lamentable posición de los disidentes soviéticos, con una diferencia importante. Los disidentes tenían pleno apoyo de Occidente, mientras que los disidentes estadounidenses de la actualidad se encuentran solos.

Ahora, todos nos orientamos a seguir el juego, e incluso Casandra tuvo dificultades para lamentar la introducción del caballo de madera dentro de los muros de Troya, cuando todos se alegraron ante tan espléndido regalo. Pero en EE.UU., el conformismo excedió todos los límites normales. Peor todavía, ese desequilibrio no quiere quedarse en ultramar sino que invade Europa. Los lores mediáticos totalitarios de EE.UU. están invirtiendo en las comunicaciones europeas. El multimillonario en dólares Haim Saban, un judío israelí-estadounidense, está adquiriendo KirchMedia, el principal propietario de cadenas de televisión en Alemania. También es el mayor donante a los partidos políticos en EE.UU., y un gran partidario de Israel -hasta el punto que la Universidad de California se negó a darle aprobación de seguridad [6].

Es fácil imaginar el tipo de programas que su televisión va a emitir. Este intento de secuestrar la mente de Europa debiera ser detenido, y hay que impedir que los productos estropeados de EE.UU. -carne genéticamente modificada, telenovelas, "noticias" ingresen a Europa.

Francia es el eslabón más importante en la represa que detiene la inundación estadounidense. Si el presidente Chirac no hubiese mantenido su posición de principio, Schroeder de Alemania y Putin de Rusia no se hubieran atrevido a objetar al ataque de EE.UU. contra un indefenso Irak. Ustedes pueden estar orgullosos de sus líderes, y darles su apoyo. Francia necesita unidad, y ningún tema une a los opositores al Imperio como el tema de Palestina. Seamos el lazo de unidad entre el pueblo francés nativo y adoptivo.

Francia es la reluciente estrella en la constelación europea. Que este maravilloso país de pequeñas rutas curvas, viñedos y granjas, grandes catedrales e iglesias parroquiales y al mismo tiempo de industrias y comunicaciones modernas, de gente amistosa y reflexiva, sea también su estrella guía. Francia es importante para los países de Europa oriental, para quienes la integración a la UE podría representar un respiro frente a sus dirigentes pro-estadounidenses y pro-sionistas, entrenados por Soros. Francia es importante para Rusia, su tradicional aliado, para que los rusos puedan liberarse de los vestigios del régimen de Yeltsin instalado por la CIA.

Francia es importante para el Medio Oriente, pero sobre todo es importante para EE.UU. Este país no puede alzarse solo contra el Imperio, tampoco deberíamos empujar hacia la confrontación. Que Francia constituya un ejemplo a seguir para los buenos estadounidenses, como lo fue en los primeros días de la república. Los estadounidenses más privilegiados lo saben. En una pequeña aldea en la Champagne encontré a un visitante frecuente, un Mr. Cohen del New York Times. Los días de semana se queda en Manhattan, come 'freedom fries' con gefilte fish, y exhorta a que se castigue a la traicionera Francia, pero los fines de semana vuela a Francia para gozar de este país verdaderamente civilizado. En su corazón lo sabe: El Imperio Estadounidense bajo sus ejecutivos texanos y sus lores judíos de la prensa es un asunto extremadamente incómodo, incluso para sus adeptos, casi tan incómodo como el estado judío medio-oriental.

Después de todo, en la civilizada Francia, al Marqués de Sade lo enviaron a un asilo psiquiátrico y no le pidieron que hiciera Hojas de Ruta.




Notas

[1] http://electronicintifada.net/v2/article1428.shtml

[2] http://www.counterpunch.org/blankfort05272003.html

[3] Carta de Israel/Antiwar.com 21 de mayo de 2003

[4] http://www.philly.com/mld/inquirer/news/editorial/5993253.htm

[5] NYT, 4 de junio de 2003

[6] AP, 15 de mayo de 2003