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Movimientos Sociales

Autogestión social y nueva organización del trabajo (XVIII)

MOVIMIENTO OBRERO, FABRICAS RECUPERADAS, BRUKMAN

Por: Daniel Campione

Un análisis del movimiento de fábricas recuperadas en Argentina requiere ser contextualizado en las formas que ha tomado la confrontación de clases en las últimas décadas, so pena de caer en exámenes impresionistas y demasiado coyunturales, que pueden tender a sobreestimarlo o subvalorarlo. Algunos apuntes al respecto.

1. La clase y el movimiento obrero mundial ha sido objeto de una fuerte y persistente ofensiva por parte del capital, que resolvió salir hacia adelante de la crisis económica, política y cultural de los años 60-70', poniendo uno de los ejes en la abolición de los derechos y conquistas obreros acumulados por décadas y en la reasunción lo más plena posible del control del proceso de producción y trabajo, frente al poder de sindicatos, delegados, comisiones internas, y del conjunto de los trabajadores. Además de estos cambios en lo que podemos llamar el terreno 'material', se produjo una ofensiva ideológica tendiente a demostrar que los proyectos políticos anticapitalistas, identificados con la clase obrera habían caducado definitivamente, y que ésta misma marchaba, bien a su completa desaparición, bien a la pérdida de toda gravitación política y virtualidad transformadora. Esto se completaba con la liquidación de las políticas keynesianas, de las políticas sociales, y de los pactos corporativos bajo supervisión estatal que habían dado forma al Estado Benefactor. El mundo único, bajo el liderazgo político militar exclusivo de los EE.UU. se convertiría en una impensada realidad a comienzos de los años 90', marcando el punto culminante de la ofensiva.

2. No se revierte esa ofensiva sólo con afirmaciones principistas sobre la centralidad de la clase obrera, o con estadísticas que demuestran que en el mundo sigue habiendo millones y millones de obreros asalariados. Sino también con pensamiento creativo sobre la organización y lucha de los trabajadores. Cuando aparecen nuevas formas organizativas y nuevos modos de lucha, esto demuestra en la práctica la vitalidad del movimiento obrero. En Argentina, tanto los movimientos de trabajadores desocupados como la recuperación de fábricas pueden encuadrarse en esa demostración de vitalidad. La organización de los desocupados ha ampliado la noción tradicional de movimiento obrero y de organización sindical, ha encontrado sus propias formas de entorpecer el proceso económico y producir impacto político ante la posibilidad de hacer huelgas (los cortes de ruta), y pone en contradicción la tendencia del sindicalismo burocratizado a seguir representando sólo a los trabajadores ocupados que ocupan puestos de trabajo formales. Las fábricas recuperadas, por su parte, tienden a recuperar visibilidad para el movimiento de trabajadores ocupados, los millones de asalariados de los cuáles se habla bastante poco hoy , en parte porque hay un interés marcado del pensamiento dominante en crear la sensación de pasividad y debilidad del movimiento obrero, alentando el sueño de que la 'amenaza' representada por los trabajadores en dirección al capital se disuelva para siempre. En nuestro país, este 'ninguneo' de los trabajadores se ha visto alentado por la actitud de la dirigencia sindical, que opta cada vez más por no realizar paros ni manifestaciones y por mantener un interesado 'perfil bajo' frente a las políticas estatales y las medidas patronales.

3. La ofensiva del capital está eficazmente conocida y denunciada en lo que respecta a caída del salario, aumento de la desocupación, pérdida de derechos, deterioro de los servicios sociales básicos. Pero no está tan estudiada en lo que respecta a las condiciones concretas del trabajo, en cómo se lleva a cabo el proceso laboral, en cómo la patronal expropia el saber, la capacidad de organización e iniciativa de los trabajadores, para concentrar todo el poder y el saber en sus manos. Se requiere estudiar y reflexionar más y mejor sobre estos aspectos.

4. En nuestro país esta secuencia de contraofensiva patronal se ha producido con rasgos muy acentuados, desde la dictadura militar hasta nuestros días. Tras los poderosos desafíos de los últimos 60' y primeros 70', las patronales y todo el 'partido del orden' (FFAA, jerarquías eclesiásticas, grandes medios de comunicación, intelectuales ligados a las clases dominantes) decidieron emprender una tarea estratégica de destrucción del movimiento obrero, de defenestración de los sindicatos, de crear la conciencia y el hábito, apuntalados por el terror y la desmovilización, de que nunca más se podía cuestionar seriamente el orden constituido. Esto tuvo durante años una eficacia devastadora, y recién en los últimos años 90' hemos comenzado a superarlo, y en el 2001 brotó una rebeldía generalizada contra los límites de posibilidad que la dictadura y los gobiernos constitucionales se encargaron de inculcar con una 'pedagogía' que supo combinar desde la represión más violenta hasta los mecanismos más sofisticados de creación de consenso.

