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Medio Oriente

26 de junio del 2003

Caminos y escollos para la paz en África. El caso de los Grandes Lagos

Juan Carrero Saralegui
XVI Encuentro de Antropología y Misión

Un encuentro de antropología y misión no es exactamente un foro de análisis político. Tampoco mi intervención va a ser una exposición académica y aséptica. Está hecha desde un esfuerzo de compromiso por el ser humano, objeto de la antropología, y desde la vivencia de fe, de la que nace la misión.

Paz y paces

Antes de entrar de lleno en el objeto central de mi exposición quiero hacer algunas reflexiones generales sobre la paz y otras cuestiones estrechamente relacionadas con ella, como son el perdón, la reconciliación, la justicia, la verdad o la libertad. Cuando decimos "la paz"¿De qué estamos hablando? Me gustaría referirme brevemente al menos a tres acepciones de un término tan rico en contenido, pero también tan manoseado e incluso tan manipulado.

1ª. La paz como ausencia de guerra abierta o de conflicto lo suficientemente agudo. La paz así entendida no siempre supone una sociedad verdaderamente reconciliada. Con frecuencia esta paz no es tanto una cuestión de reconciliación como de orden público, ya sea en el ámbito nacional o en el internacional. Durante la llamada pax romana, por ejemplo, llegó a haber en Roma tantos esclavos como ciudadanos romanos. En este sentido la Rwanda actual estaría en paz.

2ª. La Paz como una realidad integral: internacional, social, personal...Para los cristianos esta Paz es a la vez conquista y don, "el" don mesiánico por excelencia. Es una Paz en la que no hay orden social justo sin conversión personal. Ni progreso espiritual personal sin justicia y solidaridad. Una Paz en la que el ser humano concreto es el centro de todo, pero que sólo será plena cuando se hayan sanado las raíces estructurales de los conflictos. Una Paz que aún es utopía, que aún no está plenamente instaurada porque aún muchos seres humanos en la cumbre del poder usan su libre albedrío para esclavizar o asesinar a sus hermanos. Una Paz que día a día se puede y debe ir transformando en cotidianidad, pero que con frecuencia no puede manifestarse más que en la dimensión íntima, ya que exteriormente se impone el conflicto.

3ª. La paz interior de un individuo aún en medio de la persecución, el sufrimiento, la guerra y la muerte. A este aspecto de la Paz se refiere el Señor Jesús cuando en el evangelio de Juan dice: "Os dejo mi paz, os doy mi paz; no os la doy como la del mundo." (Jn. 14, 27). Es la paz de la primeras generaciones cristianas que aceptaron con decisión el martirio. Pero si observamos atentamente esta paz de la que habla Jesús no es la del que se refugia en la propia interioridad huyendo del mundo, o la del que cree que con el propio apaciguamiento interior llegará automáticamente la paz mundial. Por eso Jesús nos dirá también: " No te pido [Padre] que los saques del mundo, sino que los guardes del Maligno" (Jn. 17, 15). Cuando nos habla de la paz íntima o nos dice que no temamos a los que matan el cuerpo (Mt. 10, 26), nos está hablando de uno de los aspectos de su Paz, el aspecto más íntimo. Pero no está haciendo una descripción exhaustiva de ella. Su Paz no sólo se diferencia de la paz del mundo en que es una paz de espíritu que está mas allá de todas las penalidades externas, sino que en su dimensión social (que también la tiene) está basada en la fraternidad universal y no sólo en el mantenimiento del orden. Por ello no creo que podamos confundir esta paz personal, fundamentalmente espiritual, con la paz de las naciones.

Para los cristianos la mera ausencia de conflicto agudo no suele ser una paz demasiado satisfactoria. Es una concepción reduccionista de la Paz, compatible incluso con la esclavitud. La fraternidad universal es una exigencia mucho mayor que la de la simple tolerancia mutua. Es algo más, algo íntimamente ligado a aquello que podríamos llamar "la reconciliación". Reconciliación que tiene múltiples aspectos, incluyendo el de la reconciliación consigo mismo y con nuestra propia historia personal. Sin embargo también existe otro reduccionismo en el extremo opuesto: el de quienes ha caído en el intimismo, olvidando que la reconciliación tiene también una dimensión social y política más amplia que la de mundo íntimo y que incluso la del mundo interpersonal. No creo que se pueda hablar de verdadera Paz sin un pueblo reconciliado. Ni que esa reconciliación social, sea posible sin la libertad, la verdad y la justicia.

He podido constatar que en bastantes personas religiosas se da con frecuencia un especie de deslizamiento hacia posiciones que podríamos calificar de angelistas o espiritualistas. Es como si creyesen que la paz mundial llegará por sí sola el día en que nosotros mismos logremos apaciguarnos interiormente y seamos capaces de perdonar siempre. Esa sería la primera y casi la única tarea a realizar. Se trata de tomas de posición en las que no parece respetarse demasiado la autonomía de toda realidad mundana-temporal.

Realidad que incluye los ámbitos económicos, políticos y militares, realidad que tiene sus propias reglas y leyes de funcionamiento. Es como si se esperase que Reino de Dios llegase a base de milagros y conversiones como la de Saulo camino de Damasco. Es como si se olvidase que los Césares, Pilatos, Anás y Caifás son seres libres y autónomos capaces de cerrarse irremediablemente a la verdad y a la fraternidad, capaces de condenar a muerte incluso a pueblos enteros en función de sus inconfesables estrategias para lograr y mantener el poder. Es como si se diese por supuesto que el ámbito judicial, el de la política y el de la defensa fuesen tan terrenales e incluso tan corrompidos que al Espíritu no le fuese posible actuar a través de tales mediaciones y, por tanto, tuviese que hacerlo directa y milagrosamente. O que, en todo caso, si ese milagro no llegase nunca, los pueblos deberían estar dispuestos a ser esclavizados o masacrados.

Es necesario integrar correctamente las diversas dimensiones de la realidad, siempre compleja y rica en matices que se resisten a las simplificaciones fáciles. También los cristianos debemos integrar correctamente las diversas dimensiones y exigencias de nuestra fe. Se nos pide que personalmente no nos defendamos del mal pero, a la vez, que defendamos de él a los más indefensos. Se nos pide que amemos a quienes nos odian y que devolvamos bien por mal. Pero también, a la vez, que seamos los protectores de los más desvalidos. Es por esto que me ha encantado leer en el último número de Mundo Negro que mons. Baker Ochola, Premio Mundo Negro a la fraternidad, sabe conjugar muy bien ambas cosas. "Predica el perdón y la reconciliación...y ha dado buen ejemplo de practicar ambas virtudes al perdonar públicamente a los rebeldes que, en mayo de 1997, causaron la muerte de su esposa... Pero a la vez condena abiertamente los crímenes del LRA contra la población y también los abusos cometidos por los soldados gubernamentales... Habla despacio, con convicción, casi siempre aderezando su discurso con frases de la Biblia y proverbios africanos, y sólo levanta la voz cuando tiene que defender a los débiles".

