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Medio Oriente

¿Quiénes son estos hombres que venden Palestina a precio de saldo ?

Ali Abunimah* 2 de mayo de 2003. Electronic Intifada

Traducción de Beatriz Morales. (www.nodo50.org/csca)

"La idea de un primer ministro emanó de Israel y rápidamente fue adoptada por EEUU. Lo mismo que las demás "reformas" palestinas de inspiración israelí o estadounidense, esta "última medida" vuelve a poner el carro delante de los bueyes concentrándose en unos aparatos de independencia (es decir, el puesto de primer ministro) antes que en el desarrollo de un verdadero Estado. El objetivo principal de esta maniobra es cambiar de tema y promover la teoría del conflicto progresivo, que elude su causa fundamental, la ocupación y la colonización de la tierra palestina, y en vez de ello, centra completamente la atención en la política interna palestina.
Estas tácticas reflejan una comprensión por una parte del gobierno israelí de que semejantes interpretaciones falsificadas son esenciales para impedir que la opinión pública interna e internacional vea la evidencia, a saber, que la ocupación es la causa del conflicto y su fin la única solución".
En 1996 David Hirst, corresponsal del periódico británico The Guardian constató el temor existente en el entorno de Arafat de que los israelíes "volvieran" los servicios de seguridad palestinos contra su dirigente. Según Hirst, un responsable oficial palestino había declarado que los israelíes habían "penetrado" hasta tal punto en los servicios de seguridad palestinos que "desde ese momento algunos de sus dirigentes cuando menos dependían lo mismo de ellos (de los israelíes) que de Arafat. Ya no está tan lejos el tiempo en el que los israelíes decidirán que Arafat -que incordia demasiado- 'ya no sirve'".
Este representante palestino añadía que "los israelíes están preparando a Abu Mazen (Mahmud Abbas)", uno de los negociadores secretos de los acuerdos de Oslo, "para que ocupe el lugar de Arafat", y precisaba: "apuestan por Mohamad Dahlan, jefe de la Seguridad Preventiva de Gaza, para encabezar el golpe" [1].
Siete años después se podrían desdeñar estos temores y calificarlos de paranoias. Sin embargo, en el momento en el que escribo este artículo, Arafat se agarra desesperadamente a las ruinas de su cuartel general al haberlo declarado los israelíes "fuera de juego", mientras que el "primer ministro", seleccionado conjuntamente por EEUU e Israel, le hace frente en la controvertida formación de su gabinete. El principal escollo es la insistencia de Abbas en el nombramiento de Dahlan a la cabeza del ministerio del Interior. Hasta el más objetivo de los observadores tiene la tentación de ver un complot en esta situación bloqueada.
'Reformas', 'seguridad' y corrupción Últimamente Abbas y Dahlan tiene buena prensa en EEUU. Los Angeles Times afirmaba que los partidarios de Abbas esperan que éste "ayude al partido Fatah de Arafat a librarse de un pasado carcomido por la corrupción". Por lo que se refiere a Dahlan, un editorial de The New York Times lo calificaba recientemente de "hombre fuerte de Gaza", que ha estado "dando la lata a Arafat para convencerlo de que castigue duramente a Hamas y a otros grupos extremistas", y observaba que este Dahlan "en el pasado ha frecuentado mucho a responsables israelíes y estadounidenses que le tienen en una alta consideración".
Estos cumplidos coinciden con la realidad siguiente: los padrinos más eminentes de Mohamad Dahlan no son otros que Tony Blair y George W. Bush. En esta prensa aduladora es imposible encontrar mención alguna al hecho de que Abbas y Dahlan están implicados hasta el cuello en la corrupción que sufre la Autoridad Palestina (AP) desde sus orígenes. En un artículo anterior yo recordaba la villa de Abbas, valorada en un millón y medio de dólares, que domina soberana justo en medio de la derelicción de Gaza. También Dahlan se ha construido un palacio. Está tan recargado de pesados bloques de mármol que se hunde en el arenoso suelo de Gaza y ha habido que añadir varios millones de dólares para sujetarlo por medio de un sofisticado apuntalamiento.