5. Se atacó en varios frentes a la vez, desde las presiones para disminuir el número y la concentración de la clase obrera, hasta el trabajo sobre su conciencia, la autopercepción y autoestima de los trabajadores, su actitud frente a la organización sindical, la militancia social y política, y toda acción colectiva en general. La dictadura comenzó 'trabajando', además del exterminio físico y la represión directa, con la dispersión geográfica (diluir la concentración obrera de los grandes núcleos urbanos), la desconcentración espacial (unidades fabriles menores), y el recorte de toda base de poder de los trabajadores al interior de los lugares de trabajo.

6. El nuevo 'paradigma' capitalista apunta a uso menos intensivo del trabajo, menor consumo de energía, menores inversiones fijas, producción desconcentrada que busca los menores costos de materia prima y mano de obra y las mejores condiciones de tratamiento impositivo y legal. 'Calidad' en lugar de 'cantidad' según su formulación, 'flexibilidad' en lugar de 'rigidez'. Esta tendencia se fue desplegando desde la dictadura, se instaló en los años 80', y se volvió arrasadora en los 90'. Un proceso de cambio capitalista a nivel mundial, que Argentina lo experimentó en una versión muy extrema. El gran capital desarrolla la 'utopía' de prescindir lo más posible de los trabajadores, y de desposeer de su identidad como tales, fragmentar y dispersar a aquéllos que no pueda desplazar.

7. Hoy se habla poco de la vida en el interior de las fábricas y de los lugares de trabajo en general, de las modalidades concretas de la explotación y alienación que se despliegan en el proceso laboral. Y el cuestionar los modos concretos y cotidianos de esa explotación y alienación es un modo particularmente eficaz de cuestionar el total del orden capitalista, no sólo en lo económico sino también en lo social, político y cultural. Un liberal con espíritu crítico, como Robert Dahl, hace años que viene señalando la falacia de unas sociedades supuestamente 'democráticas', en las que la mayoría del tiempo de vida de las personas se desenvuelve en organizaciones verticales, jerárquicas, basadas en el poder de dirección de sus propietarios o directivos. Esto se ve sobre todo en los lugares de trabajo, en el que la inmensa mayoría de los trabajadores no tienen voz ni voto, o sólo lo tienen para 'colaborar' con patrones y directivos. Esta es una característica de siempre de la empresa capitalista, pero se ha acentuado y diversificado en los últimos años. Los patrones han enfilado contra todas las libertades y derechos obreros en el interior de las fábricas. Ha tendido a derrumbar todos los diques que, aun en el interior de la fábrica fordista, los trabajadores habían colocado al poder del capital. Y sobre esa brecha cargó una nueva ofensiva antisindical, la búsqueda global de la 'flexibilización' que incluye la formación de sindicatos 'de negocios', minoritarios y dependientes de las patronales. Y el proceso de trabajo se convirtió en algo 'de lo que no se habla'.

8. Los círculos de calidad, la polivalencia, el 'just in time', la noción de 'cliente interno', la flexibilización horaria, no responden sólo a pautas tecnológicas y a búsqueda de eficiencia, sino que son expresión de la lucha de clases a nivel 'celular', en el plano de la unidad productiva, esfuerzos por desapropiar a los trabajadores de su poder y sus saberes, por quitarles toda noción de integrar un colectivo, por negar en sí mismo y en sus compañeros la percepción como trabajadores. Una lucha de clases que interesa no sólo a la propiedad, no sólo al volumen de ganancia, sino a la capacidad efectiva de organización y dirección, y más ampliamente, a la conquista, a la domesticación de la conciencia y las conductas de los trabajadores. Se busca instaurar el sometimiento, el individualismo, el control entre los propios trabajadores, y promover la idea de colaboración, de 'asociación' con la empresa. Recuerdo un aviso de un supermercado, creo que Carrefour, en que un repositor aparecía como 'socio' del supermercado. No es un trabajador, sino un 'socio', que trabaja no menos de diez horas por un salario tal vez menor a quinientos pesos, bajo la dirección superior de otros 'socios' que ganan mil veces más, y en definitiva en beneficio de otros socios-propietarios que embolsan centenares y miles de millones de dólares. La pretensión es ridícula, pero toma, en forma modificada, el mito del ascenso social, una de las fuerzas fundamentales del capitalismo. A la vieja idea de 'independizarse' y convertirse de obrero en patrón, se la reemplaza por la de un trabajador que se fusiona con la empresa, que se percibe a sí mismo como co-propietario de la corporación que lo explota.

