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Medio Oriente

14 de octubre del 2003

La ocupación de Irak dispara el déficit norteamericano


Revista Amanecer
El último informe semestral de la Oficina de Presupuestos del Congreso de EEUU señala que el déficit público norteamericano aumentará desde los 401.000 millones de dólares en el año actual a los 480.000 en el 2004. Sin embargo, los propios responsables de la Casa Blanca sitúan ya la cifra del déficit para el 2003 en 475.000 millones de dólares y, para el próximo año, en unos 525.000 millones o más, debido principalmente a la reciente petición de 87.000 millones de dólares adicionales por parte de la Casa Blanca al Congreso para financiar la ocupación de Irak y Afganistán. De confirmarse estas previsiones, el déficit público norteamericano se elevaría hasta el 4.7% del PIB. Esto aumentará las dificultades de la economía norteamericana por cuanto que exigirá un incremento de los capitales procedentes del extranjero para financiar este déficit.

Algunos economistas, incluyendo al presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, han advertido que un déficit de esa magnitud puede hacer subir los tipos de interés y ralentizar aún más la economía.

La propia Oficina pronostica ahora que el déficit en los diez próximos años (hasta el 2013) podría alcanzar 1,4 billones de dólares, siempre y cuando el masivo programa de recorte de impuestos de Bush sea simplemente temporal, como la Casa Blanca ha prometido. No obstante, si este recorte de impuestos se convierte en permanente, tal y como pretenden algunos destacados líderes republicanos, la cifra podría llegar a los 3 billones de dólares. Hay que señalar, sin embargo, que en este cálculo no se han tenido en cuenta las últimas peticiones de fondos destinados a financiar la ocupación de Irak.

La Oficina de Presupuestos del Congreso señala también que el desempleo continuará estando alto el próximo año. Casi tres millones de empleos han sido destruidos en EEUU en los tres últimos años.

Gastos crecientes

Lo más relevante de la petición de 87.000 millones de dólares extra es que se produce sólo unas pocas semanas después de que el Pentágono dijera que no se necesitaría dinero extra hasta el inicio del próximo año fiscal, que comienza en octubre. En su discurso del 7 de septiembre, Bush indicó que la mayor parte de esa cantidad, 66.000 millones, irá dirigida a sufragar las "operaciones militares y de inteligencia" en Irak y Afganistán, mientras que 21.000 millones estarán destinados a diversas tareas de reconstrucción en ambos países. En su alocución, Bush pidió también a los norteamericanos que se preparen para una larga y costosa ocupación en Irak.

Esta petición de fondos tuvo lugar en un contexto en el que el administrador civil norteamericano en Irak, Paul Bremer, ha alertado sobre los crecientes costos de su Administración y de la ocupación en general. El dinero expropiado de las cuentas iraquíes en el extranjero ya se ha agotado y Bremer ha pedido ya otros 3.000 millones de dólares para mantener su Administración en Bagdad hasta el inicio del nuevo año fiscal.

Inicialmente, la Administración Bush había pronosticado que el coste de la ocupación sería pagado por medio de la exportación de petróleo iraquí. No obstante, los continuos sabotajes de la resistencia iraquí han impedido hasta el momento que la producción se reanude de una manera normal. El 30 de agosto, el oleoducto que une los campos petrolíferos cercanos la ciudad de Kirkuk, en el norte de Irak, con el puerto turco de Ceyhan fue destruido por una explosión. Éste fue el cuarto ataque sufrido por el oleoducto desde que comenzó a funcionar a principios de agosto. A todo ello hay que sumar el lamentable estado en que se halla la industria petrolífera tras dos guerras y diez años de sanciones.

Las autoridades de ocupación norteamericanas han rebajado ahora sus estimaciones sobre los ingresos que puede generar la industria petrolífera iraquí en el próximo año desde los 15.000 millones hasta los 12.000. Todo ese dinero será necesario para financiar el funcionamiento cotidiano del gobierno de Irak, señalan los responsables norteamericanos, y no quedará nada para pagar los gastos militares de la ocupación o las inversiones en la infraestructura del país.

