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Medio Oriente

PALESTINA.
A dónde va Palestina tras la elección del nuevo gabinete?.

Isaac Bigio

El margen de maniobra del nuevo gobierno palestino.
La encrucijada Palestina.
Podría Palestina mantenerse unida?.
Hacia un estado palestino.

El margen de maniobra del nuevo gobierno palestino Nuevos elementos pueden alterar el desarrollo de la cuestión palestina. Por un lado la asamblea palestina ratifica al nuevo gabinete que apunta a dialogar con Israel. Por la otra Israel simultáneamente ejecuta a un comandante de la izquierda nacionalista palestina del Frente Popular de Liberación Palestina (FPLP) y al día siguiente un árabe se hace explotar en Tel A Viv. La composición del nuevo ejecutivo palestino podría producir un acercamiento de Sharon y que éste también cambia ulteriormente a su gabinete para tender la mano a los laboristas.
La Asamblea Palestina ratificó al nuevo gabinete del recientemente nombrado primer ministro Abu Mazer. Su designación fue el resultado de una intensa presión anglo-americana para disminuir muchos poderes que concentraba el presidente Arafat, con el cual Sharon no quiere negociar.
Mazar es un firme opositor de cualquier levantamiento armado y es acusado por los radicales palestinos de ser un títere pro-Bush en la denominada lucha anti-terrorista. Tanto Arafat como Mazar reflejan distintas presiones.
El presidente palestino trata de evitar ser desfasado por los intransigentes y el primer ministro trata de mostrar una cara cooperadora ante EEUU e Israel. Arafat, cercado en Ramala por el ejército israelí, ha debido ceder y su partido, Al Fatah, que tiene 62 de los 85 legisladores palestinos, decidió respaldar al nuevo gabinete del que inicialmente era reacio.
Sin embargo, muchos diputados de Al Fatah se negaron a votar a favor del nuevo gabinete. Este fue respaldado solo por 51 congresistas frente a 18 en contra y 3 abstenciones. Mas, el principal partido palestino es ahora el Hamas, opuesto a cualquier reconocimiento de la ‘entidad sionista’ a la cual llaman a remplazar, por la vía de bombas humanas y acciones armadas, por una Palestina unida bajo predominio musulmán.
El plan anglo-americano contemplaría la declaración de un estado palestino en dos años para lo cual se necesitaría previamente que Mazar haga causa común con Sharon para sofocar a los miles de militantes radicales armados.
Sin embargo, solo uno de los 4 partidos de la coalición gobernante (el centro-derechista Shinui) tiene una clara aceptación de un estado palestino.
El Likud, el partido dirigente, está dividido entre el ala del premier que aceptaría un estado palestino en un territorio inferior al que el anterior gobierno laborista estuvo dispuesto a conceder, y el ala del ministro de economía y ex-premier Netanyahu quien se opone a toda forma de soberanía palestina. El Partido Nacionalista Religioso y Unidad Nacional piden más colonizadores en los territorios ocupados a los que piden anexarlos plenamente. Unidad Nacional abiertamente propone ‘transferir’ al grueso de los 4 millones de árabes que viven en las áreas que Israel detenta u ocupa.
El mismo día que los moderados se imponían en la asamblea palestina, el ejército israelí ultimó al comandante Nidel Solameh del FPLP. Este hecho fue considerado una provocación por parte de los pacifistas sionistas del Meretz.
Al nuevo gabinete palestino se le dice que la única forma de ir hacia la independencia es con una guerra civil contra un significativo sector de su población. Mas, Sharon, a cambio, no está dispuesto a volver a ofrecer las mismas concesiones territoriales planteadas en Oslo.
La encrucijada Palestina.
Para los palestinos se presenta un fuerte dilema. La Organización de Liberación Palestina nació pidiendo el desmantelamiento de Israel acusado de ser un estado colonizador que echaba a la población local, y postulaba la reconstitución de toda Palestina histórica bajo una república secular. Para llegar a un entendimiento con Israel, la OLP se vio obligada a reconocerlo y limitar su demanda a un estado palestino en menos de un cuarto del territorio que constituía Palestina en 1947.