Es necesario integrar la mirada crítica y la amorosa. La compasión es indispensable, pero también lo es, hoy más que nunca, el análisis lúcido. En un mundo cada vez más globalizado, debemos ser capaces de desenmascarar las muchas trampas del sistema económico-político-militar internacional. Sólo con esa madurez del que ha integrado la astucia de la serpiente y la sencillez de la paloma, tal como el mismo Señor Jesús nos exhorta, podemos los cristianos entender y seguir a un desconcertante Maestro capaz de perdonar y orar por sus propios verdugos y, a la vez, desplegar una fuerza y energía sorprendentes contra aquellos que oprimen a huérfanos, viudas y desamparados de todo tipo. Un Jesús capaz de ver la apertura y la fe en el corazón del centurión del imperio opresor y de percibir anticipadamente la conversión de Zaqueo, el jefe de publicanos colaboracionistas. Pero también, a la vez, un Jesús capaz de reconocer con dolorosa claridad la dureza de corazón de los que confabulan su muerte. Un Jesús capaz también de desenmascararlos sin falsas diplomacias, con unas inequívocas denuncias, con unas enérgicas condenas hechas con la autoridad que nace de la verdad y de la misericordia.

Es la mirada realista y a la vez transfigurada que tanto necesitamos los que sentimos como propia "la gran herida que nuestro planeta tiene abierta en el continente africano". Y en especial los que nos sentimos llamados a trabajar, ya sea desde aquí mismo o ya sea en territorio africano, para que llegue a su fin un conflicto tan complejo y lleno de engaños como es el del África de los Grandes Lagos. Necesitamos la lucidez en nuestros análisis sobre las poderosas y ocultadas raíces económicas de tantos genocidios presentados como tribales. Pero también la fuerza de la esperanza para enfrentarnos al mal, a ese mal que aparentemente siempre parece triunfar. No sé si desde la acomodada Europa tengo la suficiente autoridad moral para hablar de esperanza. Pero creo que, a pesar de todo, el Señor sigue obrando prodigios salvadores en medio de tanta desolación, maldad y engaño, en medio de tanta negociación-trampa. Trampas como las que a él le tendían algunos que vivían para el poder, algunos en cuyos corazones anidaba una inamovible opción por el mal.

1ª PARTE: ESCOLLOS PARA LA PAZ

Desde el punto de vista que compartimos muchos compañeros africanos y no africanos, compañeros de lucha por la paz en esa región africana, el mayor escollo para esa paz es, desde hace más de una década, la malignidad y la ambición de unas reducidas elites regionales e internacionales. Aunque Albert Einstein, en un escenario europeo parecido al de hoy en el África de los Grandes Lagos, dijo aquello de que "las futuras generaciones lamentarán más el silencio de la gran masa que la maldad de unos pocos". Ese silencio muchas veces no es el resultado de una fría indiferencia, sino de la ingenuidad fácilmente manipulable de una gran mayoría en esa región y en toda la comunidad internacional. Tal ingenuidad está permitiendo las intrigas y maquinaciones de unos pocos. Y ese silencio también es otras veces el resultado de una dolorosa sensación de impotencia. Además de estos dos grandes escollos, la maldad de unos pocos y el silencio de una gran masa, creo que merece una especial atención otro que en este momento debe ser considerado una cuestión clave: la reconciliación como coartada. La malignidad de esos pocos y la ingenuidad de la mayoría se están jugando en esta cuestión una importante batalla.

1. La coartada de la reconciliación

Parecería que algunos estuviesen empeñados en convencernos de que el primer problema en la Rwanda actual es el de la reconciliación y no el de los grandes intereses económicos y geoestratégicos regionales e internacionales. Nos encontraremos así con que el responsable de todo sería de nuevo el pueblo llano que aún no llega a reconciliarse. Algunos más bien estamos convencidos desde hace años de que éste es sobre todo un conflicto de poder, uno de los típicos conflictos en los que, mediante la fuerza de la represión y la manipulación de la información, una poderosa minoría impone su voluntad a una gran mayoría. Mayoría que en realidad está preparada y dispuesta a convivir y a gestionar su propio futuro mucho más de lo que algunos nos quieren hacer creer. Estamos convencidos también desde hace años de que los actores e intereses de ese conflicto no son sólo ni principalmente los regionales. La ONU misma lo acaba de denunciar de nuevo con un tercer y duro documento sobre la depredación de los recursos de la RD del Congo por parte de muchas grandes multinacionales.

Si lo fundamental es la reconciliación, la conclusión que se sigue es que todas las demás cuestiones de la esfera pública pueden y deben esperar. Sobre todo deben esperar la democracia y la des-etnización del ejército. Se confunden sistemáticamente los diferentes ámbitos: el de lo personal y el de lo público, el de lo étnico y el de lo político, el del perdón en el fuero íntimo y el de la justicia penal. Y en esta ceremonia de la confusión todo queda distorsionado. Tengo que decir que en mis diversos viajes a Euskadi he podido constatar allí tanto o más resentimientos proporcionalmente que en los ruandeses que he conocido. Sin embargo, ¿a quien se le ocurriría retirar de Euskadi las fuerzas del orden hasta que se sanen las heridas íntimas?. Para Europa, Latinoamérica y para tantas otras regiones de nuestro planeta, todo el mundo tiene clara la autonomía de cada uno de estos ámbitos. Pero para los pueblos del África de los Grandes Lagos todo parece ser diferente.

Para autorizar al pueblo ruandés, al burundés y al congoleño a iniciar las vías democráticas le exigimos antes una reconciliación que aún en muchos de nuestros democráticos países del norte no hemos logrado. Le exigimos una renuncia a la lucha armada que no aceptó ni el propio Nelson Mandela, al que hoy se reconoce como líder modélico en este camino hacia la reconciliación. Le exigimos lo que nunca exigimos a las revoluciones latinoamericanas. Y los que no se adaptan a estas exigencias automáticamente se convierten en interahamwes genocidas. Porque la cuestión de la reconciliación está totalmente contaminada por la otra gran cuestión: la de "EL" genocidio. Para toda aquella extensa región, el genocidio del 94 en la pequeña Rwanda, o la versión que de él se ha llegado a imponer, es más que un acontecimiento histórico fundamental. Como también lo es la intervención liberadora del FPR (Frente Patriótico Ruandés).

Son una especie de categorías teológicas omnipresentes y atemporales insoslayables. Todo debe ser visto a la luz de tales acontecimientos fundantes de un universo nuevo. Algo parecido al pecado original y a la redención obrada por el Cristo. De modo que todo, incluso los acontecimientos exteriores a la misma Rwanda (entiéndase Burundi, Zaire, etc.) e incluso los cronológicamente anteriores quedan afectados por ellos. Parecería que toda la región debiese pagar por ese genocidio ruandés del 94. Los demócratas burundés por anticipado y los congoleños a posteriori. Además "EL" genocidio parece tener el poder de disculpar todos los grandes crímenes del extremismo tutsi de toda la región (anteriores, simultáneos y posteriores al 94), cuantitativamente mucho mayores. Toda esta absurda argumentación no hace sino ocultar otra lógica más real: había que acceder al poder en Rwanda y a los excepcionales recursos del Zaire después, se había optado por gentes como las del FPR como aliados militares en la región y había que encontrar justificaciones para la dictadura y la agresión.