Aunque no existen cifras oficiales sobre cuál puede ser el coste final de la reconstrucción del país, algunas entidades independientes se han atrevido a dar cifras. Según la Academia Americana de Artes y Ciencias, los gastos de reconstrucción en los próximos diez años se situarán entre los 106.000 y los 615.000 millones. Por su parte, la asociación Contribuyentes por el Sentido Común los ha situado entre 114.000 y 465.000 millones. El propio Bremer ha hablado de "varias decenas de miles de millones de dólares" y ha indicado que la mayor parte de esta cantidad será pagada por los contribuyentes norteamericanos. También manifestó que la reparación de las conducciones de agua potable se elevará a unos 16.000 millones de dólares y que la construcción de una red de energía eléctrica costará 13.000 millones. Bremer añadió, además, que la reconstrucción de la "infraestructura nacional" podría superar los 100.000 millones de dólares en los próximos cinco años.

El coste de la guerra de Irak, terminada "oficialmente" el 1 de mayo, se ha estimado en unos 48.000 millones de dólares. En lo que se refiere a los gastos derivados de la ocupación militar, éstos han crecido hasta alcanzar los 4.000 millones de dólares mensuales, justo el doble de lo que se había pronosticado antes de la guerra. Esta disparidad se explica por el hecho de que, en lugar de recibir a los norteamericanos como "libertadores", los iraquíes han iniciado una guerra de guerrillas que mantiene a las tropas norteamericanas en una situación de combate permanente, hecho éste que ha disparado los costes. Sin embargo, los especialistas consideran que esta cifra de 4.000 millones no es real, pues no incluye el coste de los vehículos y los equipos dañados, que han tenido que ser reemplazados, o el de las municiones utilizadas en los combates contra la resistencia iraquí. Estos expertos consideran que, en este contexto, la cifra de 5.000 millones de dólares mensuales es mucho más realista. A esto hay que sumar los 1.000 millones de dólares que cuestan en la actualidad el llevar a cabo las operaciones militares en Afganistán, que se han disparado en los últimos meses como consecuencia del crecimiento de la actividad guerrillera en ese país.

EEUU mantiene en la actualidad unos 140.000 hombres en Irak y todo indica que esta cifra continuará estable durante varios años. Algunos congresistas consideran, sin embargo, que este número es demasiado pequeño, por lo que sería necesario incrementar aún más esta presencia militar, hecho éste que, de materializarse, elevaría aún más los costes.

Una parte importante de los costes está destinada a la conservación de los equipos militares. Así por ejemplo, este año el Ejército de EEUU gastará unos 230 millones de dólares en dotar de cadenas orugas a los vehículos Bradley, frente a los 78 millones del año anterior. Los motores de turbina del tanque M1-A1 Abrams se estropean continuamente debido a la arena, como también lo hacen los motores, los rotores y las hélices de los helicópteros. El Ejército ha tenido que gastar hasta la fecha 1.300 millones de dólares en piezas de repuesto para los helicópteros Apache y aviones. Esta cifra supera en más de tres veces el gasto normal en este campo. En total, se han gastado en este año fiscal más de 200 millones de dólares en rotores para helicópteros, cifra ésta cuatro veces mayor de la habitual, mientras que el coste en neumáticos se ha elevado hasta los 236 millones de dólares, frente a los 80 millones de 2002. El Pentágono está pidiendo también 800 millones de dólares más para financiar el transporte, y otras actividades de apoyo, de las tropas de otros países destacadas en Irak, 300 millones para comprar 60.000 chalecos antibalas de tres piezas y 140 millones para adquirir vehículos Humvees con un mayor blindaje.

Los costes no tienen relación solamente con los equipos militares. Al Ejército de EEUU le cuesta también varios millones de dólares el llevar 552.000 botellas de agua mineral cada día a las sedientas tropas desde Kuwait y Turquía.

Las radios del Ejército están diseñadas para realizar comunicaciones a varias decenas de kilómetros y no a varios cientos, como sucede en la actualidad. Para mantener el contacto, los militares estadounidenses han tenido que gastar decenas de miles de millones de dólares en nuevos sistemas de comunicación por satélite y algunos millones más para comprar algunas bandas comerciales de los satélites. La Asociación de la Industria del Satélite señala que en la fase más álgida del conflicto, el Ejército gastó de 300 a 400 millones de dólares para asegurar las transmisiones por satélite y esos gastos continúan produciéndose en la actualidad.