La anterior administración laborista estuvo dispuesta a entregar la casi totalidad de las zonas ocupadas con la guerra de 1967, incluyendo parte de Jerusalén este. Sin embargo, las negociaciones no prosperaron. Israel no estaba dispuesto a permitir que los refugiados palestinos pudiesen regresar a las áreas que ocupaban antes de 1948. Los árabes afirman que no es posible que Israel aliente la inmigración de personas de fe judía de todo el globo a esas zonas mientras que a los nativas se les insta a irse o no se les permite retornar. Para los sionistas aceptar el pedido palestino implicaría poner en jaque la composición étnica de su sociedad y su estrategia de viabilizar un estado mayoritariamente hebreo.
Si Sharon devolviese el gesto a Mazar y se retirara de algunas zonas, los laboristas israelíes podrían re-examinar su actual oposición a co-gobernar con él. Ello podría dar paso a un gobierno de unidad nacional en el cual Sharon pudiese sacrificar a sus ministros más derechistas.
Mas, Sharon no estaría dispuesto a entregar parte de Jerusalén y una serie de colonias. En su gobierno se han ido construyendo muros fortificados de 6 metros de alturas para cercar aldeas árabes y consumar la anexión de ciertos territorios que han colonizado y no quisieran devolver. Por otra parte, los grupos militantes siguen creciendo: tantos los islamistas como los partidarios de una república secular. Al día siguiente de que la asamblea palestina votó por el nuevo gabinete una bomba humana estalló cerca a sedes diplomáticas.
Las conversaciones de paz entre los primeros ministros israelí y palestino se darán en medio de constantes balas. El dilema de la autoridad palestina es que para poder conseguir un estado propio debe reprimir a gran parte de su población y si lo hace su poder de negociación con Israel puede disminuirse.
Podría mantenerse unida la ‘Tierra Santa’?.
En la llamada ‘Tierra Santa’ viven unos 4,6 millones de judíos y unos 4 millones de árabes, de los cuales el 90% son musulmanes y el resto son cristianos, drusos o no creyentes. Hay 3 millones en la diáspora palestina que reclaman que se les permita volver a sus propiedades en las cuales hoy viven familias judías originariamente provenientes del exterior. Hay más de 10 millones de judíos en el resto del planeta pero no existe ninguna fuente más para un éxodo masivo a Israel.
Las potencias occidentales no quieren seguir permitiendo que Israel siga sin dar alguna forma de soberanía palestina, pues ello genera inestabilidad en el medio oriente. La posibilidad de mantener a la palestina histórica unida podría darse sobre la base de tres alternativas.
Una, es mediante una anexión sionista pero ello generaría el dilema de tener que dar ciudadanía a los árabes con lo cual éstos se convertirían en el 45% de la población. Ello implicaría que Israel empezase a permitir por primera vez que haya ministerios y regimientos armados que pasen a líderes palestinos, y eventualmente a la posibilidad que un no judío llegue a gobernar un estado que se declara esencialmente para sus correligionarios de todo el planeta. Para evitar esa posibilidad es que diversos voceros sionistas sostienen que es mejor desprenderse de los territorios ocupados a fin de viabilizar históricamente un país que siempre tenga una sólida mayoría judía evitándose el riesgo de crear otra Irlanda del Norte. Sin embargo, para los halcones podría encontrarse alguna fórmula para privar de ciudadanía a 3 millones de palestinos que viven en las zonas ocupadas que se buscarían anexionar. Se podría crear reservas semi-autónomas como los fracasados bantustanes sudafricanos o se podría promover la limpieza étnica masiva de los ocupantes nativos de Gaza y la Franja Occidental, con lo cual se generaría mucha violencia y tensión internacional.
