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Medio Oriente

22 de junio del 2003

Conflicto israelí-árabe
Anatomía de un conflicto condicionado no resuelto. Una reflexión personal y filosófica

Gilad Atzmon
Traducido para Rebelión por Germán Leyens y revisado por Manuel Talens
La mayor parte de los comentaristas del conflicto israelí-árabe suelen recurrir a un análisis político, histórico o sociológico para llegar a un argumento coherente. Aunque aprecio la importancia de esos campos analíticos, argumentaré que existe otro ámbito de razonamiento que ha sido sistemática o incluso intencionalmente ignorado. Me refiere al análisis de la "visión judía del mundo". Sugiero que la revelación de la filosofía en que se basan una serie de preceptos judíos fundamentales pondrá claramente de manifiesto la terrible verdad de que el conflicto entre israelíes y árabes está condicionalmente sin resolver.

Durante muchos años he experimentado profundos sentimientos de desilusión y desencanto por mi propio pueblo. Como todos sabemos, la identidad puede ser un tema complicado. Nadie decide cuáles son sus padres, su lugar de nacimiento, su género, su origen racial o incluso su patrimonio religioso. Nadie me preguntó si quería nacer como judío o israelí. Nadie me consultó cuando tenía ocho días si quería sacrificar una parte de mi cuerpo para determinar mi identidad. Cuando tenía un poco más de una semana, sin haber probado mi superioridad o mi excelencia en ningún terreno, me convertí en "elegido". Tengo que admitir que la mayoría de los judíos que he encontrado están más que contentos con la identidad que recibieron y se sienten orgullosos de ser judíos. Por desgracia, yo no. Al contrario, cuanto más envejezco más me avergüenzo de mi propio pueblo y este escrito habla de mi vergüenza.

En primer lugar he de subrayar la importante distinción que hay que hacer entre el judaísmo y la visión judía. Mientras que el judaísmo es una religión, una colección de pensamientos, leyes, ideas y rituales, la "visión judía" es lo que el pueblo judío hace con esos conceptos, lo que el pueblo judío hace del judaísmo. La diferencia entre judaísmo y la visión judía es similar a la distinción entre la ideología y la praxis, el marxismo y el estalinismo o el cristianismo y la Inquisición.

Quisiera discutir el concepto de "ser elegido". Creo que "ser elegido" es una de las características más fundamentales de la "visión judía". Uno puede extraer una cantidad sustancial de ley y ritual religiosos de la vida judía (por ejemplo el movimiento de Reforma) y uno puede incluso eliminar el conjunto de la práctica religiosa sin afectar realmente la identidad judía (como sabemos, hay muchos judíos laicos). Pero si eliminamos el "ser elegido", queda muy poco con lo que un judío se pueda identificar. En otras palabras, al eliminar el "ser elegido", el judío se convierte en algo diferente (convertido al cristianismo o, más a menudo, en un ser humano corriente). El concepto de "ser elegido" se relaciona con muchos conceptos judíos de autoalienación o incluso de discriminación positiva, como la comida cosher y el concepto de miniam (la comunidad), así como la conversión. Estos conceptos comparten un denominador común, que elimina toda experiencia de interacción social con el Otro. En otras palabras, se disuade a los judíos de asimilarse con su entorno no judío (la palabra hebrea para asimilación es Hit-bo-le-lout, que proviene de la raíz Blil, que se entiende comúnmente como "masa" o "confusión", de ahí que le- hit-bo-lel, asimilarse, signifique confundirse, ser uno de la masa, perder la autenticidad). El resultado es que se niega la posibilidad de "amar al prójimo".

En general, como veremos, la "visión judía" (a diferencia del judaísmo) lleva a ignorar al Otro. Cuando hablo del Otro me refiere a lo que es condicionalmente distinto de mi ser. El Otro es aquel con quien uno puede compenetrarse, por el hecho de ser diferente. Una interacción con el Otro pone a prueba la propia tolerancia. La Biblia nos llama a amar al Otro tanto como a nosotros mismos (Levítico 19; 18), pero, ¿quién es el Otro? ¿Puede ser un negro? ¿Un árabe? ¿Un hombre en general? ¿Puede ser un gentil? ¿Puedo compenetrarme con el gentil? ¿Puedo ser tolerante con él? Aquí es donde nos topamos con una importante distinción entre el judaísmo y la "visión judía". Mientras que el judaísmo puede vivir en paz con el concepto general y amplio del "ama a tu prójimo", la "visión judía", en la mayor parte de los casos prácticos, se le opone totalmente. Como sabemos, Cristo, en su calidad de líder espiritual judío, interpretó la noción judía del Otro como amigo o hermano. Somos todos hijos de Dios y Dios nos ama por igual. Por lo tanto, yo debería amar a mi prójimo como si fuera mi hermano. En otras palabras, incondicionalmente. (Los judíos, como todos sabemos, jamás aceptaron la interpretación de Cristo de la tolerancia y la igualdad).

