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Medio Oriente

17 de enero del 2003

Por qué hay que acabar con Irak

Michael Parenti
www.michaelparenti.org
Traducido para Rebelión por Juan Antonio Julián

En octubre de 2002, después de varios días de debate formal en la Cámara de Representantes y el Senado, el Congreso de EE UU obedeció mansamente al cuasi elegido presidente George W. Bush y le otorgó el mandato de lanzar un ataque militar masivo contra un ya destrozado Irak. El discurso del Congreso estuvo marcado por la cobardía habitual. Incluso muchos de los senadores y representantes que votaron contra la resolución del Presidente lo hicieron basándose en estrechos argumentos de procedimiento, dejando en todo momento bien sentado cuánto detestan también ellos a Sadam Hussein, lo de acuerdo que están con el Presidente y lo necesario que es hacer algo con Irak (pero aún no, o no de esta manera). Así está hoy el Congreso: tanto discurso político en un espacio político tan estrecho. Pocos de los congresistas se atrevieron a mencionar unos supuestos nunca cuestionados sobre la virtud de EE UU y el derecho imperial de sus líderes a decidir qué naciones merecen vivir y cuáles deben morir. Pocos, o ninguno, de los congresistas hicieron mención del sangriento reguero de crímenes de guerra cometidos por un arrogante gobierno de EE UU tras otro, en una flagrante violación de los derechos humanos y del Derecho internacional.
Pretextos para la guerra
Bush y otros miembros de su gobierno han dado razones variadas y escasamente persuasivas para justificar la "guerra" –en realidad, una escabechina desigual-- contra Irak. Aseguran que es necesario garantizar la seguridad del Oriente Medio y de los propios Estados Unidos, dado que Irak está desarrollando armas de destrucción masiva, incluidos misiles de carga nuclear. Pero los equipos de inspección de la ONU han establecido que Irak no dispone de esa capacidad nuclear y que, en realidad, ha cumplido con las inspecciones anuales de desarme.
En cuanto al hecho de que Irak tuvo una vez fábricas de producción de armas químicas y bacteriológicas, ¿de quién era la culpa? Fueron los Estados Unidos quienes suministraron esos elementos a Sadam. Este es uno de los hechos clave relativos a las últimas relaciones entre los EE UU e Irak que los grandes medios de comunicación han omitido siempre. En todo caso, y según los informes de inspección de la ONU, la capacidad de Irak en materia de guerra química y bacteriológica ha sido desmantelada. Aún así, los bushitas siguen hablando del peligro "potencial" de Irak. Según informó Associated Press (2 de noviembre de 2002), el subsecretario del Estado, John Bolton, aseguró que "Irak podría desarrollar un arma nuclear en el plazo de un año, si obtiene la tecnología adecuada." ¿Si obtiene la tecnología adecuada? ¿Qué puede explicar ese término? La naturaleza perogrullesca de esta aserción ha pasado inadvertida. Yibuti, Qatar o Nueva Jersey podrían desarrollar armas nucleares si obtuvieran "la tecnología adecuada."
A lo largo de septiembre y octubre de 2002, la Casa Blanca dejó claro que Irak sería atacado si dispone de armas de destrucción masiva. Más tarde, en noviembre de 2002, Bush anunció que lanzaría el ataque si Sadam niega tener armas de destrucción masiva. Así, si los iraquíes admiten tener tales armas, serán bombardeados; y si niegan tenerlas, también lo serán. Tanto si sí, como si no.
Los bushitas también han acusado a Irak de permitir que terroristas de al Qaeda que actúen en su territorio. Pero fuentes del espionaje de EE UU han hecho saber que el gobierno iraquí no está vinculado a organizaciones terroristas islámicas. En sus sesiones a puerta cerrada con los correspondientes comités de la Cámara de Representantes, siempre que se ha preguntado a funcionarios del Gobierno si tenían información de una amenaza inminente de Sadam contra ciudadanos de EE UU, han declarado inequívocamente que no tenían ninguna prueba (San Francisco Chronicle, 20.9.2002). A decir verdad, la familia de Bush tiene vínculos más estrechos con la familia de Bin Laden que Sadam Hussein. Nunca se hace mención de cómo los líderes de los propios EE UU han permitido a determinados terroristas que se entrenen y actúen en el propio territorio de los EE UU, incluido un asesino de masas como Orlando Bosch. Condenado por derribar con explosivos un avión de pasajeros cubano, Bosch pasea libremente por Miami.