A la gran coartada del genocidio, que desde el 94 ha justificado las mayores barbaries, es necesario ahora sumar la de la reconciliación. Es una situación extraña. El FPR está cada vez más necesitado de escenificar ante el mundo una Rwanda reconciliada, pero no está dispuesto a pasar a través de la únicas puertas que llevan a ella: las de la verdad y la justicia. Así pues se trata de imponer "su" reconciliación. Reconciliación que, al igual que "EL" genocidio, tiene pretensiones de singularidad. Es "LA" reconciliación. Pero esa supuesta reconciliación no sería sino la pública sumisión a un sistema profundamente opresor que no pretende otra cosa que una perpetuación en el tiempo y un expansionismo espacial agresor. Y el que no se somete al dogma de "EL" genocidio y a la práctica de "LA" reconciliación deja en evidencia, según el FPR, su "culpabilidad". Antoine-Th. Nyetera pronunciaba ante el Parlamento Europeo el 27/11/98 estas palabras "¿Cómo podemos atrevernos a hablar de reconciliación hutu-tutsi cuando los unos son diabolizados y los otros santificados? ¿Acaso puede haber entendimiento entre ángeles y diablos?...¿cómo se puede pensar en instaurar un Tribunal internacional para los hutu agredidos... y no para los tutsis que han agredido?". Estas clarividentes preguntas, que no ocultan diplomática o incluso hipócritamente el fuerte componente étnico que en este conflicto está tan ligado al control del poder, no provienen de un interahamwe racista, sino de un tutsi de la familia real que ha vivido en Rwanda durante todos los regímenes que se han sucedido a lo largo de este siglo: la monarquía, Kayibanda y Habyarimana. Huyó del FPR y vive en Bélgica.

Por otra parte, con esta nueva maniobra de distracción, centrada en una falsa y por tanto imposible reconciliación, nos encontramos una vez más encerrados en el reducido ámbito regional. De nuevo perdemos de vista el marco mucho más vasto y real de los grandes intereses económicos y estratégicos internacionales de los grandes lobbies, corporaciones y gobiernos como el de los EEUU. Ellos, junto a las minorías extremistas de la región, han estado y están bien presentes en la planificación de la feroz depredación de aquella región y la han sostenido. Frente a estos importantes actores internacionales del conflicto ¿que sentido tiene la palabra "reconciliación"?. Se supone que los gobiernos buscan el bien general de la población, lo cual es mucho suponer. Podríamos empezar por cuestionarnos si a la sociedad estadounidense, por ejemplo, les importa algo el resto del mundo. Aunque nuestras preguntas nos llevarían demasiado lejos. Pero lo que es claro es que, al menos en el mundo del dinero, si no en el de la alta política, no hay otra ley que la del beneficio. ¿Cómo reconciliarse con una maquinaria inhumana de generar los máximos beneficios en el más corto plazo posible aplastando a quien haga falta? Sólo los seres humanos tienen un corazón en el cual se pude generar el prodigio de la reconciliación. Contra un sistema global que deshumaniza y destruye a tantos hermanos nuestros, hijos del Padre misericordioso, no cabe más que el enfrentamiento. Un enfrentamiento tan frontal como el que el Señor Jesús desplegó con todas sus fuerzas .

Quiero acabar esta cuestión de la reconciliación refiriéndome a unos recientes acontecimientos que pueden ser de la máxima gravedad: Tanzania, de nuevo con la aquiescencia del ACNUR, ha dado un ultimátum a los refugiados ruandeses para que abandonen antes del 31 de diciembre su territorio. Concretamente, el Ministro de Asuntos Exteriores tanzano, Mohammed Seif Khatib, declaró el pasado 9 de Octubre lo siguiente "Ahora Rwanda está en paz y el gobierno ha aceptado dar la bienvenida a los refugiados. Ha llegado el momento para ellos de volver a casa." Las decenas de miles de refugiados en sus campos son un desmentido, intolerable más que ningún otro, de esa Rwanda reconciliada. Al parecer muchos de los efectivos militares que retornan de la RD del Congo a Rwanda se podrían dirigir ahora hacia Tanzania, atravesando Burundi, para hacer cumplir tal expulsión. Es un escenario que ya conocemos: el de los campos de Kibeho, del Kivu...

Tal ultimátum contraviene el más elemental de los derechos de los refugiados, el derecho a no ser repatriado por la fuerza, y viola frontalmente la prohibición de expulsión y devolución, contemplada y asumida como obligación por todos los países integrantes del Convenio de Ginebra del Estatuto de los Refugiados. Pero además pone en evidencia la debilidad moral del FPR. El Kagame que hoy hace de la reconciliación una importante cuestión de imagen y que pretende imponerla a golpe de congreso mediático y de ultimátum policial, es el mismo que durante años la rechazó enérgicamente. Siempre es así, las dictaduras sólo hablan de reconciliación en una segunda etapa, cuando empiezan a ser difícilmente sostenibles y sus crímenes difícilmente disimulables. Mientras se sienten fuertes sólo hablan de orden y seguridad nacional. Esta nueva repatriación forzada de decenas de miles de refugiados, el retorno de otras decenas de miles de soldados provinentes de la RD del Congo y la farsa de la puesta en marcha de la Gacaca, circunstancias éstas que se añaden a la sistemática impunidad internacional de la que goza el FPR auguran un próximo año 2003 bien preocupante para el sufrido pueblo de Rwanda en medio de la inconsciencia y de la indiferencia internacional.

ACNUR organiza para este mes de Noviembre una Conferencia en Portugal sobre la reconciliación en los Grandes Lagos, con una nutrida participación de expertos sobre el tema, conferencia que está previsto clausurar en Barcelona el 2004. Al mismo tiempo ACNUR está llegando a acuerdos con el gobierno tanzano y el ruandés para la repatriación forzada de decenas de miles de refugiados ruandeses. Nos viene a la cabeza el capítulo 10 del libro de Marie-Béatrice Umutesi, Huir o morir en el Zaire, donde se narra como el ACNUR puso un precio de 10 dólares a la cabeza de cada uno de los refugiados ruandeses que en 1997 huían de los ataques a los campos de refugiados y las matanzas posteriores. Por un lado ACNUR organiza conferencias sobre la reconciliación, mientras por el otro pacta con el gobierno tanzano y el ruandés el retorno forzado de los refugiados. ¿Como puede llegarse a un tan alto grado de hipocresía? ¿Como se puede a estas alturas forzar de nuevo a los refugiados a volver después de las terribles repatriaciones forzadas de 1996 y 1997, seguidas de matanzas generalizadas? ¿Como no temer de nuevo por las vidas de estos refugiados? ¿Hemos de volver a asistir impotentes a estas matanzas anunciadas?

