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Medio Oriente

Hezbollah, en la mira

Marta Tawil

Una de las exigencias que Estados Unidos ha hecho a los gobiernos sirio y libanés es que eliminen al movimiento chiíta que opera en el sur de Líbano, conocido como Hezbollah. Las siguientes notas pueden contribuir a contextualizar la emergencia, evolución y naturaleza de dicho grupo, y vislumbrar el lugar y significado que ocupará en la agenda de negociación futura en la región.
Hezbollah es, ante todo, un movimiento de bases religiosas. El chiísmo es la fuente de su ideología y su agenda política. Sin embargo, la religión es sólo un elemento cuya influencia en las estrategias del grupo se combina con intereses políticos y sociales de igual o mayor importancia.
Durante décadas los chiítas fueron en Lí-bano una comunidad marginada del desarrollo económico y subrepresentada políticamente. De hecho, desde su origen Hezbollah se considera a sí mismo una fuerza política y militar principalmente nacional, interesada en reducir esa desventaja y ganar influencia en el frente interno. En el ámbito regional, y también el nacional, enarbola paralelamente la lucha de los palestinos por la autodeterminación (existen cerca de 260 mil refugiados palestinos en Líbano) .
En 1982, durante la operación militar israelí contra Líbano llamada Paz en Galilea, Damasco buscó a Teherán como aliado para impedir el objetivo israelí de facilitar la victoria de un régimen maronita pro israelí en Líbano. Por medio de Hezbollah, Siria pudo sostener por varios años una guerra proxy en contra de Israel en la zona sur ocupada, así como enfrentar el conflicto bélico que Tel Aviv llevó a cabo con la ayuda de su cliente libanés, el Ejército del Sur de Líbano.
El principal objetivo político de Hezbollah ha sido recuperar los territorios ocupados por Israel en el sur de Líbano. Esta zona se estableció luego de la llamada Operación Litani, en 1978, durante la cual Tel Aviv invadió a su vecino con el objetivo declarado de ocupar una zona cinturón en su frontera norte para prevenir ataques palestinos contra Israel. Dicha invasión provocó serias pérdidas económicas y humanas a los chiítas y una gran ola de refugiados entre sus miembros.
De esta manera, cuando Israel invadió Líbano por segunda ocasión, en 1982 (Operación Paz para Galilea), los efectos de un cataclismo de acontecimientos co-mo la prolongada guerra civil y la primera invasión israelí de 1978 combinados con la desaparición en 1979 del imán Musa al Sadr, líder religioso chiíta, y el estallido de la revolución islámica en Irán ese mismo año, fueron terreno fértil para la aparición del grupo Hezbollah.
En 1985, Hezbollah anunció formalmente su existencia y la formación de su ala militar, Resistencia Islámica (Al Mu-qawama al Islamiya). Hasta entonces, sus miembros actuaban bajo el paraguas de la Resistencia Nacional Libanesa, dominada por Amal. Luego de la invasión israelí de 1982, Irán envió mil 500 guardias revolucionarios al valle del Bekaa, quienes to-maron control de las operaciones de seguridad y resistencia del grupo.
Durante los años 80, y ante un enemigo militarmente superior como Israel, Hezbollah comenzó una guerra no convencional contra el ejército israelí y la presencia de tropas occidentales. El ataque más comentado ocurrió en abril de 1983 contra un cuartel estadunidense, que provocó la muerte de 241 marines, seguido de otro asalto que mató a 58 paracaidistas franceses que se encontraban a unos cuantos ki-lómetros de distancia.
La proyección de mensajes a audiencias internas y externas ha ocupado un lugar central en la estrategia del Hezbollah a lo largo de su evolución. Su periódico, Al Ahd, y su estación de televisión, Al Ma-nar, le han servido simultáneamente para legitimar su mensaje, reunir fondos dentro y fuera de Líbano e intensificar la guerra sicológica contra Israel.
Más aún, Hezbollah ha logrado proyectar la imagen de ser un grupo defensor de los libaneses y el único instrumento efectivo para combatir la ocupación de las tropas israelíes. Este movimiento estableció una amplia red de servicios sociales, que facilitaron la reconstrucción de infraestructura y miles de hogares en casi un centenar de pueblos y ciudades dañados por la invasión de 1996. Durante ésta última, Hezbollah hizo un llamado nacionalista a cristianos, musulmanes y otras comunidades en Líbano para unirse y resistir.
El máximo líder del Hezbollah, Abbas al Musawi, fue asesinado por tropas israelíes en febrero de 1992. Desde entonces Hassan Nasrallah ocupa el cargo de secretario general del grupo.
En 1992, Hezbollah participó en las elecciones parlamentarias realizadas en Líbano, las primeras en 20 años. Desde entonces, cuenta con representación política a escala nacional.
Viéndose repetidamente frustrado por su incapacidad de prevenir los ataques de Hezbollah, el gobierno israelí desalojó sus tropas de la "zona de seguridad" en mayo de 2000. Desde entonces ha habido en-frentamientos periódicos entre los militantes de Hezbollah y el ejército israelí en la porción disputada del territorio del Go-lán, llamada Chebaa. Los militares israe-líes han violado periódicamente el espacio aéreo libanés, lo que ha propiciado la condena de Naciones Unidas.
Luego de la visita del secretario de Estado Colin Powell a Siria y Líbano en días pasados, Estados Unidos ha vuelto a presionar a ambos países para que el ejército regular libanés remplace al Hezbollah en la frontera sur entre Israel y Líbano. Sin embargo, los gobiernos libanés y sirio se niegan a hacerlo antes de que Israel se retire de los territorios árabes y palestinos que ocupa desde 1967.