Bush y compañía utilizan un pretexto más para lanzar la guerra: Sadam ha cometido crímenes de guerra y actos de agresión; entre otros, la guerra contra Irán y la masacre de kurdos. Pero el propio estudio del Pentágono señala que el bombardeo con gases de la población kurda en Malahja fue cometido por los iraníes, no por los iraquíes (Times of India, 18.9.2002). Otro hecho raramente mencionado: los líderes de EE UU incitaron a Irak y le proporcionaron apoyo militar en su guerra contra Irán. Y si se trata de crímenes de guerra y agresiones, deben tomarse en consideración las invasiones por EE UU de Granada y Panamá, y las guerras patrocinadas por ese mismo país contra objetivos civiles en Mozambique, Angola, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Yugoslavia y tantos otros lugares, que dejaron cientos de miles de muertos. No hay ningún país comunista o "estado delincuente" que tenga un récord tan espantoso de agresiones militares contra otros países durante las últimas dos décadas.
Dada la vacuidad de todos sus pretextos para la guerra, los bushitas recurrieron a la acusación final: Sadam era un dictador. Los Estados Unidos están a favor de la democracia y los derechos humanos. Por consiguiente, los líderes de EE UU están obligados a utilizar la fuerza y la violencia para provocar un cambio de régimen en Irak. Una vez más, se podrían plantear varias preguntas: si bien no hay ninguna duda de que Sadam es un dictador, ¿cómo se hicieron con el poder, él y su grupo? El ala conservadora del partido Baaz, capitaneada por Sadam, recibió el apoyo de la CIA. Fueron reclutados para destruir la revolución popular iraquí y liquidar a todos los demócratas o izquierdistas-progresistas que pudieran, lo que efectivamente realizaron, y entre los que hay que incluir el ala progresista del propio partido Baaz, otro hecho que los medios de comunicación estadounidenses han dejado deslizar por el agujero negro de la memoria. Sadam fue el hombre de Washington hasta el fin de la Guerra Fría.
Así pues, ¿por qué George W. Bush, como antes su papá, tienen a Irak en el punto de mira? Cuando una persona da cada vez nuevas explicaciones diferentes para justificar una acción concreta, lo más probable es que esté mintiendo. Así sucede con los líderes y los responsables políticos. Viendo que los pretextos dados por la Casa Blanca para justificar la guerra son visiblemente falsos, algunos consideran que el Gobierno está confuso o incluso "loco." Pero el hecho de que estén intentando engañar y confundir al público no significa forzosamente que ellos mismos se engañen o se confundan. Pudiera ser, más bien, que tienen razones que prefieren que no se publiquen y debatan, por cuanto entonces se pondría de manifiesto que las políticas de EE UU del tipo de las seguidas contra Irak defienden los intereses de los ricos y poderosos a un elevado coste para el pueblo estadounidense y otros pueblos de la Tierra. A continuación ofrezco las que creo que son las razones reales de la agresión de EE UU contra Irak.
Supremacía político-económica mundial
Un objetivo central de los EE UU, según han declarado los pequeños Dr. Strangeloves que pueblan los niveles superiores del gobierno de Bush, es perpetuar la supremacía mundial de EE UU. El objetivo es no solamente el ejercicio del poder por sí mismo, sino del poder para asegurar el control plutocrático del planeta, poder de privatizar y de desregular las economías de cada país del mundo, poder para hacer recaer en las espaldas de los pueblos —incluida la población de Estados Unidos-- las bendiciones de un capitalismo de "libre mercado" corporativo ilimitado. La lucha está entablada entre los que creen que la tierra, el trabajo, el capital, la tecnología y los mercados del mundo deberían dedicarse a la maximización de la acumulación de capital para unos pocos, y aquéllos que creen que estos elementos deberían utilizarse en beneficio general y para el desarrollo socioeconómico de la mayoría.