En todo caso esperar nuevas oleadas de inmigración judía a Israel no es viable en el plazo corto. El grueso de los judíos de los países árabes, orientales y exsoviéticos ya ha emigrado y la mayor parte de la decena de millones de judíos que hay en el globo viven en países occidentales amigos de Israel, en los mismos donde los judíos pueden correr mejor riesgos que si se mudan al conflictivo Israel. Es mas, la crisis económica y de violencia que sacude Israel viene generando una significativa tendencia hacia emigrar a occidente.
La segunda posibilidad es que el estado sionista se desplome y se imponga un gobierno musulmán como quiere Hamas y la Jihad Islámica. Mas, esa alternativa es remota dado el contexto internacional en el cual EEUU aparece como la única súper-potencia quien acaba de invadir la patria de los talibanes y de los panarabistas. Ningún vecino árabe está en capacidad de invadir Israel. Por otra parte, Israel sigue teniendo el mayor arsenal del medio oriente y el grueso de la población que habita esas tierras es hebrea y no musulmana. Los integristas musulmanes apuestan a una estrategia de resistencia de largo alcance.
Una tercera posibilidad es que dentro de la población hebrea se acrecienten las tendencias secularistas para que se cuestione el carácter religioso del estado y se de paso a una república. Dentro de los israelíes existen significativos partidos que cuestionan los privilegios que tienen los creyentes a quienes se les otorga beneficios y exime de prestar servicio militar, y que postulan que su país debería regirse por una constitución y aceptar matrimonios civiles. El segundo partido de la coalición derechista gobernante son los secularistas del Shinui. En la izquierda está en el Meretz hostil a los ultra-religiosos. Mas, todos ellos son sionistas y piden un estado esencialmente judío y el criterio que diferencia a un judío de uno que no lo es uno de carácter fundamentalmente religioso.
Dentro de los palestinos hay quienes quieren transformar a Israel en una república binacional para todos sus ciudadanos. El Balad cuenta con 3 de los 120 congresistas israelíes, pero su audiencia en la población hebrea es demasiado pequeña. Muchos israelíes cercanos a Arafat, como Uri Avneri o el Partido Comunista, creen que es inevitable la partición entre estados hebreo y árabe. En los territorios ocupados y en Israel actúan fuerzas de origen ma rxista que plantean una república secular y multi-étnica en toda Palestina, pero no han logrado tender puentes en la población hebrea. Algunas corrientes inspiradas en Lenin o Trotsky plantean unir a los trabajadores árabes y hebreos contra los sionistas, imperialistas y regímenes árabes para hacer una revolución socialista que una a palestina y al medio oriente en una federación donde no hayan discriminaciones de clase o étnicas. El problema es que todos los que buscan una alternativa multi-étnica se encuentran en minoría en un conflicto polarizante.
Cuando se formaba el estado de Israel el partido socialista Mapam apuntaba a ser la segunda fuerza y en un momento llegó a postular un estado binacional.
Cuando la emigración judía fue creciendo y el Mapam fue girando hacia el laborismo su discurso fue cambiando y hoy sus restos en el Meretz postulan la partición.
Paradójicamente los judíos provenientes de países árabes y que aún siguen hablando el árabe llegaron a ser el principal sector inmigratorio en Israel, y ellos siguen reclamando ser ciudadanos de segunda clase frente a los ‘askenazi’ (occidentales). Mas, no existe ninguna alianza entre los árabes judíos y los no judíos. Los primeros no se identifican con los árabes y muchos de ellos han sido la base electoral del Likud y de los gobiernos más hostiles a los palestinos. El jefe religioso del mayor partido clerical de los judíos orientales (el Shás) llegó incluso a patrocinar el exterminio para todos aquellos que promueven la violencia contra los israelíes.
Hacia un estado palestino Así como Arafat ha debido transigir y aceptar la existencia de Israel, Sharon puede verse obligado a aceptar la fundación de un estado palestino.
Pero, una nueva partición no generará más problemas.
Los israelíes han logrado hacer retorcer a Arafat para que no sólo reniegue de su original propuesta de restablecer Palestina en todo el territorio previo a la partición de 1947, sino incluso a la mitad que les correspondió con la división aprobada por Naciones Unidas, para conformarse con el 22% de los territorios ocupados de Gaza y la Franja Occidental.