2. La maldad de unos pocos

Si en algo hemos coincidido casi desde el comienzo las diversas organizaciones que trabajamos en estrecha colaboración desde hace unos años, es en una valoración muy pesimista de las más intimas intenciones de la cúpula del FPR. Nuestra convicción es la de que se trata de una organización cuya única meta es el poder a cualquier precio y cuyas responsabilidades en todo lo sucedido en aquella región desde 1990 son de la máxima gravedad. Su hegemonía en Rwanda y en toda la región se sustenta únicamente en sus importantes apoyos internacionales, su belicismo, la ferocidad de su represión y su maestría en el arte de la manipulación. Sobre todo han sido remarcables su manipulación de la información y, en especial, lo que Serge A. Desouter califica como "la usurpación del término genocidio". La intensidad de la propaganda ha superado cotas difíciles de imaginar. Entre los medios de comunicación de gran o mediano impacto sólo algunos pocos, como es el caso de Mundo Negro, han sido capaces de escapar a esa gran presión.

En esta línea se podrían citar a varios auténticos conocedores de este conflicto, que destacan con verdadera autoridad en medio de un colectivo demasiado numeroso de supuestos expertos. Aunque voy a limitarme a recoger sólo las opiniones de Herman Cohen y del mencionado Serge A. Desouter. En ambos casos la relevancia de sus cargo, la calidad de la información de que disponen y la actualidad de sus declaraciones es digna de consideración. El primero es un anterior Subsecretario de Estados Unidos para el África. El segundo ha sido durante muchos años el Director del Comité de los Institutos Misioneros belgas. Tras la invasión de la RD del Congo y el expolio sistemático de sus recursos, algunos tan estratégicos como el coltan o tan valiosos como el oro y los diamantes, las realidad es ya tan evidente que casi no son necesarios los esfuerzos por descifrarla. Pero, al parecer, las fuertes inercias de la ya insostenible versión "única" del conflicto y las resistencias de muchos a reconocer que se ha caído en la trampa, obligan aún a retomar esos esfuerzos de interpretación de los hechos.

Es sorprendente que tras las últimas revelaciones y acontecimientos aún haya quienes sigan hablando sólo de "EL" genocidio y que hablen de él sólo en clave regional. No es posible entender ese genocidio sin tener en cuenta la historia anterior de Rwanda y, en especial, todo lo acontecido desde 1990. Y no es posible entender todo ese conjunto acontecimientos pasados sin tener en cuenta lo que es el desenlace de toda esta historia: la última y reciente depredación de la RD del Congo. También, a la inversa, es imposible entender la actual situación de la región, entender el más absoluto triunfo de la mentira y la opresión, sin tener en cuenta el triunfo de la versión oficial de "EL" genocidio. Ella ha sido la pieza clave en la guerra de la propaganda. Es sorprendente que algunos aún se empeñen en no ver esta relación directa entre todo lo sucedido. Es también sorprendente que durante más de una década muchos prestigiosos expertos en conflictos y derechos humanos hayan sido incapaces de ver la mano de los EEUU en todo esto. Y que hayan sido precisamente políticos estadounidenses los que hayan denunciado lo que esos expertos no han visto o han ocultado.

H. Cohen, en una entrevista publicada en Le Phare (Kinshasa) el 17 de octubre, decía al respecto:

"...los gobiernos ruandés y ugandés han admitido haber invadido la RD del Congo para sus propios objetivos y han dado como su razón principal la eliminación de sus propios rebeldes, que empleaban el territorio congolés como una base a partir de la cual lanzaban operaciones de guerrilla a través de sus fronteras.....Según ellos [los ruandeses], los interahamwe genocidas que se beneficiaban de la hospitalidad de Kabila debían ser eliminados. De hecho, la mayor parte de los interahamwe que habían escapado a la primera invasión de la RD del Congo en 1996, vivían en África Central en el exterior de la RD del Congo. Después de la invasión ruandesa, les interahamwe estaban bien contentos de ir a la RD del Congo para batirse con los invasores de la APR (Ejército Patriótico Ruandés, brazo armado del FPR). Irónicamente, hay que observar que desde 1998 hasta el día de hoy, la mayor parte de combatientes interahamwe han actuado en la parte oriental de la RD del Congo, sector controlado por Rwanda y el ejército del RCD [grupo rebelde creado por Rwanda, como Cohen ha afirmado antes]....

¿Porqué ha habido pocos combates entre los soldados ruandeses y los interahamwe? Los ruandeses han combatido con los Mai-Mai, los Banyamulenge, los soldados disidentes del RCD y la sociedad civil. ¿Porqué los ruandeses han entablado una coexistencia pacífica con los interahamwe mientras que la razón principal que, según ellos, justificaba la invasión del la RD del Congo era la de eliminar a estos criminales genocidas? La presencia continua de interahamwe, provee de una razón perfecta a Rwanda para mantener su presencia en la RD del Congo, que se ha convertido esencialmente en una presencia económica...... Creo que uno de los objetivos político- estratégicos de Kigali ha sido y continúa siendo el desmembramiento de la RD del Congo. El objetivo principal es crear un estado independiente del Kivu que estaría gobernado por substitutos de Kigali y se convertiría en el motor del desarrollo económico de Rwanda. Para sorpresa de Rwanda, la población del Kivu ha demostrado un alto grado de nacionalismo congoleño. A pesar de que los mobutistas hayan sistemáticamente saqueado sus riquezas, la población del Kivu se considera congoleña por encima de todo...... Hemos leído noticias según las cuales las últimas tropas ruandesas sobre suelo congoleño se han retirado el viernes 4 de octubre a las 13 horas. ¿Puede usted confirmar la veracidad de esta noticia? Sí, el ejército ruandés ha partido, pero el del RCD, substituto de Rwanda, está siempre presente con cuadros del APR disfrazados y trabajará por la secesión del Kivu si es que no pueden alcanzar el poder en Kinshasa..... verosímilmente por medios militares......

Verdaderamente no se podría hablar de la historia del Congo y disociarla de la presencia de los EEUU en esta parte del continente. Los EEUU estaban ya presentes sobre la escena política congoleña desde la época del rey Leopoldo II. Estaban aún allí hacia los años 1960. Estaban todavía allí desde el comienzo al fin del reinado de Mobutu. Y han estado aún presentes en la guerra que ha comenzado en 1996 y que continúa todavía hoy. Y todas estas presencias no han estado a la altura de una potencia que promueve los valores democráticos...... Tras la llegada de Kabila, la administración Clinton, desde mi punto de vista, no ha comprendido bien la naturaleza del conflicto. Han visto el conflicto como una guerra civil y no como una guerra "por procuración". La administración Clinton, pues, ha tenido la tendencia a ver el Congo desde la óptica de Kigali. Esta era una mala evaluación penosa...

Paul Kagame pretende haber venido para expulsar a los interhamwe. Hoy, se retira sin haber neutralizado a aquellos que pretendía buscar y que por otra parte estaban más activos en el territoro del Este. ¿Que dice usted ? El fracaso del APR en la destrucción los combatientes interhamwe en el Congo oriental que estaba controlado por el APR es un indicador importante de que los ruandeses no habían entrado en el Congo para batirse con los criminales genocidas. En efecto, todos sabemos que la mayor parte de los combatientes interhamwe habían alcanzado los campos de refugiados y no habían participado en el genocidio en el interior de Rwanda (en 1994). Es también importante observar que la mayoría de soldados del APR en el Congo son hutus que han sido tomados de las prisiones de Kigali en las que esperaban el proceso sobre su participación en el genocidio...... El APR estaba capacitado para destruir a los interhamwe. Es una ironía que Rwanda exija ahora que el gobierno de Kabila se ocupe de los hutu armados en el Congo, después de haber fracasado él mismo en hacerlo."