En la actualidad, muchos judíos rechazan este concepto del amor por el Otro y, si me equivoco, por favor, explíquenme ¿por qué es tan difícil que el gentil se convierta al judaísmo? ¿Por qué en el estado judío, después de más de 35 años de invasión y opresión, apenas hay alguna voz judía que pida que se muestre compasión hacia la población palestina? ¿Por qué hay apenas algún llamamiento de las comunidades judías en todo el mundo para que se detengan los ataques inhumanos y racialmente motivados contra la población civil palestina? ¿Por qué el mundo judío casi nunca condena a Israel por su brutalidad? Por lo tanto, debemos aprender a interpretar la noción de "ser elegido" en su habitual "visión judía" como algo antihumanitario.

Dialéctica de amos y esclavos

Una manera de reflexionar sobre el concepto de "ser elegido" es a través de un profundo entendimiento del concepto hegeliano de la "Dialéctica de amos y esclavos". Según Hegel, la toma de conciencia personal es un proceso que involucra necesariamente al Otro. ¿Cómo voy a tomar conciencia de mí mismo en general? Simplemente a través del deseo o de la cólera, por ejemplo. Cada vez que entro en cólera soy "Yo" el que se enoja. Pero, a diferencia de los animales, que satisfacen sus necesidades biológicas destruyendo otra entidad orgánica, el deseo humano es un deseo de reconocimiento.

En términos hegelianos, esto se logra orientándose hacia lo no existente, es decir, hacia otro deseo, otro vacío, otro Yo. Es algo que jamás se logra por completo. "El hombre que desea algo humanamente actúa no tanto para poseerlo como para hacer que otro reconozca que su derecho es sólo el deseo de tal reconocimiento, sólo la acción que proviene de ese deseo, que crea, realiza y revela a un Yo humano, no biológico." (Kojeve A., Introduction to the Reading of Hegel, 1947, Cornell University Press, 1993, pág. 40) De acuerdo con la línea de pensamiento hegeliana, podemos deducir que para desarrollar la autoconciencia, hay que confrontar al Otro. Aunque la entidad biológica luche por su continuidad biológica, un ser humano lucha por obtener reconocimiento.

Para comprender las implicaciones prácticas de esta idea, consideremos la "dialéctica de amos y esclavos". Al amo se lo denomina amo porque se esfuerza en demostrar su superioridad sobre la naturaleza y sobre el esclavo que está forzado a reconocerlo como amo.

A primera vista parece como si el amo hubiese llegado a la cumbre de la existencia humana pero, como veremos, no es así. Tal como hemos visto, los seres humanos luchan por el reconocimiento. El esclavo reconoce al amo como tal, pero el reconocimiento del esclavo tiene poco valor. El amo quiere que lo reconozca otro hombre, pero un esclavo no es un hombre. El amo desea el reconocimiento de un amo, pero otro amo no puede permitir que en su mundo exista un ser humano superior a él. "En pocas palabras, el amo nunca llega a lograr su objetivo, el objetivo por el que arriesga su propia vida". De manera que el amo se encuentra en un callejón sin salida. ¿Y el esclavo? El esclavo está en camino de transformarse a sí mismo pues, a diferencia del amo, que ya no puede avanzar, él puede aspirar a todo. El esclavo se ve compelido a transformar las condiciones sociales en las que vive. El esclavo es la encarnación de la historia. Es la esencia del progreso.