El objetivo es asegurar no solamente la supremacía del capitalismo mundial como tal, sino la supremacía del capitalismo mundial de EE UU, impidiendo la aparición de cualquier otra superpotencia potencialmente competitiva o, en realidad, cualquier poder regional potencialmente competitivo. Irak es un ejemplo. Algunos países del Oriente Medio tienen petróleo, pero no tienen agua; otros tienen agua, pero no petróleo. Irak es el único que dispone de grandes cantidades de ambos elementos, además de una buena base agrícola, si bien sus fértiles campos están ahora fuertemente contaminados por el uranio empobrecido arrojado sobre ellos durante los bombardeos de la Guerra del Golfo de 1991.
En otros tiempos, el petróleo de Irak estaba totalmente en manos de compañías de los EE UU y Gran Bretaña, y de algunas otras empresas occidentales. En 1958 se produjo una revolución popular en Irak y diez años más tarde, la derecha del partido Baaz tomó el poder, con Sadam Hussein como hombre clave de la CIA. Su llegada al poder fue un retroceso en la revolución democrático-burguesa, como ya he señalado. Pero, en vez de actuar como un cliente "comprador", colaborador de los inversores occidentales al estilo de Somoza en Nicaragua, Pinochet en Chile, Fujimori en Perú, y otros muchos, Sadam y sus cohortes nacionalizaron la industria petrolera iraquí en 1972, expulsaron a los explotadores occidentales y llevaron a cabo políticas de desarrollo público y nacionalismo económico. Antes de 1990, Irak tenía el nivel de vida más alto nivel del Oriente Medio (por modesto que fuera) y era evidente que los EE UU habían fracasado en la neutralización de las mejoras de la revolución de 1958. Pero la tremenda destrucción que sufrió Irak tanto debido a la Guerra del Golfo como a la década subsiguiente de sanciones económicas lograron un retroceso contrarrevolucionario a distancia.
Poco después del hundimiento de la Unión Soviética, los líderes de EE UU decidieron que ya no era preciso tolerar el desarrollo del Tercer Mundo. Así como Yugoslavia representaba un "mal ejemplo" en Europa, Irak constituía otro mal ejemplo para los países del Oriente Medio. La última cosa que los plutócratas de Washington desean en esa región es la existencia de países en desarrollo independientes y autónomos deseosos de controlar su propia tierra, su trabajo y sus recursos naturales.
Con frecuencia, se ha utilizado el poder económico y militar de EE UU para suprimir sistemas competidores, países autónomos, como Cuba, Irak y Yugoslavia. Consideremos el caso de Yugoslavia. Este país no mostraba ningún deseo de formar parte de la Unión Europea y ningún interés en absoluto por ingresar en la OTAN. Tenía una economía relativamente próspera, aproximadamente 80% de la cual de propiedad pública. Las guerra de secesión y desgaste lanzadas contra Yugoslavia –siempre en nombre de los derechos humanos y la democracia-- destruyeron la infraestructura económica del país y fracturaron éste en un grupo de minirepúblicas derechistas pobres e impotentes, cuyas economías fueron privatizadas, desreguladas y abiertas a la penetración corporativa occidental en términos absolutamente favorables a los inversores. Esto está sucediendo en la actualidad en Serbia. Todo se está privatizando a precios de liquidación. Los servicios humanitarios, el empleo y los fondos de pensiones están desapareciendo. El desempleo, la inflación y la pobreza están en pleno ascenso, al igual que la delincuencia, la falta de vivienda, la prostitución y el suicidio. ¡Bienvenidos al paraíso de libre mercado de Serbia!