Un artículo de investigación escrito en 1997 por los periodistas de Haaretz Ronene Bergman y David Ratner con el título "Este hombre que se ha comido Gaza" (4 de abril de 1997) revisaba los orígenes de esta opulencia. Según este informe, Dahlan (y muchos otros) se benefició de un monopolio sobre la importación de carburante a Gaza. Los propietarios palestinos de estaciones de servicio se veían obligados a comprar las materias primas a unos precios inflados, mientras que los servicios de la seguridad preventiva de Dahlan se veían obligados a pasar la mayor parte de su tiempo protegiendo de los camiones-cisterna israelíes.
Sin duda más grave -e igualmente relegado al olvido- es el hecho de que los servicios de seguridad de Dahlan hayan sido objeto de numerosas acusaciones de violación de derechos humanos y, en especial, de la práctica de la tortura, acusaciones formuladas por asociaciones de defensa de derechos humanos tanto palestinas como extranjeras.
El alcance de la corrupción de la AP, en la que durante mucho tiempo han intervenido Abbas y Dahlan, era conocido desde los primeros días de su existencia. Con todo, en los "buenos tiempos", en la época de Rabin, Peres, Clinton y del "coordinador especial para Oriente Medio", Dennis Ross, los únicos que hablaban constantemente de ello y en voz alta y clara eran los propios palestinos y -¡qué ironía!- los opositores israelíes de derecha a los acuerdos de Oslo que, al acecho de informaciones jugosas respecto a esta corrupción, no reparaban en medios para desacreditar a sus enemigos. A la pregunta de la periodista Caroline Glick de The Jerusalem Post formulada a Ross el año pasado de por qué la Administración Clinton nunca había mostrado el menor interés en esta corrupción, Ross respondió: "Bueno, ¿sabe?, no es como si los israelíes hubieran estado particularmente interesados por este problema". (Sobreentendido: si los israelíes hubieran estado preocupados, nosotros también lo habríamos estado -para nosotros sólo cuentan los estados de ánimo de los israelíes, nuestros aliados de toda la vida... Nota del editor).
Por supuesto, Ross se preocupaba únicamente de las prioridades de Israel, que se resumían en la esperanza que Rabin tenía en que Arafat iba a luchar contra el "terrorismo" sin que se entrometieran ni el Tribunal Supremo de Israel ni la Asociación de Defensa de los Derechos Humanos B´Tselem. El hecho de que los diputados y militantes palestinos fueran encarcelados -y cosas peores- simplemente por evocar la corrupción de la AP no ha suscitado nunca la menor protesta de EEUU.
La tolerancia de la corrupción se extendió incluso a la parte que correspondía a algunos israelíes bien situados. El año pasado el periódico israelí Maariv reveló el alcance de los negocios y de las relaciones financieras entre Arafat y sus pupilos por un lado, y Yossi Ginossar, ex -jefe de servicio de los interrogatorios del Shin Bet israelí, por otro.
Entre otras cosas Ginossar fue acusado de administrar las cuentas secretas de Arafat en varios bancos suizos.
El fiscal general de Israel llevó a cabo una encuesta criminal de gran alcance sobre lo que muchos israelíes consideran un escándalo que es muestra de alta traición. Ya en 1997 el informe del Ha´aretz avanzaba que Ginossar desempeñaba el papel de intermediario con algunos de los más estrechos colaboradores de Arafat, en la conclusión de mercados mafiosos, y que obtenía para su beneficio personal el cinco por ciento de las ganancias de ambas partes contratantes. ¿Por qué a los israelíes les ha costado tanto tiempo indignarse?. Bajo la apariencia de "reforma" de la AP, "en el interés de la 'paz'", estamos asistiendo a una puesta al día de la fórmula Rabin.
Sólo ha cambiado una cosa: los nombres. Las vagas promesas de los Acuerdos de Oslo han sido sustituidas por las vagas promesas de la "hoja de ruta". Si Abbas se ve inesperadamente nombrado Primer Ministro no es por porque represente un futuro para los palestinos, sino porque encarna su pasado catastrófico.
FUENTE: CSCA WEB