Una lección en el arte de ser amo

Ahora, después de esta introducción filosófica, aplicaremos el concepto hegeliano al mecanismo de "ser elegido". Mientras que el "Amo" de Hegel arriesga su existencia biológica para llegar a ser amo, el niño judío recién nacido arriesga su prepucio. El niño elegido traspasa el umbral del dominio y de la excelencia sin (aún) haberse distinguido en algo. El bebé elegido se ve otorgar su prestigiosa condición sin hacer frente a ningún proceso de reconocimiento por parte del Otro. Es Dios quien da a los judíos el título de "elegido", no el Otro.

Si tratamos de analizar el conflicto israelopalestino mediante el mecanismo hegeliano de reconocimiento, veremos la imposibilidad de cualquier diálogo entre ambos lados. A pesar de que está más que claro que el pueblo palestino lucha por el reconocimiento y lo deja ver cada vez que se le presenta una oportunidad, los israelíes evitan por completo el asunto del reconocimiento. Para empezar, están convencidos de que ya han sido completamente reconocidos. Saben quienes son: nacieron para ser amos. Los israelíes se niegan a participar en ese juego de "transformación del sentido" y, en lugar de hacerlo, desvían todos sus esfuerzos intelectuales, políticos y militares hacia la demolición de cualquier sentido de reconocimiento palestino. La batalla por la sociedad israelí es la supresión de todo símbolo o deseo palestino, ya sea material, espiritual o cultural.

Y, sorprendentemente, los palestinos están teniendo bastante éxito en su lucha por el reconocimiento. Cada vez hay más gente que empieza a comprender la justicia de la causa palestina y la injusticia de la continuación de la ocupación militar israelí de Cisjordania y de la Franja de Gaza. El mundo considera que el pueblo palestino y sus portavoces son gente con la que es fácil identificarse. Los israelíes, por otra parte, no están preparados para tales maniobras. Están fuera de juego. El público considera que es imposible simpatizar con ellos. Mientras que un palestino llama a compartir su dolor y su miseria y nos habla directamente al corazón para convertirnos, el portavoz israelí, que en general (pero no siempre) es un oficial del ejército, nos ordena que aceptemos sus extraños puntos de vista. Insistirá en vendernos un cuadro histórico prefabricado, un poema repetitivo que comienza en los tiempos bíblicos de Abraham, continúa con el Holocausto y nos conduce a más derramamientos de sangre. Parece como si los israelíes siempre presentasen la misma historia anónima (¿quién se imagina las caras de seis millones de víctimas o la imagen de Abraham? La propaganda israelí parece ser un argumento analítico edificado sobre personajes anónimos. ¿Pueden Abraham y el Holocausto justificar la conducta inhumana de Israel?).

Según Hegel, sabemos que el reconocimiento es un proceso dinámico, es un tipo de conocimiento que madura en el interior de la persona. Mientras que los palestinos utilizan todos los recursos que tienen a su disposición para que los miremos cara a cara, en el fondo de sus ojos, para invitarnos a que nos unamos a ellos en un proceso dinámico de reconocimiento mutuo, los israelíes tratarán de convencernos de que no existe un pueblo palestino, que no hay una entidad palestina, que no hay una historia o una cultura palestinas.

Mi manera de interpretar esta extraña conducta ideológica y política israelí se basa en la falta de un "mecanismo de reconocimiento" por parte de los israelíes, que carecen de una comprensión de la historia como un flujo, como un proceso dinámico, como una progresión hacia la "realización de sí mismo", un juego coherente de transformación. Israel y los israelíes se ven como si fueran algo exterior a la historia. No progresan hacia la realización personal porque tienen una identidad dada, fija. Mientras que los palestinos se ven como una nación en progreso hacia un sentido y una realización personal, los israelíes luchan por fijar los contenidos y oponerse a todo proceso posible de reajuste o de revisión. En otras palabras, los israelíes se opondrán a todo posible cambio. Supongo que este tipo tradicional israelí de fijación de contenidos ha sido heredado de la tradición judía de la relectura. El judaísmo es una cultura basada en una continua relectura del texto bíblico, mientras que niega con obstinación la reescritura, la crítica (los judíos pueden perfectamente interpretar la Biblia, pero no volver a escribirla) o la reforma (como sabemos, el sionismo no fue en un principio un movimiento religioso. Era, en todo caso un movimiento, laico. La limitación de la judaidad a un grupo étnico por parte del sionismo posibilitó el nacimiento de un movimiento nacionalista. El sionismo extrae de la "visión judía" distintos modelos de "dominio" y "elección").