9. En todo este proceso se necesita percibir que, junto con la brega del capital por explotar más y mejor a los trabajadores y obtener mayores ganancias, se encuentra una batalla ideológico-cultural: destruir la idea, que alentó a los movimientos anticapitalistas durante un siglo y medio, de que los trabajadores pueden constituirse en una fuerza social capaz de derrocar el poder del capital e instaurar una sociedad socialista. Imponer la creencia de que la clase obrera perdió para siempre su potencialidad transformadora, que incluso ya no es una 'clase' en sentido marxista sino un agregado ocupacional heterogéneo y sin proyección política, sería un triunfo cultural estratégico para las fuerzas del capital. Cada signo de vitalidad del movimiento obrero es una prueba de que, en un mundo muy diferente del de hace apenas tres décadas, y con unos trabajadores también muy distintos, comienzan a aparecer con frecuencia luchas que no son ya combate de retaguardia frente a los efectos de la ofensiva capitalistas, sino tentativas claras de construir una organización y conciencia nuevas.

10. Hay que ver esto dialécticamente. El fordismo nació en la primera mitad del siglo XX para implantar disciplina, aumentar el rendimiento del trabajo, obtener fidelidad de los trabajadores a las empresas, y constituirlos en activo mercado para colocar bienes de consumo masivo. Sin embargo la acción de los trabajadores organizados convirtió en fortalezas propias las exigencias de los patrones. Aumentó la rigidez, convirtió en modos de defensa de los derechos obreros lo que se había iniciado como exigencia de los patrones. Y esos obstáculos y 'rigideces' opuestos a la explotación patronal, fueron uno de los factores que desencadenaron la fuga hacia adelante de las patronales. Lo mismo podrá hacerse con estas modalidades recientes en el futuro. Tanto las luchas de los desocupados como las de los trabajadores que toman el control de sus lugares de trabajo para no llegar a serlo, son formas de dificultarle a los empresarios la expulsión en masa de fuerza laboral, o bien de hacerle ver las consecuencias sociales y políticas de hacerlo.

11. El mensaje desde la patronal y desde el poder político y cultural ha sido trabaje en silencio, sea disciplinado, no se organice, cuide su empleo, usted es un individuo responsable ante su familia, no un miembro de un colectivo laboral y mucho menos de una clase o un movimiento social. La desocupación y los justificados temores que despierta son un arma poderosa para implantar esa mentalidad. Otra es el trabajo ideológico de siembra del escepticismo, de la salvación individual como único camino posible. Otra más, el temor 'estructural' implantado por la dictadura ante la posibilidad de que la organización autónoma y la lucha reciban 'castigos' que no se detienen ni ante la muerte.

12. Capítulo aparte merece el debilitamiento y desprestigio de los sindicatos, acompañado en la Argentina por el hecho de que buena parte del sindicalismo ha saltado la vereda sin rubores, ha convertido sus organizaciones en multiempresas, asociadas a la medicina prepaga, a la jubilación privada, a la enseñanza y capacitación paga, a las privatizaciones, a la industria de la hotelería y el entretenimiento. Ya no es el vandorismo, ya no golpea, sólo negocia. Mientras los trabajadores resultan víctimas de las reformas estructurales del gran capital, las organizaciones sindicales están entre sus beneficiarios. La CTA lanzó a mediados de los 90' principios organizativos y propósitos diferentes, pero ha quedado atrapada en el 'pantano' del progresismo. Como en el campo de la política partidaria, el desprestigio de la dirigencia si no tiene una contraparte que logra demostrar pensamiento y prácticas radicalmente distintos, alimenta el repliegue a lo privado, la resignación, el abandono de la organización y la lucha. Hace ya un tiempo que los dirigentes sindicales en medio del rechazo en el conjunto social y aun en sus bases, se han replegado sobre su sustento clientelista hacia abajo y de negocios y complicidades hacia arriba, y trata de 'hacerse olvidar' por el conjunto social. El 'que se vayan todos' los tocó demasiado poco. El combate antiburocrático necesita volver a primer plano, con formas creativas, que contradigan esta estrategia de repliegue del espacio público para consolidar su poder interno. Habría que evitar la falacia de restarle importancia a los problemas que no se pueden solucionar: El que se haya fracasado durante décadas en plantear una alternativa exitosa a la burocracia sindical no quiere decir que el imperativo de desplazarla sea menos prioritario. Algunas organizaciones políticas y sociales de izquierda parecen imaginar el reemplazo por los 'piqueteros' de los trabajadores ocupados. Ambos sectores deberían ir juntos, como parte de la recuperación de su común pertenencia a la clase trabajadora.