Mas, Sharon quisiera obligar a la Asamblea palestina para que incluso transen más. El no quiere entregar ninguna parte de Jerusalén, vista como ‘capital indivisible del pueblo hebreo’, así como una serie de asentamientos. El quisiera que el nuevo estado palestino tenga menos territorio y soberanía limitada.
Los laboristas dicen que si se anexan más territorios ocupados hay el riesgo de que la paz nunca se produzca o que los árabes terminen convirtiéndose en una minoría tan fuerte que pueda alterar el carácter judío del estado.
Sin embargo, los laboristas están en su peor momento electoral. De haber sido el partido más fuerte y el que más ha gobernado Israel ahora no controlan ni un sexto del parlamento. Sharon está fuertemente presionado por su propio partido que hunde sus raíces en el sionismo revisionista de Jabotinski, quien inicialmente plantease no sólo crear un Israel en toda Palestina sino incluso en todo lo que hoy es Jordania y parte del Líbano.
Gran parte de sus aliados y electorado no quieren permitir que se desmantelen una serie de asentamientos israelíes en Gaza y la Franja Occidental, algunos de los cuales están protegidos por nuevas murallas y fortificaciones.
Si el primer ministro palestino no consigue significativas concesiones por parte de Sharon él tuviese poco que ofrecer a los palestinos, dentro de los cuales crecen los radicales. Por mas que el nuevo gobierno palestino firme un acuerdo éste no podrá viabilizarse si no se logra erradicar el levantamiento árabe (intifada) y difícilmente se pueda lograr ello o sacar al Hamas del camino si es que lo que se presenta puede ser interpretado por amplios sectores como una rendición a Israel.
Para poder conseguir mayores concesiones en el reparto de territorios ambos bandos se ven obligados a coquetear con sus extremistas. Sharon tiene promotores de la limpieza étnica en su gabinete, y la Autoridad Palestina no quiere ir hacia una represión total de los radicales islámicos o izquierdistas. La idea es que si ambos se pusieran a sacrificar a sus respectivos intransigentes algo se podría avanzar. Sharon demanda que el nuevo gobierno palestino impida nuevos atentados y Abu Máser pide retiro de tropas y de asentamientos.
La derrota de Irak, la mayor nación árabe en conflicto con Israel, y el encerramiento diplomático contra Siria, ha quitado fuerza a los palestinos.
EEUU busca que el poder del Hamas sea cortado empujando a Damasco y a Ramala en su contra. Para evitar ser objeto de sanciones Siria puede verse obligado a distanciarse de sus patrocinados grupos armados anti-israelíes Hamas y Hizbola.
Gracias a la nueva correlación de fuerzas impuesta en el medio oriente tras el derrocamiento de los panarabistas en Bagdad, Occidente espera que los palestinos se vean obligados a aceptar un acuerdo de paz que podría incluso serles de menor conveniencia que el que no se logró a fines de la década pasada.
La eventual declaración de un nuevo estado palestino probablemente en el 2005 no acabaría con los problemas. Seguiría habiendo una extraordinaria diferencia entre la riqueza de Israel y la pobreza de muchas zonas palestinas. Dentro de los árabes el resentimiento podría sobrevivir y en Israel los ciudadanos árabes podrían avanzar planteando derechos civiles.
Por paradójico que parezca cierta paz con los palestinos podría acicatear fuertes tensiones internas dentro de la sociedad hebrea. Podrían aflorar muchos de los problemas latentes dentro de ellas: desde sociales y económicos, hasta las pugnas que hay entre judíos de origen oriental, occidental y ruso, o entre ultra-religiosos y seculares.
El cálculo estadounidense es que una paz israelí-palestina podría servir para ir aminorando conflictos en su principal reserva petrolera (el medio oriente) y eventualmente podría generar un boom económico que podría beneficiar a capitales israelíes deseosos de expandirse en su región, y a empleadores y empleados palestinos.