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Medio Oriente

30 de diciembre del 2003

Israel: El precio de la ignorancia

Gideon Levy
Haaretz

El autor del atentado suicida en la confluencia de Geha, Shehad Hanani, era de Beit Furik, una de las poblaciones más aprisionadas de los territorios ocupados que está rodeada de barricadas de tierra por todos lados. Es un lugar donde las mujeres de parto y los enfermos se tienen que arriesgar campo a través para llegar al hospital en la adyacente Nablus. Al menos una mujer de parto, Rula Ashatiya, dio a luz en el puesto de control militar de Beit Furik y perdió la criatura. Pocos israelíes son capaces de imaginar cómo es la vida en Beit Furik: el casi universal desempleo, la pobreza, el asedio y cierre sin fin y la humillación dentro de una prisión. Un hombre joven como Hanani, que tenía 21 años, no tenía otra razón para levantarse por la mañana que enfrentarse a otro día de falta de trabajo y de humillación.

Sin embargo, los israelíes tienen poco interés por saber la situación de la tierra por donde el terror se extiende. Los medios de comunicación israelíes no tienen casi nada que decir sobre la vida en Beit Furik. Igualmente, pocos israelíes oyeron nada sobre el asesinato del pariente del suicida, Fadi Hanani, hace 10 años en Nablus, exactamente como no oyeron nada sobre todas las muertes de palestinos en los pasados meses. La vida en Beit Furik y el asesinato en Nablus no justifican un atentado suicida en una estación de autobuses, pero quien quiera combatir el terror deberá primero y principalmente mejorar las condiciones de vida en Beit Furik.

Israel contó con "81 días de tranquilidad " sin atentados terroristas. Pero no hay mentira más grande que esa. La tranquilidad fue solo aquí. Durante esa " tranquilidad"," docenas de palestinos fueron muertos, de los que casi ninguno nos molestamos en dar información. Así es que cómo ha llegado a ser posible hablar de tranquilidad y después reclamar que los palestinos la han interrumpido. El hecho de que los medios de comunicación no hablen de las muertes palestinas no significa que no hayan ocurrido. Los ocho palestinos que fueron muertos en un día en Rafah, por ejemplo, asesinatos en línea con un ataque terrorista mediano, junto con la destrucción llevada a un punto sin precedentes en Israel, eran suficientes para generar algún interés aquí la semana pasada. Apenas tuvieron mención alguna. La comunidad internacional trató con prominencia estos espantosos asesinatos, y el Secretario General de las Naciones Unidas emitió una declaración especial condenándolos. Hubo solo un lugar donde los acaecimientos fueron completamente ignorados: el país cuyos soldados perpetraron los asesinatos.

Las imágenes de excavadoras gigantes y tanques demoliendo más y más casas, y las escenas de los muertos y los 42 heridos, entre ellos mujeres y niños, que fueron tomadas en los hospitales de Rafah apenas fueron mostradas en Israel.

El diario de masiva tirada Yedioth Ahronoth, por ejemplo, mencionó los asesinatos en Rafah en un subtítulo de un pequeño artículo en una página interior donde se daba la noticia de las heridas leves sufridas por una pareja de colonos del asentamiento Nisanit, en la franja de Gaza como resultado del lanzamiento de un cohete Qassam. Así es como la agenda nacional se decide. Semejante desgraciada cobertura de tales acciones letales por parte de las IDF puede evocar otros regímenes, en los que al público se le muestra solamente lo que las autoridades quieren que vea.

Esto no tiene nada que ver con medios de comunicación críticos: es sobre nuestra imagen. Una sociedad que desprecia la pérdida de vidas humanas, causadas por sus propios soldados, es una sociedad corrupta. Una sociedad que oculta a sus ciudadanos una información vital de ese tipo está socavando su sentido de juicio. La situación está además agravada cuando uno examina la actitud de la sociedad israelí hacía sus víctimas: No hay muchas sociedades que se sumerjan a sí mismas en el luto tan intensamente. Lo que tenemos, por tanto, es una doble moral: Para nosotros cuentan solo nuestras propias muertes, todas las demás no existen.

Ocultar información tiene otra ramificación: Si no sabemos, no habrá nadie que pregunte por qué. Los ocho palestinos fueron muertos en Rafah durante la destrucción de túneles sin plantearse la cuestión de si esta misión se justifica por cualquier medio y a cualquier precio.

Es un objetivo deliberado. Permite presentar a los palestinos como la única parte culpable, y cae en tierra fértil. La mayoría del público no quiere saber que es lo que realmente están haciendo las tropas de las IDF en los territorios ocupados. Pero los medios de comunicación además, están faltando gravemente a su deber.

Tanto aquellos quienes apoyan la ocupación como aquellos que están en contra tienen derecho a tener información sobre su precio exacto. La presentación de los asesinatos como un asunto marginal también emite un peligroso mensaje a los soldados israelíes: no hay nada terrible en matar cada vez más palestinos.

El jueves, fueron heridos 15 viandantes en el asesinato selectivo del activista de Jihad Islámica Makled Hamid en Gaza. La semana pasada, tres niños, uno de ellos de 5 años de edad, fueron muertos en el campo de refugiados de Balata, cerca de Nablus. la semana anterior, tres niños fueron asesinados en un sábado en Jenin y en la cercana Burkin. Dos palestinos fueron muertos recientemente junto a la verja en Gaza, cuando trataban de entrar en Israel para buscar trabajo. Seis palestinos resultaron muertos en Rafah en las operaciones previas a los túneles a mediados de mes.

Un creciente número de niños fue tiroteado a muerte cerca del campo de refugiados de Kalandia. Todos esos casos apenas alcanzaron una mención en los medios de comunicación. Pero detrás de cada víctima palestina está la familia y los amigos, y el odio se levanta de sus tumbas.

Ibrahim Abd el Kadr, de Kalandia, quien hace pocos meses perdió a su hijo mayor, Fares, de 14 años de edad, cuando unos soldados le dispararon a la cabeza, juro vengarse. ¿ Es tan difícil entenderle?

Hay, además, un precio israelí a tantas muertes palestinas ocultas.

Están incentivando al terrorismo. Su exclusión de nuestra agenda no puede hacer que el resultado de esas muertes desaparezca también. ¿Habría Hanani llevado a cabo su operación asesina en la confluencia de Geha si hubiera crecido en condiciones humanas y si su pariente no hubiera sido asesinado? Esta pregunta debería ser muy molesta para nosotros. Al mismo tiempo, pienso, que aún no está en nuestra agenda.

28 diciembre 2003
Traducción: Carlos Sanchis