13. El movimiento obrero argentino ha sido encuadrado por décadas en un sistema de sindicato único con exclusividad de representación otorgada (y eventualmente quitada) por el Estado. Y en un movimiento político como el peronista, que en su tradición principal no ponía la independencia del movimiento obrero en el centro de la escena, tendiendo más bien a confiar en la conciliación de clases bajo la tutela de un aparato estatal depurado del predominio 'oligárquico'. Se trata hoy de instaurar una nueva 'visión del mundo' en el movimiento obrero y en el conjunto de las clases subalternas, que supere críticamente a aquélla. Pero ésta visión no puede tener otro origen que la experiencia histórica concreta de la clase, y no un programa minucioso adoptado por una vanguardia que cree tener la respuesta a todas las preguntas.

14. Entre los procesos que siguieron al 19 y 20 de diciembre, se cuenta el incremento vertical del número y visibilidad de las fábricas recuperadas, despertando gran interés y entusiasmo. El avance en la recuperación de lugares de trabajo forma parte de una revitalización de la identidad obrera que recoge los enormes cambios producidos y busca nuevas formas de lucha y de organización. Lo 'territorial' fue pensado alguna vez como una 'superación' de la identidad obrera, sin embargo la autopercepción como 'trabajadores desocupados' ganó terreno y se volvió predominante, al punto de forzar el cambio de objeto principal y hasta de nombre de las agrupaciones. Y reaparece el tema de la autonomía, de la no dependencia de los patrones, ni del estado, ni de los partidos políticos, retomando consignas tradicionales del movimiento obrero, pero con contenidos renovados. Los trabajadores autoorganizados y autodirigidos para producir están en el centro de la cuestión de la autonomía, se emparentan con la tradición de la ocupación de fábricas del bienio rojo italiano, con los soviets de octubre. Pero aquí tiene la marca distintiva de la desocupación y el empobrecimiento.

15. Creo que un valor fundamental está, además del muy concreto de que núcleos de trabajadores se organicen en colectivos para seguir trabajando, con todo el valor en acción colectiva y solidaridad que eso tiene, es que son acciones que van directamente en contra de la ofensiva de la patronal, en cuánto a estrechar los límites de lo posible, de que no hay otro destino para los trabajadores que acatar la dirección de los empresarios, o tratar de dejar de ser obreros mediante el ascenso social, poderosa promesa del capitalismo.

16. Los trabajadores que toman fábricas ponen en cuestión la propiedad de las empresas, y tanto o más importante, lo hacen con la necesidad de que existan los patrones y gerentes a su servicio para la dirección del proceso productivo y del trabajo. La ideología pro-capitalista justifica el papel de los empresarios no sólo en el principio de propiedad, sino en el del ejercicio de la organización y dirección de la empresa, la autoorganización de los trabajadores en unidades productivas desbarata este argumento. Son una contestación a la organización vertical y jerárquica del trabajo, que expropia a los trabajadores no sólo el producto de su labor, sino el control sobre el proceso laboral y el conocimiento sobre el mismo, al mismo tiempo que 'cosifica' su percepción del producto, reemplaza relaciones sociales, humanas, por cosas. El trabajo se vuelve mercancía, y las mercancías producidas mediante el trabajo humano ocultan su origen para parecer producto del capital. Se rompe la conciencia de las cadenas causales y el vínculo con saberes y prácticas del pasado. Las fábricas recuperadas plantean retomar el control y la iniciativa obreras, y con ello la conciencia de pertenencia común a una clase, los vínculos de colaboración y solidarios, los saberes expropiados por la patronal.

17. La alternativa y el debate entre distintas formas de organización de los colectivos de trabajo sin patrones, no deberían agotarse en discusiones excesivamente abstractas. Si la finalidad de la 'recuperación' no es sólo la preservación de la fuente de trabajo y la mejora de las condiciones laborales del colectivo laboral, se proyecta en seguida a la cuestión de la capacidad de autoorganización, iniciativa y control de la producción por parte de los trabajadores. Creo que se trata de favorecer, sin implantación de modelos acabados previos, los mecanismos que más faciliten que en la empresa recuperada dirijan efectivamente los trabajadores. Ni patrones, ni tecnócratas, ni burócratas estatales o sindicales, sino los propios trabajadores. Todo lo que reproduzca la división infranqueable entre quienes mandan y quienes obedecen, quienes saben y quienes no saben, entre los concientes y los que no, los avanzados y los atrasados, debería tender a ser rechazado, cualquiera sea el principio que pretenda avalar su implantación. Existen análisis que parecen rigurosos y bien intencionados a favor tanto de las cooperativas como de la estatización con control obrero. Unos temen la burocratización y la absorción por el estado. Otros el regreso gradual pero seguro a las modalidades organizativas y a las prácticas mercantiles de las empresas capitalistas. Ambos peligros son reales, el problema es encontrar las formas concretas de organización y toma de decisiones que permitan sortearlos, no pre-definir una forma como la panacea universal contra ellos.