Es sorprendente el afán de desligar "EL" genocidio de todos estos acontecimientos (anteriores, simultáneos o posteriores), aunque algunos de esos acontecimientos revistan también el carácter de genocidio. "EL" genocidio, la versión oficial de él, es la piedra angular de la guerra de la desinformación, es omnipresente e incuestionable. Seguramente el asesinato de dos de los 9 o 10 misioneros españoles asesinados en Rwanda, Quim Vallmajó e Isidro Uzkudun, tuvo bastante que ver con esta incuestionabilidad del genocidio. Es sorprendente que se hable tan poco del genocidio de más de 300.000 hutus en Burundi en 1972, o de las responsabilidades del FPR en muchas de las grandes masacres de 1994 en Rwanda, o del genocidio de cientos de miles de refugiados hutus en la RD del Congo a partir de 1996, o de la muerte de millones de congoleños fallecidos por causas directamente relacionadas con la invasión que han sufrido. Es más sorprendente aún cuando no faltan investigaciones, incluso de la misma ONU, que lo atestiguan. Es sorprendente que aún ahora, cuando ya empieza a ser reconocida la responsabilidad de la cúpula del FPR en el doble magnicidio del 6 de abril de 1994, se niegue alguna relevancia a este atentado, a pesar de que en cuestión de horas se desencadenó "EL" genocidio. Este afán por aislar "EL" genocidio pone en evidencia que se está forzando hasta el límite una determinada interpretación de los hechos en función de una determinada versión fijada de antemano. Serge A. Desouter, en su artículo titulado "La usurpación del término genocidio" hace un análisis sumamente lúcido de todo este proceso de distorsión de la realidad.

"Genocidio es un término jurídico definido por el derecho internacional. En el caso de Rwanda -y no solamente allí- este término ha recibido además una connotación política y económica porque se hace de él un uso tan abusivo. Genocidio significa en este último caso un salvoconducto ante el que nadie plantea ya preguntas. Hasta hace poco, nadie se atrevía a abordar este tema. Si se quiere hablar de genocidio en Rwanda, se sobreentiende que debe quedar claro que esto concierne "al" genocidio contra los tutsi. Pero resultó rápidamente que no había sólo los tutsi que habían sido asesinados. Para defender la causa, una nueva capa de la población fue inventada y señalada como víctima: "los hutu moderados". Claro está, asesinados por los mismos culpables..." "La manipulación del término "genocidio" por Kigali es bastante simple: se ejecuta en tres fases. Se trata primero de imponer una visión fácilmente comprensible: buenos y malos, cow-boys e indios, asesinos y víctimas, hutu y tutsi. Para eso no se teme recurrir a la utilización del mirón mediático, la exhibición de cadáveres, las mentiras y verdades a medias. Se juega insistentemente sobre el registro emocional para un público ignorante e igualmente para una buena parte de políticos ignorantes.

En una segunda fase la opinión así establecida debe ser tan sagrada y repetida que eso se convierte en una evidencia sagrada e inatacable. Conviene entonces utilizar grandes eslóganes ya hechos con palabras de choque tales como genocidio, proceso de intención, escuadrones de la muerte, revisionismo, minimalismo, plan de exterminación... Esto condena de antemano al silencio a quien se le ocurriría levantar la voz.

Por fin el mito está listo para ser rentabilizado. Ahora ya nadie se atreverá a pretender debatir nada, pues las Organizaciones más honorables ya se han comprometido y ya no permiten más alternativas. Es terrorismo diplomático e intelectual de la peor calaña, pues esto excluye cualquier negociación y cualquier apertura hacia un diálogo. Por otra parte el resultado de esta situación ya ha llevado a una nueva fase de guerra, esta vez en toda la región. Pero para poder llegar hasta ese punto hace falta que los "otros" -léase los hutu- sean primero diabolizados en masa de forma que deban ser odiados mucho por todos. Los "buenos" -léase los tutsi- reciben entonces toda la comprensión. Este orden de ideas funciona como en el mundo publicitario de las bebidas frescas: es una porquería pero todo el mundo dice que sabe bien. Pero, ¿hay realmente "buenos" y "malos"?"

"Todo esto es el resultado de lo que Tony Waters llama un «conocimiento convencional». Ideas y tesis generalmente admitidas que por una simplificación son como tales muy cómodas. Si se aproximan o no a la realidad es una cuestión que solo se plantea muy raramente. Sobre todo porque políticos y representantes de los medios de comunicación están obligados a tomar decisiones rápidas y a tener ya preparada una justificación de sus decisiones. La experiencia debería sin embargo enseñarles que las decisiones y los juicios basados sobre un conocimiento convencional son raramente fiables y conducen raramente a buenos resultados.

La manera en que la información es recogida y transmitida debería ya bastar para ponernos en guardia en la formación de una opinión. Pues esta información es habitualmente espigada en momentos de crisis y de catástrofe. La emotividad juega aquí un papel enorme. Cada periodista o alguien que tiene siquiera una mínima formación histórica debería darse cuenta de ello. Pregunten a los oficiales superiores de la MINUAR sobre qué conocimiento convencional debieron establecer en su estrategia y su política. Todavía hoy se lamen las heridas con amargura.

Habitualmente son las organizaciones de ayuda humanitaria, los cooperantes sobre el terreno y las misiones diplomáticas las que, en los momentos de crisis, envían la primera información. Entonces se llega muy rápidamente a unas ideas generalmente admisibles y simples. Con frecuencia eso contribuirá también a la justificación de la presencia, de la estrategia y de las necesidades (financieras) del informante. Otros que tienen una mejor comprensión y conocimiento de la realidad, de la cultura y de la lengua local (pensamos especialmente en el mundo misionero) no cuentan. ¡Peor aún! En el caso de Rwanda se le debe imponer el silencio, eventualmente acusándoles de complicidad, de minimalismo, de fascismo, de racismo, etc... o intimidándoles. Algunos incluso fueron eliminados físicamente.

He aquí una muestra de la terminología utilizada en un informe de experto sobre la Iglesia en Rwanda, informe ordenado por la Fiscal del Tribunal internacional de Arusha: preocupación obsesiva por la raza; urdir una teología destructiva de división étnica; predicar el racismo, la superioridad étnica, la superioridad genética; jugar la carta étnica; predicar una teología pervertida y racista; etc. En suma un centenar de páginas de este estilo. Pero vista la urgencia, se debe llegar rápidamente a unas ideas fácilmente admitidas y entonces ya no se tiene tiempo ni interés para análisis más serios. A las personas que tienen otra opinión, un mejor conocimiento y visión de la situación, hay que imponerles el silencio. No se busca la verdad; se construye a toda prisa una opinión, una posición y se le hace corresponder unos hechos sin que haya necesariamente relación de causa a efecto."