A la vista de lo sucedido en Serbia, Bosnia, Macedonia, Panamá, Granada, etc. podemos anticipar que tienen preparado el mismo programa para Irak, tras su ocupación militar por EE UU: se instalará un gobierno títere, dirigido por alguien tan subordinado a la Casa Blanca como Tony Blair; los medios de comunicación de propiedad pública iraquíes se convertirán en "libres e independientes", por el procedimiento de entregarlos a poderosas empresas privadas conservadoras; cualquier atisbo de crítica de la política exterior de EE UU y del capitalismo de mercado libre, por remoto que sea, se verá privado de una plataforma de divulgación efectiva; los partidos políticos conservadores, financiados con liberalidad por fondos de EE UU, ahogarán con su dinero cualquier agrupación izquierdista que pudiera haber sobrevivido. En este terreno de juego, marcadamente desequilibrado, los consejeros de EE UU llevarán a cabo "elecciones democráticas" a la americana, que reproducirán los admirables resultados obtenidos en Florida y otros lugares parecidos. Prácticamente toda la economía iraquí se privatizará a precios de saldo. La pobreza y el subempleo, ya altos, crecerán drásticamente. Y también lo hará la deuda pública iraquí, a medida que se conceden préstamos internacionales de "ayuda" a los iraquíes, para pagar su propia victimización. Los servicios públicos se reducirán a cero e Irak sufrirá aún más miseria que hoy. Y nos están pidiendo que creamos que los iraquíes están dispuestos a aguantar otra campaña masiva de bombardeos para alcanzar este paraíso del mercado libre.
Saqueo de recursos naturales
Otra razón para atacar a Irak puede resumirse en una palabra: petróleo. Además de mantener el sistema mundial de expropiación, los líderes de EE UU están interesados en el más inmediato saqueo colonial, a la manera de antaño. La actual jefatura de la Casa Blanca está integrada por petroleros, a la vez tentados y amenazados por las reservas de petróleo de Irak, una de las mayores del mundo. Con 113.000 millones de barriles, a $25 por un barril, el suministro de Irak asciende a más de $2,8 billones de dólares. Pero ni una gota de este botín pertenece al cártel del petróleo de EE UU; todo ello es propiedad estatal. Bagdad ha ofrecido concesiones de explotación a Francia, China, Rusia, Brasil, Italia y Malasia. Pero con la ocupación de Irak por EE UU y la instalación de un régimen títere en ese país, todos estos acuerdos pueden ser objeto de cancelación. Tal vez pronto podamos ser testigos del mayor saqueo petrolífero de la historia del colonialismo en el Tercer Mundo, realizado por empresas petroleras de EE UU por instigación del Gobierno de los EE UU .
Un aspecto del petróleo iraquí en que se han interesado los líderes de EE UU ha sido –dada la superabundancia de crudo y la caída de precios de estos últimos años, impedir durante algún tiempo más su salida al mercado. Como informó el London Financial Times (24.2.1998), los precios del petróleo cayeron considerablemente a causa del acuerdo entre las Naciones Unidas e Irak que permitían que Bagdad vendiera su crudo en el mercado mundial. El acuerdo "podía llevar a que cantidades mucho mayores de petróleo iraquí compitan por las cuotas del mercado." El diario San Francisco Chronicle (22.2.1998) titulaba su información "EL PETRÓLEO DE IRAK, UNA AMENAZA PARA OCCIDENTE".
De hecho, el crudo iraquí no amenaza a "Occidente", solamente a los inversores petroleros occidentales. Si Irak pudiera volver al mercado internacional de petróleo, informó el Chronicle, "devaluaría el petróleo británico del Mar del Norte, socavaría la producción estadounidense de crudo y -más importante aún- destruiría los beneficios enormes que los Estados Unidos [léase, las empresas petroleras de EE UU] esperan ganar con sus inversiones masivas en la producción petrolífera del Cáucaso, especialmente en Azerbaiyán." Podríamos concluir que el control y la propiedad directos del petróleo iraquí es la manera más segura de mantener éste fuera del mercado mundial y la manera más segura de beneficiarse de su venta futura cuando el precio sea el adecuado.
