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Medio Oriente

13 de enero del 2003

Corea del Norte: Decisiones desesperadas

Rafael Poch
La Vanguardia

Mas de un millón de personas tomaron ayer las avenidas y plazas de la capital norcoreana, Pyongyang, "completamente dispuestas a librar una batalla a vida o muerte contra quienes quieren negar el derecho de la nación a su soberanía y existencia", informó ayer la agencia oficial Kcna. La enorme manifestación -de asistencia obligatoria en ese tipo de regímenes- fue una organizada expresión de apoyo a las desesperadas y espectaculares decisiones de un gobierno internacionalmente aislado y directamente amenazado por Estados Unidos de "ataque nuclear preventivo", en busca de garantías de supervivencia.
Corea del Norte, que mantiene desde hace dos años un significativo deshielo con Corea del Sur e incluso una cierta apertura de su enquistada economía, lleva meses solicitando a la administración Bush que suscriba una declaración conjunta que alcanzó en el año 2000 con la administración Clinton en la que los dos países expresaron no tener "intenciones hostiles". Metida por Bush en el mismo "eje del mal" que Irak, un país bombardeado y pendiente de invasión militar, la expresión "vida o muerte" puede sonar bastante literal para el régimen norcoreano, cuya cohesión interna se desconoce. La carta nuclear es el recurso de supervivencia y Corea del Norte la juega a fondo.
Tras reivindicar su derecho a disponer de armas de destrucción masiva (octubre) y desmantelar los mecanismos de control en sus centrales nucleares (diciembre), Corea del Norte se salió del Acuerdo de no proliferación nuclear, un gesto sin precedentes. La semana pasada, su embajador en Pekín, Choe Jin Sun, añadió a la lista la advertencia de que Pyongyang podría anular la moratoria unilateral de pruebas de misiles, si Washington no ofrece garantías legales de no usar las armas nucleares que tiene almacenadas en Corea del Sur y no agredir a Corea del Norte.
Una crisis similar se resolvió en 1994 mediante un acuerdo bilateral con Clinton que la administración Bush, hostil al deshielo intercoreano, ha contribuido claramente a destrozar. El acuerdo preveía que Washington ofrecería garantías de no usar armas nucleares. Los dos países, decía, "avanzarán hacia la completa normalización de sus relaciones económicas y políticas" con el objetivo de establecer relaciones diplomáticas a nivel de embajadores.
Por su parte Corea del Norte accedió a congelar el desarrollo de un reactor de grafito susceptible de proporcionar plutonio militar a largo plazo, a cambio de lo cual Estados Unidos construiría dos reactores de agua ligera de un millón de kilovatios antes del 2003. Mientras tanto, para compensar la falta de energía, Estados Unidos y otros suministrarían 500.000 toneladas anuales de combustible.
Mientras japoneses, europeos y surcoreanos iniciaban la normalización de relaciones con Pyongyang, en Washington aparecían el "eje del mal" y la doctrina nuclear preventiva de Rumsfeld y en Corea del Norte se demoraba la construcción de los reactores alternativos. La actual "crisis nuclear", un regreso a 1994, fue la consecuencia lógica. Mientras China, Rusia y Corea del Sur -todos los vecinos- piden negociación, 3 millones de norcoreanos están amenazados de hambre en el primer trimestre del 2003 a causa de la retirada de Estados Unidos y Japón de los programas de ayuda, según informaron responsables del Programa alimentario de la ONU.