3. El silencio de la gran masa

1. Hay un silencio que está hecho de indiferencia y, por tanto, de un mayor o menor grado de complicidad. Es sobre todo el silencio de la gran masa de nuestra acomodadas sociedades democráticas, que tienen, mucho más que otras sociedades más pobres, un cierto poder de decisión, pero para las que el África subsahariana queda demasiado lejos. En nuestra aldea global las instancias realmente globalizadas son la economía, el control de la información, etc. Pero aún falta mucho para globalizar otras como la justicia o la democracia. Y, sobre todo, falta mucho para globalizar la conciencia de ser una sola familia humana. Seguramente aún no hay ningún país en el que lo decisivo para los votantes sean no tanto las cuestiones internas como las grandes cuestiones internacionales referentes a la paz o al sufrimiento de las 3/4 partes de la humanidad. Hasta que todos los que nos esforzamos por construir un mundo más justo y solidario no consigamos forzar en este sentido los programas electorales de los partidos no estaremos iniciando la vía de la auténtica globalización.

2. Hay otro silencio que es el resultado de la ingenuidad. Una ingenuidad incapaz de reconocer las maquinaciones y la psicopatía. Este es un peligro al que están especialmente expuestos las personas más bondadosas y espirituales como son los misioneros y los cooperantes. C.M.Overdulve (pastor de la Iglesia Presbiteriana, misionero en Ruanda desde 1961) afirma en su libro Rwanda, un pueblo con una historia: "Sólo los extranjeros se hacían ilusiones sobre las negociaciones y los tratados de paz. Todas las iniciativas bienintencionadas desconocen el contexto psico-histórico de este conflicto. No así el pueblo ruandés, puesto que, en lo más íntimo de su ser, conserva una experiencia secular... Si el FPR no hubiese invadido Ruanda, los tutsis del interior no habrían sufrido ningún genocidio. Se sabe que tutsis eminentes (entre los que se encuentra incluso el ex-Mwami Ndahindurwa Kigueri V) previnieron a los responsables del FPR sobre la carnicería entre los tutsis del interior que su invasión provocaría. Sin embargo, para llegar al poder, estaban dispuestos a sacrificar a decenas de miles de éstos, pues, de todos modos se los consideraba traidores, de los que no había que tener demasiada piedad. Esto no reduce de ningún modo la culpabilidad de los extremistas hutus, pero muestra la complejidad del drama ruandés....Suponer que los Inkotanyi [del FPR] capitulen, cedan o compartan el poder es una contradicción en los términos: los Inkotanyi son los que no capitulan".

Christopher Hakizabera, el único superviviente de los miembros iniciales del FPR que más tarde lo abandonaron, dirigió a fines de 1999 una carta a la Comisión de la ONU encargada de investigar las responsabilidades de las Naciones Unidas en la tragedia ruandesa. La conocida carta, de un valor excepcional, publicada por Mundo Negro en abril del 2000, desvela estas terribles maquinaciones criminales del FPR de las que hablan Desoter, Cohen, Overdulve y tantos otros. Ya en el párrafo inicial se lamenta de la ingenuidad de tantos funcionarios de los organismos internacionales frente al maquiavelismo del FPR. Y continúa cuestionando enérgicamente las exageradas cifras de "EL" genocidio. Tales intrigas son tan bárbaras y diabólicas que a una persona normal le resulta difícil de aceptar que sean posibles. Esto nos coloca en una posición inicial de indefensión hacia ellas.

También la asociación belga SOS Rwanda-Burundi se lamenta en uno de sus lúcidos documentos de lo fácilmente manipulables que han sido muchos prestigiosos expertos: "Estos expertos han testimoniado asiduamente por todas partes, indirectamente por sus escritos o directamente como testigos de cargo. Hoy, cuando las mentiras que ellos han vehiculado ya han sido descubiertas, ha quedado en evidencia cómo estos ilustres expertos se han dejado enredar en una red de blanqueo de una mentira histórica, como vulgares distribuidores de droga". Y termino con una cita de José Antonio Bordallo, ex embajador de España en Kinshasa, quien declaraba hace unos meses a la revista Vida Nueva : "Los acuerdos (de Lusaka) suponen una legitimación de los rebeldes y, a la vez, una parálisis de nuestra acción... no hay voluntad política para poner fin a la guerra. En muchas ocasiones hay mala fe y muchos intereses para que no acabe... Mientras, van más de tres millones de muertos y 900.000 desplazados, cifras pavorosas que no parecen golpear la conciencia de nadie".

3. Hay finalmente un silencio que es consecuencia de nuestra sensación de impotencia frente a estos grandes conflictos y de nuestra dependencia de la "eficacia", tan propia de nuestra civilización de resultados visibles e inmediatos. Sin embargo, las vidas más fértiles han sido las de aquellos que han sido capaces de atravesar la sensación humana de impotencia e inutilidad frente a realidades que parecen superar totalmente nuestras pobres fuerzas y posibilidades. Ante, por ejemplo, grandes farsas mediáticas internacionales y grandes genocidios casi ningún mortal de a pie inicia nada. ¿Quién va a poder cambiar las decisiones y las agendas de las grandes potencias? Pero Gandhi lo verá de otra forma: "Nuestra sensación de desamparo ante la injusticia y la agresión procede de que hemos excluido deliberadamente a Dios de nuestros asuntos corrientes". Con frecuencia existe, también en los cristianos, una relación directa entre esa falta de confianza en la presencia y la fuerza del Espíritu en la historia humana y la no valoración del carisma de la denuncia y de la "parresía". Y la consecuencia es, muchas veces, una entrega a lo inmediato y visible, lo asistencial por ejemplo, mientras queda siempre pendiente la lucha contra las causas últimas de la pobreza o la guerra. Don Helder Camara era bien consciente de ello: "Cuando doy de comer a los pobres me llaman santo, cuando me pregunto porque hay tantos pobre me llaman comunista".

2ª PARTE: CAMINOS PARA LA PAZ

Hace unos días H.Cohen ha repetido de nuevo lo que desde hace ya muchos años es bien evidente para todo aquel que tenga un poco de sentido común, aunque no, al parecer, para algunos expertos. "Usted ha sido Secretario de Estado estdounidense para asuntos africanos. La región de los Grandes Lagos africanos entraba en su campo de acción. ¿Qué desearía usted volver a hacer para poner el fundamento de un África de los Grandes Lagos estable? Hay dos respuestas a esta cuestión.

Primeramente, debe darse la ley de la mayoría en Burundi y Rwanda combinada con las garantías de seguridad para las minorías. Después de haber exigido y realizado el fin del sistema de apartheid en África del Sur, la Unión Africana y la Comunidad Internacional deben exigir el fin de la ley de la minoría en Burundi y Rwanda. La gran inestabilidad de la región de los Grandes Lagos desde 1990 viene del problema de la ley de la minoría en estos dos países. Las elecciones democráticas en Burundi en 1993 fueron libres, transparentes y justas; y el gobierno de la mayoría que apareció era moderado, del mismo modo que el gobierno de la mayoría de África del Sur ha sido moderado y justo para las minorías. La comunidad internacional no debería ser tan tolerante con el golpe que ha derrumbado el gobierno de Burundi en 1993. Hasta que la ley de la mayoría no se aplique en Burundi y Rwanda, no habrá ninguna paz en estos dos países y habrá peligros graves para toda la región de los Grandes Lagos. En segundo lugar, el Congo debe pasar por una verdadera transición a la norma de la democracia...."