Ventajas políticas a escala nacional
La guerra y la violencia ha dado buenos resultados a George W. Bush. El 10 de septiembre de 2001, su nivel de aprobación estaba bajo mínimos. Entonces vino el ataque contra el World Trade Centre y el Pentágono, seguido rápidamente por la tan cacareada guerra contra el terrorismo y el bombardeo masivo y la invasión de Afganistán. Los porcentajes de aprobación de Bush se dispararon. Pero pronto llegaron los escándalos empresariales de 2002: Enron, WorldCom y, aún más peligrosos, los de Harken y Halliburton. En julio, tanto el presidente Bush como el vicepresidente Cheney se hallaban implicados en prácticas contables corporativas fraudulentas y falsas declaraciones de beneficios, que habían tenido por resultado inflar el valor de las acciones previamente a la venta masiva de éstas por parte de los depositarios de información privilegiada, antes de que el precio de las acciones se derrumbase. En septiembre, la inminente guerra contra Irak barrió este asunto de las primeras páginas de los diarios y del telediario de la noche. Papá Bush había hecho la misma operación en 1990, cuando la guerra contra ese país barrió de las noticias el escándalo del fraude de las cajas de ahorros.
En octubre de 2002, el Partido Republicano, tambaleándose por los escándalos y considerado como el partido del favoritismo y la corrupción empresariales, resurgió como el partido del patriotismo, la defensa nacional y el liderazgo militar fuerte, y consiguió el control de ambas cámaras del Congreso, alcanzando el éxito en unas elecciones que nunca debería haber ganado. Muchos americanos se agruparon, prietas las filas, en torno a la bandera en la que se había investido el Presidente. Algunos norteamericanos, cínicos y suspicaces con los políticos en los asuntos cotidianos, exhiben una fe ilimitada casi infantil cuando estos mismos políticos tocan a rebato en defensa de la seguridad nacional contra una amenaza extranjera, real o imaginaria.
La guerra también sirve para distraer a la gente de sus problemas económicos, la necesidad de una vivienda decente, escuelas y empleo, y de una recesión que no muestra ningún signo de remitir. Desde que George II tomó posesión, el mercado de valores ha caído el 34 por ciento, el desempleo ha subido el 35 por ciento, el superávit federal de 281.000 millones de dólares es ahora un déficit de 157.000 millones, y 1,5 millones más de personas no disponen de seguro médico, lo que da un total de 41 millones de personas sin cobertura médica. La guerra ha sido positiva para el programa conservador, con un incremento récord del gasto militar, mayores beneficios para la industria de defensa y un déficit de gasto que enriquece todavía más a la clase acreedora a expensas del contribuyente, y que se utiliza para justificar nuevos recortes en los servicios sociales.
Los intelectuales progresistas nunca son más felices que cuando, con una sonrisa paternalista, se ponen a contar historietas sobre la estupidez de George Bush. Lo que he intentado mostrar aquí es que Bush no es un retrasado mental, ni anda perdido. Dados su perspectiva e intereses de clase, tiene buenas razones para llevar a cabo la agresión armada contra Irak, y contra otros países en el futuro. Es hora ya de que nos ocupemos menos de sus meteduras de pata y más de sus engaños, bastante efectivos, y su brutalidad incesante. Muchos luchadores decentes han sido derrotados a causa de su incapacidad para comprender cabalmente la total depravación de sus enemigos. Cuanto más conozcamos a aquellos a quien nos enfrentamos, mayor capacidad de lucha tendremos.
Obras recientes de Michael Parenti: The Terrorism Trap (City Lights), To Kill a Nation: The Attack on Yugoslavia (Verso), y la séptima edición de Democracy for the Few . Próximamente se publicará su más reciente trabajo: The Assassination of Julius Caesar: A People's History of Ancient Rome (The New Press)
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