Hay que señalar que la mayor parte del dinero que el Ejército gasta en servicios –tan distintos como toallas desechables, hielo para las bebidas o eliminación de basuras– va a parar a Kellogg, Brown & Root Inc., una empresa subsidiaria de Halliburton Co, de la que fue director ejecutivo el actual vicepresidente, Dick Cheney, hasta su elección. Hasta mediados de septiembre, Halliburton había ganado unos 948 millones de dólares en Irak.

Lo peor del caso, desde el punto de vista de la Administración Bush, es que la cifra extra de 87.000 millones de dólares resulta a todas luces insuficiente para hacer frente a los crecientes gastos generados por la ocupación de Irak. El periódico USA Today señaló el pasado 14 de septiembre que el vicepresidente Dick Cheney había reconocido que esa cifra era "insuficiente" y que la Casa Blanca tendría pronto que pedir más fondos. De hecho, aunque esta petición se aprobara, aún existiría un déficit en el apartado de los gastos de reconstrucción de unos 55.000 millones de dólares.

Esta posible aprobación ha generado, sin embargo, una amplia oposición por parte de la opinión pública norteamericana y de un gran número economistas del país, que han advertido ya de los efectos perniciosos que estos gastos van a tener sobre la débil economía estadounidense. Según una encuesta dada a conocer por el Washington Post el 14 de septiembre, seis de cada diez norteamericanos se oponen a aprobar una ayuda suplementaria de 87.000 millones de dólares para financiar la ocupación de Irak, en un momento en que la economía norteamericana sufre un grave ralentización y el paro está en vías de aumentar. Esta cifra supone el más importante rechazo público a una iniciativa de Bush en el terreno de la seguridad nacional desde los ataques del 11 de septiembre de 2001.

Peticiones de ayuda internacional

Ante este panorama, EEUU ha optado por pedir ayuda económica a la comunidad internacional y ha incrementado sus presiones sobre otros países para que otorguen fondos destinados a sostener la ocupación de Irak. "La estabilidad de Irak servirá a los intereses de toda la comunidad internacional", declaró la consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, recientemente a un programa de la CBS. No obstante, los intentos realizados por la Administración Bush hasta la fecha para conseguir apoyo económico y militar extranjero a su proyecto neocolonial en Irak han fracasado, según indica un artículo publicado el 31 de agosto en Los Angeles Times. "Los responsables norteamericanos reconocen que sus intentos de conseguir más ayuda internacional han sido frustrantes", señalaba el periódico. De momento, una conferencia internacional de posibles donantes tendrá lugar los días 23 y 24 de octubre en Madrid.

Sin embargo, los expertos han puesto en duda que muchas naciones estén dispuestas a contribuir con ayudas para cubrir los costes de la ocupación y la reconstrucción generados por la invasión norteamericana, cuando gran parte de estos países consideró un error dicha invasión. "Por lo que hemos escuchado hasta ahora en este tema, ellos (la Casa Blanca) tendrán suerte si consiguen 1.000 millones de dólares en la conferencia", declaró recientemente Bathsheba Crocker, codirectora del Centro para los Estudios Estratégicos e Internacionales.

Hasta el momento, los grandes beneficiarios del conflicto de Irak han sido las grandes compañías multinacionales norteamericanas. Sin embargo, los crecientes costes de la ocupación en Irak pueden, no obstante, perjudicar a algunas de ellas, según señala Byron Callan, un analista de defensa de la compañía Merrill Lunch & Co. Así por ejemplo, la Lockheed Martin y la Boeing Co. consiguen la mayoría de sus beneficios a través de la venta al Pentágono de grandes sistemas y equipos armamentísticos, como los cazambombarderos, y no de repuestos o de municiones. Algunas de estas compañías temen ahora que el Pentágono se vea obligado a reducir su financiación destinada a los grandes y caros proyectos de desarrollo armamentístico para sufragar el coste de la ocupación y la guerra de guerrillas a la que están haciendo frente en la actualidad los norteamericanos en Irak.