¿Acaso los pueblos del África de los Grandes Lagos son diferentes del resto del mundo y para ellos no vale el principio universal de la democracia? Los caminos para la Paz no pueden comenzar más que por el fin de la opresión y la represión. Esto es una perogrullada que no todo el mundo parece querer entender y mucho menos exigir. Mons. Romero, Mons. Munzihirwa, Mons Kataliko y muchos otros cristianos de base sí lo entendieron y clamaron: "Cese la represión". A lo largo de la historia ese cese casi siempre se ha conseguido por la vía de una victoria militar por parte de un grupo de una categoría moral diferente.

Excepcionalmente se ha conseguido no por la vía de armar a los oponentes sino de desarmar al opresor. En eso estamos los seguidores de la no violencia. Pero los que nos esforzamos en hacer cotidiana la utopía no podemos imponer esta opción a nadie, como no se puede imponer la vocación misionera o la entrega de por vida a los más empobrecidos.

1. La no criminalización de los pueblos que se defienden con las armas

Nadie tiene derecho a criminalizar a quienes optan por una resistencia armada. Aceptando esa diabolización puede que estemos cayendo en otra nueva trampa y reforzando la otra violencia, la del agresor. Sutilmente los gobiernos de los vencedores se convierten así en los garantes del mal orden conocido frente al supuesto caos por conocer y, por tanto, en los detentadores de la violencia legal frente a todo tipo de interahamwes y terrorista. Incluso el lenguaje queda afectado y los grandes medios creadores de opinión legitiman así esta mentira. Es injusto condenar por sistema toda resistencia armada. Puede haber mucha generosidad y heroísmo en quienes forman parte de ella, así como en las fuerzas policiales de cualquier sociedad. De hecho, a lo largo de la historia, muchos han dado de esta forma su vida por la causa de la justicia. No se puede olvidar que no sólo el ex Zaire ha sido agredido por el FPR, sino también Rwanda en 1990. Muchos de los militares calificados de interahamwes genocidas, no sólo no estaban en el 94 en Rwanda, como dice H. Cohen en sus anteriores declaraciones, sino que desde 1996 han defendido heroicamente a los refugiados que eran masacrados. Hay muchos testimonios de ello. Las revoluciones violentas sin corazón ni esperanza sólo conducen históricamente a sociedades tan chatas y pobres de valores como la anteriormente eliminada. Pero el corazón y la esperanza no son patrimonio exclusivo de la no violencia o de los creyentes. Nelson Mandela es un buen ejemplo de ello. Nunca aceptó los chantajes de quienes pretendían hacerle renunciar a la lucha armada, y por eso sufrió cárcel durante casi 30 años. Sin embargo todo el mundo reconoce su bondad y amabilidad incluso con sus enemigos y carceleros.

H. Cohen también se refiere a esto: "En un contexto subregional, quiero decir Burundi, Rwanda, Uganda, la RDC, el Congo-Brazza, el problema que existe para el restablecimiento de la paz y que provoca la unanimidad de todos los expertos africanos e internacionales, es el de la impunidad. ¿Cree usted en una paz durable en esta parte del continente sin llevar a juicio a todos los autores de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad que continúan siendo la norma en esta región sin la menor preocupación de ser inquietados? Es importante que a la población general se le asegure que aquellos que han cometido crímenes serán llevados ante la justicia. Sin embargo, esto no debe ser confundido con los políticos que han actuado incorrectamente en la economía y han caído en la corrupción. Si se sigue este camino, será imposible cerrarlo. Creo que los diversos gobiernos en la región deben estudiar el modelo sudafricano de la comisión llamada Comisión para la verdad y la reconciliación para encontrar la vía apropiada de superar la cuestión de la impunidad. Es también importante el no emplear impropiamente el término "terrorista". La oposición política, incluidos aquellos que pueden estar armados, no son terroristas, por más que deban ser perseguidos si han cometido crímenes contra la humanidad. Una vez que hemos comenzado a calificar a la oposición de terrorista, el término pierde toda su significación."

2. La fuerza de la verdad

A fin de no caer nuevamente en una ingenuidad que nos deja inermes ante la manipulación, hemos tomado conciencia de que nos enfrentamos a un problema fundamentalmente militar. Pero ahora es el momento de preguntarnos sobre unas posibles vías para la paz que no se reduzcan de nuevo a aquello tan antiguo y tan dañino para la humanidad de "si quieres la paz prepárate para la guerra". Existen muchas experiencias históricas de descolonización, de la caída de una dictadura y del fin de un apartheid sin el recurso masivo a la violencia. Los protagonistas de estos cambios siempre han sido los pueblos afectados. Pero ha sido fundamental el apoyo internacional. Las características de este conflicto hacen que el fin de la dictadura se vea dificultado por diversas circunstancias especiales, como son: 1. El desinterés hacia los pueblos del África subsahariana por parte de aquellos que podrían ser sus verdaderos aliados, es decir, las sociedades civiles norteamericanas y europeas. 2. En contraste con esto está el intereses extremo de verdaderos imperios económicos en la expoliación de lo que quede por expoliar en la región. 3. La aún pesada losa de "EL" genocidio del 94, que tantas reticencias sigue produciendo en muchos que podrían ser de una gran ayuda para alcanzar la paz. Las provocaciones sistemáticas del FPR, que desvela C. Hakizabera en su carta a la ONU, consiguieron su objetivo, los más extremistas de la mayoría hutu cayeron en la trampa, se lanzaron a matar juntos y el precio aún lo están pagando todos los pueblos de la región.

Sin embargo, no deja de ser verdad que "La ley de la justicia y de la caridad pide que las instituciones de un país aseguren realmente a todos sus habitantes los mismos derechos fundamentales y las mismas posibilidades de promoción humana y de participación en los asuntos públicos. Las instituciones que consagren un régimen de privilegios, favoritismo, proteccionismo, bien sea para los individuos o para los grupos sociales, no son conformes a la moral cristiana." Esta afirmaciones, que son tan válidas y actuales para la Rwanda de hoy y para toda aquella región, tienen ya casi medio siglo. Pertenecen a la famosa carta pastoral de 11.02.1959 de monseñor Perraudin. Hoy no es ya necesario formar líderes democráticos, pero las mejores organizaciones de la oposición democrática y las asociaciones de víctimas ya existentes necesitan de todo nuestro apoyo desde aquí.

Apoyo desde aquí no sólo frente a la dictadura del FPR sino, sobre todo, frente a los grandes lobbies que, también desde aquí, hacen posible ese insoportable apartheid. Desde hace años nuestro utópico objetivo ha sido el de contribuir a que, mediante la denuncia y las acciones de presión, el FPR se convierta en un aliado incómodo, un aliado genocida, para los lobbies que, desde dentro de gobiernos como el estadounidense, hacen posible que estas dictaduras continúen en el poder. La no violencia renuncia a la fuerza física, pero sin la fuerza moral de la verdad, sin la claridad y energía en nuestras denuncias, somos como sal que no sala y levadura que no hace fermentar. Es la paradoja de algunas realidades humanamente pequeñas pero que, si permanecen fieles a su naturaleza íntima, pueden provocar transformaciones considerables en su entorno. Sin esa fuerza moral, también el diálogo y las negociaciones, imprescindibles en todo proceso hacia la democracia, se suelen convertir en transacciones partidistas que olvidan los verdaderos intereses de los verdaderos protagonistas, los pueblos.