18. Obviamente, el estado y las patronales tienen sus 'propuestas' para las fábricas recuperadas, que no siempre se reducen al desalojo y la devolución a los empresarios originales. La idea de algunos sectores podría orientarse a reducir la reivindicación obrera a la preservación de la fuente de trabajo, y evitar cualquier avance sobre la propiedad y el poder de organización y dirección. Si la planta tiene que quedar en manos de los trabajadores, que lo sea en la forma que más se aproxime a las de la empresa comercial clásica, lo que puede lograrse tanto mediante una estatización que ponga el control en manos de burócratas, o en formas cooperativas que reproduzcan la distribución del saber y el poder tradicional, y le den la conducción a la línea gerencial y a tecnócratas bien pagos. A su vez el estado tratará de capitalizar como parte de su 'política laboral' la puesta en marcha de la empresa, y exhibirá como un éxito la baja conflictividad y la regularidad jurídica de todo el proceso.

19. La respuesta debería orientarse a profundizar la vigencia del poder de los trabajadores, avanzar en esa reivindicación sin rifar la fuente laboral, y tratar de extender no sólo la solidaridad social hacia las empresas recuperadas, sino el impacto entre los trabajadores de las empresas 'normales'. No está escrito que una empresa sólo puede 'recuperarse' cuando cierra. También puede hacérselo si despide o baja salarios. Una forma de lucha alcanza el éxito expandiéndose más allá de su campo original, desarrollando nuevas modalidades. Cuando más fábricas recuperadas haya, mas difícil será avasallar su existencia, y más valdrá su ejemplo como estímulo a la lucha por la autonomía de los trabajadores.

20. Algunos jueces han negado que el derecho a la vida y la subsistencia tenga supremacía sobre el derecho de propiedad. Hay que luchar, no sólo en los tribunales, sino principalmente en la práctica social concreta, porque se abra paso el principio contrario: La vida, el trabajo digno, el sustento familiar, siempre tienen prioridad sobre la propiedad privada, y ésta se extingue cuando viola o pone en riesgo esos derechos. La implantación progresiva en la práctica de ese principio, constituiría un avance concreto hacia la conciencia de la posibilidad del socialismo, un régimen en el que ninguna propiedad obtenida mediante el trabajo ajeno resulta legítima.

21. El gobierno de Duhalde, antes de retirarse, avaló la 'solución' judicial para Brukman, con la reafirmación de la propiedad privada. A la larga ofensiva de la patronal para retomar el control pleno de las empresas, no hay mejor oposición que la acción de los trabajadores para hacer todo lo contrario: Tomar ellos el control total de las empresas. Se viene una lucha prolongada, pero de amplísimas perspectivas. Sus posibilidades de triunfo aumentarán, nos parece, en la medida en que los 'costos' políticos y sociales de seguir confiscando las empresas a los trabajadores sean cada vez mayores.

22. Es importante que haya un movimiento del tipo de Brukman liderado por mujeres. El capitalismo siempre ha jugado a su favor con el sometimiento de las mujeres, la idea de su 'atraso' técnico y político. Esta experiencia constituye una afirmación de la capacidad de iniciativa, organización y vocación de enfrentamiento con el sistema de las mujeres trabajadoras. Hace ocho décadas, la Liga Patriótica Argentina apostaba a las mujeres como reserva de la moral cristiana y la familia tradicional, para que incitaran a sus hermanos, maridos y novios a no hacer huelgas ni adherir a ideologías foráneas. Hoy Brukman es un hermoso ejemplo de combatividad y conciencia femeninas. Un cambio radical y una forma de articular la cuestión de género en el corazón mismo de la lucha entre capitalistas y trabajadores.

(Estos apuntes fueron escritos con destino a la mesa redonda sobre Movimiento obrero: organización y formas de lucha, realizada en la actividad Arte y Confección por Brukman, el sábado 31 de mayo)