Al parecer las personas que no han sido preparadas para reconocer al Otro son incapaces de permitir que se las reconozca. Los israelíes no poseen el mecanismo mental necesario para reconocer al Otro. ¿Por qué lo iban a tener? Les ha ido tan bien durante tantos años sin tener que hacerlo. Según Hegel, uno obtiene la conciencia de sí mismo a través del Otro. Sin embargo el individuo "elegido" ya comienza teniendo plena conciencia de sí mismo. Nace como amo. Los israelíes no practican ningún proceso de diálogo porque nacen como amos. Para ser justo con los israelíes, tengo que admitir que su carencia de mecanismo de reconocimiento no tiene nada que ver con sus sentimientos contra los palestinos. En realidad, ni siquiera son capaces de reconocerse ellos mismos. Israel y los israelíes tienen una larga historia de discriminación contra su propio pueblo (la elite judía, de origen occidental, discrimina a los judíos de origen no europeo, como son los sefardíes).

Materialismo histórico

Si uno no puede relacionarse con su prójimo sobre la base del reconocimiento del Otro, tiene que haber otra manera de establecer un diálogo. Si uno no puede establecer un diálogo basado en la empatía con el otro y en los derechos del otro, uno tiene que seguir otro modo de comunicación. Parecería que el método alternativo de diálogo "elegido" reduce cualquier otra forma de comunicación a un lenguaje materialista. Casi cualquier otra forma de actividad humana, incluido el amor y el placer estético, puede quedar reducida a un valor material. El Pueblo Elegido tiene mucha práctica en el uso de este método de comunicación.

Después de la reciente batalla legal entre las principales instituciones judías y el Swiss Bank, tiendo a estar de acuerdo con Norman Finkelstein (The Holocaust Industry , Norman Finkelstein, Verso 2000). En su libro, Finkelstein revela la terrible historia de organizaciones judías que convierten la memoria del Holocausto en un acto industrial (es decir, la obtención de beneficios) y que, en la actualidad, queda muy poco del Holocausto Judío, aparte de varias formas industriales de negociaciones económicas sobre compensaciones. Según Finkelstein, se reduce a obtener beneficios. Estoy muy lejos de querer formular alguna crítica a la compensación económica, pero me parece que hay personas capaces de convertir rápidamente su dolor en oro (es importante mencionar que el dolor, de la misma manera que se puede transformar en oro, también se puede transformar en otros valores, morales o estéticos, etc.). Sin embargo, la posibilidad de transformar el dolor y la sangre en dinero efectivo se encuentra en la raíz del falso sueño de Israel: que el conflicto israelopalestino es solucionable, en especial en lo tocante a los refugiados. Ahora sabemos de dónde proviene esta suposición. Los israelíes están totalmente convencidos de que si estuvieron dispuestos a llegar a un arreglo económico con los alemanes, los palestinos deberían estar igualmente dispuestos a vender sus tierras y su dignidad. ¿Cómo llegan los israelíes a una convicción tan extraña? Porque deben saber mejor que los palestinos lo que los palestinos realmente desean. ¿Por qué? Porque los israelíes son brillantes, son el Pueblo Elegido.

Cuando uno habla con israelíes sobre el conflicto, uno de los argumentos que suelen utilizar con mayor frecuencia es: "Cuando nosotros (los judíos) llegamos aquí (a Palestina), ellos (los árabes) no tenían nada. Ahora tienen electricidad, trabajo, coches, servicios sanitarios, etc." Se trata, obviamente, de la incapacidad de reconocer al Otro. Es típico de los israelíes "elegidos" el que esperen que el Otro comparta la importancia que ellos otorgan a la adquisición de la riqueza material. ¿Por qué iba el Otro a compartir mis valores? Porque yo sé que son buenos. ¿Por qué sé lo que es bueno? Porque soy el mejor. Este enfoque arrogante y totalmente materialista es la médula de los acuerdos de Oslo. El "sueño del nuevo Oriente Próximo" compartido por Shimon Peres y sus obcecados colaboradores pretendía convertir la región en un paraíso económico en cuyo corazón estaría Israel. Los palestinos (y los demás estados árabes) proveerían a las industrias israelíes (que representarían Occidente) con la mano de obra barata que requieren. Por su parte, los palestinos ganarían dinero y lo gastarían comprando productos israelíes (occidentales). Israel ha tratado de establecer en la región una coexistencia dual, en la que los palestinos serían los eternos esclavos y ellos sus amos. Estas ideas, generadas por los dirigentes ideológicos más prestigiosos del partido "laborista" israelí, son bastante sorprendentes si se considera que uno podría esperar que los ideólogos laboristas estuvieran familiarizados con los principios básicos del pensamiento hegeliano y marxista. Según Hegel, es el esclavo el que hace progresar la historia. El esclavo es el que lucha por su libertad. El esclavo es el que se transforma y el amo es el que termina por desaparecer. Una manera de explicar por qué Israel ignora esta interpretación de la historia se debe a la indiferencia condicional del estado de ánimo del "elegido".