3. La justicia internacional

Ni la justicia estrictamente legal, ni la justicia humana entendida en un más amplio sentido coinciden exactamente con la justicia divina. Sin embargo podríamos afirmar que, aún sin coincidir en sus límites, las tres se yuxtaponen en un determinado territorio común. Ese territorio compartido es lo suficientemente amplio como para que cualquier cristiano o cualquier ser humano preocupado por la construcción de un mundo más justo y pacificado, pueda recurrir al ámbito judicial como un instrumento privilegiado no sólo para hacer justicia sino sobre todo para hacer emerger la verdad. Con frecuencia, la denuncia del criminal ante las instancias judiciales correspondientes es mucho más que una posibilidad: es incluso una obligación legal, ética y cristiana. Lo contrario tiene un nombre: el encubrimiento, que permite al criminal continuar ocasionando nuevas víctimas. Pero esto, que en principio es tan claro, encuentra en la práctica multitud de obstáculos: Las insistentes llamadas a la necesidad de ejercer un perdón "cristiano" y olvidar las ofensas e injusticias, las exhortaciones a la reconciliación hechas por igual tanto a las víctimas indefensas como a los victimarios bien decididos a continuar matando, la permanente afirmación de que "ahora" no es el momento oportuno, la "realista" y omnipresente tesis de que "la denuncia no va a servir para nada", etc. No podemos pedir a la justicia internacional que traiga por si sola la Paz, pero, sin duda alguna, se convierte en esencial para romper los ciclos de violencia que la impunidad perpetúa y acentúa.

Para un seguidor del Jesús de Nazaret que nos trasmiten los evangelios tales reparos en denunciar lo que debe ser denunciado son difícilmente conjugables con la doctrina y la praxis del maestro. Esa denuncia sin ambigüedades le llevó a la muerte. En términos del mismo Jesús, creo que tales "pensamientos no son de Dios, sino de los hombres" (Mt. 16, 23), de "la carne y la sangre" (16,17) y no del Espíritu, que lo ha "ungido" y "enviado a anunciar a los pobres la Buena Nueva,...la liberación a los cautivos,...la libertad a los oprimidos..." (Lc. 4,18). Sus palabras y actitudes eran inequívocas: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia , la misericordia y la fe!" (Mt. 23,23). Y éste enérgico modo de actuar no surge de la nada, sino que se inscribe en un pueblo y una tradición espiritual que durante siglos ha marchado por esa misma ruta: "Para los semitas, la justicia no es tanto una actitud pasiva de imparcialidad como un empeñarse apasionadamente... a favor del que tiene el derecho." (X. Léon Dufour, Vocabulario de teología bíblica, pag. 402).

Hace más de 3.000 años Moisés se enfrentó con el faraón, no para negociar humanamente la libertad sino para exigirla en nombre de Yavé. Pero lo único que consiguió en un primer momento es provocar más represalias por parte de los egipcios, más sufrimiento de su propio pueblo y el inicio de las murmuraciones. Hace 2.000 años se trataba de evitar una revuelta, dijo el Sumo Sacerdote Caifás, que provocaría la reacción del imperio de Roma, por lo que era preferible que muriese un hombre y no todo el pueblo (Jn. 11, 49-50). Recientemente, en el caso Pinochet, era preferible dejar las cosas como estaban, decían muchos, ya que seguramente se provocaría una desestabilización de Chile con más perjuicios que ventajas. Estabilidad, orden, paz,... siempre las mismas coartadas mientras el pueblo sigue sufriendo y muriendo. Frente a esas falacias los grandes maestros de la verdadera Paz (Jesús, Gandhi y tantos otros), fueron verdaderos desestabilizadores... del injusto orden establecido, auténticos provocadores... de cambios profundos. Jesús lo proclamaba con toda claridad: No he venido a traer paz, sino guerra... Gandhi, por añadidura, fue abogado, y se sirvió de su profesión en su lucha no violenta. Ahora, para muchos, tampoco parece ser el momento oportuno para actuar legalmente contra el FPR, responsable mes tras mes de tanta desolación y muerte.

H. Cohen preguntado sobre la impunidad de los crímenes cometidos por el Ejército Patriótico Ruandés en el norte de Rwanda y en la RD del Congo, responde así: "Esta es una cuestión extremadamente importante. Cuando había los informes de las masacres de refugiados hutus en la selva ecuatorial alrededor de Kisangani en 1996, los Estados-Unidos y otros han exigido una investigación de la ONU. En este momento, Laurent Kabila trabajaba estrechamente con el régimen de Rwanda que le ha ayudado a instalarse en el poder. Por ello ha contrarrestado la investigación.... Cuando Rwanda se ha vuelto enemiga de Kabila en 1998, él ha invitado a la ONU a venir a hacer su investigación. Pero, ciertamente, el ejército ruandés controlaba el sector, impidiendo así la investigación. Ahora hay testimonios oculares congoleños de que el APR ha ido sistemáticamente a las aldeas congoleñas asesinando a todos los hutus que podía encontrar. Yo creo que ha masacrado a más de 350.000 refugiados hutus. Para ellos, todo hutu que no hubiese retornado a Rwanda después de que los campos de refugiados en el Kivu fuesen destruidos, ha sido automáticamente considerado como interhamwe. Esta investigación debe ser reavivada y, si hay razones suficientes, un tribunal de crímenes de guerra debe ser creado para cuidarse de los culpables. Es también interesante observar que los acusadores del Tribunal de Arusha quieren examinar los crímenes cometidos por el APR en Rwanda contra los hutus cuando han tomado el poder tras el genocidio en 1994. El gobierno ruandés rechaza cooperar con los magistrados sobre esta cuestión. Finalmente, es importante escuchar el testimonio de los congoleños del Kivu, del norte de Katanga, Maniema, Kisangani y del Congo Oriental con respecto a los crímenes contra la humanidad cometidos por el APR, le RCD et le MLC. Hemos oído ya suficientes informaciones que provienen de grupos de derechos humanos que indican que deben haber sido cometidos crímenes reales en el Congo oriental."

Hace ya más de dos años que el Forum por la justicia en Rwanda, en el que mi fundación está integrado, trabaja en esa difícil tarea, gracias, sobre todo, al apoyo del Fons Mallorquí de Solidaritat. El padre blanco catalán Quim Vallmajó, primer español asesinado por el FPR en el fatídico abril del 94, había proclamado ya años antes: "Mi tarea sacerdotal es anunciar la verdad, la justicia y el amor. Y eso quiere decir recordar sus derechos y deberes a grandes y pequeños, a los que mandan y a los que son mandados". Esperemos que la verdad que hace libre a los hombres y a los pueblos obre un día no lejano ese milagro de la libertad en el África de los Grandes Lagos.