Bienvenidos al país en las nubes

El doctor Mustafa Barghouti, un médico palestino que vive y trabaja en la Cisjordania ocupada, se refirió a Israel como un estado que "trata de ser David y Goliat al mismo tiempo". (El doctor Barghouti habló en un debate en la Cámara de Comunes el 22 de noviembre de 2000). Según el doctor Barghouti, esto es imposible. También afirmó que "Israel es probablemente el único estado que bombardea un territorio que ocupa". Consideró esto muy extraño, incluso estrafalario. ¿Es realmente extraño ser David y Goliat de forma simultánea? ¿Es realmente extraño destruir su propiedad? No cuando uno está loco. No si uno sufre de una enfermedad mental perturbada y ha perdido el contacto con la realidad. La incapacidad de verse reflejado en los ojos de otros puede llevar a las personas y a las naciones a extraños rincones oscuros. La falta de un marco que permita discernir la propia imagen a través del Otro, la falta de un mecanismo correctivo, parece ser una situación muy peligrosa.

La primera generación de dirigentes israelíes (Ben-Gurion, Eshkol, Meir, Peres, Begin) creció en la Diáspora, sobre todo en la Europa del Este. Ser un judío que vive en un entorno no judío lleva a desarrollar una autoconciencia agudizada e impone un cierto tipo de consideración por la reacción del Otro. No fue suficiente para refrenar a estos dirigentes europeos de sus actos agresivos (por ejemplo, Dir-Yassin, Nakbah, Kafer Kasem, la guerra del 67, etc.) pero fue más que suficiente para darles una lección de diplomacia. Desde 1996, Israel está dirigido por jóvenes líderes que nacieron en el estado de los "elegidos". Aunque en sus primeros años se les inculcó una intensa ansiedad tradicional judía, al crecer ésta fue reemplazada por el legado del "milagro" de 1967, un acontecimiento que convirtió parte de las ideologías de "los elegidos" en una misión mesiánica. Esta fijación por el poder absoluto, exacerbada por la ansiedad judía y combinada con la ignorancia del "Otro" conduce a una esquizofrenia epidémica, tanto de ambiente como de acción; una acentuada pérdida de contacto con la realidad que lleva al uso excesivo de la fuerza. Israel responde con ametralladoras a niños que lanzan piedras, con artillería y misiles contra objetivos civiles después de una insurrección esporádica, etc. Esta violencia típica israelí es un resultado directo de la ignorancia total por parte de los "elegidos" de los derechos básicos del Otro. Esta conducta no se debería explicar con instrumentos analíticos políticos o sociológicos. Se obtiene mucha más claridad al situar el conflicto en un marco filosófico, que permite una mejor comprensión de los orígenes de la paranoia y de la esquizofrenia.

El Primer Ministro israelí, representante tanto de "David como de Goliat", puede hablar de la vulnerabilidad de Israel, del dolor judío y de la miseria judía en una frase y de lanzar una masiva ofensiva militar contra toda la región en la siguiente. Una conducta así sólo se explica como una forma de enfermedad mental. El lado tragicómico del asunto es que la mayoría de los israelíes ni siquiera comprenden que algo va terriblemente mal. El hecho de nacer como amo lleva a la ausencia de un "mecanismo de reconocimiento". Esta falta de reconocimiento da lugar a una psique dividida, a ser al mismo tiempo tanto "David como Goliat". Parece que no se pueda ya contar con Israel ni con los israelíes para un diálogo que tenga sentido.

Diciembre de 2000